De la mano a la boca Collares de plástico cuelgan de antiguas casas y árboles. El festejo de Mardi Gras convive en las rejas con las pascuas que están llegando. El sol brilla, las calles huelen a alcohol y un ambiente relajado invita a pasear. Su gente es multi-cultural y amable: la mayoría de las personas carga genes españoles, ingleses, franceses, nativo-americanos y africanos. Nos acompaña siempre la música, cuartetos vocales a cappella en las esquinas cantan con un swing por unas monedas. Es conocida por sus festivales y su música. Pero cuando recuerdo Nueva Orleans pienso en su gastronomía. En particular una comida cómoda y práctica. Un sándwich de autor, amado por los locales y por los turistas. Existen muchos lugares donde probarlo, pero los que saben van a uno solo. El original. Un cartel rojo con la leyenda “Home of the Original and ‘CREATOR’ of the Muffuletta” y una fila larga con ritmo ágil son la señal de que estamos en el sitio correcto. Cerca del mercado, hay un pequeño y antiguo negocio. La mejor fusión de la cultura americana e italiana, una característica presente en toda la ciudad. Desde la vidriera espiamos una variedad de productos, desde bebidas, latas de té y conservas hasta semillas que hablan distintos idiomas. Hambrientos pero entretenidos no nos dejamos engañar por la siguiente puerta, que ofrece lo mismo pero sin fila, y decidimos esperar. “Solo un sándwich” podría ser una típica respuesta a la pregunta qué te gustaría comer. Pero si visitas The Central Grocery Company vas a pensar dos veces antes de responder. Estanterías llenas de alimentos y vinos italianos importados, carteles originales de bebidas alcohólicas, manchas de humedad en las paredes altas. Con sólo cerrar los ojos podes imaginarte a los granjeros sicilianos, que vendían sus productos en el mercado en 1900, pidiendo un poco de salame, jamón, queso, ensalada de aceitunas y un pan grande, liviano y redondo. Ellos estaban acostumbrados a comer cada uno por separado sobre sus rodillas haciendo equilibrio. Fue Salvatore Lupo, dueño de la tienda, que sugirió cortar el pan y poner todo en él como un sándwich. Aunque no era la manera típica, poco después los almuerzos comenzaron a pedirse simplemente con el nombre de muffulettas. Si todas sus partes son ricas por separado, ¿por qué no probar el todo? Lo intentamos, pero hay dos cosas en las que no confiaba. Primero, que existiese un pan lo suficientemente resistente para mantener todos esos ingredientes. 25 cm de diámetro cortados en cuartos me cerraron (abrieron) la boca. De forma plana, corteza tostada con semillas de sésamo e interior suave dieron como resultado un sándwich del tamaño de mi cara. Segundo, su ensalada de aceitunas. Su aceitoso atractivo. Definitivamente es lo que le da su sabor especial y después de probarlo no te va a importar ensuciarte un poco. La atención fue rápida y agradable. Nos invitaron a pasar a su comedor interior pero decidimos caminar una cuadra hacia el Río Misisipi. La experiencia realmente se completa cuando nos sentamos en uno de los bancos de la costanera a disfrutar la magnífica creación de Salvatore. Sol de primavera y brisa húmeda del río, el clima perfecto para tomar un descanso, ver pasar los grupos de despedida de soltero decorados con cotillón verde, amarillo y violeta, y escuchar conversaciones de los lugareños. Nueva Orleans. Marzo, 2013.