Anticipando el juicio de la historia

11 may. 2009 - presidente argentino de los últimos veinte años? ... durante su campaña presidencial de 2007 ... las elecciones fueron transformadas en.
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NOTAS

Lunes 11 de mayo de 2009

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COMO SERA VISTA EN EL FUTURO LA ERA DE LOS KIRCHNER

Anticipando el juicio de la historia ROBERT A. POTASH PARA LA NACION

AMHERST, MASSACHUSETTS uando los historiadores argentinos del futuro miren hacia atrás y analicen la era de Néstor Kirchner –un término que probablemente apliquen tanto a los cuatro años durante los que fue jefe del Poder Ejecutivo Nacional como a los años durante los que su mujer fue más una presidenta de ceremonial que un mandatario que toma decisiones–, ¿a qué conclusiones o generalizaciones llegarán? ¿Dirán que, después de Perón, Kirchner fue el peronista más habilidoso que ejerció la presidencia, un político que en 2003 fue elegido apenas con el 22% de los votos y que sin embargo se las ingenió para controlar la vida política argentina hasta un punto nunca visto desde la finalización de la dictadura militar? ¿Concordarán con el ministro del Interior, quien recientemente aseguró que Kirchner era el mejor presidente argentino de los últimos veinte años? ¿Tomarán nota de que fue bajo su liderazgo que la Argentina emergió del caos posterior a 2001 y que año tras año el país disfrutó de índices de crecimiento económico sin precedente, similares a los de las economías asiáticas? ¿O al analizar retrospectivamente los años de Kirchner se concentrarán en los aspectos negativos, en el daño causado

votos para evitar una segunda vuelta. Para entonces, sin embargo, ya comenzaban a verse las fisuras del manejo económico de Kirchner. Frente a un creciente índice inflacionario que lo hubiese obligado a aumentar los pagos a los tenedores de bonos externos, el presidente reemplazó por medio de su secretario de Comercio a la plana mayor del Instituto Nacional de Estadística y Censos. El organismo anunció entonces una cifra de inflación inferior a la anteriormente anticipada, minando así la credibilidad interna e internacional de sus guarismos. Pero la mayor pérdida de prestigio de los Kirchner llegó en 2008, con la pelea con el sector agrícola por un decreto que elevaba las retenciones a las exportaciones de soja del 35% mínimo que existía hasta entonces hasta el 90%, dependiendo del precio internacional de ese producto. Los historiadores advertirán que los grandes y pequeños productores agropecuarios protestaron contra el decreto con huelgas y cortes de rutas, pero como Néstor Kirchner lo consideraba más una amenaza a su poder que un asunto en el que era posible ceder, se negó a hacer cualquier tipo de concesiones. Después de meses de tensión, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner concedió enviar el decreto al Congreso para que fuese

Hasta las elecciones fueron transformadas en una parodia cuando Néstor Kirchner intentó hacer de ellas un plebiscito

Queda por verse cuando se haga el recuento de votos hasta qué punto quedará menguado el sistema hegemónico de los Kirchner

a las instituciones nacionales? Aunque durante su campaña presidencial de 2007 Cristina Fernández de Kirchner prometió fortalecer las instituciones, la realidad es que la situación ha empeorado. Salvo una vez, el Congreso siguió dando el visto bueno a las iniciativas del Poder Ejecutivo, el Poder Judicial siguió bajo amenaza de represalias si tomaba decisiones adversas para el oficialismo o los amigos del Gobierno y el sistema de partidos políticos profundizó aún más su deterioro. Hasta las elecciones fueron transformadas en una parodia cuando Néstor Kirchner, como cabeza del partido oficialista, intentó hacer de las elecciones parlamentarias de junio de 2009 un plebiscito de apoyo a la gestión de Cristina, postulando a reconocidas personalidades para que se presenten a competir por cargos que no tienen intenciones de ejercer. El éxito inicial de Kirchner en construir su base de poder y su popularidad se debe tanto al momento de su aparición en el escenario nacional como a su capacidad de liderazgo. Desilusionada por el colapso financiero de 2001 y la consecuente inestabilidad política y económica, la opinión pública argentina estaba esperando un líder fuerte, algo así como un caudillo civil, y por lo tanto insensible a desviaciones institucionales o constitucionales. Además, a diferencia de sus predecesores de la década de 1990, los años de Kirchner coincidieron con un extraordinario boom del comercio internacional. Esta tendencia se originó en otros países, especialmente en China, y provocó una demanda de materias primas que habría beneficiado a la Argentina sin importar quién fuera su presidente. Empujada por su sector

refrendado. Para entonces, el tema había inflamado tanto a la opinión pública de las provincias agroexportadoras que los senadores usualmente leales a los Kirchner tuvieron que tomar una difícil decisión. El inesperado resultado de la votación en el Congreso arrojó un empate y el vicepresidente de la Nación, ex gobernador radical de la provincia de Mendoza y un aliado político, votó en contra de la propuesta del Gobierno. Fue un momento histórico que marcó el principio del fin para el dominio de Kirchner sobre la vida política argentina. Al momento de escribir este artículo, faltan todavía seis semanas para las elecciones legislativas de junio. Mientras tanto, los peronistas disidentes se han organizado para enfrentar a los candidatos oficiales en varias provincias, y los líderes de los partidos de la oposición, sobreponiéndose a sus tradicionales diferencias, están tratando de encolumnarse detrás de una lista única de candidatos. Queda por verse cuando se haga el recuento de votos hasta qué punto quedará menguado el sistema de gobierno hegemónico de los Kirchner. Si pierden el control del Congreso, ¿Néstor abandonará su línea dura y permitirá que Cristina haga las concesiones normales en un sistema democrático? En resumen, ¿serán capaces de adaptarse a una nueva configuración del poder, en la que Néstor ya no pueda decirse a sí mismo “aquí mando yo”? Los historiadores del futuro sabrán la respuesta. © LA NACION

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agrícola, la economía argentina creció a un ritmo inusitado, y en ese proceso generó un superávit fiscal y una reserva de divisas que facilitaron a los Kirchner la tarea de gobernar. Los historiadores se preguntarán seguramente si el gobierno de Kirchner hizo buen uso de esas reservas. Un ejemplo notable es la decisión de utilizar 8000 millones de dólares de reservas del Banco Central para pagar la deuda que el país tenía con el Fondo Monetario Internacional. Kirchner, que veía en el FMI al gran villano detrás del colapso de 2001, creyó aparentemente que la balanza comercial favorable continuaría indefinidamente. Sentía que al pagarle al FMI toda la deuda no sólo daba un paso decisivo en pos de la independencia económica, sino que también eliminaba los cuestionamientos externos a su política económica. La miopía de esa decisión quedó demostrada muy poco tiempo después, cuando su gobierno tuvo que tomar un préstamo del gobierno de Venezuela a una tasa de interés que triplicaba la que venía pagando al FMI. Podría decirse que ese pensamiento de corto plazo también subyace a muchas de sus decisiones en materia de política interior. En el área de bienestar social, los pagos directos a las familias carenciadas y a los desempleados fueron una respuesta adecuada, pero el Gobierno mostró poco interés por invertir a largo plazo en áreas como educación y salud pública, que podrían haber tenido un impacto permanente en la vida de los pobres. También optó por subsidiar diversas actividades

económicas en lugar de resolver los problemas básicos de esas industrias. Esto fue especialmente cierto en el caso del sector energético, que necesitaba una enorme inyección de capital para hacer frente a la creciente demanda. Aquí, los prejuicios antiextranjeros de Kirchner lo llevaron a posponer la necesidad de nuevas y significativas inversiones, pues implicaba aceptar que las empresas de servicios públicos de capital extranjero aumentaran sus tarifas. Finalmente, durante la presidencia de Cristina, el Gobierno no tuvo otra alternativa que permitir esa suba. Los historiadores quizás adviertan aquí cierto paralelo con el presidente Juan Domingo Perón, quien se opuso a abrir la industria del petróleo al capital internacional durante su primer mandato para terminar dando marcha atrás y aceptándolo durante el segundo. La habilidad de Kirchner para crear la red de lealtades políticas que le permitió dominar el poder dependía en definitiva de una distribución selectiva de los fondos públicos. Los líderes políticos de las naciones democráticas han recurrido con frecuencia a esta práctica, pero en el caso de Kirchner implicó el uso de los poderes de la emergencia económica mucho tiempo después de que la emergencia había pasado. Kirchner estaba por lo tanto en condiciones de recompensar a las provincias cuyos representantes apoyaban sus iniciativas en el Congreso y de castigar a quienes se oponían a ellas. El apoyo de sus seguidores en el Congreso le permitió sobre todo eludir las exigencias legales

que regulan la distribución de los ingresos fiscales a las provincias por medio de la subestimación de la cifra de ingresos de la ley de presupuesto. Los millones de pesos que se recaudaban y que excedían las previsiones presupuestarias iban a parar a la famosa “caja” que Kirchner utilizaba para ganarse o retener el apoyo de gobernadores, intendentes y otros políticos. El estilo confrontativo de Kirchner para lidiar con los sectores que él consideraba enemigos potenciales –y esto incluía a los medios de comunicación, los militares, la iglesia y ciertos grupos empresarios– no lo ayudó en nada a ganarse el afecto de quienes no integraban las filas de sus colaboradores inmediatos o no se beneficiaban de su generosidad. Pero sus adversarios políticos estaban tan debilitados por sus diferencias ideológicas y sus rivalidades personales que fueron incapaces de impedir que lograra su objetivo. En 2005, al conseguir que su esposa, Cristina Fernández de Kirchner –quien ya era senadora por la provincia de Santa Cruz–, conquistara una banca de senadora por la provincia de Buenos Aires, Kirchner logró arrebatarle el control del aparato político del peronismo a Eduardo Duhalde. En julio de 2007, hizo saber que no aspiraría a un segundo mandato, y sin hacer siquiera la parodia de un proceso de elecciones internas anunció que ella era su candidata para sucederlo. En las elecciones de octubre, Cristina Fernández de Kirchner obtuvo la presidencia con el 45% necesario de

Traducción de Jaime Arrambide El autor es historiador norteamericano, especialista en temas argentinos

DIALOGO SEMANAL CON LOS LECTORES

Pintar grafitis es delito, pero no de lesa lengua E

L título “Un fallo considera que es delito pintar grafitis en las paredes” ha despertado la indignación de Pedro Pablo Peralta, que escribe: “¿Cómo pueden ser tan «desconocedores» de la lengua? En español existe grafito, con su plural grafitos. Graffiti es el plural de graffito, pero en italiano. Hay genios que escriben *graffitis. Este híbrido de ustedes es otra barbaridad. ¿Aprenderán algún día?”. Yo no conozco a nadie que coma *ñocos el día 29 ni vi nunca a nadie pintar un grafito. De hecho, el único grafito que conozco es el de la mina de los lápices. Pero me dicen que algunos llaman así a las pintadas, y lo creo. Sólo que sospecho que los que las llaman así lo hacen porque vieron esa palabra en el diccionario o les dijeron que así estaba en el diccionario, y otros, porque creen estar usando una palabra italiana y hasta forman el plural en italiano. De estos últimos, algunos lo escriben incluso con la grafía italiana, aunque a veces se equivocan y, en lugar de duplicar la f, duplican la t. Ya hemos explicado más de una vez que existen sustantivos que, en singular, provienen de plurales de otras lenguas. Algunos son muy antiguos, como arma, de un plural latino, y querubín, de un plural hebreo, y a nadie se le ocurre cuestionarlos (en realidad, no muchos saben de dónde vienen). Pero cuando empieza a usarse una palabra nueva que es evidente de dónde proviene, siempre aparecen quienes pretenden mantenerla en su forma original. En verdad, estas personas no distinguen lo que es una palabra de una lengua extranjera de una palabra española proveniente de otra lengua.

La palabra grafito se adaptó correctamente del italiano graffito y figura en el Diccionario de la Real Academia Española. Como palabra hispanizada, forma su plural según la regla morfológica del español: grafitos. Pero grafito se usa poco (de hecho, entre nosotros no se usa) y da la impresión de que se usa más por obligación, por ser la hispanización que sigue las reglas y que está en el diccionario, que por estar aceptada por la comunidad hablante. En cambio, se usa como singular grafiti, la adaptación del plural italiano, y, siguiendo la regla de pluralización española, el plural grafitis. Por eso la Academia ha acordado la incorporación de grafiti en la próxima edición de su diccionario. Para tranquilizar a los que todavía no están convencidos, veamos lo que dice el Diccionario panhispánico de dudas, de la Academia: “El uso frecuente del plural italiano graffiti ha dado lugar a que en español se emplee la adaptación grafiti con sentido singular: «Otros vecinos pintan un grafiti» (País [Ur.] 12.7.01). Se trata de un caso análogo al de espagueti y se considera válido, debido a su extensión. Su plural es grafitis: «Unos grafitis de los miles que hay en las calles de Buenos Aires» (Barnatán Frente [Arg. 1989])”.

Por un pelo “Sorprende que en su casa natal se cometan errores como el publicado en la información titulada «Nik reveló todos los secretos de Gaturro», del domingo 3, donde a propósito de la charla que el talentoso dibujante brindó en la Feria del Libro ante una sala mayormente ocupada por niños, un redactor impreciso destaca

LUCILA CASTRO LA NACION

que «no faltaron las preguntas sobre la edad y el barrio donde vive el gato de cuatro bigotes en cada cachete». A estas alturas, vale preguntarse cómo es posible que entre quienes frecuentamos a diario las andanzas del pícaro felino pueda ignorarse que sólo son tres los bigotes que luce por cachete, ¿verdad?”, escribe desde Miramar, provincia de Buenos Aires, Alejo Portales Britos. Es verdad que Gaturro no es un gato cualquiera, pero que luzca tres bigotes en cada cachete me parece tan exagerado como que luzca cuatro. Bigote, lo que se dice bigote, luce uno solo, con tres pelos en cada cachete.

Ayes a la luna Escribe con toda razón Juan Carlos Lavelli: “En la página 7 de la sección Espectáculos del sábado 2, en la entrevista con la cancionista Nelly Omar, en su respuesta a la pregunta «¿Desde cuándo canta?», la artista recuerda la copla surera que entonaba a la edad de

cinco años. Transcripta al final de la nota, estimo que la copla contiene dos errores. Dice: «Luna blanca, luna llena, / hay luna de plata fina, / se me ha muerto un hermanito / lindo como una estrellita. // Se fue caminito al cielo; / no sé si lo encontraría. / Luna, si tú me guiaras, / hay luna, cómo te querría”. Los errores (en verdad, uno repetido) están en los versos segundo y octavo, los cuales, según estimo, deberían escribirse: «Ay luna de plata fina» y «Ay luna, cómo te querría». Y ello porque pienso que, por el sentido del texto, corresponde la interjección ay, que denota un suspiro doliente de pena por la pérdida sufrida, en lugar del verbo hay como concepto de existencia de algo”.

Más apellidos “Tengo entendido que en la lengua castellana, la preposición de es usada correctamente en casos como Miguel de Cervantes o José de San Martín, pero es una preposición que no forma parte del apellido. En consecuencia, es incorrecto el uso, o abuso, que se comete cuando al mencionar a alguien exclusivamente por el apellido se lo antecede con el de, como si se pudiera decir *el general De San Martín o *el escritor De Cervantes. En francés, la particule tiene el mismo tratamiento. Otra cosa ocurre con los apellidos italianos como Dell’Oro o Dalle Nogare. Le ruego me ilustre al respecto”, escribe Enrique Peltzer. En efecto, en los apellidos españoles la preposición se escribe con inicial minúscula y no se usa cuando la persona es nombrada solo por el apellido. Estos apellidos

se alfabetizan por la inicial mayúscula, no por la d de la preposición. Por ejemplo, el apellido del conquistador Pánfilo de Narváez es Narváez y se alfabetiza por la n de Narváez. Esta regla vale también para los casos de preposición y artículo. Por ejemplo, Ramón del Valle-Inclán es un nombre artístico (tomado de un antepasado), pero si se nombra a este escritor por el apellido, se dice Valle-Inclán. Los apellidos verdaderos de Valle-Inclán eran Valle y Peña porque era hijo de Ramón del Valle Bermúdez y Dolores de la Peña. En ninguno de esos casos se mencionan los apellidos con la preposición y el artículo. Sin embargo, hoy en día es frecuente que se incluyan la preposición y el artículo al nombrar a una persona por el apellido. Entonces, si se omite el nombre de pila, la preposición debe escribirse con inicial mayúscula; por ejemplo, De la Rúa. Si ha habido contracción de la vocal de la preposición con la inicial del apellido, se escribe todo en una sola palabra, con d mayúscula, y se alfabetiza por la d; por ejemplo, Dávila, que es contracción de de Ávila. En los apellidos italianos, en cambio, con contracción o sin ella, la preposición se escribe normalmente con inicial mayúscula y se considera parte del apellido, por lo que este se alfabetiza por la d; por ejemplo, Di Gennaro y D’Angelo. © LA NACION Lucila Castro recibe las opiniones, quejas, sugerencias y correcciones de los lectores por fax en el 4319-1969 y por correo electrónico en la dirección [email protected]