Aceleran la devaluación, pero no se gana competitividad

5 ago. 2013 - Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Ecolatina, tampoco ob- serva mejoras en la competitividad cambiaria por esta vía. “Si bien en.
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economía

| Lunes 5 de agosto de 2013

Aceleran la devaluación, pero no se gana competitividad inflación. El dólar oficial subió 2,2% en julio,

la tasa mensual más alta en 5 años; el alza de costos internos atenta contra la exportación

Inflación y tipo de cambio Variación en cada país

Inflación, en % (Variación IPC) ENERO-JULIO 2013 Argentina Brasil Uruguay Chile México EE.UU. Unión Europea China

Javier Blanco LA nACIon

Tras varios años de haber utilizado el tipo de cambio como un “ancla antiinflacionaria”, y en contra de lo que suele argumentar públicamente en contra de un ajuste en la materia, el Gobierno comenzó a acelerar el ritmo de devaluación del peso. La cotización del dólar oficial en julio subió 2,19%, la tasa de devaluación mensual más importante de los últimos cinco años; con ese valor, elevó al 20% interanual el ritmo de indexación cambiaria y la habrá estirado hasta 27% si decidiera mantener en el resto del año una actualización similar a la que dispuso el último mes. Son tasas que triplican la actualización que, con las mismas autoridades monetarias, se aplicó en promedio en el bienio 2010/11 y pueden llegar a duplicar el ritmo de devaluación respecto de 2012. Pero aun así “no alcanzará” para devolverle al peso la competitividad perdida, según coincidieron en evaluar economistas consultados por LA nACIon al respecto. “Acelerar el ritmo de devaluación no alcanzará para esos fines. Tratar de poner a la par la inflación y la actualización del tipo de cambio a lo

sumo servirá para detener el proceso de deterioro cambiario por esta vía. Pero ese esfuerzo parece llegar tarde, cuando el peso resigna además competitividad por ajustes nominales en otras monedas que se la transferían hasta ahora, como el real brasileño”, sostiene Fausto Spotorno, del estudio orlando Ferreres & Asociados. “Lo que están logrando es alinear las variables. Pero aun cuando el tipo de cambio oficial se indexe por inflación no bastará para devolverle competitividad al tipo de cambio real multilateral, por el giro que se insinúa en el escenario internacional. El problema ahora es que quedaron entrampados: si quisieran recuperar competitividad nominalmente, corren el riesgo de un traslado a precios, que les haría perder en un rato lo ganado”, coincidió Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein. Problema de arrastre Para nadin Argañaraz, del Iaraf, “la mayor devaluación del peso llega en un contexto de debilitamiento del resto de las monedas que no permite mejorar la competitividad de la moneda local y, a la vez, suma riesgo de aumentar las expectativas inflacionarias”. Gabriel Caamaño Gómez, de la

Devaluación nominal vs. dólar, en %

14,8 12,1 3,7 11,5 5,7 11,6 0,9 7,3 1,5 -2,1 1,5 12,1 0,7 11,4 1,8 14,0

DESDE DICIEMBRE DE 2007 Argentina 37,5 25,5

Brasil Uruguay Chile México EE.UU. Unión Europea China

207,1

72,3

-4,1 16,1 0,8 25,2 17,3 12 10,9

52,5

72,3 54,5

17

107

Fuente: Consultora Ledesma / LA NACION

Los analistas creen que la devaluación llega tarde, porque también se devalúan otras monedas, ante el cambio de escenario internacional

consultora Ledesma, uno de los analistas que siguen de cerca desde hace años esta variable, no tiene dudas. Dice que el ajuste que lleva adelante el Gobierno no alcanza para devolverle competitividad al peso porque llega cuando en el mundo ya se desató “un proceso de ajuste de las paridades cambiarias nominales y reales de cara a un nuevo escenario internacional, que estará caracterizado por mayores tasas de interés y la desaceleración de China, lo que se combina con la expectativa de menores precios para las commodities”.

El analista explica el concepto tomando como ejemplo la competitividad del peso respecto del real. “En julio, el real acumuló una depreciación nominal respecto del dólar de igual magnitud que la del peso. Pero Brasil tuvo un sexta parte de la inflación local. Así se mantiene el deterioro de competitividad del peso, que llega al 7% en el año frente a esa moneda y ya está en el nivel más bajo desde enero de 2002. Esto quiere decir que entró en zona peligrosa y el dinamismo de la industria local y sus exportaciones se va a resentir en los próximos meses”, concluye. Al respecto, hay un dato que los analistas comienzan a seguir muy de cerca: la involución que muestran las exportaciones industriales apenas se “rasca la cáscara”. En junio, último dato oficial, retrocedieron 2%, pese a que en ese mes las ventas de automotores volaron 58 por ciento. “netas del aporte de este sector, las exportaciones de manufacturas industriales caen 27%”, alertó en un reciente informe nicolás Dujovne. Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Ecolatina, tampoco observa mejoras en la competitividad cambiaria por esta vía. “Si bien en junio y julio la tasa de depreciación del peso se aceleró, también lo hizo la inflación, así que no hubo ganancia o fue neutra en el mejor de los casos. De hecho, nuestras estimaciones arrojan una suba de precios superior al 2% en ambos meses.” Además, cree que el BCRA reaccionó de esa manera no por una mejor lectura del escenario internacional sino porque “reaccionó a la fuerte depreciación del real”. Joaquín Berro Madero, de la Fundación Mediterránea, sostiene que para poder determinar si hay ganancias de competitividad hay que mirar detenidamente el tipo de cambio real multilateral, antes que cegarse con el dólar. Pero, como sus pares, presume que la aceleración en la devaluación nominal “no le dejó” ganancias de competitividad cambiaria al país.ß

Mantega: la inflación “es la peor cosa para Brasil” Afirmó que la combatirá aunque eso signifique frenar el crecimiento RÍo DE JAnEIRo (EFE).– El ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, dijo en una entrevista publicada ayer que el Gobierno se empeñará en mantener la inflación bajo control “aunque eso signifique reducir la tasa de crecimiento”. “El Gobierno jamás dejará que la inflación se salga de control”, afirmó Mantega, jefe del equipo económico de la presidenta Dilma Rousseff, en una entrevista a la revista Veja. Señaló que la inflación es “la peor cosa que existe para Brasil” y por eso justificó el “ajuste” acometido por el Gobierno a partir de 2011, lo que ha supuesto tasas de crecimiento muy bajas para un país emergente. La inflación en Brasil acumula un alza de 3,15% entre enero y junio y un alza interanual de 6,7%, cifra que supera en dos décimas el techo que el Gobierno considera tolerable. “Entramos en 2013 con la inflación más elevada. Afortunadamente la inflación en el precio de los alimentos, la más fuerte, ha perdido intensidad. Hoy los datos muestran que la inflación brasileña ya está retrocediendo a un nivel más confortable”, afirmó el ministro. Brasil creció 7,5% en 2010, pero la economía desaceleró un año después (2,7%), prácticamente se frenó en 2012 (0,9%) y, en el presente ejercicio, se recupera a tasas inferiores a las metas oficiales. Analistas privados calculan que la economía registrará este año una expansión de entre 1,9 y 2,5%, mientras que el Gobierno eleva esa cifra hasta 3%.ß

El blanqueo no altera la dinámica de la baja de las reservas opinión Nicolás Dujovne PARA LA nACIon

P

odrán entrar algunos millones de dólares, quizás unos cientos de ellos, pero con el transcurrir de los días comienza a quedar claro que el blanqueo no traerá el alivio sobre las reservas del Banco Central que el Gobierno esperaba cuando anunció el estrambótico Plan Cedin. Las reservas se sitúan en US$ 37.000 millones y van camino a terminar el año cerca de los 33.000 millones. Por lo pronto, el 12 de septiembre caerán 2000 millones debido al pago del Bonar VII. Y este mes comenzó a disminuir el monto liquidado por las exportaciones del complejo sojero, llevando a que en el cuarto trimestre de este año muy probablemente el Banco Central vuelva a ser vendedor neto de divisas contra pesos, como ocurrió en el primer trimestre del año. Tener US$ 33.000 millones de reservas en una economía con un PBI de US$ 500.000 millones equivale a una relación de reservas/PBI de sólo 6,5%, comparado con nivel de 11% a fines de 2002 o 17% en 2007. Es muy poco. A modo de ejemplo, el promedio simple del grupo de ocho países conformado por Brasil, Chile, Perú, Uruguay, Colombia, México, Rusia y Sudáfrica exhibe en la actualidad un nivel de reservas/PBI equivalente al 18% de sus economías. Extrapolado ese 18% al tamaño de la economía argentina en 2013 equivaldría a un nivel de US$ 90.000 millones de reservas. Con ese nivel, las reservas cubrirían el 150% de la base monetaria, como lo hacían entre 2007 y 2009, muy por encima del 55% de cobertura que se observará a fines de este año. El deterioro en la relación entre reservas y base monetaria iniciado en 2010 no es casual: a partir de ese año la Argentina comenzó a utilizar las reservas del Banco Central para pagar la deuda pública, a la vez que inició el lento camino que la llevó desde el equilibrio fiscal hasta un déficit actual equivalente a 4% del PBI. El pago de la deuda con reservas las redujo, y el déficit financiado con emisión aumentó los pasivos monetarios del Banco Central. Pero más preocupante que el nivel es la tendencia. El actual esquema macroeconómico ha eliminado los mecanismos de estabilización que hasta hace algunos años sostenían el nivel de activos externos de nuestro ente monetario. Hasta la imposición del cepo, la menor disponibilidad de ahorro externo que se generaba como consecuencia de un shock externo o interno (Lehman o la resolución 125, por ejemplo) contaba para su estabi-

lización con un mecanismo bastante automático: el Banco Central vendía dólares contra pesos, las tasas de interés locales subían y la moneda se depreciaba en términos reales. Ese cambio de portafolios incluía también a los bienes. Cuando aumentaba la demanda de dólares, transitoriamente disminuía la demanda de importaciones, aumentaba el superávit de comercio y se estabilizaban las reservas. Una vez regenerada la confianza, el sector privado volvía a demandar bienes y a invertir en lugar de acumular dólares y la economía retomaba el crecimiento. Desde la imposición del cepo, el vínculo que une la salida de capitales con la tasa de interés doméstica se ha desdibujado. Ahora el Banco Central es el que determina la tasa de interés a su antojo. Y el sector privado en conjunto no puede aumentar su nivel de dolarización, ya que el Banco Central no provee de las divisas que aquél demanda. Ahora, cuando los argentinos quieren dolarizarse deben hacerlo a través de aproximaciones imperfectas al billete norteamericano: los industriales compran maquinaria importada para aprovechar los dólares subsidiados, la clase media y media alta compra autos o viaja. Y de allí para abajo, quienes pueden, compran materiales para la construcción para protegerse de la inflación. Ello determina que aún percibiéndose una dinámica macroeconómica inconsistente la demanda de bienes y, por ende, de importaciones aumenta. Antes, el temor estabilizaba las reservas del Banco Central. Ahora el temor genera más pérdida de reservas a través del aumento del gasto en “sustitutos” del dólar y de su impacto en la demanda de importaciones. Ello retroalimenta la pérdida de reservas del Banco Central y la demanda de máquinas, autos, viajes y cemento. El temor estabiliza transitoriamente el nivel de actividad y ya no las reservas. Si éstas fueran infinitas, no habría allí un problema. Pero no lo son. Y en algún nivel más bajo que el actual, el susto generará un frenazo en la actividad. ¿Cuándo? Cuando la gente no se conforme con esos sustitutos imperfectos del dólar y sólo quiera billetes contantes y sonantes. Algo de eso se vio en mayo, cuando el dólar paralelo cotizó por encima de los diez pesos. La intervención del Gobierno en el mercado de contado con liquidación y cierta astringencia monetaria reencauzaron la economía hacia un delgado equilibrio por el que transitó por unos meses. El aumento en la emisión para financiar el gasto preelectoral junto al fracaso del blanqueo pueden desafiar este inestable equilibrio.ß El autor es economista