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espectáculos
| Domingo 9 De junio De 2013
Grabaciones Mauro Apicella
Zorn y sus templarios L
os proyectos del saxofonista y compositor John Zorn son tan variados como las interpretaciones que se pueden hacer de cada uno de ellos. Palabras como Moonchild pueden definir tanto a los nacidos bajo el signo de cáncer como a piezas del iniciático King Crim-
son, a una canción de Iron Maiden o a proyectos discográficos como el que Zorn encaró a mediados de la última década, con aliados como Mike Patton, Trevor Dunn y Joey Baron. El disco al que se refieren estas líneas está presentado como John Zorn Templars in sacred Blood y
alista a los mismos músicos que gestaron Moonchild con el agregado de John Medeski. Y habrá que decir que no es de manera casual que este seleccionado de músicos se presente el próximo viernes, en el Teatro Coliseo. Tomemos este CD como aperitivo del
show que darán en Buenos Aires. Así como Crimson o Maiden rondaron lo onírico, lo religioso, lo esotérico en sus “Moonchild”, Zorn hizo lo propio con la inspiración de su trilogía favorita Artaud-VareseCrowley. Pero en este disco hay otra musa: los templarios. Toda la obra gira en torno a ellos y se desarrolla a través de una composición que parece estar a la medida de sus intérpretes. Ahora sí, todos juntos son John Zorn, en letras, músicas, arreglos y dirección; Mike Patton, voz; John Medeski, órgano; Trevor Dunn, bajo, y Joey Baron, batería. Templos secretos, liberaciones, asesinatos de magos, almas proféticas y ceremonias secretas son parte del breve repertorio que les dedicó a los soldados de Cristo, que actuaron durante unos doscientos años, hasta que fueron enjuiciados al ser acusados de herejes, a principios del 1300. La narración de Zorn no es, en realidad, un relato de prosa, sino una apreciación poética, muchas veces lacónica. De haber querido hacer una contextualización real y documental con la composición, habría recurrido a las formas musicales de los siglos XII y XIII. Pero para eso debió haber convocado a un grupo dedicado a la música antigua; uno de esos que son especialistas en piezas como las Cántigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, que vivió por aquellos años. Pero no, eligió encarar una versión trash del rock progresivo. Y hay que decir que, a buen volumen, las distorsiones y las voz crispada de Patton en el tema que abre el álbum, realmente meten miedo. Algo similar puede provocar la evocación de Baffometo, supuesto ídolo pagano al que los templarios habrían adorado (o por lo menos eso fue lo que confesaron algunos hermanos de la orden, presión de
El último disco del saxofonista es con Moonchild torturas mediante, cuando fueron enjuiciados). Zorn, Patton y compañía son en este disco muy buenos provocadores de climas. A veces las músicas son simples ostinati y las voces guturales sirven para hablar en pocas palabras de este tema que a tantos apasiona, más allá de sus creencias religiosas. Todo está cubierto de un tono lúgubre, de oscuridad, quizás más propias del metal gótico (aunque la música no tenga que ver con
De aquellos demos, estas canciones joey ramone. Se editó el segundo disco
solista del fallecido cantante de los Ramones
Así en la tierra como en el cielo, podría ser también un mantra ramonero. Es que la banda parece seguir su historia de conflictos y canciones, aun cuando ya no queda vivo casi ninguno de sus protagonistas. Ahora, a doce años de la muerte de Joey Ramone acaba de salir ...Ya Know?, su “nuevo” disco, el segundo de su carrera solista (acá editado por Random Records). El primero, Don’t Worry About Me, fue editado pocos meses después de su muerte con las canciones en las que había estado trabajando en los últimos tiempos, ya separada la banda, y en los ratos en que su ya muy precaria salud se lo permitía. Los temas de ...Ya Know? tienen un sabor inconfudiblemente ramonero, esto es, esa vocación pop que sólo la velocidad a la que llegaban en vivo lograba apenas ocultar. Los estribillos gancheros, las letras sencillas y los arreglos simples vuelven a ser los ingredientes principales en canciones tan características de su estilo como “New York City”, “Rock and Roll is the Answer”. Ese mini-
malismo pop fue la marca de origen de la banda a la que Joey aportó el primer tema, cuando aún dudaban todos de sus posibilidades compositivas (el tema “I Don’t Care”, una maravilla del minimalismo pop cuya letra tiene sólo diez palabras: “I, don’t, care, about, that, these, this, girl, world y word”). Este nuevo disco ha salido gracias a los quehaceres y dedicaciones de Mickey Leigh, hermano de Joey Ramone (Mickey y Jeffrey Hyman, tales sus nombres verdaderos), que seguramente lo habrá sentido
fabián marelli
esto) que de una historia verídica de los templarios. De cualquier modo, el misterio en torno a estos caballeros de la cruz seguirá instalado y las atmósferas apuntan al suspenso. También habrá que dedicarles un párrafo a los desarrollos instrumentales, esos con los que el grupo se luce. Porque la elección que Zorn hace de los músicos con los que se embarca en este tipo de proyectos no es para nada fortuita. Por eso son tan buenos los resultados.ß
como una suerte de revancha. Es que el hermano menor tuvo un papel relevante en los comienzos de la banda, sirvió de nexo entre los músicos (fue él quien tuvo primero una banda con John Cummings, alias “Johnny Ramone”) y participó en algunas composiciones, aunque nunca se lo reconociera. Aquí entonces se da el gusto de incluir algunos de los temas que escribió con su hermano y que las peleas y conflictos (tanto en el interior de la banda, como en el interior de la familia) dejaron fuera de circulación como “Merry Christmas (I Don’t Want to Figth Tonight)” o “Waitin for that Railroad”. Además, hay otras grabaciones que habían estado en poder de Daniel Ray y en las que participaron una larga lista de invitados, desde amigos de la banda de muchos años hasta músicos como Rickie Ramone, Lenny Kaye, Joan Jett, Stevie van Zandt. Es también una manera de recordar a Joey, el más inesperado de los héroes del rock. El hombre, que parecía destinado con sus incontrolables rituales producto de su trastorno obsesivo compulsivo y su salud siempre precaria a terminar sus días en un asilo psiquiátrico, encontró su destino en la banda ícono del punk neoyorquino. Es que, como escribió Stevie van Zandt en la carátula del álbum, el rock es “la forma del arte de la clase trabajadora, aquella que incluye a todos”.ß Adriana Franco