XI (II)

pronto encontrarás a tu príncipe azul. Alana: Pues ya llevo días esperándolo. Juan Andrés: Con mucha mayor razón llegará. Alana: Que Dios te oiga.
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sa noche, finalmente pude terminar de pintar mi “obra maestra”. Me tomó casi un mes finalizarla. Después de todo, valió la pena, quizás se la muestre a Juan Andrés, si es que le interesa. Ahora no me queda nada más que ir a la computadora y ver si está en línea. De no estar él, esperaré a que aparezca otra persona interesante. Luego de la plática que tuve ayer, lo menos que puedo esperar es tener también una buena conversación hoy; de hecho, sería lo que completaría con suma perfección este maravilloso día. Una ventanita en la parte inferior derecha del monitor me indica que tengo un nuevo mensaje en el messenger. Juan Andrés: Alanita, ¿estás ahí? Quiero aclarar que Juan Andrés no es el único que chatea conmigo. Por eso, cuando vi que me envió ese mensaje, opté inmediatamente por cambiar mi estatus a “ocupado”. Alana: Sí, aquí estoy, ¿cómo has estado? 73

Juan Andrés: Bien, extremadamente cansado. Alana: Me imagino, yo estoy igual. Juan Andrés: ¿Qué dice Teguz? Alana: Siempre un desastre, y tú qué tal. ¿Dónde te encuentras exactamente? Juan Andrés: Estoy en Atlanta, Georgia, sacando un curso de especialización en arquitectura. La verdad me había dado un poco de vergüenza el hecho de que nunca habíamos hablado acerca de dónde estaba y qué hacía. Aunque la verdad, es que me he interesado más en saber acerca de otros aspectos de su vida. Alana: ¿Y cuándo vas a regresar? Juan Andrés: Pues los planes son que esté de vuelta en cuatro meses. Alana: Me alegra mucho por ti, lo triste es que no te conoceré todavía. Juan Andrés: ¡Ya me conoces, de verdad! Bueno… Al menos mi forma de ser. Alana: ¿Te podría conocer por medio de una computadora? Juan Andrés: Yo pienso que sí. Yo creo en este sistema, así como creo en el amor. Alana: Creo que no entiendo… —Le respondí un poco sorprendida y confundida por lo que me estaba diciendo. Juan Andrés: Yo te he demostrado como soy: mi lado positivo, como también el negativo. He sido sincero en ese aspecto. Y, respecto al amor, creo en él a pesar de que haya muchos que prefieren llevar una vida alocada. Su discurso me estaba hipnotizando. Me parecía sincero. Sin embargo, discrepo. Pienso que para conocer a alguien, en el completo sentido de la palabra, hay que verlo, platicar y profundizar. Pero creo que tengo que darle una oportunidad para que se exprese. 74

Alana: Bien, vamos por partes. Te seré sincera. No comparto tus ideas de que por medio de una computadora se pueda conocer a alguien. Pienso que es necesario poder contemplar al otro para que haya un verdadero conocimiento. Juan Andrés: ¿Entonces estás diciendo que lo que hemos compartido no vale? Por un momento, me quedé estupefacta. Decir que sí, era contradecir la alegría que me había acompañado durante el día. Decir que no, era renunciar prácticamente a mis estándares. Me encontraba en un dilema, pero sentía que el “no” pesaba más que el “sí”, tomando en cuenta que, en efecto, lo que he sentido y vivido vale más. Alana: Lo que hemos compartido, aunque sea vía internet, vale mucho. He sentido cosas que no vivía desde hace mucho tiempo. Juan Andrés: ¿Conmigo? Alana: Sí, contigo, pero también con otros amigos con las cosas que me rodean. Háblame del amor. Lo otro tendré que meditarlo más detenidamente. Juan Andrés: No pienses tanto en el medio. El internet es una oportunidad que tenemos ahora para podernos comunicar. Como te das cuenta, estamos lejos, y de otra manera no hubiéramos tenido la oportunidad de hacerlo. Alana: Es cierto… Juan Andrés: Respecto al amor, sé que a veces pareciera estar en decadencia. Pese a ello, creo en él. Sobre todo porque me convenzo de que el mundo todavía existe gracias a esta gran decisión de poder entregarte a alguien o algo. Creo que el amor es entregarse incondicionalmente, y que se alcanza con la madurez. Su respuesta me había calado. Me llamó la atención su manera de ver el mundo, el amor, la amistad cibernética. Creo que ni siquiera en la vida real había tenido la oportunidad 75

de hablar con alguien de estos temas. A la mayoría de las personas solamente les gusta hablar de la moda, viajes, cosas superficiales, y casi nunca reparan en lo que verdaderamente vale la pena. Definitivamente bajo estas circunstancias es fácil afirmar que no es necesario ver a alguien para conocerlo. Juan Andrés: Y tienes novio. —Me preguntó. No sé por qué, pero que me haya preguntado eso me alegra bastante. Alana: No… desde hace mucho tiempo. Juan Andrés: Qué pena, de verdad, estoy seguro que pronto encontrarás a tu príncipe azul. Alana: Pues ya llevo días esperándolo. Juan Andrés: Con mucha mayor razón llegará. Alana: Que Dios te oiga. —Le contesté Juan Andrés: Estoy seguro de que muchos desearían compartir su vida a tu lado. Tienes un corazón tierno y bello. Después de esas palabras yo no hallaba qué hacer ni qué decir. Era mi oportunidad de continuar con el cortejo o pararlo de una vez por todas. De lo que sí estaba segura era que debía actuar con naturalidad y seguridad. Alana: Muchas gracias, Juan Andrés. Lo mismo podría decir de ti. Estoy encantada. Tu manera de ver la vida y de enfrentarte a ti mismo te hacen único. Juan Andrés: Lo que pasa es que me ves con cariño. Alana: No, lo digo muy en serio. Y claro que te tengo cariño… lo cual me parece muy extraño Juan Andrés: ¿Por qué? Alana: Cuando hablábamos acerca de conocer verdaderamente a alguien, yo tenía la idea de que era necesario conocerlo de frente. Incluso para sembrar y mantener una amistad. Pero lo nuestro ha crecido de una manera tan natural y real, que aunque no nos hemos visto, nos conocemos, de tal manera que te tengo cariño. 76

Juan Andrés: No sé si lo estás pensado como yo, pero creo que hay amor de por medio. Cuando escribió eso pensé que había llegado al límite. Me asustaba. No sabía qué contestarle. No creía que fuera amor. Pero no podía negar que, en efecto, sentía algo más que una simple amistad cibernética. Juan Andrés: Disculpa si fui un poco exagerado… pero es lo que siento. Alana: No te disculpes. —Entiendo totalmente lo que me estás diciendo. Simplemente te pido paciencia, porque de verdad nunca había pasado por algo así… Creo que todavía no he absorbido totalmente esto de las amistades cibernéticas. Juan Andrés: Yo tampoco, pero lo que siento es inevitable. Poco a poco la tranquilidad me fue invadiendo. Ya no me asustaba el hecho de no estarlo viendo. Mi corazón sentía una atracción honesta. Me di cuenta de que no es por los ojos por donde entra el amor, sino, más bien, por nuestra esencia. Juan Andrés: Voy a ser sincero, mujeres con quienes me podría acostar, me pueden sobrar; pero encontrar a alguien como tú no es fácil. Por eso, sin miedo, puedo decirte que te amo… Desde el primer día que hablamos siento una espontaneidad especial. El hecho de que te preocupes por mí, tu sensibilidad hacia el arte y tu manera tan delicada de ser, me llenan de ternura. Alana: :’-( Un emoticón llorando fue lo único que pude poner. Estaba emocionada. Era la 1:00 de la madrugada y la conversación no parecía terminar. Sus palabras calaron en lo más profundo de mí ser. Sentía el tiempo congelado. La madrugada avanzaba y no podíamos dejar de hablar.

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iempre me levanto a las 5:40 y ahora son las 6:45. ¡Es sumamente tarde!... Eso me pasa por desvelarme. Pero en realidad no me arrepiento. Reviso el celular que está al lado de mi cama… Tengo un mensaje nuevo. Sent: --/--/-Juan Andrés Esquerra “Alanita, espero que te levantes a tiempo, sé que nuestra plática es responsable de tu desvelo. Quiero que sepas que pienso mucho en ti. Te amo, mi niña. Ojalá podamos hablar de nuevo hoy en la noche”. ¡Me ericé! No podía creer lo que estaba leyendo. Es cierto que nuestra conversación fue bastante intensa, pero tomando en cuenta cómo son los hombres, pensé que se olvidaría de ella inmediatamente. Su mensaje me parece la mejor señal del mundo. El tiempo está corriendo, y yo tengo que correr más rápido que él. 79

En la escuela, todos parecen sumamente felices cuando me miran. Es, hasta el momento en que llego al aula, cuando entiendo la razón. Encima del escritorio hay una tarjeta bella y grande: Para mi queridísima Alana… De Juan Andrés… La tarjeta estaba hecha con computadora, pero su gesto me pareció sumamente tierno. Dentro había muchas fotos suyas con mensajes de amor y perseverancia. Mientras hablábamos por la madrugada le expliqué cómo me sentía y lo que tenía pensado hacer, le abrí mi corazón. Supongo que se sintió conmovido. Es el hombre más tierno que he conocido. —Supongo que sabes quién te la envió, verdad. —Cuando escuché esa voz, mi alegría fue obvia. Era Julissa, con quien desde hacía algún tiempo no tenía oportunidad de compartir. Habíamos pasado bastante ocupadas, y ella últimamente no se había conectado. —Muy tierno de su parte, no crees. —Me dijo Julissa. —¡BELLO! —Le respondí sin pensarlo dos veces, me sentía feliz. —Yo te dije, él tiene sus detalles muy tiernos. —Sí… es cierto. Todos estos días ha andado bien lindo conmigo. Se disculpó por el inconveniente de aquel domingo en la madrugada. Se ha comportado como un caballero. —Me alegra. Me desveló ese loco, me habló a las 3:00 de la mañana para decirme que me había enviado la tarjeta, que la imprimiera y que me despertara lo más temprano posible para que la encontraras como sorpresa. Me siento tan emocionada por lo que está diciendo, que ni siquiera lo puedo creer. Realmente Juan Andrés es muy lindo, y Julissa es increíble. 80

—Julissa, de verdad te agradezco tanto, siento mucho que Juan te haya molestado para esto. —No te preocupes. Espero que las cosas salgan bien… porque, de verdad, él tiene también su manera de ser… —Sí, yo sé, pero estoy segura de que va a cambiar… puedo notar a leguas que lo quiere hacer y que está trabajando en eso. —Bueno, si es así, adelante. Les deseo lo mejor. —Dijo Julissa con una sonrisa. Estoy ansiosa, quiero que Dariella e Yvett vean este detalle. Sé que les va a encantar, y quedará demostrado lo que todo este tiempo he intentado decirle a Dariella, quien me ha aconsejado que mejor deje este asunto de lado. No puedo reprocharle por eso, estoy segura que ella sólo busca lo mejor para mí.

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