espectáculos | 5
| Sábado 12 de julio de 2014
Acaba de lanzar el disco Atahualpa, que presenta con un ciclo en el Tasso, y se posiciona como la gran cantora nacional
Lidia Borda. “Soy exigente: todavía no grabé mi mejor disco” Texto Gabriel Plaza | Foto Hernán Zenteno
“N
o sé bien lo que estoy buscando. Estoy en un momento de angustia, cuando estás en la búsqueda de algo que no sabés qué es y le das vueltas al asunto hasta que algo explota dentro y cobra forma de emoción pura. La voz es algo muy propio y difícil de despegar de la personalidad. Tiene que ser un instrumento de emoción y no el traductor de tu propia neurosis. Es como ser un medium”, confiesa la cantante Lidia Borda, que sorprendió con la edición de un disco dedicado íntegramente a Atahualpa Yupanqui y que presenta los sábados de este mes en el Tasso. Lidia Borda apela a la emoción pura y despojada en Atahualpa, un disco conformado por trece canciones –con arreglos del guitarrista Luis Borda y el pianista Daniel Godfrid– donde la cantora se pone al servicio de “El arriero”, “Guitarra dímelo tú” o “Piedra y camino”, entre otras piezas yupanquianas. Es el tercer álbum de autor y así, junto a los anteriores Ramito de cedrón (dedicado a la obra del Tata Cedrón) y Caminos de barro y pampa (con obras de Homero Manzi), se conforma un songbook criollo que la posiciona como la gran cantora nacional.
“No creo en las casualidades. Justo que estoy pensando en otras rítmicas y estéticas me invitan a que haga un disco de folklore. Para mí fue emocionante grabar Yupanqui. Siempre me atrajo su figura, esa visión filosófica de su obra, el existencialismo, esa cosa introspectiva, el diálogo con la soledad y la guitarra.” –Yupanqui no suele ser fácil de abordar. ¿Quedaste contenta con el resultado? –Soy muy exigente conmigo. El mejor disco de mi vida todavía no lo grabé, aunque estoy muy contenta con todo lo que hice. Si no me parece conmovedor lo que hago ni siquiera se me ocurre cantar un tema. Eso me pasó con “La flecha” de Yupanqui. Siempre lo que me pasa con una canción es lo real, lo verdadero, más allá del resultado. Pero sigo buscando en esa sabiduría preexistente que aparece en voces como las de Mercedes Sosa. Piensa en las voces que marcaron una época y trazaron un territorio estético en su vida. Menciona a Gardel, Mercedes Simone, Elis Regina, Caetano Veloso, Chet Baker, la Negra Sosa, Ella Fitzgerald y Nina Simone. El sonido de la voz siempre despertó una singular fascinación en su vida. Todavía se recuerda recién llegada de la escuela a la hora de la merienda.
Mariano Chiesa en acción titiritera
teatro
Woow, con estética de zapping woow. ★★★★
muy buena. basada en: Woow, jugando en casa, de Maria-
no Chiesa. adaptación: Joaquín Bonet. director: Ariel Del Mastro. intérpretes:
Mariano Chiesa, Florencia Cappiello, Mariela Passeri, Manuel
Victoria, Rafael Walger. música y dirección musical: Eduardo Frigerio. escenografía y juegos:
Luciano Levington. coreografía: Nina Iraolagoitia.
luces: Gaspar Potocnik. vestuario: Alejandra Robotti. videos: Maxi Vecco. asistente de dirección: Pablo Drutman. sala: Metropolitan Citi. funciones:
sábados y domingos, a las 15 y a las 17. duración: 80 minutos.
U
no de los ciclos televisivos para niños más conocidos de los últimos años es, sin dudas, Velozmente, programa con juegos de ingenio que va por la pantalla de Discovery Kids. Mariano Chiesa, su conductor, es quien lleva la batuta de este nuevo show para toda la familia. Acorde con este universo gobernado por el zapping, Woow cambia de espacios y de actividades; pasa del relato al juego, del juego a las canciones o del desplazamiento por todo el escenario a ubicarse por ratos en los rincones. Está armado de tal modo que hay que prestar atención a lo que sucede en el escenario todo el tiempo. Mariano no está solo en escena. Lo acompañan otros personajes como Noriaam Ravietzky (Rafael Walger), un vecino un tanto malvado que está decidido a echarlo del edificio; la señora Grossip (Mariela Passeri) que adoraría a Mariano si no fuera porque hace seis meses que no puede dormir; Luchi (Florencia Cappiello), una amiga incondicional que lo sigue sin dudar en todo lo que se le ocurre, y Chiko, un amigo bastante travieso. Es un títere bocón (animado por Manuel Victoria), cuyos rasgos negativos –hace ruidos inconvenientes, come dulce de leche de un tarro gigante– provocan risa pero, a su vez, impiden la identificación. Mariano, en cambio, juega su lugar entre el personaje de ficción (protagonista del relato) y el de la vida cotidiana: el actor-locutor que conduce un famoso programa de televisión para niños en
Discovery Kids. Pero además de la historia, construida a partir de un cuento del propio Chiesa con adaptación dramatúrgica de Joaquín Bonet, se arma, casi como en capas, otro conjunto de propuestas: juegos en el escenario y desde la platea, además de momentos musicales con coreografías. La mano y la mirada obsesiva del director Ariel Del Mastro se advierte en la puesta. Por ejemplo, la escena aparece dividida: de un lado, la casa seria y formal de la encargada del edificio, del otro, el departamento del muchacho en el que nada es exactamente lo que parece. No todo transcurre en el interior, adelante, una calle da espacio para la propuesta coreográfica. A su vez, se suma la zona del laboratorio de juegos que también tendrá, de manera sorpresiva, su lugar. Si hay algo que marca la diferencia con respecto a casi todos los espectáculos para niños del ámbito comercial (los que no lo son, funcionan de manera más libre) es el trabajo con los climas. No temen cantar en un rincón del escenario, se animan a propuestas musicales que combinan lo que se puede bailar y lo que está hecho para prestar atención a la letra y esperan de sus destinatarios respuestas que ponen en juego la memoria y la atención. Sin dudas, un gesto de confianza en sus espectadores a los que proponen sensaciones diversas. Woow es un producto de excelente calidad, que promueve valores positivos alejados del panfleto. Una hermosa opción para compartir en familia.ß Mónica Berman
“Llegaba del colegio, tomaba la leche y escuchaba el programa del Negro Guerrero Marthineitz porque a mi mamá le encantaba. Era un programa muy lindo donde leía un libro entero por radio. Me encantaba su voz y con el tiempo me di cuenta cómo las voces van cambiando en cada época y marcan un estética. A mí me gusta esa forma articulada y bien definida del idioma que se usaba antes. No es por conservadora, sino por la musicalidad que tiene. Por eso será que a veces se dice que tengo un estilo antiguo de cantar, de otro tiempo”. Cuando se piensa en una voz dentro de las últimas décadas del tango se piensa en Lidia Borda. Su voz simboliza una etapa de resurgimiento del género en los noventa, cuando el tango despertaba de un largo letargo. Eran noches de tango en el Gandhi y el Club del Vino. Su voz traía la memoria y el eco de una cultura que irrumpía como un llamado nuevo. “Pasaron 17 años de mi primer disco, Entre sueños, la edad que tiene mi hijo actualmente. Ese fue un momento muy lindo de efervescencia y de darse cuenta de que se podía revitalizar el género que estaba medio muerto. Mi generación salía definitivamente de la sensación amarga que nos dejó la dictadura, para sentir que podíamos tener una expresión propia. –¿Cómo sería la voz y el repertorio que identifica tu tiempo? –Estoy buscando. Es seductor tener un título como el de la cantora de tango porque es un lugar cómodo. Pero después en el artista aparece la gran pregunta: ¿esto es realmente lo que quiero hacer?, ¿o es lo que el otro quiere que haga? Siento que soy fiel a mí misma y por eso no suelo hacer lo que se espera de mí. Lo que siento es una necesidad profunda de cantar cosas que me conmuevan.ß
Lidia Borda La cantante presenta el nuevo repertorio dedicado a Yupanqui y sus tangos clásicos Torquato Tasso, Defensa 1575. Sábados de julio, a las 21.
Un anciano Holmes, el nuevo rol de McKellen cine. El proyecto lo reúne con el director Bill Condon
Como el detective
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Es imposible decir que el interés por la criatura de Arthur Conan Doyle ha decaído en algún momento desde su aparición en 1887, pero sí que Hollywood ha vuelto a enamorarse de él: a los dos films encabezados por Robert Downey y al éxito global de Sherlock –la ficción protagonizada por Benedict Cumberbatch acaba de anunciar una cuarta temporada– se suma Mr. Holmes, el esperado proyecto que reúne a Ian McKellen con el cineasta Bill Condon (hicieron juntos Dioses y monstruos). Ambientado en 1947, cuando Holmes tiene 93 años, la película muestra al detective apartado del mundanal ruido –y obsesionado por un crimen que no pudo resolver– viviendo en una granja junto a su ama de llaves (Laura Linney) y el pequeño hijo de ésta. El guión está basado en la novela A Slight Trick Of The Mind, de Mitch Cullin.ß