Usted sabe lo que se siente: en una u otra circunstancia, la mayoría de personas han estado involucradas en alguna deuda. Tal vez una hipoteca, una cuota del carro, facturas de tarjetas de crédito; a veces estas cosas se convierten en un monstruo aparentemente invencible. Y, tomando en cuenta la economía fluctuante y la tasa de desempleo cada vez mayor, es considerable el potencial para que se produzca la ruina financiera personal. ¿QUÈ ES UNA DEUDA? Un estudio de lo que es una deuda comienza con una definición básica. Estar endeudado significa deberle algo a otra persona. Cuando contraemos una obligación sin estar seguros de cómo pagaremos la deuda, comenzamos a deslizarnos rápidamente a un agujero, como alguien ha dicho: a un "hueco sin fondo". ¿CÒMO NOS METEMOS EN DEUDAS? Esto parece una pregunta muy simple, pero la mayoría de las personas no les gusta la respuesta. El autor Larry Burkett revela en su libro The Complete Financial Guide for Young Couples [Guía de finanzas para parejas jóvenes], tres actitudes comunes que llevan a las deudas: ignorancia, complacencia y mala planificación. La ignorancia económica puede ser o no, culpa del individuo. A muchas personas jamás se les enseñó cómo manejar su dinero. En una generación que busca la satisfacción inmediata, no estamos dispuestos a ahorrar para hacer compras planificadas. Nos valemos del "financiamiento fácil", del "cero pago inicial, cero intereses", y "no pague nada hasta el próximo año" que el crédito ofrece. A menos que estemos adecuadamente educados, la facilidad de comprar a crédito puede casi parecer que nuestras compras son ¡gratis!, hasta que llegan las facturas. Pago diferido no significa deuda exonerada; si usted no ha pagado por algo, lo sigue debiendo a quien le dio el crédito. La complacencia es una actitud que parece caracterizar a nuestra generación. Las necesidades prácticas muchas veces son reemplazadas por deseos caprichosos, y justificamos nuestras compras diciendo: "Si lo quiero, tengo que tenerlo". La mala planificación es un problema que aflige a muchos hogares. La mayoría de las angustias económicas pueden evitarse si se tiene y se mantiene un plan concreto y bien pensado. El comparar la cantidad de dinero que entra con los gastos que se hacen, ayuda a descubrir exactamente en qué estamos gastando nuestro dinero. ¿CUÀL ES EL RESULTADO DE LAS DEUDAS? Las deudas tienen resultados evidentes, por ejemplo: hogares destruidos, embargos de propiedades,
y un egoísmo notorio. Hay dos resultados específicos que muchos creyentes endeudados no reconocen. Primero, las deudas serias impiden que el creyente apoye activamente a su iglesia. Cuando separamos las finanzas de nuestra fe, nos vemos practicando un cristianismo frío y a menudo vacío. En la escritura, los creyentes son llamados a apoyar el ministerio de la iglesia. No solo debemos dar, sino que tenemos que hacerlo con alegría. La medida de lo que damos tiene una vinculación clara con la seriedad de nuestra fe (2 Co. 9:5-7; 1 Ti. 6:18; He. 13:16). Cuando nuestras deudas nos impiden dar con generosidad, nos robamos a nosotros mismos y les robamos a los demás bendiciones incalculables. Segundo, las deudas excesivas llevan a un problema espiritual aun más serio: la servidumbre. Proverbios 22:7 advierte: "El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta". Cuando concentramos nuestra atención en el pago de una deuda material, nos volvemos menos capaces de ser útiles para los propósitos del reino. Jesús amonestó en cuanto a esto en Mateo 6:24: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas". ¿CÒMO PODEMOS SALIR DE LAS DEUDAS? Lo que podemos hacer para salir del hoyo de las deudas es hacer la decisión consciente, e intencional de honrar a Dios con nuestro dinero. Muchas personas se niegan a reconocer su problema con las deudas y deciden continuar con dañinas prácticas económicas. Este tipo de autoengaño es peligroso como dice Proverbios 22:3: "El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el daño". OTRAS SUGERENCIAS SON: 1. Dé primero a Dios: Él merece lo mejor, no las sobras (Dt. 26:1-2). 2. Pídale a Dios que le ayude. Él no quiere que sus hijos estén agobiados por las deudas. Pídale que le dé desahogo y sostén durante esos tiempos difíciles (Mt. 7:7-11). 3. Rechace la complacencia. Puede que sea duro reconocerlo, pero usted no merece todo lo que quiere. Sea razonable con sus compras y tenga en cuenta siempre lo que necesita, no lo que desea. 4. Haga un presupuesto y sujétese a él. Tenga un plan escrito de ataque y ríndale cuentas a alguien que esté en conocimiento de su presupuesto. 5. Deje de tomar dinero prestado y de usar tarjetas de crédito. Cada dólar que usted toma prestado, es un dólar (más los intereses) que tendrá que pagar después. La manera como manejamos nuestro dinero tiene consecuencias eternas. El cuidado con que abordamos el asunto del dinero es una representación de qué tan bien podemos manejar el verdadero tesoro: las cosas que Dios quiere concedernos (Lc. 16:10-13). Glorifique a Dios con su dinero y sus deudas bajo su control. Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso
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