Una presidenta que gana fuerza ante las catástrofes

y El Maule no es un capricho. Gran parte de la población ve con profundo escepticismo –acaso también con el corazón dividido– la autoridad de los militares ...
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EXTERIOR

I

La tragedia en Chile

Lunes 1º de marzo de 2010

El impacto político y el eco en otros países

Entre las víctimas hay una argentina que vivía en Curicó Graciela Laikán murió junto con su marido y su hija, ambos chilenos; la buscaban por Internet

Bachelet se reunió ayer con el comité de crisis de su gobierno para gestionar las tareas de rescate y ayuda para el sur de Chile EFE

EL ESCENARIO

Una presidenta que gana fuerza ante las catástrofes CARLOS VERGARA CORRESPONSAL EN CHILE SANTIAGO, Chile.– De una u otra manera, la imagen de la presidenta Michelle Bachelet ha estado siempre asociada a catástrofes. Su ingreso en las ligas mayores como candidata presidencial de la Concertación nació por la explosiva popularidad desatada tras una fotografía suya: la imagen remite a sus tiempos de ministra de Defensa de Ricardo Lagos, vestida en traje de campaña y encaramada en un tanque para la inspección de las inundaciones que asolaron Santiago durante las desastrosas lluvias de 2002. Semanas después fue incluida en la influyente encuesta CEP, en la que marcó un histórico punto de inflexión en la historia de los sondeos políticos en Chile. Su primera crisis política se produjo en julio de 2006, tras un fuerte temporal que dejó miles de damnificados en el centro y el sur de Chile, con inundaciones bíblicas en la región del Bío Bío. En esa ocasión decretó la zona de catástrofe y viajó a la localidad de Chiguayante –muy

cerca de Concepción–, donde fue insultada por los pobladores y acusada de abusar de la tragedia para subir en las encuestas. Horas más tarde se produjo el primer cambio de gabinete de su administración. La popularidad de Bachelet cayó a su punto más bajo en julio de 2007, tras otro desastre que no era suyo, el Transantiago –el polémico plan de transportes capitalino instrumentado por Lagos–, por el cual terminó pagando todos los platos rotos con una dignidad a toda prueba y sin culpar a la anterior administración, primera responsable del entuerto. La demora de este fin de semana en decretar el estado de sitio en Bío Bío y El Maule no es un capricho. Gran parte de la población ve con profundo escepticismo –acaso también con el corazón dividido– la autoridad de los militares sobre los civiles. Los fantasmas de la represión en los tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet no se han desvanecido. En términos políticos, las implicancias de este largo paréntesis de muerte y desgracia son impredecibles. El presidente electo, Sebastián Piñera, que pasó rápidamente a un

segundo plano tras largas semanas como la principal figura del país, ya confirmó en su cargo a los intendentes y gobernadores de las zonas afectadas, además del personal de emergencia. El presidente del Senado, Jovino Novoa, dijo ayer que el cambio de mando se realizará de todas formas en la fecha pactada, es decir, el 11 de marzo próximo, en una ceremonia que será todo menos grandilocuente. La paradoja es notable: Bachelet, la hija del general leal a Salvador Allende, la mujer que, tras padecer torturas y un posterior exilio en la ex Alemania del Este, llegó a convertirse en la primera mujer presidente de Chile, dejará el poder con el país en ruinas y dos regiones en manos del caos y de los militares. La otra cara de la moneda tampoco es feliz: Sebastián Piñera, el empresario que consiguió desbancar a la todopoderosa Concertación tras 20 años de gobierno, el mismo que prometió seguridad ciudadana a ultranza y un millón de empleos, recibe el testimonio de un país quebrado y de rodillas tras uno de los desastres naturales más duros

en la historia del planeta. Anoche, a última hora, Bachelet se reunió con Piñera en su residencia para traspasarle información del desastre. Todo será postergado hasta nuevo aviso. El adiós de Bachelet deberá esperar, por cuanto su presencia es necesaria. Los planes de recambio de Piñera y, por sobre todo, sus promesas de campaña, cederán ante las prioridades creadas por los bramidos de la naturaleza. El empresario anunció la reformulación de su programa. “Vamos a tener que adecuar nuestro programa de gobierno para hacer frente a ese gran desafío de la reconstrucción, que requerirá un enorme esfuerzo del país”, dijo ayer. Al final del día, el ejercicio es sencillo. El país los necesita a ambos y el sismo consiguió aquello que ningún político fue capaz de lograr: el gobierno de unidad nacional al que tanto se resistió el oficialismo. La última lectura es, después de todo, la certificación de una curiosa conclusión: la eternidad –al menos, en Chile– dura exactamente tres minutos, los mismos que el “sacudón” del último sábado.

Chile estaba preparado; Haití, no Las construcciones antisísmicas y la mayor experiencia en catástrofes naturales marcaron la diferencia FRANK BAJAK AGENCIA AP PUERTO PRINCIPE.– El terremoto de anteayer en Chile fue 50 veces más poderoso que la catástrofe sísmica que asoló a Haití en enero, pero la cifra de muertos fue mayor en el país caribeño por varios órdenes de magnitud. Las razones son sencillas. Chile, en comparación con Haití, es un país rico, mucho mejor organizado e infinitamente mejor preparado para responder a estas catástrofes. Su construcción es antisísmica porque tiene una experiencia con los temblores de tierra de la que carece Haití. Y además, está el factor suerte. El epicentro del temblor en Chile se encontraba lejos de la costa y a casi 34 kilómetros bajo la superficie, en una zona relativamente poco contaminada, mientras que el desastre tectónico haitiano fue más superficial –a unos 12 kilómetros de profundidad– y en las afueras de la capital, Puerto Príncipe, donde vivían cerca de tres millones de personas. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), ocho poblaciones haitianas grandes y pequeñas –incluida la capital– sufrieron temblores entre “violentos” y “extremos” durante el terremoto de magnitud 7,3 que dejó más de 220.000 muertos y 1,2 millones de personas sin techo. En cambio, ninguna zona urbana chilena sufrió más que un temblor “grave” –el tercer nivel de seriedad– en el desastre de magnitud 8,8, según mediciones del USGS. Los sobrevivientes en Haití describieron el pánico, generalmente bien fundado, a medida que los edificios mal construidos caían a su alrededor. Muchos se aferraban a columnas de cemento que se volvían

➴ Chile

➳Haití

Zona del impacto El epicentro se registró lejos de la costa, a casi 34 kilómetros bajo la superficie y a 115 de Concepción, donde viven 216.000 personas.

Poca profundidad El movimiento tectónico fue a 12 kilómetros de profundidad y a sólo 25 de Puerto Príncipe, que tiene cerca de 3 millones de habitantes.

Construcciones Por tener antecedentes de terremotos, muchas construcciones de las zonas más afectadas y de la capital son antisísmicas.

Precaria infraestructura En la capital haitiana había pocas construcciones antisísmicas; casi todos los edificios del Estado quedaron en ruinas.

Planes de emergencia El país tiene planes de contingencia para responder ante catástrofes naturales; Bachelet informó minuto a minuto sobre la tragedia.

Desconcierto El sismo provocó un corte casi total de las telecomunicaciones; los haitianos no supieron durante horas si su presidente había sobrevivido.

polvo entre sus manos. En cambio, las casas y oficinas de los chilenos están diseñadas para soportar los temblores. Sus esqueletos de acero oscilan con las ondas sísmicas en lugar de resistirlas. “Cuando uno mira la arquitectura en Chile, ve edificios dañados, pero no totalmente derruidos como en Haití”, dijo Cameron Sinclair, director ejecutivo de Arquitectura para la Humanidad, una organización sin fines de lucro que ha ayudado en la reconstrucción de 36 países que han sufrido desastres. Arquitectos chilenos han construido miles de viviendas para sectores de bajos ingresos, cuyas

estructuras resisten los terremotos. En Haití, no existen códigos edilicios. El arquitecto Patrick Midy dijo que en el país más pobre de América había sólo tres edificios antisísmicos, que él supiera. La organización de Sinclair recibió en su sede de San Francisco 400 pedidos de ayuda al día siguiente del sismo en Haití, pero hasta el momento no había recibido una sola de Chile. “Como porcentaje de la población, Chile tiene más sismólogos e ingenieros especializados de prestigio mundial que cualquier otro país’’, dijo Brian Tucker, presidente de GeoHazards International, una orga-

nización que trabaja para reducir los daños provocados por los desastres naturales, con sede en California. Sus consejos encuentran eco en el gobierno chileno, ya que entran no sólo en los planos de los arquitectos y los códigos edilicios, sino también en los planes para emergencias. “El hecho de que la presidenta [Michelle Bachelet] pudiera dar informes minuto a minuto apenas horas después de un sismo en la mitad de la noche da una idea de su preparación para los desastres’’, dijo Sinclair. En comparación, la mayoría de los haitianos no sabían si su mandatario, René Préval, estaba vivo o muerto después del sismo. El Palacio Presidencial y su residencia se habían derrumbado, junto con la mayoría de los edificios oficiales. El sacudón sacó del aire la televisión, los teléfonos celulares y las radios de Haití. El coronel Hugo Rodríguez, comandante de la unidad aérea chilena con la fuerza de paz en Haití, contó que rápidamente supo que su familia estaba a salvo, y confiaba en que Chile superara el desastre. “Estamos organizados y preparados para afrontar una crisis, en particular un desastre natural –dijo el aviador–. Chile es un país donde hay muchos desastres naturales.” “La actividad sísmica [en Chile] es muy frecuente. Es muy probable que toda persona allí haya experimentado un gran terremoto en su vida”, señaló Calais. “El último en Puerto Príncipe había sido 250 años atrás. ¿Quién lo recordaba?”, se preguntó. En las calles de Puerto Príncipe, pocos sabían ayer del temblor en Chile. Más de un millón de personas aún carecen de vivienda y, la mayoría, de electricidad. La preocupación dominante todavía es conseguir alimentos.

Una argentina murió anteayer en Curicó, en la zona de El Maule, una de las ciudades devastadas por el terremoto que sacudió a Chile, según informó ayer la encargada de la Dirección Argentinos en el Exterior, Beatriz Boschi, de la Cancillería. Graciela Laikán murió junto con su hija, Martina, y su esposo, Angel Sánchez, ambos de nacionalidad chilena. La víctima fue reconocida sólo visualmente, ya que no hay pruebas forenses aún, afirmó Ginés González García, embajador argentino en Santiago. Laikán, de unos 40 años, era oriunda de Los Polvorines, partido bonaerense de Malvinas Argentinas, y estaba siendo buscada por amigos y familiares a través de portales de Internet. “Hace unos años tomó la decisión de irse a Chile. Se fue por amor; se enamoró y se fue. Vino [al país] en dos oportunidades, la última vez nos trajo a su hija, Martina, de tres años”, destacó en declaraciones a la televisión un amigo de la infancia de Laikán, identificado como Alberto. Por el momento es la única víctima argentina confirmada, según indicó la Cancillería, que ayer seguía recibiendo miles de llamadas de personas que no lograban contactarse con sus familiares en Chile. A partir de esas llamadas, tanto de argentinos como de chilenos, se ha ido confeccionando una lista de personas buscadas cuyas identidades se envía a los consulados argentinos en Valparaíso y Santiago. También el consulado chileno en Buenos Aires, en Diagonal Norte 547, seguía recibiendo a decenas de personas que acudían en busca de información sobre sus familiares. Susana, una de las personas que ayer esperaban novedades, intentaba mantener la calma, pero le era difícil. Su hijo Héctor vive desde hace un año en Santiago y había viajado a Concepción por trabajo. “No pudimos contactarlo ni por celular ni por teléfono fijo ni por Internet. Está todo colapsado”, contó esta mujer de más de 80 años. Cerca de ella aguardaba información Juan Delgado, un chileno que vive en La Boca desde hace 20 años y que no tenía noticias sobre sus hermanas, una de las cuales vive en Concepción y las otras dos, en Curicó. Comunicarse con Chile es todo un desafío. De hecho, la misma cancillería argentina aún no había logrado hablar con el consulado en Concep-

ción, por lo cual tampoco se sabía si había argentinos damnificados en esa zona del país. Ante esto, surgen iniciativas espontáneas. Juan Manuel Cornejo es uno de los 60.000 argentinos que residen en Chile. Por medio de Internet, contó a LA NACION que los celulares no están funcionando y que el medio más rápido para comunicarse con Chile es vía e-mail o por la red social Facebook. Luego del terremoto, Cornejo comenzó a contactarse a través de la Web con otros argentinos en Chile, que le confirmaban que estaban bien. Pero luego los mensajes venían desde la Argentina: gente que

Graciela Laikán IMAGEN DE TV / TN

buscaba a sus familiares. Entonces, Cornejo emprendió un papel de intermediario, al intentar contactar a los parientes buscados: “Salvador Molina, de Córdoba capital, buscaba el paradero de su hijo Lucio y ya lo encontré, lo tenía en Facebook, en el grupo de ‘argentinos en Chile’, así que lo llamé y él fue a mi oficina y hoy se comunicó con su padre”, contó Juan Manuel.

Vuelos reanudados En tanto, ayer, tanto Aerolíneas Argentinas como LAN dispusieron vuelos especiales para trasladar a los pasajeros varados tras al cierre del aeropuerto de Santiago. Anoche, cerca de 800 pasajeros habían salido de Buenos Aires con destino a Mendoza, desde donde serán trasladados a Santiago por vía terrestre, según informaron los voceros de ambas aerolíneas. Según los datos de la embajada argentina en Chile, los argentinos que no han podido regresar al país también serán conducidos a Mendoza por vía terrestre y desde allí podrán volar a Buenos Aires.

Reunión en la embajada argentina La embajada argentina en Chile será sede hoy de una reunión de embajadores latinoamericanos, que coordinarán la ayuda regional para las víctimas del terremoto. La reunión será encabezada por el canciller chileno Mariano Fernández, acompañado por el embajador argentino Ginés González García, y contará con la presencia de los embajadores de la región. La Cancillería argentina informó que la reunión fue convocada “para coordinar la ayuda que los países de América latina quieren ofrecerle a Chile”. La Cancillería recordó, además, los teléfonos de consulta sobre el terremoto en el vecino país: 4310-8397 / 4819-7892.

Nuevos temblores en Salta y en Mendoza Ayer hubo por lo menos otros cuatro sismos Por lo menos cuatro sismos de entre 3,3 y 4,9 grados de magnitud en la escala de Richter se registraron ayer en las provincias de Mendoza y de Salta, donde dos personas murieron anteayer a causa de otro temblor, poco después del trágico terremoto en Chile. El Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) informó que el temblor más fuerte, a las 5.15 de ayer, alcanzó una magnitud de 4,9 grados y tuvo el epicentro unos 100 kilómetros al sudeste de Mendoza. En esa provincia, el sismo tuvo una intensidad de IV grados en la escala de Mercalli, mientras que en San Luis se sintió con una intensidad de III grados. Casi dos horas más tarde, a las 7, hubo otro temblor, cuyo epicentro estuvo 70 kilómetros al sudoeste de la capital mendocina y prácticamente no se sintió. En Salta, en la mañana de ayer se produjeron otros dos sismos: el primero de una magnitud de 3,3 grados y el segundo, de 4,4 grados. Ambos tuvieron su epicentro en el mismo lugar donde anteayer se originó el temblor que provocó la muerte de dos personas, unos 20 kilómetros al sudoeste de la capital, en las cercanías de la sierra de Los Cerrillos. En el Inpres informaron que todos los días se registran hasta 20 sismos en la Argentina, aunque la mayoría

son imperceptibles para la población. La localización y la intensidad son los factores que determinan el poder destructivo de estos movimientos tectónicos, según el Inpres. Los de una intensidad inferior a los 6 grados en la escala de Richter, por lo general, no son percibidos. Fuentes del Inpres indicaron que estos sismos, en especial los ocurridos en Salta, fueron “movimientos independientes” del terremoto de 8,8 grados frente a las costas de Chile, aunque los temblores producidos en Mendoza podrían estar, no obstante, más relacionados con el sismo del país trasandino, aclararon. En tanto, el paso fronterizo de Sico, en Salta, fue cerrado por los derrumbes provocados por el terremoto en Chile sobre la ruta nacional 51. En el norte del país, el tránsito tuvo que desviarse por la ruta nacional 9 hasta la localidad jujeña de Purmamarca, donde se conecta con el paso de Jama. En tanto, el paso Cristo Redentor, en Mendoza, permanecía ayer habilitado, al igual que el Agua Negra, en San Juan –donde el tránsito se había incrementado en un ciento por ciento–, y el Cardenal Samoré, en Neuquén.

Más información. Las zonas de riesgo de sismo en la Argentina. www.lanacion.com.ar/1238051