Una muñeca brava, en el prime time de la TV

13 nov. 2010 - El hombre araña –mañana termina su temporada en el Opera Citi–, y la. Bárbara de Malparida, la tira más vista de la TV. “En todos los trabajos ...
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Espectáculos

Página 2/LA NACION

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Sábado 13 de noviembre de 2010

Brenda Gandini: la actriz conversó sobre su trabajo y el peligro de la exposición

Una muñeca brava, en el prime time de la TV Continuación de la Pág. 1, Col. 6

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“Cuando en la audición para El hombre araña me preguntaron si me animaba a hacer acrobacias, yo, que soy media cacique, me mandé sin saber muy bien lo que hacía. Es que de chica jugaba mucho a las luchas, era medio varonerita”, cuenta con una voz de nariz tapada de un resfrío persistente. Y, tal vez porque es más fácil imaginársela jugando a las muñecas que a los indios, insiste: “Era un hombrecito, me metía en peleas. Nos reuníamos en el playón del barrio y siempre me iba con cicatrices y golpes por todos lados”. Se ríe recordando aquellos tiempos tan distintos de los de ahora. La distancia entre uno y otro se mide en mucho más que los 1200 kilómetros que separan su Cipolletti natal de Buenos Aires, a la que llegó hace ocho años. Allá y entonces era una más del barrio, mientras que acá y ahora, es la Mary Jane del Peter Parker que interpreta Gastón Ricaud en la versión teatral de El hombre araña –mañana termina su temporada en el Opera Citi–, y la Bárbara de Malparida, la tira más vista de la TV. “En todos los trabajos que quedé fue por casting, no porque me hayan llamado a mí en especial. Siempre tuve que pagar un derecho de piso. Y me parece que es lo que corresponde. Aunque sea mínimamente conocida, creo que una audición es el lugar para mostrar al menos una parte de lo que puedo hacer. Es una forma de que me conozcan como artista. Además, te da un entrenamiento buenísimo, aunque me ponga renerviosa”, explica Gandini. Claro que, teniendo en cuenta los personajes que consiguió, los nervios valieron la pena. En 2008 fue Agustina, la hermana del per-

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“A partir de Vidas robadas entendí realmente de qué se trata esta profesión” sonaje de Facundo Arana en Vidas robadas, una chica que comenzó de una manera y en el camino se transformó en otra, a partir de un secuestro a manos de la red de trata de personas que su hermano intentaba exponer. “A partir de Vidas robadas, entendí realmente de lo que se trata esta profesión. De la responsabilidad que uno asume cuando está contando ese tipo de historias con una carga social tan fuerte. Tenés que hacer un personaje que sea creíble y respetuoso al mismo tiempo. En mi caso, era una chica que había sido secuestrada, casi violada y aterrorizada. Me ocupé de informarme sobre la trata de personas y ahí me di cuenta y aprendí lo que es encarar un personaje con seriedad y las ganas que te dan de averiguar más, de hacer las cosas bien”, recuerda la actriz. Ahora, para Bárbara, la ejecutiva de la empresa constructora con un pasado de prostituta de lujo, el entrenamiento que hizo con Erika Halvorsen, su coach actoral, fue muy distinto y, obviamente, no la preparó para la popularidad que trae participar de uno de los ciclos más vistos de la pantalla chica. “Me parece maravilloso como la gente en la calle me llama por el nombre del personaje. «Che, Barbi, no hagas tal cosa o tal otra... cómo me hacés sufrir». Se meten a fondo en esa historia que les presentamos. El otro día fui a comer con unas amigas, y una chica se me acercó y me preguntó: «¿Vos sos Bárbara,

FOTOS/JULIAN BONGIOVANNI

La “escuela” Malparida “Esta no es una novela normal”, dice Gandini sobre Malparida, y tiene razón. Aunque la tira de Pol-ka que protagonizan Juana Viale, Gonzalo Heredia y Raúl Taibo tiene muchos de esos elementos que enganchan al público –amores, traiciones y venganzas–, también tiene cosas raras, como una heroína que es villana y un grupo de personajes secundarios tan graciosos y, al mismo tiempo, tan realistas. “La gente de la oficina es interpretada por un grupo de actores supertalentosos, son de los que más aprendo. Me siento en el bar con ellos y los escucho hablar de teatro, de cine y al lado de ellos te sentís un porotito. Mónica Cabrera, que hace de Mabel, me parece un gran ejemplo por seguir, una mujeraza. Son todos maravillosos: Marina Bellati [Noelia], Luciana Lifschitz [Esther], Roberto Monzo [Abel]. Lo que lograron como grupo es increíble, consiguen distender toda la tensión de la novela y me pasa que cuando veo el programa con mis amigas, es la parte de la oficina lo que más les gusta”, cuenta Gandini, al tiempo que asegura que su primera experiencia trabajando en Pol-ka fue absolutamente positiva. “Aprendo muchísimo y me da impulso para seguir buscando cosas distintas en la profesión. No tengo ganas de que termine, quiero que siga”, dice, con un carcajada.

¿no? La de la televisión»”, y se quedó un rato preguntándome cosas de la novela. Me parece que está bueno escucharlos y responderles, porque son los que nos miran todas las noches. Hay que dar una devolución y un diálogo, con límites claro. Tampoco se trata de darles mi número de teléfono o que se sienten a cenar”, se ríe Gandini. Aunque enseguida se pone seria: “La tele te da muchas satisfacciones y reconocimientos, pero también te quita la privacidad. Aprendí en la escuela de mi madre qué es esto de ser una persona pública. Por suerte, mi infancia la viví en un lugar en el que nadie me hablaba del tema de mi madre conocida. Ella siempre me dijo, mi papá también, que nunca hay que olvidarse de lo que uno es, más allá de lo que te da la TV. Yo lo tomo como un trabajo y todo lo que viene lo festejo, pero trato de centrarme en lo que soy yo y lo que fui. De dónde vengo, de mis raíces, de mi cable a tierra que es mi ciudad, mi familia y eso lo que me mantiene bien en este medio. Porque hay gente que la pasa mal con esto de la exposición”, dice la actriz que, en los últimos tiempos, tuvo que hacer un curso acelerado en “eso” de la exposición. Su cultivado bajo perfil explotó en mil pedazos cuando alguien se enteró de su relación con Heredia y comenzaron las guardias fotográficas frente a su casa, los rumores infundados de embarazo y una intensa persecución chimentera. “Hay gente que quiere ser conocida y punto. Yo, si soy conocida, quiero serlo por mi trabajo, no por mi vida privada, o por un escándalo. Eso no me interesa. Mi desafío es ser una de las mejores actrices en términos de formación, es mirar para atrás y estar orgullosa porque hice todo lo que quise y la pasé bien, aprendí, lloré, reí, pasé por todos los estados, como una montaña rusa, pero lo disfruté. Y, además, cuidé mi vida privada. Hoy tomo eso como meta”, dice con firmeza la actriz que, de todos modos, sigue buscando caminos alternativos, otras cosas que la entusiasmen y le gusten más allá del mundo artístico. “Me parece que está bueno cambiar, tengo ganas hasta de modificar mi aspecto físico, mi corte de pelo y el color, aunque mi representante en la agencia Life-Chekka, me pide, por favor, que no me tiña. Yo, por mí, lo haría. Me divierte transformarme, buscar personalidades que no tienen que ver conmigo. De hecho, estoy buscando a mi propia Brenda. A medida que voy creciendo, madurando, me pregunto qué quiero, qué me gusta y quién soy. Al mismo tiempo, creo que hay que aprovechar el momento, porque el trabajo del actor es así: hoy estás y mañana no. Es duro y por eso hay que estar preparado para esa posibilidad y, sobre todo, no subirse al poni, ni siquiera al caballo. Es que subido a un poni te quedan las piernas colgando, sos un ridículo. Y eso hay que tratar de evitarlo”, termina tan segura y coherente, tan convencida del trecho recorrido que dan ganas de quedarse para ver lo que vendrá después.

Campanella y su cruzada solidaria El propósito es la lucha contra la deserción escolar a través de la publicidad Bueno ((( Yo puedo, vos podés, ciclo documental producido por 100 Bares y el Ministerio de Educación de la Nación. Los sábados, a la medianoche, por El Trece.

Yo puedo, vos podés, resulta más una llamativa coda que una nueva entrega por derecho propio de la trilogía de especiales sobre la juventud argentina emprendidos por Juan José Campanella junto al programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación. A diferencia de Cuentos cardinales, Había una vez un club y Sueños de

radio, que ponían a un grupo han logrado llegar a las de jóvenes al servicio de un instancias finales del copropósito creativo y solilegio secundario, en qué dario –que a su vez servía momentos pensaron que como espejo para probar no podrían hacerlo y, sobre PUNTOS sus ambiciones–, aquí la todo, las historias de quiees lo que consigna es componer una nes saben que no se recibimidió el ciclo rán. Entre ellas, se destacó, campaña publicitaria para en su debut; en el primer capítulo, el evitar la deserción escolar, quedó tercero objetivo que no logra cuajar relato de Rolando, el joven en su franja del todo como hilo conductor mendocino que confesó que tenía una amiga que sufrió de la historia, e incluso como propósito para los propios abuso sexual por parte del publicistas neófitos. “padre de su madre”, que se suma Los chicos están mucho más in- al programa para confesar que la teresados en contar –y lo hacen con falta de contención casi la hace dejar la falta de circunloquios y adornos los estudios, cuando descubrió que que los productores han sabido mos- su madre no creía que había sido trar tan bien hasta ahora– cómo víctima de una violación.

3,8

Chicos que trabajan con experiencias propias

Frente a historias como esa y muchas otras que los propios protagonistas parecen intimar hasta con sus silencios, los intentos de los dos publicitarios de explicar el modo como la publicidad persuade, presentando como fácil algo muy difícil termina

funcionando como una imposición narrativa que interrumpe el hábil fluir de las biografías y deriva el foco hacia las pretensiones de los adultos y fuera de sus verdaderos protagonistas. Con todo, estos detalles (quizás el entendible desgaste de una fórmula

encomiable) no alcanzan a minimizar la delicia que es ver a adolescentes comunes hablando como tales de esa vida que viven todos los días, tan lejos de la pantalla chica.

Dolores Graña