Espectáculos
Página 8/LA NACION
DANZA Hoy estrena La limousine
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Miércoles 25 de agosto de 2010
CLASICA
Una clase magistral de Barenboim El director ofreció un programa contemporáneo con obras de Pierre Boulez en un Gran Rex repleto Excelente ((((( Concierto del Mediodía. Concierto del Mediodía del Mozarteum Argentino. Programa: Dérive 1, para 6 instrumentistas, y Dérive 2, para 11 instrumentistas, de Pierre Boulez. Intérpretes: solistas de la Orquesta West-Eastern Divan. Dirección. Daniel Barenboim. En el teatro Gran Rex.
Cuerpos en el aire
La danza llega al Centro de Experimentación Un trabajo de Marta Lambertini y Brenda Angiel El Centro de Experimentación tuve que hacer fue sentir qué de lo del Teatro Colón (CETC) vuelve a la que ofrecía la música tenía que ver vida mañana con el estreno de La con un espíritu aéreo”, cuenta esta limousine, una propuesta que com- coreógrafa y bailarina que desde bina música de Marta Lambertini hace 16 años dirige la Compañía y puesta en escena y coreografía de de Danza Aérea, y que en esta pieBrenda Angiel. za vuelve a calzarse las zapatillas “La limousine es un desprendimien- de media punta para bailar. to de mi ópera ¡Cenicientaaa…!, en la Encontrarse por primera vez con parte en que la madrastra la particular arquitectura incita a sus hijas a trepar a del CETC fue otro desafío: PARA AGENDAR una limusina que las condu¿Cómo bailar en el aire con La cirá a la fiesta del príncipe. techos tan bajos? Pero lo limousine, La obra consta de varias resolvió de tal manera que espectáculo piezas de carácter danzable, el público y los bailarines coreográfico con algunos preludios e interminan involucrados esde Brenda terludios lentos y algunas pacialmente entre gruesas Angiel a partir reiteraciones con variantes columnas y enormes aperde la música de Marta de las danzas, siendo gran turas. Angiel también apeLambertini. parte de ellas manifestada a ló a proyecciones de cuertravés de ritmos tangueros. pos bailando, a los que el CETC, TuLa idea es la transformación espectador puede ver sólo cumán 1171. Desde hoy paulatina de estas piezas en fragmentariamente. y hasta el lo que luego será percibido “Este es mi verdadero sábado, a debut en el Teatro Colón, como «tango», pasando por las 20.30; una curiosa habanera, y desaunque a decir verdad en domingo, a embocando en «tanguitos» 1992 hice una coreografía las 17. en distintos compases”, expara una pequeña ópera, plica Lambertini. pero en esa época todaPara la coreógrafa Brenvía no me colgaba”, señada Angiel fue un desafío trabajar por la Angiel, que es más o menos lo primera vez a partir de una músi- mismo que decir que no era totalca ya establecida, lo que le sumó a mente ella. la tarea un “bienvenido” estatus de Verónica Pagés experimentación. “Lo primero que
El hecho de que Daniel Barenboim eligiera dos obras de Pierre Boulez para el ciclo de Conciertos del Mediodía del Mozarteum es doblemente significativo. Por un lado, decidió aprovechar un concierto gratuito y masivo para presentar una obra de la más estricta contemporaneidad; por el otro, hay en la elección una cierta familiaridad: Barenboim descubrió la llamada música contemporánea a instancias de Boulez, y, además, Dérive 2, la obra principal del programa, está dedicada al estadounidense Elliott Carter, uno de los compositores favoritos de Barenboim, cuya música ayuda decisivamente a difundir. En este caso, el concierto se inició con Dérive 1 (1984), para seis instrumentos. Aun cuando esta obra no estaba inicialmente programada, su inclusión fue una buena idea, en la medida en que preparó al público y permitió además comparar el pensamiento del compositor francés en dos piezas conectadas, aunque muy disímiles. A diferencia de su secuela, todo en Dérive 1 es estático, y acaso el gran desafío del ensamble es justamente que la obra no caiga o se desfleque. Pero la coherencia y la articulación lograda por el director y sus músicos resultaron ejemplares. Dérive 2, el punto fuerte del concierto, empezó a escribirse hacia 1988, pero fue revisada y ampliada por el compositor en 2002 (hay una grabación dirigida por Boulez), en 2006 y últimamente en 2008. Esta versión, aparentemente definitiva, fue la que se escuchó como estreno en el Gran Rex. La interpretación estuvo precedida por una esclarecedora presentación, casi una clase magistral, del propio Barenboim, que recurrió al ensamble para ilustrar sus explicaciones, que abarcaron la pieza entera. En principio destacó la existencia de una evocación de la estructura clásica, con su movimiento lento en
ANDREA KNIGHT
Daniel Barenboim dirige a seis solistas de la West-Eastern Divan Orchestra en Dérive 1, de Boulez
el medio, y habló de su complejidad: “No es complicada, pero sí compleja, en el sentido de que contiene mucha información”. Dérive 2 fue concebida para 11 instrumentistas distribuidos en secciones de vientos (corno, corno inglés, clarinete y fagot), cuerdas (violín, violonchelo y viola), una robusta percusión con piano y vibráfono y marimba, y arpa. Esta distribución propicia un sistema de relevos instrumentales que reparte en distintas capas esa profusa información a la que aludió el director. Lo más notable del enfoque de Barenboim fue el modo en que consiguió que toda esa información se escuchara siempre de
manera detallada y, sin embargo, con una jerarquía. Dicho de otra manera, el trabajo de Barenboim es microscópico, virtualmente puntillista y aísla zonas que podrían pasar inadvertidas, como ocurre con los archipiélagos de lirismo que Boulez destina a los solistas. El director consigue el prodigio de mostrarnos la obra por dentro, y ese conocimiento, como sucede cuando conocemos el interior de una casa, modifica la percepción de la fachada, de la superficie. En su presentación, Barenboim definió el carácter de Dérive 1 como “estático con chispas”. El principio de Dérive 2 es acaso el inverso. La actividad rítmica es intensísima, y sin
duda hay allí una marca histórica que vincula la primera versión de la pieza con las obras que, influido por Conlon Nanacarrow, György Ligeti componía en la década de 1980. La precisión y el compromiso de los solistas de la orquesta West-Eastern Divan no pudieron ser mayores, empezado por el violinista Michael Barnboim. Pero esto fue posible porque el director tiene una comprensión de la música de Boulez de orden superior. Por eso mismo, porque no quedan secretos para Barenboim en la pieza, es que uno cree descubrir por sí mismo aquello que él descubrió por nosotros.
Pablo Gianera
Rafael Gintoli y la pianista y maestra
Homenaje a Pía Sebastiani Un encuentro musical para celebrar los 85 años de la pianista y compositora Muy bueno (((( Concierto homenaje a Pía Sebastiani, piano; junto con Rafael Gintoli, violín, y Marcelo Balat, piano. Programa: Sonata Nº 3, Op. 108, de Johannes Brahms; Dos nocturnos, de Frédéric Chopin; Imágenes Nº 2, de Claude Debussy, y Sonata Nº 2, de Sergei Rachmaninov. Auditorio Amijai.
Un homenaje a Pía Sebastiani en la temporada musical es un hecho de estricta justicia para con una pianista y compositora argentina que enorgullece al círculo musical de Buenos Aires. Las razones, muy sencillas, por el solo motivo de celebrar sus 85 años y en reconocimiento de su destacada trayectoria artística, fueron bien expuestas por Eugenio Scavo, director artístico en el templo de la comunidad Amijai. Efectivamente, Pía Sebastiani fue una de las discípulas de Gilardo Gilardi y de Jorge de Lalewicz –este último, el maestro polaco que había estudiado en Rusia con Rimsky Korsakoff y con Liadow–, asimismo, compositora de obras para orquesta como Concierto de 1941; Coral, fuga y final de 1945, Sonatina de cámara (1946), preludios y numerosas canciones muy refinadas, para voz y piano sobre textos de Paul Verlaine
y Leopoldo Lugones, además de cantos y páginas de sabor popular. Con esa elegancia natural que la distingue, Pía Sebastiani apreció en el escenario el cariño y recibió un cálido aplauso como es lógico que aconteciera. De inmediato, en dúo con el distinguido violinista Rafael Gintoli, ofrecieron la tercera sonata, de Brahms, para esta combinación instrumental, que se caracteriza por una escritura menos tormentosa que las anteriores, acaso impregnada de un lirismo que fluye con mayor libertad y sosiego. Y sorprendió Pía Sebastiani por la calma y sabiduría de su versión desde el teclado y la siempre visceral forma de frasear que distingue a Gintoli con su violín. Aquí cabe recordar que la obra es de aquellas que han logrado amalgamar en un plano de similar importancia el violín y sus cuatro cuerdas, con todo un teclado del soberano piano. Entonces por la conjunción lograda con el violín, la solidez expresiva de Sebastiani y la búsqueda constante de equilibrio de sonido, quedó en evidencia que es continuadora y custodia indudable de la estirpe de músicos y pedagogos, que fluye en su sangre y en su luminosa personalidad. El aplauso fue emotivo y generó el agregado
de un movimiento de la octava sonata, de Beethoven. En la segunda parte, se pudieron medir los quilates de Sebastiani también de otra forma, esto es, a través del arte de su distinguido alumno, quien encaró con aplomado desempeño, dos nocturnos, de Chopin. Luego, dando evidencia de conocer el lenguaje cristalino de Debussy, ofreció “Peces de oro”, de Imágenes para teclado. En tanto que para cerrar una noche para el recuerdo, Marcelo Balat encaró con resolución y robustez en el sonido, la segunda sonata de Rachmaninov, composición algo inconsistente en cuanto a sustancia, pero de comprometida pirotecnia para el teclado, resueltas aquí con inteligencia. Como fuera lógico que ocurriera, en este infrecuente y grato recital, los aplausos al joven, asimismo estuvieron de alguna manera dirigidos a Pía Sebastiani, quien retornó al escenario, dando evidencia de felicidad, y ambos, maestra y alumno, dictaron una cátedra exquisita el entregar con refinamiento algunos de los valses para cuatro manos de Brahms, joya delicada y valiosa para tan mágico momento que, no se duda, ha de quedar escrito en la historia y estudio de las venideras generaciones.
Juan Carlos Montero