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SÁBADO
El autor de la saga de Canción de hielo y fuego, base de la serie de HBO Game of Thrones, augura varias temporadas más a su éxito
George R. R. Martin. “Este nivel de fama es algo que nunca esperé ni anticipé” Texto Alberto Rojas Moscoso (El Mercurio/GDA) | Foto AFP
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o todos los días se cierra un negocio por mil millones de dólares. Eso fue lo que le costó a Mark Zuckerberg, creador y CEO de Facebook, comprar Instagram. Sin embargo, cuando estaban por cerrar el acuerdo el joven multimillonario le pidió a Kevin Systrom, cofundador de la popular red social de fotos, interrumpir las negociaciones. ¿La razón? Zuckerberg no quería perderse un episodio estreno de Game of Thrones (Juego de tronos). Y se instaló a verlo junto a sus amigos. Ése es el tipo de fanatismo que despierta en todo el mundo esta serie de HBO [la presidenta Cristina Kirchner se declaró igualmente fanática por medio de su cuenta en Twitter] que va por su tercera temporada. Más de nueve millones de estadounidenses vieron la primera (2011), que costó US$ 60 millones. La segunda (2012) registró 25 millones de descargas ilegales en Internet, convirtiéndola en la serie más pirateada de la historia. Y el primer capítulo de la última temporada promedió 4,4 millones de espectadores sólo en Estados Unidos. A eso se suman ocho premios Emmy, un Golden Globe y nada menos que otras 45 nominaciones. Sin embargo, este éxito que combina un elenco mayoritariamente británico, imponentes escenografías y
una trama llena de giros le debe todo a un solo hombre: George R. R. Martin, el creador de Canción de hielo y fuego, la saga literaria en la que se basa la serie. Una fantasía épica para lectores adultos, cargada de violencia y luchas de poder entre las casas que se disputan el Trono de Hierro, y donde ningún personaje parece tener garantizada su permanencia. “Apenas se emitió el primer episodio de la tercera temporada, HBO la renovó por una cuarta y de inmediato nos pusimos a trabajar en ella. David Benioff y Daniel B. Weiss [guionistas y productores de la serie] ya están viendo los nuevos episodios, al igual que yo. Las filmaciones comenzarán en junio o julio”, confirma Martin –con su voz grave y hablar pausado– por teléfono desde Santa Fe, Nuevo Mexico, donde vive junto a su esposa, Parris McBride, y cuatro gatos. Inspirada en la Guerra de las Dos Rosas, el conflicto que enfrentó entre 1455 y 1485 a la Casa de los Lancaster con la Casa de los York por el trono de Inglaterra, la saga de Martin hoy se extiende a lo largo de cinco volúmenes editados por Random House Mondadori: Juego de tronos, Choque de reyes, Tormenta de espadas, Festín de cuervos y Danza de dragones. De ellos se han vendido más de 20 millones de ejemplares en todo el mundo y están traducidos a 40 idiomas.
Y todavía restan dos libros más y un número no definido de temporadas. –¿Cuáles han sido los principales desafíos de adaptar sus libros a la televisión? –Las novelas son bastante difíciles de filmar por varios aspectos. Son muy extensas y complicadas, con muchos personajes, castillos, batallas, dragones, lobos huargos y tramas paralelas que, además, se entrelazan. Tuvimos que eliminar algunos personajes, cosa que yo detesto hacer, pero entiendo que era necesario. Sólo tenemos diez horas por cada temporada; sería mucho mejor si fueran doce, pero contamos con un gran presupuesto comparado con otras series de televisión. Considerando nuestros recursos, lo hemos hecho muy bien. –En cada temporada usted escribió un episodio. ¿Cuál elegirá ahora? –Ya sé qué episodio voy a escribir, pero no tengo la libertad de revelarlo. –Entiendo que, aparte de usted, sólo HBO conoce el verdadero final de Canción de hielo y fuego. –A Dave y a Dan les dije hacia dónde voy, ellos tienen las líneas generales, pero todo está en mi cabeza. –La actual temporada equivale a la primera mitad de su tercer libro, Tormenta de espadas. ¿Cuántas temporadas se necesi-
tarán para sus siguientes novelas, Festín de cuervos y Danza de dragones? –Bueno, esa decisión todavía no ha sido tomada. Mi esperanza es que sean dos temporadas en las que podamos combinar Festín de cuervos y Danza de dragones, considerando que son libros cuyas tramas ocurren en forma paralela. Estamos hablando de la quinta y sexta temporadas, incluso de la séptima. Pero primero tenemos que terminar la cuarta y esperar a que renueven la serie. –En este momento usted trabaja en la próxima temporada de la serie, hace giras para promocionar Danza de dragones, edita antologías y además escribe el sexto libro. ¿Cómo se organiza para trabajar en tantos proyectos? –[Se ríe] Sí, es mucho trabajo. Y por desgracia llevo este ritmo desde hace cinco o seis años. Todo se fue volviendo como una bola de nieve. Se me fueron presentando oportunidades para otros proyectos y dije que sí a todos; probablemente fueron demasiados. También me gusta viajar a diferentes partes del mundo para conocer a mis lectores, ir a convenciones y a firmas de libros. Y dije que sí a varios de ellos. Me encanta, pero es difícil viajar. Por eso, actualmente intento abordar cada proyecto de a uno. Y al mismo tiempo, estoy tratando de aprender a decir que no. –Imagino que ya odia esta pregunta, pero ¿cómo va el sexto libro, The Winds of Winter? –No voy a hacer ninguna predicción. Estoy trabajando en él, estoy haciendo progresos, pero es un libro grande. Definitivamente no estará listo para este año, tal vez lo publique el próximo. Pero para mí es un paso a la vez, trato de enfocarme en cosas pequeñas como terminar un capítulo o una página. –¿Por qué Tyrion Lanister, a quien interpreta Peter Dinklage, es su personaje favorito? –Es entretenido escribir sobre él porque es un personaje de mucha profundidad, lleno de contradicciones y de gran inteligencia. Pero también
tiene sus propios demonios con los que lidiar; tiene un lado oscuro. Escribir sobre un personaje de gran profundidad y complejidad como él es mucho más fácil que trabajar con un personaje que siempre es bueno o siempre es malvado. –En marzo, durante la gala de Game of Thrones en el Teatro Chino de Hollywood, dijo que estaba interesado en escribir más de estas novelas. –Siempre estoy tratando de escribirlas entre los libros de Canción de hielo y fuego. Mi intención es escribir una serie de novelas cortas de Dunk y Egg. Ahora está por editarse una compilación de las tres primeras, que originalmente fueron publicadas en diferentes antologías. ¿Una cuarta o quinta novela? Probablemente tenga suficiente material para diez o doce de éstas, pero tendremos que esperar hasta terminar The Winds of Winter. –¿Ha considerado escribir novelas sobre la juventud de Robert Baratheon y Eddard Stark, personajes clave del primer libro de la saga? –No, no realmente [risas]. Eventualmente podría escribir más novelas ambientadas en Poniente [o Westeros], pero no sobre ese tema en particular. Yo creo que eso ya está cubierto adecuadamente en los libros de Canción de hielo y fuego a través de los flashbacks y las conversaciones de los personajes. Hay otros períodos de la historia de Poniente, cientos de años antes, y otras tierras en el mundo que he creado, sobre los cuales me gustaría escribir.
–¿Cómo ha cambiado su vida con el éxito de las novelas y de la serie de televisión? –Mi vida ha cambiado de manera positiva, pero también negativa. He sido un escritor exitoso por mucho tiempo y estuve muy cómodo con la forma en que vivía mi vida. Pero las cosas han cambiado y este nivel de fama es algo que nunca esperé ni anticipé. De hecho, todavía me resulta difícil asumirlo. Estoy acostumbrado a dar entrevistas, a hablar en público, a aparecer en diferentes eventos, pero ahora hay gente que golpea la puerta de mi casa, el teléfono suena todo el tiempo, ya no puedo salir al cine o a comer porque la gente me reconoce y me pide sacarse fotos conmigo o autógrafos. Esto te afecta. –Sus primeras novelas fueron de ciencia ficción e incluso de terror. Pero fue su saga de fantasía la que lo volvió famoso a escala mundial. ¿Cuál es su género favorito? –Me gustan todos ellos. Crecí leyendo ciencia ficción, fantasía, terror. En mi mente son todos diferentes sabores de una misma cosa. William Faulkner, gran escritor y ganador del Premio Nobel, una vez dijo: “La única cosa sobre la que quiero escribir es sobre el corazón humano y los conflictos consigo mismo”. Y eso siempre lo he considerado mi mantra. Por eso escribo, no importa si en mi mente hay un dragón o una nave espacial, una lucha con espadas o armas láser o vampiros. Todavía son los personajes los que importan, aún se trata del corazón humano y de sus conflictos internos.ß
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| Sábado 1º de junio de 2013
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Hábitos
Turismo creativo: cuando viajar es un aprendizaje Atrás quedaron la playa y el paseo cultural; ahora los viajeros buscan experiencias como ser DJ en Ibiza o hacer croissants en París Belinda Saile EL PAíS
MADRID.– “Cada vez que tomo un café en una de las tazas que yo misma hice durante mis vacaciones, me acuerdo de Barcelona. Es más que un suvenir.” Susanna Girolamo vive en Bahamas y viajó una semana a España para aprender nuevas técnicas de su gran afición, la cerámica. Pertenece a ese grupo creciente de turistas que buscan experiencias enriquecedoras en sus viajes. Y además quieren sentirse parte de la vida cotidiana, las costumbres y la cultura de un lugar a través del contacto con la gente local. Dos tendencias en una misma dirección, la búsqueda de lo auténtico. El llamado turismo creativo existe desde hace años. En 2004 la Unesco creó una red de ciudades creativas cuyos miembros definieron este fenómeno como la tercera generación turística, después del sol, la playa y del turismo cultural centrado en museos y rutas monumentales. La
esencia de esta nueva manera de viajar es la inmersión en la cultura viva del lugar que se visita. Siempre estuvo al alcance de los viajeros más sofisticados, pero hasta hace poco la oferta era demasiado escasa como para permitir que se popularizase. Las propuestas disponibles hoy se adaptan prácticamente a cualquier presupuesto y son de lo más variadas. Aprender a elaborar croissants con expertos panaderos en París, introducirse en los secretos de la cocina tailandesa o hacer un curso de artes marciales en Bangkok, perfeccionar la mirada fotográfica de la mano de un profesional en Londres o aprender a pintar con acuarela al norte de Austria son algunas de las ideas con que se encuentra quien opta por esta modalidad vacacional. Sin salir de España, las opciones también son cada vez más numerosas. Una casa rural de la Ribeira Sacra orensana propone, por ejemplo, aprender el oficio de la cestería y en Ibiza uno puede convertirse en DJ. En blogs como Creativelena se rela-
tan experiencias de convivencia con las comunidades indígenas del lago de Titicaca, en Perú, o de aprendizaje de tango en Buenos Aires. Según Greg Richards, profesor de la Universidad de Tilburg, en Holanda, “la demanda creciente de este tipo de experiencias está vinculada a la necesidad del consumidor de definir su propia identidad a través de lo que consume, con el deseo de expresarse y de conectar con otros, aunque estén lejos. Las vacaciones ya no son un mero paréntesis para el descanso, se han convertido en espacios para el aprendizaje y el desarrollo personal”, dice. Entre los movimientos surgidos en torno de esta modalidad viajera surgen reclamos como meet the locals (conoce a los residentes locales) o like a local (como un vecino) y, como no podía ser de otro modo, Internet y las redes sociales son los lugares idóneos para informarse. La oferta de planes se multiplica con alternativas que van desde una visita de pocas horas hasta viajes de varias semanas. “No se trata de un turismo superlativo. Estos viajeros no se angustian si no lo ven todo. La experiencia creativa es el motivo y se convierte en el recuerdo más importante del viaje”, dice Caroline Couret, de Creative Tourism Network. Insiste, además, en las ventajas de esta fórmula turística para los destinos: no necesita inversión, rentabiliza infraestructuras existentes, alarga las temporadas turísticas, evita la masificación, ayuda a mantener las tradiciones y tiene un efecto positivo en la autoestima de los residentes. La singularidad y la calidad de las actividades es lo que más valoran los viajeros. “Quien prueba una vez, repite”, asegura Couret. Biot, una villa de la Costa Azul de unos 9000 habitantes, se sumó a Creative Tourism Network hace menos de un año, y su Oficina de Turismo ha reclutado a una veintena de artistas y artesanos de la zona dispuestos a compartir tiempo y conocimiento con los visitantes. Nadine Pedemarie, responsable de turismo de la localidad, piensa que se trata de una buena manera de distinguirse de otros destinos cercanos. Aprender durante cinco días junto a un experto en soplar el vidrio es una de las opciones. Oficinas de Turismo como la de París reúnen información práctica en Webs como Creative Paris, donde se multiplican los cursos de arreglos florales o de creación de perfumes. Otras veces son las propias empresas o particulares los que se afanan por promocionar sus propuestas. Ponle Cara al Turismo, por ejemplo, organiza excursiones de un día por Galicia con guías que acercan al viajero a la cultura local visitando fábricas de conservas o pastelerías. Y Studia in Italia recopila desde cursos para
Los turistas aprenden a hacer chocolate con morteros en un hotel de Soufriere, Santa Lucía
En Hawai, los paquetes turísticos ofrecen cursos de conservación oceanográfica
pintar al fresco en Florencia hasta una semana para aprender cerámica en Taormina. Francis Blasco, profesora de comportamiento del consumidor turístico de la Universidad Complutense de Madrid, explica que el fenómeno florece con la unión de tres factores: la creciente cultura turística de los viajeros, un sector cada vez más profesionalizado, y la falta de recursos debido a la crisis. “Quien se puede permitir un viaje, elige mejor. El número de días se reduce, y no queremos perder el tiempo”, dice. Experiencias como convivir durante unos días con monjes budistas en Corea del Sur o, incluso, trabajar mano a mano con los cultivadores de arroz en Tailandia. Hay quienes quieren empaparse de la cultura local, pero sin tener que hacer un curso, simplemente pasando un rato con alguien de la zona que esté dispuesto a mostrarle la ciudad, contarle sus costumbres, tomar una copa o dormir en su sofá. Para este tipo de viajero también hay oferta, de la mano de quienes han decidido actualizar la ancestral
Estudios culturales
Estilo
Cortázar y la Maga aún se buscan por las calles de París
Tadashi Yanai, un japonés lanzado a revolucionar el mundo de la moda
Para los miles de argentinos que pasan por la ciudad, Rayuela, que pasado mañana cumplirá 50 años, sigue siendo una referencia ineludible Nathalie Kantt LA NACIóN
PARÍS.– A veces, cuando mira por su ventana, María Marta Ibáñez piensa: “Es la misma vista que tenía Cortázar...”. Al igual que el escritor a principios de los años cincuenta, la rosarina, doctora en biología, desembarcó hace diez meses en la Casa Argentina, en la ciudad universitaria de París. Acompaña a su novio, que tiene un contrato de trabajo por dos años. Alquilan un cuarto. En la casa conoció a algunos residentes que comparten su gusto por Cortázar. Todos decidieron al llegar releer Rayuela. Encontrar aquellas calles evocadas y por las que ahora todos ellos también transitan a diario. Pasear por el Pont des Arts e imaginar a Horacio y a la Maga. “El Pont des Arts es Rayuela”, dice María Marta. Como el parque Montsouris (frente a la ciudad universitaria), la Rue des Lombards (que reúne los clubes de jazz), los jardines de Luxemburgo, el Barrio Latino, los bares Boul’Mich y Old Navy, el Quai de Jemmapes (que bordea el canal Saint-Martin), o las boutiques que venden peces, animales y plantas frente al Sena sobre el Quai de la Mégisserie. Por todos esos lugares pasó María
Marta. Y sacó fotos. Más de cien. Llevó la cámara en la mochila durante varias semanas. La rosarina pasea por la ciudad pensando en Rayuela. Dice que desde que vive en París entiende mejor algunos fragmentos de la obra, sobre todo las partes en francés. “Antes, algo me estaba perdiendo”, admite. Hoy convertido en un clásico de la literatura mundial del siglo XX, Rayuela, una novela revolucionaria por su estructura, que permite numerosas formas de lectura, cumplirá pasado mañana medio siglo. Julio Cortázar tenía casi 50 años cuando el libro se editó por primera vez, el 3 de junio de 1963. En alguna entrevista el autor confesó que de no haber escrito esta historia, se hubiera probablemente arrojado a las aguas del Sena. Rayuela fue para Cortázar una búsqueda personal. Similar a la de muchos que pasan por París. Para algunos, es la historia idealista de un París del pasado, del jazz. De un París que ya no está. Para otros, releer la obra estando aquí permite nuevos paralelismos. Homenajes Incluso, y como parte de los homenajes en la capital francesa, donde entre otras actividades se destaca una exposición dedicada a Rayuela,
Cortázar confesó que de no haber escrito Rayuela se hubiera arrojado al Sena el instituto Cervantes de París acaba de publicar una Ruta Cervantes de Cortázar. Y el año que viene planea lanzar una segunda ruta dedicada al París de Cortázar. Laura Gentilezza llegó a París ha-
ce un año y medio. Vino a hacer un doctorado en literatura argentina. En Buenos Aires trabajó durante algunos años como profesora de secundaria. Les leía Rayuela a sus alumnos. Estando acá volvió a leer
archivo
algunos fragmentos. Como uno del capítulo dos que evoca la incomprensión de las situaciones cuando no se conoce bien la lengua, cuando el idioma todavía no ha dejado de ser un ruido. “Si hay que saludar a
la empleada, si hay que sonreír, si en ese momento algo va a pasar”, enumera Laura. A su llegada lo vivió en carne propia. Laura dice que siempre que está caminando por la calle piensa en Rayuela. A veces va a propósito hasta algún lugar, como el Pont des Arts, para “pasear y acordarse de la historia, porque ahí empieza todo”. Otras veces, es la historia la que la sorprende, como aquella vez cuando pasó de casualidad por la Rue du Cherche Midi y se acordó de que Cortázar la nombraba. “Me imagino que su vida fue parecida a la que nosotros vivimos aquí. Quienes piensan que Rayuela es una novela surrealista es porque no conocen la Casa Argentina: es París pero no es, porque está lleno de argentinos”, bromea Laura ante la nacion. María Marta, la bióloga, todavía no sabe qué pasará con todas las fotos que sacó. El proyecto es que sean parte de una exposición, pero no hay nada confirmado. Mientras, en la Casa Argentina todos toman mate y discuten de política. Por suerte para ellos, a diferencia de los años parisinos de Cortázar, el kilo de yerba ya no cuesta 500 francos (76 euros) y no se vende sólo en una droguería de la estación SaintLazare.ß
costumbre de hacer de cicerone para nuestros amigos. Gloria Molins tomó esta idea como base para crear Trip4real, una plataforma online donde recoge propuestas de actividades en España, desde cenar con unos barceloneses hasta surfear un día en Lanzarote con un aficionado local a este deporte. “Las personas que conoces en un lugar y las experiencias que vives con ellas es lo que más se recuerda de un viaje”, dice Molins. De ahí que proliferen las páginas con propuestas de este tipo, a lo largo y ancho del planeta: Gidsy, Canary Hop y Vayable, donde encontramos desde rutas para comer los mejores tacos en Los Ángeles hasta una tarde de compras en el Gran Bazar de Estambul. En Berlín existen varias experiencias curiosas. Open Doors Berlín, por ejemplo, abre las puertas a casas para conocer cómo viven los berlineses. Turismo de la vida real, lo llaman. Y el hotel Plus One Berlin facilita a sus huéspedes el contacto con berlineses que compartan intereses con ellos. Clare Freeman,
fotos de nyt
la impulsora de este servicio, dice: “No son guías, sino acompañantes culturales, y lo mismo te llevan a su restaurante favorito a cenar con unos amigos que sales de marcha o a una galería donde expone un amigo suyo”. Ahora quiere exportar la idea a otras capitales europeas con Plus 1 Locals. El profesor Greg Richards piensa que el turismo creativo tiene aún mucho camino por delante. Representa, además, una alternativa a esas ciudades convertidas en parques temáticos y a las colas interminables para echar un vistazo a la Mona Lisa. “Nuestra visión sobre qué es auténtico ha cambiado desde que la cultura sale cada vez más de los museos y ocupa las calles. Consideramos auténticas las relaciones, los encuentros con amigos y el contexto en que se dan –dice Richards–. Las relaciones humanas no son un recurso limitado como lo puede ser la Sagrada Familia, aunque, obviamente, también hay un límite: no todo el mundo quiere tener a un viajero durmiendo en su sofá o cenando en su casa”.ß
objeto de culto
La revista Time lo destacó entre los más influyentes; apuesta a que Uniqlo desbanque a Zara María Sánchez EL PAíS
MADRID.– La revista Time hizo pública su lista de las 100 personas con mayor influencia en el mundo durante 2013 y en su apartado de titanes destaca un nombre en principio desconocido para el gran público, pero llamado a acaparar titulares en el futuro: Tadashi Yanai, fundador de Uniqlo. Este japonés de 64 años, que tiene el privilegio de ostentar la mayor fortuna de su país, se ha atrevido a medirse con Amancio Ortega, creador de Zara, propietario de Inditex y líder indiscutible de la moda de bajo costo (además de hombre más rico de España). Yanai no se cansa de repetir siempre que tiene ocasión que el objetivo de su compañía (Fast Retailing, en la que se integra Uniqlo) es convertirse en el mayor grupo de moda del mundo. Y marca una fecha en el calendario para conseguirlo: 2020. Tampoco oculta su hoja de ruta, que pasa por expandirse a Europa y América, pero, sobre todo, por conquistar el mercado asiático (la previsión es abrir en Asia, duran-
te este año, 144 tiendas). Paralelamente, el grupo ha ido adquiriendo nuevas marcas como J Brand y Comptoir des Cotonniers, y mucho se ha hablado de su intención de comprar GAP. Si finalmente lo consiguiera, supondría el espaldarazo definitivo a su desarrollo de negocio, porque le permitiría acercarse todavía más, en términos de facturación, a Inditex. Aunque la firma japonesa ha intentado hacerse con varios locales en Madrid y Barcelona para abrir tienda propia, las negociaciones no prosperaron. Pero quienes han viajado a Londres o Nueva York han descubierto sus puntos de venta. La compañía está cada vez más presente en ambas ciudades, donde está apostando fuerte por la promoción de sus prendas. Cuando uno entra en una tienda Uniqlo lo que encuentra es una amplia gama de básicos a precios razonables. Jerseys, pantalones, vestidos, camisas, abrigos de hombre y mujer de diseño sobrio y líneas sencillas se exhiben ordenados por colores. El tipo de ropa que te soluciona un día de oficina o que se cuela en tu placard en el cajón de “cómodo y combinable”.
Uniqlo, tapa de Time Aunque muchos suelen referirse a Uniqlo como el “Zara japonés”, lo cierto es que más allá de los precios no comparten muchos atributos. Mientras Zara ha apostado por adaptar las tendencias de la pasarela, Uniqlo opta por presentar prendas sin grandes artificios que se adaptan a cualquier tipo de look. Si la firma española cuenta con su propio equipo de diseño, los japoneses presentan cada temporada colecciones elaboradas por dise-
ñadores invitados (por ejemplo, la británica Celia Birtwell y la irlandesa Orla Kiely están entre las más recientes) o firman convenios para estampar dibujos de Basquiat en sus camisetas. Tampoco comparten el modo de entender su imagen pública. La “invisibilidad” de Amancio Ortega contrasta con el exhibicionismo de Tadashi Yanai. Al tiempo que Zara se desmarca de la publicidad (sólo recientemente ha incorporado modelos reconocidas a sus catálogos) Uniqlo afianza sus patrocinios vistiendo a figuras de primer nivel, como el tenista Novak Djokovic o al golfista Adam Scott. Los japoneses presumen, además, de crear productos únicos elaborados con un tejido muy suave y ligero ideado en su sede (las líneas Heattech y AIRism), que, dicen, los diferencia de sus competidores. Si el órdago lanzado por Tadashi Yanai a Inditex se revela como ganador, lo sabremos dentro de siete años, pero, incluyéndolo en su lista de personajes más influyentes, la revista Time ha puesto sobre la mesa una evidencia: la meteórica expansión de Uniqlo.ß
Paredes de vinilos... decorativos Detrás de la puerta de las casas o departamentos ya no todo es blanco. La tendencia de los vinilos decorativos que permiten aplicar fácilmente diseños en algunos lugares específicos del hogar o en todo un ambiente se imponen cada vez más. Son como la alternativa “artística” al clásico empapelado que ya había pasado de moda hace tiempo. Estos apliques –que pueden costar hasta 700 pesos el rollo– sirven no sólo como decoración sino también como una manera de estampar un mensaje. Incluso en algunos negocios que venden estos productos los clientes pueden acercar sus propios diseños para transformarlos en sus propios y originales vinilos decorativos. Los que más usuales son los de motivos infantiles, florales o textuales (una palabra o un texto).