Créditos Contenidos
03 06 10 13 14 Nicolás Maduro Moros Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Gladys Requena Ministra del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género Isabel Yekuana Martínez Presidenta del Instituto Nacional de la Mujer Viceministra para la Protección de los Derechos de las Mujeres Guillermina Soria Directora de la Gerencia de Investigación y Capacitación
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Equipo editorial: Willmar Gedler, Liz Guaramato y José Luis Omaña Revisión ortotipográfica y de estilo: Marietta J. García Dirección de arte: Comando Creativo Diagramación: Oscar Vásquez Ilustración digital: Lisbeth Montell, Kael Abello, Oscar Vásquez Fotografía: Alejandra Teijido, Willmar Gedler Fotografía portada: Yrleana Gómez Esta revista fue una construcción colectiva con la participación de: Red de Información por el Aborto Seguro, Escuela de Feminismo Popular, Alianza Sexo‑Género Diversa Revolucionaria, Colectivo sin Vergüenza, La Conjura Feminista, Crianza en Tribu, María Emilia Durán Impresión: Fundación IImprenta de la Cultura Depósito Legal: pp201502DC4589 Tiraje: 5.000 ejemplares
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"Debemos desenmascarar al agresor” TESTIMONIO DE
Meryi Velásquez
Casas de Abrigo: atención integral que salva vidas y empodera POR:
Martha Tovar
Defensoras comunales a la vanguardia POR:
Rosalba Gómez Lozano • Mariam Baritto León
Violencia entre parejas lesbianas o “control homofóbico” POR:
Katherine Castrillo
Ninguna agresión sin respuesta. Defensa personal para mujeres POR:
Dubraska Hernández Gutiérrez,
Femicidio: la máxima expresión de la violencia contra la mujer POR:
Yermeyn York
“Apoyamos a ultranza a las mujeres” CONVERSANDO CON:
Beatriz Montenegro
"En revolución, los avances de los derechos de las mujeres son inobjetables" CONVERSANDO CON:
María Hernández Royett
Las palabras del macho POR:
Víctor Fernández
Chávez, las Mujeres y la Historia POR:
Yekuana Martínez
Violencia obstétrica. Cesáreas indiscriminadas: negocio y miedo POR:
Jenny Soto
Mujeres que roban el fuego: la poeta y su cuerpo POR:
Caborca Lynch
Centros de atención y formación integral de la mujer (Cafim) en funcionamiento “Estoy satisfecha con lo que soy, de ser así y de hacer lo que hago” Entrevista realizada a Argelia Laya por la revista Ellas, entre los años 1973 y 1975.
EDITORIAL
Editorial
Sin feminismo no hay socialismo E
l 2014 fue un año de victorias para las muje‑ res organizadas de Venezuela: la creación de catorce Centros de Atención y Formación In‑ tegral de las Mujeres (Cafim); la inauguración de cinco nuevas Casas de Abrigo; la formación y ju‑ ramentación de 14.000 Defensoras Comunales; el lanzamiento del programa para mujeres diagnos‑ ticadas y sobrevivientes de cáncer de mama “La Patria es una Mujer”; la creación del Observatorio “Carmen Clemente Travieso”; la defensa del 7mo y 8vo Informe del Estado venezolano ante la Con‑ vención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer. Y ya para finalizar el año, el 25 de noviembre la instalación del Con‑ sejo Presidencial del Gobierno Popular de las Mu‑ jeres, en donde nuestro Presidente Nicolás Maduro reafirmó su compromiso en la lucha contra la vio‑ lencia hacia las mujeres, firmando la reforma de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que establece el femicidio como delito en Venezuela.
Año I 2015 mayo
La revista Nuestra Causa nace con el objetivo de visibilizar las luchas históricas de las mujeres que en nuestro país, en América Latina y en el mundo, se han opuesto al binomio capitalismo‑patriarca‑ do. Y han insurgido desde la lucha indígena, cam‑ pesina, sindical, popular, académica, apostando a la construcción de una sociedad donde hombres y mujeres nos relacionemos en condiciones de respe‑ to y dignidad. Muchas veces nuestra causa es mo‑ tivo de convulsión internacional; de allí que, repeti‑ damente, hemos sido el blanco de los intereses del capital mundial. Hoy el ataque está dirigido a nues‑ tras necesidades básicas desde la plataforma ideo‑ lógica del consumo que irriga las arterias del capi‑ talismo. Una revista para el estudio, para conocer y reconocer a las mujeres que salen del círculo de la violencia, y que construyen el buen vivir.
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Nuestra Causa trata temas cruciales para el socia‑ lismo feminista en cada una de sus secciones. Este primer número está dedicado a la violencia con‑ tra las mujeres. La sección Nuestra palabra contie‑ ne testimonios inspiradores de mujeres que hicie‑ ron frente al machismo y a la misoginia. Ni víctimas ni pasivas es un espacio para reseñar las experien‑ cias de mujeres organizadas que logran trascender la violencia de género. En la sección Mal-educadas veremos novedosas apuestas de mujeres que trans‑
forman el sistema educativo y confrontan los ro‑ les impuestos por la cultura burguesa. La Conversa contiene entrevistas a mujeres y hombres que crean estrategias de emancipación y contribuyen a la conciencia feminista como elemento fundamental del proyecto revolucionario. En la sección Historia de vida mostraremos la experiencia vital de algu‑ nas mujeres en su resistencia contra el patriarcado. Cuando una mujer avanza ningún hombre retrocede es la sección para el debate sobre nuevas mas‑ culinidades y hombres antipatriarcales. En Mi cuerpo soberano partimos del cuerpo como territorio a descolonizar. Aquella historia nuestra nos recuerda la participación de las mujeres en la conformación histórica de la sociedad humana. La sección Igualmente diversxs visibiliza la diversidad sexual, des‑ de la perspectiva de género y feminista, donde lo personal es político. Para reflexionar sobre nuestras creaciones artísticas y su aporte al feminismo con‑ tamos con la sección Artivismo Feminista. Ya para cerrar, tenemos Las palabras de Argelia, donde recordamos a Argelia Laya a través de sus reflexiones acerca de la lucha feminista siempre vinculada con las luchas revolucionarias del pue‑ blo venezolano. Estos textos surgen de una re‑ copilación de escritos, entrevistas y discursos de Argelia publicada en 1979, con el nombre de Nuestra Causa, de la cual esta Revista toma su nombre en un acto de humilde homenaje. Las mujeres revolucionarias tenemos importantes desafíos en los próximos meses: en lo económico y cultural enfrentar y revertir la guerra económi‑ ca, avanzando definitivamente hacia la construc‑ ción del modelo productivo socialista. Asimismo, concretar la oportunidad histórica que se abre con el anuncio del Partido Socialista Unido de Vene‑ zuela (Psuv) de proponer para las próximas elec‑ ciones parlamentarias, que el 50% de las candi‑ datas sean mujeres; sin duda, un paso importante para eliminar las barreras y la discriminación que históricamente el patriarcado impone a la partici‑ pación política de las mujeres. Asimismo, despedi‑ mos recientemente, con alegría y compromiso, el Congreso Venezolano de las Mujeres, espacio es‑ tratégico para concretar la unidad de las mujeres socialistas, revolucionarias y feministas en la Ve‑ nezuela Bolivariana.
Nuestra palabra Testimonio de Meryi Velásquez
DE ONIO z TESTIM lásque
e Meryi V
"Debemos desenmascarar al agresor” labra a p a tr Nues
M
eryi Velásquez y su hija acudieron a la Casa de Abrigo de Inamujer. Querían sa‑ lir del círculo de violencia. En la casa encontraron apoyo psicológico, laboral, formati‑ vo y, sobre todo, un lugar donde fueron valoradas y aprendieron a valorarse a sí mismas. La expe‑ riencia de Meryi es la de muchas mujeres vene‑ zolanas que todos los días luchan contra la opre‑ sión machista y no dejan que ningún bicho las pique. En las siguientes líneas, Meryi nos cuen‑ ta su historia:
Entonces estudiaba mercadeo, con sueños de es‑ tudiar en México y muchas cosas. Solía hacer ejercicios, y justo en el gimnasio conozco al cau‑ sante de mi desdicha. Empezamos a salir, era muy tierno, lindo, conversador, divertido, perso‑ nalidad que tiene todo maltratador para camu‑ flarse. Poco a poco me fue alejando de mis amis‑ tades, no le gustaba que nadie se me acercara. Me hablaba de sexo abiertamente y me hacía sentir acosada.
Supuestamente “olvidada” esa etapa de la vida, pasado el tiempo me vine a enamorar de alguien que tenía el mismo carácter, la misma forma de ser de aquello que detesté de mi papá cuan‑ do chiquita. Y aquí empieza mi historia más de cerca.
Meryi V Foto: A elásquez lejan
dra Teiji do
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Para comprenderme debo empezar por el prin‑ cipio. Realmente comenzó hace mucho: recuer‑ do tener como 9 años aproximadamente, cuan‑ do escuchaba y veía cómo mi papá maltrataba a mi mamá. Él era violento, borracho y muje‑ riego. Cuando llegaba tiraba la comida al sue‑ lo y le gritaba a mamá. Un buen día, ya cansa‑ dos de ver la actitud de mi padre con mi mamá, mi hermana de 7 años se le enfrenta y le dice que se vaya de la casa o que nos iríamos to‑ das con mi mamá. Eso lo hizo cambiar. Dentro de todo, era muy buen padre, a pesar de que era mal esposo.
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Hay que empezar por negar ese sentimiento que nos une al agresor; aprender a desprenderse para poder seguir. Son tantas las cosas que puedes decir y es tan grande el camino que puedes recorrer, solo con tu decisión de cortar el círculo de violencia y tener esa entereza para no volver atrás. Yo lo hice, sí se puede.
En una ocasión, cuando ya teníamos un año sa‑ liendo, habíamos pasado un día excelente en la playa y decidimos quedarnos a dormir en un ho‑ tel. Él estaba tomado en la habitación y empe‑ zó a discutir conmigo al punto de sacar la pisto‑ la y amenazar con que me mataría. Yo salí de ahí y me quedé en la calle esa noche. Al día siguien‑ te su padre, que lo apoyaba en todo, me veía y se reía por el incidente. Luego me pidió perdón y me dijo que estaba muy arrepentido. En otra oportunidad en la que estábamos en un restaurante, voy al baño y al regresar sigo to‑ mando; y entonces me empecé a sentir muy mal, como si estuviera muy borracha. Nos montamos en el carro y me lleva a mi casa. Cuando mi papá me ve en ese estado empieza a gritarle que me drogó y él se va. Al revisar entre mis cosas vi que me había robado el dinero y las tarjetas.
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Al llegar a casi dos años y medio de relación, quedé embarazada. Le dije que iba a ser padre nuevamente y me respondió con insultos dicien‑ do: “ese lastre no lo quiero, aborta”. Busqué a mi familia y me dieron la espalda, mi papá muy eno‑ jado me dijo: “busca a quien te hizo esa barriga”. Mi mamá prefirió que me fuera, mi hermana me dijo que yo iba a molestar con un niño llorón y que ella necesitaba descansar sin desvelarse, que mejor abortara; mi hermano me dijo que lo que yo buscaba era recostarme de ellos.
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Tuve a mi niña; nació prematura de ocho meses y la hospitalizaron porque nació con hipoglicemia. No quería comer mi niña y los médicos decían que si seguía así le daban pocas esperanzas de vida. Al final mi hija logró recuperarse, empezó a comer poco, pero comía; mucho recé por ella. El día que le dieron de alta, él no se apareció, se fue de viaje con una de sus novias. Su mamá y su hermano me llevaron a su apartamento. Pasaron los 40 días y un poquito más cuando él le pidió a su mamá que me sacara de la casa. Ella
también me decía que aguantara, que no cedie‑ ra a las provocaciones, que diera lástima para que no me sacaran. Al momento de mi desesperación por salir del en‑ torno que tanto daño me hacía, y con ganas de desaparecer, busqué primero ayuda en la policía. Allí sólo me tomaron una declaración y no actua‑ ron ni se preocuparon realmente de mi caso. Ese mismo día averigüé la dirección de Inamujer. Yo supe de Inamujer por un afiche que vi una vez en la jefatura de La Guaira. Había pasado la noche en la plaza de Chacaíto, con mi beba de tres meses y casi sin nada enci‑ ma; sin dinero, sin ropa para mi bebé ni nada para comer. Recurrí a amigas, pero éstas no me apoya‑ ron. Llamé a mi familia y mi madre me dijo: “para mantener un hogar hay que saber aguantar”. Yo le respondí que eso sería en sus tiempos, pero en los míos no. En vista de que tampoco mi madre me quería aco‑ ger en su casa, y ya muy preocupada, al día si‑ guiente busqué ayuda en la policía de la que ya hablé, y luego me fui a Inamujer. “¡Al fin llegué!”, fue mi expresión. Me atendió la recepcionista, que luego se convertiría en mi amiga, muy amable y cariñosa. Al rato llegaron dos personas a atender‑ me. Expliqué mi caso e inmediatamente se mo‑ vilizaron para mi traslado a la Casa de Abrigo. Yo no sabía que esa casa existía. Me llevaron al apar‑ tamento donde estaba habitando en ese instan‑ te con mi beba, recogí un poquito de ropa, lo ne‑ cesario, mis documentos, y el resto lo empaqué y lo dejé ahí. Durante mi traslado sentía un profun‑ do dolor: estaba dejando todo atrás. En el trascur‑ so del viaje una de las psicólogas estuvo hablan‑ do conmigo, dándome ánimos, pero yo me sentía morir. Cuando llegué a la casa yo estaba sentimental‑ mente destrozada, no quise hablar con nadie, no me quise presentar, me sentía muy sola, aunque
Nuestra palabra Testimonio de Meryi Velásquez
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Fue entonces que, en muchos aspectos, la ayuda psicológica de la casa fue fundamental. Me hizo entender y canalizar mucho mis pensamientos y sentimientos. También me ayudó el hecho mis‑ mo de haberme separado de ese ambiente tóxico y patológico en el que vivía, si a eso se le llamaba vivir. En la casa se dieron a la tarea de ayudarme a ver quién era realmente la persona de la que me había enamorado. Me hicieron ver que no me con‑ venía, y me ayudaron a crearme metas, un plan de vida. También me ayudaron económicamente. Sa‑ lía casi todos los días a buscar empleo; me distra‑ je mucho ayudando con las clases de Misión Ri‑ bas y dando clases de aeróbicos en la mañana a mis compañeras. Me gustaba hacerle dulces a las chicas y a los niños y niñas. A mi hija la quisieron mucho y poco a poco empecé a aumentar mi au‑ toestima y a sentirme querida y acompañada. Me sentí tan renovada que al momento de mi egreso lloramos mucho por la separación. Todas eran muy buenas compañeras. Aun conservo amistad con una de ellas y sus hijas. Nos llamamos “hermanas” desde entonces. Creo que logré salir del círculo de violencia, so‑ bre todo, porque tenía la fuerza y disposición para hacerlo. Yo no quería más violencia en mi vida. Y aunque mi amor por mi agresor era inmenso, ya no aguantaba más tantos insultos, maltratos ver‑ bales y amenazas. Además, ahí estaba mi hija. Pensar en su futuro fue lo que más me ayudó a salir de la violencia. Yo no quería ese ejemplo para ella, ni quería que cre‑ ciera viviendo en violencia. Por último, me gustaría decirle a las mujeres víc‑ timas de violencia que tomen la decisión firme y consciente de apartarse de su agresor, armarse de valor para no caer en sus amenazas y buscar ayu‑
da en Inamujer. Denunciar, buscar una amistad so‑ lidaria, un familiar donde puedan irse y romper ese silencio que realmente perjudica. Que deben sa‑ ber que mas allá de esa vida sí hay una vida me‑ jor, que sí puedes progresar y no hay nada que lo impida. Sí se pueden lograr las cosas si se tiene la voluntad. El deseo de cambiar todo tu entorno es posible con disposición. Hay que empezar por negar ese sentimiento que nos une al agresor; aprender a desprenderse para poder seguir. Son tantas las cosas que puedes de‑ cir y es tan grande el camino que puedes recorrer, solo con tu decisión de cortar el círculo de violen‑ cia y tener esa entereza para no volver atrás. Yo lo hice, sí se puede. El problema de la violencia hacia la mujer no es una cosa privada, sino totalmente de carácter e interés público. Creer que es privado desestabili‑ za a la familia y perjudica el futuro de los niños y niñas. Hay que tomar conciencia. Se deben to‑ mar acciones mucho más serias cuando un hom‑ bre violenta a una mujer, o a niños, niñas y ado‑ lescentes. Eso marca sus vidas, y si no se ataca a tiempo se convierte en una cadena. La violencia se va trasmitiendo como virus en el entorno de las niñas y los niños; virus que les alcanzará cuando sean adultas y adultos. Debemos desenmascarar al agresor, ponerlo en evidencia, así minimizarás los riesgos de violencia. Bueno, no pude evitar llorar recordando la expe‑ riencia vivida, pero gracias a Inamujer, su ayu‑ da, mi lucha, la voluntad de ambas partes, soy li‑ bre de violencia, libre para vivir en paz con mi hija. Hoy día tengo un compañero maravilloso que me apoya al cien por ciento en todo, y adora a mi hija como si fuera suya. Me realicé profesio‑ nalmente: actualmente soy Abogada Laboral, tra‑ bajo como consultora jurídica, pude cumplir esa meta y muchas otras. Mi hija ya tiene 11 años y puedo decir que es feliz también, ha crecido con mucho amor.
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insistieron para que saliera a cenar y a compartir. Pero no pude, quería estar encerrada, aislada de todos. Estaba muy asustada y deprimida.
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Ni víctimas ni pasivas Casas de Abrigo: atención integral que salva vidas y empodera
Martha POR: Tovar
sivas a p i mas n i t c í v Ni
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l programa de Casas de Abrigo está esta‑ blecido en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violen‑ cia (2007), para proteger las vidas de las mujeres víctimas de violencia por razones de género en su forma más extrema. Tiene como objetivos prin‑ cipales interrumpir la continuación de la violen‑ cia, resguardar la vida y ofrecer a las usuarias y a sus hijos e hijas menores las herramientas bá‑ sicas para el logro de la autonomía. En el año 2001, el Inamujer inaugura el programa que lleva por nombre “Argelia Laya”, con una casa ubicada en el centro del país. Este programa ha permane‑ cido en funcionamiento por trece años continuos, abrigando 202 mujeres en peligro de muerte has‑ ta el año 2013. En el año 2014, la experiencia de gestión de la casa “Argelia Laya” es replicada en cinco estados del país, dadas las solicitudes de los movimientos de mujeres, los cuales demanda‑ ron al Ejecutivo mayor número de casas de abri‑ go a nivel nacional.
Casas de Abrigo: atención integral que salva vidas y empodera Características de las Casas de Abrigo Las Casas de Abrigo son establecimientos ne‑ cesariamente discretos, que ofrecen protección temporal. Dependiendo de la particularidad de cada caso, esa protección puede variar de una semana (en casos de emergencia) hasta tres me‑ ses (de abrigo), y hospeda a las usuarias y sus hi‑ jos e hijas dependientes, cuyas vidas e integridad física han estado en inminente peligro a cau‑ sa de la violencia por razones de género o violen‑ cia machista. El programa de las Casas de Abrigo es de carácter nacional, confidencial, temporal y gratuito. El carácter confidencial de las casas es muy im‑ portante. Desde el Inamujer se hace un gran es‑ fuerzo para evitar que se divulgue la ubicación de las mismas, dado que ello supone poner en ries‑ go tanto a las usuarias, sus hijos e hijas, como al
Permanecer más tiempo del inicialmente planifi‑ cado puede suponer para las usuarias retrocesos en el logro de la autonomía. Asimismo, y cons‑ cientes de que se debe respetar la decisión de cada mujer en cuanto a si acepta o no permane‑ cer en el programa, el hecho de que egresen an‑ tes del tiempo estimado supone el riesgo de que los procesos vinculados al reconocimiento y su‑ peración de la violencia no hayan sido lo sufi‑ cientemente fuertes, por lo que la mujer podría exponerse a nuevas situaciones de riesgo.
Sobre el proceso de ingreso Para el ingreso de las usuarias a las Casas de Abrigo, el Instituto Nacional de la Mujer hace én‑ fasis en la denuncia y en que esa denuncia gene‑ re su respectiva medida de protección de abrigo, por lo cual la mujer empieza a contar con acom‑ pañamiento del personal de la Defensoría Nacio‑ nal de los Derechos de la Mujer. Con la aplicación de este mecanismo se pretende que todos los or‑ ganismos públicos que tienen corresponsabilidad en la atención de casos de violencia, se movilicen a fin de dar cumplimiento a la Ley Orgánica So‑
Cuando una mujer toma la iniciativa de dirigir‑ se al Inamujer y colocar la denuncia contra el agresor, se establece un punto de quiebre en su vida en el que ella comienza a empoderarse de sus derechos como humana, y surge la oportu‑ nidad para el cambio, para empezar a vivir sin violencia. Cada nuevo ingreso al programa Casas de Abri‑ go constituye un reto para el personal de aten‑ ción, porque aunque existen protocolos gene‑ rales establecidos, no hay recetas únicas. Cada usuaria tiene una realidad y necesidades diferen‑ tes. Por ello, antes de su incorporación al progra‑ ma, y durante los primeros días de su estadía en la casa, el personal comienza a evaluar detalla‑ da e interdisciplinariamente cada caso, buscando siempre que la mujer tome el poder de su propia vida. Este proceso de empoderamiento y de logro de la autonomía es muy personal, y cada usuaria tiene tiempos diferentes. Por lo antes expuesto, es de vital importancia que el personal que labo‑ ra en las casas esté capacitado y sensibilizado en el tema de la violencia contra la mujer, dado que formará parte de su día a día el manejo de los te‑ mores más sentidos, la desesperanza producida por un sistema patriarcal que en repetidas opor‑ tunidades obliga a las mujeres a subyugarse ante el poder masculino, a reprimir sus necesidades e intereses personales por complacer al otro, y a la pérdida de su identidad.
Casas llenas de historias La cotidianidad de los servicios de atención del Inamujer está colmada de relatos que la sociedad patriarcal siempre invisibiliza. Y es que la ma‑ yoría de las mujeres víctimas de violencia lo son dentro de su propio hogar, donde ocurren las for‑ mas más comunes de lesiones que sufre una mu‑ jer en el transcurso de su vida, lo cual genera si‑ tuaciones de indefensión, trastornos emocionales y pérdidas materiales. Año I 2015 mayo
El carácter temporal del alojamiento en las casas constituye uno de los factores de éxito del pro‑ grama, dado que durante el tiempo que la mujer víctima de violencia machista extrema y sus hi‑ jos e hijas permanecen en la casa, reciben herra‑ mientas básicas para la identificación del ciclo de violencia, y lo que ello representa para sus vi‑ das. Al mismo tiempo van fortaleciéndose como personas, y van tomando control de sus propias vidas.
bre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y que las usuarias puedan acceder al sistema de justicia.
Ni víctimas ni pasivas Casas de Abrigo: atención integral que salva vidas y empodera
personal que amorosamente labora en ellas. Las consecuencias de divulgar la ubicación de uno de estos recintos son incalculables, pues debe tener‑ se en cuenta que cada mujer y/o grupo familiar abrigado han pasado por situaciones de violencia graves. Las razones que las obligan a ingresar en el programa de abrigo son distintas, y el nivel de peligrosidad de los agresores también varía, mo‑ tivo por el cual se debe impedir cualquier posi‑ ble acercamiento de los mismos a las casas, a las usuarias y su familia. La pérdida de la confiden‑ cialidad, sin duda alguna, compromete la conti‑ nuidad del programa de Casas de Abrigo.
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Estas son expresiones reales de mujeres que se han apoyado en el Inamujer para romper el ciclo de la vio‑ lencia. Por fortuna, se puede decir que su tránsito por las Casas de Abrigo las ayudó a superar la situación de violencia por la cual ingresaron al programa. Usuaria A: Mi esposo me pegaba desde que nos casamos. Me de‑ cía que tenía que aprender a cocinar y que tenía que aprender a ser una buena mujer. Siempre tenía golpes en las piernas, me fracturó el tabique... creí que me mataría. Usuaria B: Me amenazaba con matarme, dormía con su pistola en la mesa de noche. Usuaria C: Una noche comenzó a pegarme, me desnudó y me arrastró por la calle, los vecinos no se metieron. Usuaria D:
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Tengo miedo de volver a la casa, ayer me pegó nue‑ vamente delante de las niñas, me cortó el cabello, me dice que me va a matar.
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En el tiempo en el que las usuarias y sus hijos e hijas permanecen en cualquiera de las Casas de Abrigo, se insertan en un plan de intervención en el que día a día participan en jornadas educati‑ vas, reciben atención legal continua que garan‑ tiza la realización de las diligencias necesarias para dar cumplimiento a los procesos jurídicos, y para lograr las acusaciones y sanciones de los agresores. Por otra parte, el programa ofrece atención psi‑ cológica que las ayuda a reelaborar y ordenar el incidente en crisis producido por la violencia ma‑ chista, y les permite adquirir habilidades para to‑ mar decisiones y construir un proyecto de vida sin violencia. El personal que conforma el pro‑ grama también realiza las articulaciones nece‑ sarias para que luego del ingreso de cada mujer, conjuntamente con cada grupo familiar, puedan ser evaluados/as a través de los servicios de salud que ofrece el Estado. En estos espacios libres de violencia, día a día se efectúan esfuerzos a fin de rescatar los sueños de cada mujer, de cada niño y cada niña que se inserta en el programa, y poder construir juntas y juntos un presente y futuro sin violencia por razones de género. El Inamujer, a través del programa Casas de Abri‑ go, salva vidas. Esa es una de las mayores satis‑ facciones que puede tener cualquiera de sus tra‑ bajadoras, las cuales prestan sus servicios de manera anónima, dado que así lo requiere el pro‑ grama. Ninguna mujer quiere ingresar a una Casa de Abrigo, puesto que ello supone haber pasado por una situación de violencia extrema, romper con sus lazos familiares más íntimos, abando‑ nar su entorno, y hasta muchas veces su traba‑ jo y su educación, y la de sus hijos e hijas. Es por eso que los esfuerzos deben estar dirigidos a que el servicio se preste con calidad, pero sobre todo con calidez.
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Rosalba POR Gómez Lozano: Mariam Baritto L eón
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n el año 2007 se aprueba la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, como respuesta a la necesidad de hacer frente a la pro‑ blemática de la violencia machista contra las mujeres, a la indolencia del sistema de justicia frente esa violencia y, muy especialmente, como resultado de no pocos años de lucha de organiza‑ ciones feministas, de colectivos de base de mu‑ jeres y de individualidades, por lograr una legis‑ lación que pusiera freno a este flagelo, que tiene un alto índice de incidencia en Venezuela, Améri‑ ca Latina y el mundo.
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Esta legislación representa un gran avance, no solo a nivel nacional sino también internacio‑ nal, ubicando a Venezuela a la vanguardia en la materia, y ocasionando un aumento inmedia‑
to de las denuncias de violencia contra las mu‑ jeres producto del impacto y expectativa pro‑ ducidas por la aprobación de la Ley, así como al crecimiento exponencial de las instituciones es‑ tablecidas por la misma para atención y defensa de los derechos de las víctimas. Pese a ello, este avance no trajo como consecuencia la disminu‑ ción en la violencia contra las mujeres, con la ce‑ leridad esperada y requerida. La estructura patriarcal, tanto de las institucio‑ nes como de la propia organización social, se convirtió en una limitante para la aplicación de la Ley: comunidades permeadas por visiones ma‑ chistas y por el convencimiento de que la vio‑ lencia contra la mujer es de índole privada; fun‑ cionarios encargados de la recepción de las denuncias sin sensibilización frente a la violencia y sin formación en materia de género ni de de‑
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Forma comunción de Defen a Foto: A les de los d soras y Defe lejandra n e Teijido rechos de la sores s muje res
En el último trimestre del 2013, y habiendo ya pasado seis años de la aprobación de la Ley, la defensora nacional de los Derechos de la Mujer, abogada María Hernández Royett, con su equi‑ po de trabajo, pone sobre el tapete la necesidad de incorporar en forma efectiva al Poder Popular, bajo el principio constitucional de la correspon‑ sabilidad, en las acciones tendientes a la erra‑ dicación de la violencia contra la mujer. Así fue concebida la propuesta de generar una red a ni‑ vel nacional de defensoras y defensores comuna‑ les, a quienes se les transfirieran actividades de promoción de los derechos de las mujeres y de acompañamiento a las mujeres víctimas de vio‑ lencia de sus comunidades, como un mecanismo para detectar las situaciones de violencia con‑ tra la mujer y canalizar su atención, a la vez que permite realizar contraloría social de la atención brindada y de los sistemas de protección y se‑ guridad para las víctimas que debe garantizar el Estado.
En el diagnóstico realizado por la Defensoría, so‑ bre la atención brindada a las mujeres vícti‑ mas de violencia machista, entre otros factores, se hace manifiesta la necesidad de fortalecer el acompañamiento y fortificar la contraloría social de los órganos receptores de denuncias, pues‑ to que se encuentran diversas problemáticas re‑ lacionadas fundamentalmente con la recepción de la denuncia y la aplicación de las medidas de protección y seguridad, evidenciándose la exis‑ tencia de nudos clave en la ruta crítica de la mu‑ jer, tanto personal como institucional. En la ruta crítica personal, se encontraron puntos de dificultad en lo relacionado con la falta de in‑ formación para el auto reconocimiento de la mu‑ jer como víctima de violencia machista; el des‑ conocimiento de los mecanismos para denunciar; la falta de apoyo comunitario en el momento de la toma de decisión de colocar la denuncia, tan‑ to en el proceso y en los momentos posteriores a la misma. En la ruta crítica institucional, las mayores difi‑ cultades se ubicaron en las barreras en la presta‑ ción de los servicios en los órganos receptores de denuncia, tanto en lo que se refiere a la accesi‑ bilidad y prontitud, como en la eficacia y calidez de la atención; la prácticamente inexistente for‑ mación en género, de funcionarias y funcionarios al frente de la recepción de las denuncias; el es‑
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rechos humanos; sistemas de investigación poco adecuados para la atención inmediata y eficaz de la víctima; y, en general, una institucionalidad deshumanizada, burocratizada, sin compromiso con la labor que desarrolla y sin la adecuada ca‑ pacitación técnica, son todos ellos elementos que impiden que la Ley tenga el impacto necesario para disminuir significativamente los índices de violencia contra la mujer.
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casísimo conocimiento de este personal de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Todo esto afecta la identificación del delito como violencia contra la mujer, e impide la aplica‑ ción del procedimiento especial que indica la Ley. También impide la definición de las medidas de protección y seguridad adecuadas y necesarias; asociada a la insuficiencia de unidades especia‑ lizadas de recepción de denuncias y de atención multidisciplinaria a las víctimas de violencia con‑ tra la mujer. Asimismo, se encuentran embudos que retrasan el procedimiento: poner como filtro indispensable la realización de exámenes psicoló‑ gicos y/o forenses para establecer las medidas de seguridad; considerar indispensable el dictamen psicológico de la víctima para dar continuidad al proceso, entre otros. Varios de estos elementos se encontraron a nivel del Ministerio Público, el que, si bien cuenta con organismos especializados en la atención a las víctimas de violencia contra la mujer, adolece de las mismas dificultades en torno a la formación y sensibilización en género de sus funcionarios y funcionarias, pese a que también esta institución ha venido trabajando fuertemente en la supera‑ ción de estas dificultades. Por otra parte, se evidencia la soledad de la mu‑ jer en el proceso de la denuncia, al no contar con el acompañamiento ni con la atención y defen‑ sa jurídica necesarias, elementos que son compe‑ tencia de la Defensoría Nacional de los Derechos de la Mujer, que a su vez no posee la estructu‑ ra necesaria para ofrecer este servicio a todas las víctimas a nivel nacional.
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Las salidas frente a esta situación se enfilan ha‑ cia la articulación interinstitucional a través de mesas de trabajo y acuerdos específicos para romper los nudos críticos. En lo que tiene que ver con la Defensoría, se plantea la reorganiza‑ ción y fortalecimiento estructural a nivel local y nacional.
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Un elemento central resultante del análisis fue la comprensión de la imposibilidad de superar es‑ tas dificultades exclusivamente desde la acción institucional. De ahí que se plantee la necesidad
de articular con el Poder Popular para avanzar en la consecución de los objetivos de la Defensoría en lo que se refiere a la atención y defensa de las mujeres víctimas de violencia, así como a la arti‑ culación coherente con dos principios constitu‑ cionales: la participación protagónica y la corres‑ ponsabilidad, los dos pilares fundamentales del proceso revolucionario. Esta articulación permitiría identificar las situa‑ ciones y condiciones de violencia, hacer el abor‑ daje comunitario y acompañamiento de las víc‑ timas, e impulsar la contraloría social de las instituciones que deben dar respuesta para ma‑ terializar el acceso a la justicia eficaz. Para ello nos hemos planteado la necesidad de fortalecer las organizaciones feministas de base mediante la articulación entre los centros inte‑ grales para las mujeres ‑ que ahora son los Cen‑ tros de Atención y Formación Integral para la Mujer, Cafim-, los espacios de encuentro y de ar‑ ticulación política y los Comités de Igualdad y Equidad de Género de los Consejos Comunales. Hoy entramos en una nueva fase de consolida‑ ción y afianzamiento de la operatividad de las defensoras y defensores comunales, a través del impulso de sus planes de trabajo específicos, el fortalecimiento de las estructuras en las regiones y la difusión del programa a través de los medios masivos y alternativos de comunicación. También hemos diversificado y profundizado en las expe‑ riencias de formación, en la articulación con el Poder Popular y la ampliación de la base social organizada, para lo cual contamos además con una página digital de registro: http://www.ina‑ mujer.gob.ve/web/defensoras/. Transcurrido casi un año de la concepción de di‑ cha propuesta, se cuenta en la actualidad con un grupo de más de trece mil mujeres y hombres que se han incorporado al proyecto, habiéndo‑ se convertido en un proceso interactivo de cons‑ trucción, que ha ido ganando cada vez más par‑ ticipantes y experiencias. Así contribuimos al mejoramiento de la atención a las mujeres en el difícil camino hacia una vida libre de violencia, la erradicación de la violencia machista y la despa‑ triarcalización de la sociedad.
Violencia entre parejas lesbianas o “control homofóbico”
Igualmente diversxs Violencia entre parejas lesbianas
strillo ine Ca Kather POR:
Igualm ente d iversxs
La investigadora Bárbara Hart (1986) definió la agresividad lésbica como “un patrón de violencia en el que una mujer bus‑ ca controlar pensamientos, creencias o conducta de su pareja, o para castigarla por resistirse a que la controlen”. A pesar de las similitudes en los tipos de abuso entre las rela‑ ciones heterosexuales y homosexuales, existen variables adi‑ cionales que son únicas en las relaciones gays y lésbicas. Hart llamó a estas formas “control homofóbico”, en el que el abu‑ so ocurre al amenazar a la víctima con informarle de su orien‑ tación sexual a sus amistades, familia, jefe, policía, iglesias u otras personas de la comunidad, y decir que se merece el mal‑ trato por ser homosexual o lesbiana. ¿Está la violencia entre parejas del mismo sexo invisibilizada? Definitivamente, quien es agredido o agredida por su pareja di‑ fícilmente acude a realizar la denuncia por temor a la discrimi‑ nación derivada de los prejuicios y la falta de información de las y los trabajadores públicos. De modo que la idea de que la violencia (verbal, física, económica o psicológica) entre pare‑ jas de mujeres u hombres no existe debemos desecharla, pues al igual que en una relación heterosexual, la víctima cae en el círculo de la violencia, en el que piensa que la conducta hos‑ til y agresiva de la pareja es su culpa, o que el temor de ser ex‑
puesta como lesbiana o como homosexual le impiden salir de esa relación. No es poco común ver en los espacios públicos cercanos a ba‑ res de “ambiente”, a parejas de mujeres actuando bajo los pa‑ trones de violencia machista. Y es que la represión hacia las mujeres no se reduce al hombre: se trata de un comportamien‑ to en el que la persona atacante ve a su compañera “como un objeto de su pertenencia (…), que la mujer es algo de su pro‑ piedad, y como tal, considera que puede hacer con ella lo que desee. Golpearla, gritarla, insultarla y hasta matarla”, así lo ex‑ presa Ada Beatriz Rico, directora de La Casa del Encuentro, un centro de asistencia, orientación y prevención integral de la violencia contra la mujer y trata de personas en Argentina. Es decir, sea hombre o mujer quien ataca a su compañerx, ve en él o ella no a una persona, sino a un cuerpo o pieza que puede violentar a su antojo. El llamado es a que se establezcan políticas públicas que erra‑ diquen mitos, estereotipos e invisibilización alrededor de la violencia doméstica entre lesbianas, que las mujeres abusadas puedan tener acceso a protección y orientación sin discrimi‑ nación, prejuicios, y sin lagunas legislativas que obstaculicen su derecho a una vida libre de violencia como cualquier mujer heterosexual. Las acciones violentas, que menoscaban la integridad de una mujer, no se justifican ni siquiera si quien las comete es otra mujer. La violencia de género es una acción consciente, quien agrede lo hace como alternativa a una “solución”, y a pesar de que a la víctima le pueda parecer que su pareja “ha perdi‑ do el control”, la conducta abusiva siempre es intencional y deliberada.
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ntre los terribles casos de violencia hacia la mujer, qui‑ zá no nos hayamos detenido a pensar en la violencia en‑ tre parejas conformadas por dos mujeres. La legislación venezolana no reconoce ni ampara a las víctimas de violen‑ cia doméstica en parejas del mismo sexo. Los artículos 14 y 15 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia hablan específicamente de “el agresor”, el hombre como victimario, y de la mujer como víctima.
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Mal-educadas Ninguna agresión sin respuesta
rrez, z Gutié e d n á rn ska He Dubra POR:
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Ninguna agresión sin respuesta. Defensa personal para mujeres Tendría unos 17 años e iba camino a la universi‑ dad, cuando un tipo de unos treinta años agarró con una mano mi pelvis y con la otra mis nalgas con tal fuerza que me dejó inmóvil y temblorosa. Él siguió caminando rápido y mirándome mientras frotaba su pene por encima de su chaqueta. Pasa‑ rían unos treinta eternos segundos cuando retomé el aliento y salí corriendo para perseguirlo. La gen‑ te me preguntaba si me había robado, yo les grité que sí, mientras pensaba que me había robado ¡mi dignidad! No lo alcancé y por supuesto, nadie me ayudó a detenerlo.
Mal-educadas Ninguna agresión sin respuesta
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Recordamos a Simone de Beauvoir en El segundo sexo, cuando nos advertía que “la mu‑ jer, desde el principio tiene un conflicto en‑ tre su existencia autónoma y su ser-otro; le han enseñado que para agradar hay que ha‑ cerse objeto, por lo cual tiene que renunciar a su autonomía. Es tratada como una muñeca viviente y le niegan su libertad, con lo que se anula en un círculo vicioso, pues cuanto me‑ nos ejerza su libertad para comprender, cap‑ tar y descubrir el mundo que la rodea, menos recursos encontrará en sí misma y menos se atreverá a afirmarse como sujeto”. Basta ya de repetir como mantra que el pro‑ blema de la cultura machista y la violencia contra las mujeres radica en la falta de edu‑ cación, cuando seguimos entramadas en múl‑ tiples significados en los que aún prevalece la idea de que el cuerpo de las mujeres es apro‑ piable, usable y desechable. A partir de mu‑ chas reflexiones se nos vino la idea y luego la tarea titánica de organizar un Taller Básico de Defensa Personal para Mujeres, con el ob‑ jetivo primario de construir pautas para de‑ fendernos de una agresión, para desarrollar nuestro reflejo, para reaccionar rápido ante algún ataque violento, manejando los miedos e inseguridades, con mucho amor y respeto, con el fin de desarrollar los sentidos, avan‑ zar en nuestro acondicionamiento físico y en nuestra flexibilidad. Gracias al Núcleo Endógeno Nuevo Nuevo Circo, a la Escuela de Formación Socialista en Igualdad de Género “Ana María Campos”, a muchos entrenadores y a un sinfín de compa‑ ñeras aliadas, nos hicimos el taller, que tenía la intención de socializar las estrategias en 25
sesiones de trabajo del “sistema libre combi‑ nado” a las participantes, mujeres jóvenes de edades comprendidas entre 15 y 35 años, es‑ tudiantes, profesionales, fotógrafas, bailari‑ nas, policías, educadoras, activadas, apode‑ radas, empoderadas y hasta organizadas en algunos colectivos y organizaciones sociales. Nos encontramos muchachas con mucho en‑ tusiasmo provenientes de Ocumare, Barloven‑ to, Guatire, La Guaira, La Victoria, de muchí‑ simas parroquias del Distrito Capital, como el 23 de Enero, El Valle, Santa Rosalía, Cari‑ cuao, Catedral, El Recreo, La Candelaria y San Agustín. Así aprehendimos a escucharnos y a herma‑ narnos. Trabajamos la presencia, la actitud y autoestima; también los reflejos, el ritmo, la postura, los gestos, la fluidez, el movimien‑ to; hasta nuestro tono de voz: el grito, la mo‑ dulación de voz y mirada son elementos que intervienen en la defensa personal. Conoci‑ mos la utilización creativa de objetos de ayu‑ da y soportes de estrategia. Hicimos ejercicios para manejar situaciones de estrés median‑ te la socialización de herramientas de alinea‑ ción y prácticas de liberación. Trabajamos la percepción grupal y la geometría del espacio, así como las prácticas de potencia, los golpes, bloqueos, luxaciones, ataque y huida. La tarea más difícil nos queda pendiente: la previsión, improvisación, adaptación y superación. Semana a semana fuimos construyendo “re‑ sistencia y técnicas para enfrentar una situa‑ ción violenta”. Gracias a la valiosa colabora‑ ción de Airim Torres, Zacarías Lugo, Manuel Pardo, Fernando Vyasa, aprendimos técni‑ cas de resistencia, concentración, Taekwon‑ do, Karate, Hapkido, Kickboxing, Full contact y hasta Sambo, que se caracteriza por la po‑ sibilidad de defendernos sin arma, y se traba‑ ja y se refuerza la agilidad y la habilidad. Así nos aproximamos a las maniobras tácticas, de las cuales se obtiene agilidad, movimientos constantes y mucha disciplina para obtener las técnicas de proyecciones, llaves de brazos, de piernas y derribes, utilizando la fuerza del oponente. ¡Aquí no se rinde nadie!
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Así nos aproximamos a las maniobras tácticas, de las cuales se obtiene agilidad, movimientos constantes y mucha disciplina para obtener las técnicas de proyecciones, llaves de brazos, de piernas y derribes, utilizando la fuerza del oponente. ¡Aquí no se rinde nadie!
esde nuestra infancia recibimos lec‑ ciones sobre los límites y los permisos que tenemos con nuestro cuerpo. Lec‑ ciones diferenciadas para niños y niñas. Juga‑ mos a veces a inventarnos privilegios de ser niño; jugamos otras veces a repetir el deber ser de una niña. Esto es aprender sobre se‑ xualidad y poder, esto es aprender a relacio‑ narnos entre nosotros y nosotras. Así se van construyendo subjetividades de sumisión y de apropiación diferenciadas.
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Mal-educadas Ninguna agresión sin respuesta
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El Taller es un espacio de construcción colectiva. Luego de conversas y reflexiones después de cla‑ ses, nos pusimos como reto identificar las bases psicológicas de la defensa personal para mujeres.
te son consejos de defensa personal muy confia‑ bles. Acudir a clases de defensa personal nunca está de más para aprender a defenderse en cual‑ quier escenario.
Entre esas bases tenemos:
Vamos juntas a transformar el miedo ‑ la adre‑ nalina‑ en fuerza para atacar. Si te sientes abu‑ sada cualquier reacción es válida. Desde correr, gritar, golpear y hasta intoxicar a quien te está agrediendo. Elige la forma que te sea más útil y con la que te sientas más cómoda. Ten en cuen‑ ta que muchas veces la violencia llega a tales ex‑ tremos que lo se pone en juego es tu vida o la de tu atacante.
•Confía siempre en tus sensaciones, por más que no haya signos explícitos de violencia. •Toma conciencia de lo que demuestra tu actitud corporal, si no te sientes segura puede que el agresor lo perciba y tome provecho de eso. •Establece los límites de tu espacio personal y no permitas nunca que sean invadidos. •Los roles de víctima y agresor son complementarios. Si te ubicas en el rol de víctima estás confir‑ mando el rol del agresor. •Recuerda siempre tener una actitud de autodefensa. Si caminas seria y erguida cuando vas por una zona peligrosa, los atacantes lo notarán y buscarán un blanco más fácil. No es recomenda‑ ble caminar despacio ni con la cabeza baja. Irra‑ diar confianza y seguridad en ti misma es uno de los consejos de defensa personal más simples y efectivos. Usar el sentido común y la moderación es muy importante. Si sientes un escalofrío o algo no te da buena espina, ten cuidado y aléjate de los peligros. •Estar consciente de tu alrededor es importante. Evita estar distraída o hacer muchas cosas a la vez cuando estás sola. Aprender a reaccionar con rapidez es uno de los consejos más impor‑ tantes. Llevar consigo un gas pimienta o un taser puede salvarte la vida, pero en situaciones de peligro debes usar cualquier cosa: bolsos, llaves, uñas y dientes. Practicar patadas y puñetazos y saber cuáles son los puntos débiles del atacan‑
Es importante que todos estos consejos de defen‑ sa personal para mujeres sean parte de nuestro día a día, pero sin caer en la paranoia. Los ladro‑ nes, atacantes y agresores pueden estar caminan‑ do cerca de ti. Algunos parecen personas norma‑ les y otros intimidan con el caminar o la mirada. La hipocresía, el individualismo y la incomunica‑ ción sólo ayudan a mantener y alimentar la ca‑ dena de violencia. El silencio nos transforma en cómplices. Y la complicidad hace que estos he‑ chos sigan sucediendo. Hablar para solidarizar‑ nos entre nosotras nos hace comprender que los abusos fueron y son cometidos contra millones de mujeres a lo largo de generaciones en todas par‑ tes del mundo. Romper el silencio y el aislamien‑ to es empezar a quebrar con una larga historia de abusos. Mujeres, debemos estar alerta en todo momento, en especial cuando estemos solas. No subestimemos el poder de la defensa personal.
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•El miedo y la rabia que producen adrenalina en el cuerpo también aumenta la fuerza física, y si aprendemos a utilizarla puede ayudarnos a de‑ fendernos. El pánico se desarrolla a través de la falta de oxígeno en el cerebro. Para superarlo es necesario que intentes tranquilizarte y respires lentamente, tomando aire por la nariz y soltándo‑ lo por la boca.
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Historia de vida Femicidio: la máxima expresión de la violencia contra la mujer
Yermey POR: n York
Femicidio: la máxima expresión de la violencia contra la mujer
ida v e d a i Histor
El término “homicidio” proviene del latín, y significa “muerte de un hombre o humano”. Como se ve, el término mismo perpetúa la invisibilización de la mujer como víctima de violencia. La lucha histórica de los movimientos de mujeres ha logrado impulsar el uso de la palabra femi‑ cidio, así como ha logrado poner en evidencia la necesidad de crear un marco legal normativo para sancionar las múltiples formas de violencia contra la mujer. Dentro de la espiral ascenden‑ te y acumulativa del ciclo de la violencia, el femicidio constituye la máxima expresión de ese ciclo, ya que lleva a la evitable muerte de la víctima.
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ntendemos por “femicidio” el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer, a ma‑ nos de un hombre. Fue en 1976, ante el Pri‑ mer Tribunal Internacional de Crímenes contra Mu‑ jeres, que Diana Russel y Jane Caputi utilizaron este término definiéndolo como: “asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio, despre‑ cio, placer o un sentido de propiedad hacia la mu‑ jer”. También como “el conjunto de formas de violen‑ cia hacia las mujeres que, en ocasiones, concluyen en asesinatos e incluso en suicidios”, tal como lo in‑ dica la mexicana Marcela Lagarde.
tención de justicia hacia las mujeres, que debe ir acompañada de un constante seguimiento y acom‑ pañamiento al cumplimiento de estas normativas, en la práctica cotidiana.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Latinoamérica los países que tipifican el femicidio son Chile, Costa Rica, Guatemala y Nicaragua. En El Salvador, México y Perú, el marco legal regulatorio utiliza el término feminicidio.
A continuación reconstruiremos dos casos de femici‑ dio, cuyos victimarios disfrutaban de cierto estatus o nivel de notoriedad en nuestra sociedad, y por ende, el impacto y cobertura mediática que estos casos tuvieron se caracterizó por un sesgo que privilegia‑ ba a los victimarios. El mal aplicado término “crimen pasional”, utilizado comúnmente en estos casos, tan solo sirve de excusa o justificación para solapar una realidad que se vive en el mundo entero: la muerte de una mujer por el hecho de ser mujer.
Es innegable el avance que supone la visibilización de la violencia contra la mujer en las legislaciones latinoamericanas: las implicaciones y alcances de estas tipificaciones impulsan cada vez más a la ob‑
Queda de nosotras, como protagonistas de estos procesos de transformaciones sociales, impulsar y ci‑ mentar los cambios culturales necesarios para dis‑ minuir y finalmente eliminar toda forma de violencia contra las mujeres. Acompañadas de herramientas de protección, cada día estaremos más cerca de la igualdad y la equidad social.
Femicidio El 25 de noviembre de 2014, en la instalación del Consejo Presidencial de Gobierno Popular de las Mujeres, se aprobó la reforma a la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia que tipifica el femicidio como delito. Esta reforma sanciona el femicidio con penas de 20 a 25 años de prisión (art. 57) y los casos agravados con 28 a 30 años (art. 58).
El día de su muerte, Roxana se dirigía a una reunión con sus compañeros de la universidad. Sin embar‑ go, nunca llegó a su destino. Sus familiares comen‑ zaron a sospechar que algo había ocurrido alrededor de las 8:00 pm, cuando su celular seguía apagado. El 14 de julio, dos días después de su desaparición, se encuentra su cuerpo sin vida en Parque Caiza, Esta‑ do Miranda, mostrando un fuerte golpe en la cabe‑ za ocasionado por un objeto contundente, el cual le ocasionó el traumatismo craneoencefálico que gene‑ ró su muerte. Durante la investigación del caso de Roxana, se des‑ cubrió que el psiquiatra que la atendía mantuvo una relación sentimental con ella, ejerciendo una gran in‑ fluencia en las decisiones de la joven, esto según de‑ claraciones de la señora Ana Teresa Quintero, su ma‑ dre. Roxana mantenía un blog y un diario personal, donde la joven relataba su relación sentimental con la persona que debía ayudarla y orientarla. En julio de 2008, Roxana iba a revelar esta relación. Ante es‑ tos indicios, la investigación policial se centró en el psiquiatra de Roxana: se hicieron allanamientos a la casa y el consultorio del agresor, donde se encon‑ traron elementos que los vinculaban. Durante el jui‑ cio, se demostró que la muerte de la joven ocurrió en el consultorio del psiquiatra, donde se realizaron pruebas de luminol que dieron positivo por rastros de sangre y de ADN pertenecientes a la víctima. El día 29 de septiembre de 2010, el psiquiatra fue condenado a 20 años de prisión, se le prohibió el ejercicio de su profesión y fue trasladado al Interna‑ do Judicial de Yare, donde permaneció hasta marzo de 2012, cuando se le otorgó “casa por cárcel”. Final‑ mente, falleció el 24 de agosto de 2013. El psiquiatra de Roxana era Edmundo Chirinos.
Ella era una joven de Mérida, que desde niña quería ser modelo. Cuando cursaba segundo año de bachille‑ rato en el Liceo Simón Bolívar, a sus 13 años, conoció a su futuro esposo. En un inicio, la familia de la joven se opuso a esta relación, pero tuvieron que ceder cuando a los 15 años la joven decidió casarse después de tener a su primer hijo, en junio de 2002. Dos años después, en noviembre de 2004, nació también una niña fruto de esa relación. Yenifer se fue a vivir con su esposo al exterior, ya que él era un deportista reconocido a nivel internacional. Ella le contó a su madre, la señora Esmeralda Vieira, que quería seguir estudiando, pero su esposo era “muy ce‑ loso, no le gusta que ande por allí, me cuida mucho”. Los celos y control de su pareja llegaron al punto de las agresiones verbales y físicas, las cuales fueron solapa‑ das por familiares y amigos. Ella tuvo varias visitas a centros de salud por politraumatismos; sin embargo, ni ella ni sus familiares hicieron una denuncia formal por las agresiones. El 20 de marzo de 2010, Yenifer ingresa a un centro hospitalario ubicado en El Vigía, pero debido a lo seve‑ ro de las lesiones (politraumatismos y perforación de pulmón a causa de fractura de costilla), fue traslada‑ da al Hospital Universitario de los Andes. Es allí cuan‑ do el personal sanitario limita las visitas de su espo‑ so, por lo cual agrede a una doctora y a una enfermera del hospital. Ante esta situación, son las servidoras pú‑ blicas quienes levantan una denuncia en contra del es‑ poso de Yenifer, siendo dictadas las medidas de aleja‑ miento y no contacto entre el presunto agresor y las denunciantes. Adicionalmente, y ante la evidencia de uso de drogas por parte del esposo de Yenifer, se le im‑ puso la obligatoriedad de realizar un programa de desintoxicación. El 5 de abril, la Fiscalía 20 del Ministerio Público en Mérida realiza otra visita al hospital donde se encuen‑ tra Yenifer, en la que ella declara que no necesita las medidas de protección y seguridad dictadas para sal‑ vaguardar su integridad. Tres días después, al esposo de Yenifer se le otorga la libertad bajo régimen de presen‑ tación; ella lo esperaba a las afueras del juzgado, del cual partieron a emprender un viaje hacia Caracas. El 17 de abril la pareja llegó a un hotel en Valencia, Es‑ tado Carabobo. En la madrugada del 18 de abril, el es‑ poso de Yenifer reconoció haberla asesinado ante los empleados del hotel, en la habitación que compartían. Ese mismo día, en la celda donde se encontraba dete‑ nido, el esposo de Yenifer se suicida. Su nombre era Ed‑ win “El Inca” Valero Vivas.
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Ella era estudiante del 7mo semestre de Comunica‑ ción Social en la Universidad Católica Santa Rosa. Tenía 19 años. El sábado 12 de julio de 2008 su vida fue truncada de forma sorpresiva. Como muchas jó‑ venes, sufría de inseguridades por las cuales buscó ayuda profesional en octubre de 2007, a manos de quien finalmente sería su asesino.
Yenifer Carolina Vieira Finol, 24 años
Historia de vida Femicidio: la máxima expresión de la violencia contra la mujer
Roxana Vargas, 19 años
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La Conversa Beatriz Montenegro
negro Monte Beatriz CON:
“Apoyamos a ultranza a las mujeres”
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¿En qué consiste el servicio de atención psicológica del Inamujer?
Sororidad Del latín “sor” que significa “hermana”, es una apuesta política que busca la superación de la rivalidad entre mujeres estimulada por la mentalidad y la cultura patriarcal, a través de la transformación solidaria de las relaciones entre mujeres como semejantes que se valoran entre sí y construyen alianzas. El lazo afectivo entre dos mujeres no puede traducirse por "fraternidad" porque "frater" en latín significa "hermano".
Este servicio ofrece un espacio de escucha a las mujeres que acuden solicitando orientación por razones de maltrato, fundamentalmente en sus relaciones de pareja. También acuden las muje‑ res que han sido referidas por la Fiscalía, a la cual ellas se han dirigido para denunciar a sus parejas por razones de violencia machista. Entonces ofre‑ cemos esas dos vías: la de orientación, escucha, contención emocional y, por otra parte, la de eva‑ luarlas psicológicamente. Posterior a esa evalua‑ ción, se elabora el informe psicológico que se en‑ vía a la Fiscalía, y que constituye un documento probatorio de la causa. ¿A quiénes va dirigido? ¿Cómo se accede a este servicio? Está dirigido a todas las mujeres que por una u otra razón se les ha causado malestar psicológico. Esta institución fue creada para apoyarlas, para ayudarlas. Puede venir cualquier mujer. Estamos en el piso 1 de la Torre Bandagro, en la Defensoría Nacional de los Derechos de la Mujer. Ahí se en‑ cuentra la Gerencia de Atención y Prevención de la Violencia contra la Mujer. En esta Gerencia es donde está el servicio de atención psicológica. Ge‑ neralmente, son orientadas por las abogadas, por nuestras defensoras, luego de que han pasado por una evaluación.
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¿Cómo podemos identificar la violencia de género? ¿Qué significa que sea de género?
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La mayoría de las mujeres cuando acuden acá es porque han sido violentadas sólo por su condi‑ ción de mujer. Es un asunto que popularmente suena exagerado. En una conversación casual so‑ bre el tema se levantan muchas perspicacias por‑ que “¿cómo es eso de que a las mujeres, pobreci‑
tas, las maltratan? Pero es que a ellas les gustan que las maltraten, hay mujeres que son masoquis‑ tas”. En fin, hay una cantidad de prejuicios alre‑ dedor de esta concepción. Pero la violencia de gé‑ nero la logramos identificar cuando acuden a nuestros espacios mujeres que denuncian la situa‑ ción de persecución, de acoso por parte de sus pa‑ rejas, cuando ellas han decidido optar por otras actividades más allá de lo convencional, del cui‑ dado de los niños y las niñas, del cuidado de ellos como parejas. Cuando ellas se atreven a desafiar ese orden convencional, el hombre que es violento y es machista ejerce esa violencia porque se siente con la licencia legitimada por el sistema patriarcal. Es por eso que hemos tenido cualquier cantidad de casos en los que sólo porque la mujer se ha atrevi‑ do a desafiar ese orden, ha optado por el estudio, por trabajar, salir de la casa, es inmediatamen‑ te censurada, acusada de puta, de que ella lo que quiere no es ir a trabajar o a estudiar sino a ver‑ se con otros hombres, porque se va a acostar con otros hombres. Esa es la expresión común en los discursos y en las quejas de las mujeres que acu‑ den aquí. Entonces la violencia de género es aque‑ lla que ejerce el hombre machista sobre la mujer, que consideran en un orden inferior, subordina‑ da, es decir, “su mujer”, y eso lo entrecomillo, “su esposa”, que es de él y de nadie más. Por tanto, él tiene el poder de definir lo que ella puede o no ha‑ cer. En definitiva es una violencia machista. ¿Cuáles son las estrategias no convencionales de acompañamiento a mujeres víctima de violencia de género? ¿Por qué son “no convencionales”? La atención no convencional a mujeres víctimas de violencia que acuden a nuestra institución está determinada por dos criterios: El número uno es que ofrecemos una escucha ho‑ nesta a estas mujeres, una escucha en la que no se
La escucha honesta se aparta de la psicología fo‑ rense convencional en tanto que esta última se ocupa de la recolección, análisis y presentación de evidencias psicológicas para propósitos judicia‑ les. Convencionalmente, la evaluación psicológi‑ ca busca demostrar que la mujer ha sido realmen‑ te violentada o afectada psicológicamente. Pero nosotras vamos más allá, porque nosotras no esta‑ mos poniendo en duda su testimonio. No se trata de si está diciendo verdad o mentira: la mujer vie‑ ne aquí con razones de peso. Nosotras decidimos apoyar a ultranza a las mujeres, aunque esto pue‑ da generar ruido o recibir críticas. Ya el sistema judicial se ha encargado suficientemente de poner en juicio y en duda su palabra. Por otra parte, está la posibilidad de ofrecer espa‑ cios de apoyo psicoterapéutico de acompañamien‑ to de esa usuaria en el duelo, en el trauma. Acom‑ pañamos a las mujeres en un espacio periódico con una frecuencia quincenal, en lo que hemos llamado espacio de grupo psicoterapéutico para mujeres que han sido víctimas de violencia. Es un espacio que ya cumplirá su primer año y que se ha sostenido contra viento y marea. Tenemos desig‑ nada la sala Argelia Laya, y a pesar de que even‑ tualmente la sala puede ser utilizada ese día, nun‑ ca hemos suspendido el acompañamiento. Y la experiencia ha sido muy linda porque las mujeres han dado su testimonio de cómo se han sentido acompañadas, y de cómo han tomando conscien‑ cia de muchas cosas. En este espacio de psicote‑
rapia llevamos material de apoyo audiovisual, así como textos que se discuten y dan pie para ela‑ boraciones personales. Lo otro que queremos esti‑ mular en ese grupo es el tema de la sororidad: la meta es que ese grupo pueda andar solo, que ellas mismas sean entre ellas su continente, su red de apoyo, en sí mismas, sororalmente. ¿Qué herramientas le proponen a las mujeres que necesiten darse contención y no cuenten con apoyo psicológico? Ejercicios que tienen que ver con el contacto per‑ sonal, subjetivo, pero también con el contacto in‑ terpersonal entre las mujeres. La escucha de las historias entre las mismas compañeras represen‑ ta una posibilidad de identificación, de empatía, y por esa vía, más los ejercicios de contacto, de mi‑ rada, de psicodrama, se propicia la génesis de la contención ente ellas mismas. Y cada una, luego, se convierte en transmisora de estos conocimientos de contención colectiva a sus compañeras de vida, de trabajo, a sus amigas. Sin mucho aspaviento logran transmitir ese saber, que así se multiplica. Nuestro trabajo es estimularlas para que puedan continuar dándose contención entre ellas; con todas estas herramientas, y con todo este necesario recorrido, ellas mismas pueden ser las facilitadoras. Por cierto, quiero hacer un reconocimiento a la compañera Jenny Ramírez, psicóloga en la unidad de atención del hospital José Gregorio Hernández, en el hospital de los Magallanes, quien hace apro‑ ximadamente dos años fue la que inició la expe‑ riencia de los grupos de apoyo. Quienes estén interesadas en este servicio, tanto en la modalidad individual como en la grupal, pue‑ den dirigirse a la sede central del Inamujer ubi‑ cada Caracas, en el Bulevard Panteón, esquina de Jesuítas, Torre Bandagro, piso 1.
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presupone que ellas tienen que probar algo. Mu‑ chas de estas mujeres vienen como con la expec‑ tativa de que ellas deben aparecer como que real‑ mente han sido víctimas, que realmente ha sido maltratadas. Incluso, ellas a veces se ponen en duda, porque algunas no han sido golpeadas. En‑ tonces una les dice “compañeras, en la Ley están tipificadas 19 formas de violencia y sólo una es la física. Entonces sí has sido violentada, sí has sido vulnerada”.
La Conversa Beatriz Montenegro
Conversamos con la psicóloga Beatriz Montenegro, quien atiende diariamente a mujeres que acuden al Inamujer en búsqueda de contención emocional. Junto a la psiquiatra Nancy Bello, impulsan desde hace un año un grupo de apoyo psicoterapéutico con mujeres que han sido víctimas de violencia de género.
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La Conversa María Hernández Royett
Royett ández n r e H María CON:
"En revolución, los avances de los derechos rsa e v n o La C de las mujeres son inobjetables" E
l 21 de octubre de 2014, una delegación oficial encabezada por la Ministra del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Gé‑ nero, Andreína Tarazón Bolívar, defendió el 7mo y 8vo Informe consolidado del Estado venezola‑ no ante la Convención para la Eliminación de To‑ das las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés), con sede en la ciudad de Ginebra, Suiza. La Convención, adoptada por Venezuela en 1979 y ratificada en 1980, es uno de los principales instrumentos internacionales sobre los derechos de las mujeres. Su importancia radica en que la Convención afirma, por primera vez, que la dis‑ criminación contra las mujeres atenta contra la dignidad humana, y obstaculiza el goce y ejerci‑ cio pleno de sus derechos humanos.
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La Convención establece medidas concretas a los Estados signatarios para eliminar toda forma de discriminación contra las mujeres, y proporciona las bases para el logro de la igualdad y equidad entre hombres y mujeres. Dichas medidas son la principal fuente de inspiración de nuestra Ley Or‑ gánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
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La delegación que viajó a Ginebra defendió, exi‑ tosamente y con fervor, los logros en materia de derechos humanos de las mujeres venezolanas, demostrando al mundo, una vez más, los avances de la Revolución Bolivariana en materia de dere‑ chos humanos.
La Defensora Nacional de los Derechos de la Mu‑ jer, María Hernández Royett, responde a nuestras preguntas sobre su experiencia como integrante de la delegación venezolana: Desde su perspectiva, ¿cuál fue la experiencia adquirida por la delegación venezolana durante la defensa del 7mo y 8vo informe sobre los avances en materia de igualdad y equidad de género ante la Convención? Para la delegación venezolana fue sumamente importante esta defensa, ya que nos ha ser‑ vido para actualizar todos los adelantos ju‑ rídicos, administrativos y cualitativos que se han hecho en el país, para fortalecer y brindar servicios en materia de derechos humanos a las mujeres. Entonces, la delegación no sola‑ mente actualizó los logros de nuestros proce‑ sos históricos, sino que también dio cuenta de los grandes desafíos que tenemos en materia de derechos humanos. Además, el hecho de que estuviera presente la Defensora Nacional de los Derechos de las Mujeres ya de por sí es una innovación en el seno de la Convención. La Convención realiza un examen periódico a los fines de poder mostrar ante la Organiza‑ ción de Naciones Unidas y a este Comité de Expertas, si en Venezuela, y dentro de las po‑ líticas públicas que se diseñan, que se ejecu‑ tan y que se evalúan, tenemos en cuenta los derechos humanos de las mujeres.
La Conversa María Hernández Royett
¿Cuál considera usted que fue el mayor desafío durante la defensa de dicho informe? El mayor desafío fue prepararnos para las preguntas, porque no sabíamos lo que nos es‑ peraba. Ese es un espacio internacional don‑ de hay 23 expertas de distintos países, y nada más hay dos expertas latinoamericanas: una paraguaya, la doctora Line Barreiro, y una brasileña, la doctora Silvia Pimentel. Las demás eran de distintos países. Fue un desafío poder responder un examen oral, después de haber presentado un escrito condensan‑ do todas las políticas públicas, planes y proyectos que hasta ahora se han hecho. A pesar de que hici‑ mos una buena rendición, en donde hubo una inter‑ vención por parte de la Ministra concentrando todos los adelantos, podemos decir que todavía quedaron muchas de las políticas por fuera. Sin embargo, tu‑ vimos la oportunidad de dejar nuestra intervención por escrito. También es un gran desafío no abando‑ nar esos espacios internacionales que son importan‑
tes para nosotras y nosotros en Venezuela. ¿Cuál es su postura como parte de la delegación venezolana ante las diversas noticias generadas por la Agencia Internacional de Noticias EFE, en relación a la defensa realizada por nuestro país? Lamentamos que algunos medios de noticias ha‑ yan tergiversado la rendición de informes de carác‑ ter técnico que se estaba haciendo ante la Conven‑ ción. Es evidente que la noticia fue sesgada, porque al terminar la lectura por parte de la ciudadana Mi‑ nistra y de la Magistrada, una de las expertas dijo que eran inobjetables los avances que en derechos humanos de las mujeres se habían tenido. Es verdad que, aún después de 15 años de proceso revolucio‑ nario, en Venezuela todavía existen leyes discrimi‑ natorias. Nosotras seguimos luchando por eliminar todo sesgo de discriminación y de desigualdad con‑ tra las mujeres. Ese es un reto, un gran desafío para el Estado venezolano. Pero podemos decir con mu‑ cho orgullo chavista y bolivariano que nosotras es‑ tamos a la vanguardia de los derechos de las mu‑ jeres en Latinoamérica. Y creo que eso marca un camino de avances para que otros países vean en la experiencia venezolana de planes, políticas y pro‑ yectos un modelo a seguir.
María H Foto: A ernández R lejand oyett ra Teijid o
La Defensa del 7° y 8° informe ante la Convención coincidió con la entrada de Venezuela al Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente con 181 votos a favor. ¿Cuál es el impacto de estos dos acontecimientos para la realidad del país?
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Siempre habrá gente detractora del proceso re‑ volucionario, a quienes no les interesa que avan‑ cemos, y menos que los elogios y las felicita‑ ciones de las instancias internacionales sean divulgadas. Todo lo contrario: como usted se dio cuenta, esa noticia dio la vuelta al mundo, pero las declaraciones de la Ministra y los elogios de las expertas no dieron la vuelta al mundo con la misma intensidad que esa noticia tergiversada. Sabemos que a los enemigos del proceso histó‑ rico revolucionario no les interesa el modelo so‑ cialista del siglo XXI que nos ha legado nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez Frías, y menos que sea tomado en cuenta y felicitado en instan‑ cias internacionales. Siempre van a trabajar para desprestigiarnos.
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La Conversa María Hernández Royett
Bueno, debemos sentirnos orgullosas y orgullosos de que el presidente Nicolás Maduro, como dig‑ no hijo de Chávez, ha seguido el legado del Co‑ mandante Supremo. Entrar en la Comisión de Se‑ guridad es un logro importante que también se le debe a la gestión del presidente Maduro desde que era Canciller.
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Por otro lado, el examen periódico del séptimo y octavo informe se hace con cierta periodici‑ dad ante el Comité de Expertas. Lo que ocurrió es que coincidieron ambos eventos: la Convención y la entrada de Venezuela al Consejo de Seguridad. De ambos debemos sentirnos orgullosas y orgu‑ llosos, porque ese reconocimiento de nuestro país en el Comité de Seguridad es importante, pero también el reconocimiento del Comité de Exper‑ tas de la Convención para la eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer es muy importante. Quiere decir que nuestro proce‑ so histórico, revolucionario e intensamente cha‑ vista, se posiciona también internacionalmente a la vanguardia de los derechos de las personas, tomando espacios en donde podemos incidir, so‑ bre todo con las políticas de la solidaridad, la paz y el amor, como nos enseñó nuestro Comandan‑ te Supremo.
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¿Cuál fue la posición del Comité de Expertas de la Convención para la eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, y cuál es su opinión al respecto? Debemos recordar que el Comité de Expertas es un equipo técnico. Ahí se hace una rendición por escrito que se actualiza como Informe País. Hay otros informes, como el Informe Sombra y otros complementarios de organizaciones no guberna‑ mentales, que apoyan o dan seguimiento al In‑ forme País. La receptividad de las expertas fue notoria, pero lo más importante de este proceso es el Infor‑ me de Recomendaciones que ellas deben gene‑ rar para que nosotras y nosotros, como país, lo consideremos a la hora de elaborar nuestras po‑ líticas, planes, programas y proyectos a futuro. Pienso que todavía hay grandes retos y desafíos. Las recomendaciones y los aportes que nos ha‑ gan las expertas serán asumidos con humildad, porque eso significa blindar los avances en dere‑ chos humanos de las mujeres venezolanas. Esta‑ mos dispuestas a considerar esas recomendacio‑ nes y a trabajar con ellas, como siempre ha sido la postura del Gobierno Revolucionario ante es‑ tas instancias internacionales.
Avances de la Revolución
Puntos claves de la defensa del 7° y 8° informe de Venezuela ante la Cedaw 2014 Cuadro elaborado por: Eva Borjas
Acciones implementadas por el Estado
Participación política
• 55% de los Consejos Comunales y las Comunas son dirigidos por mujeres. • Creación de 2.033 Comités de Igualdad y Equidad de Género en los Consejos Comunales. • 12.000 mujeres integrantes del Movimiento de Mujeres por la Paz y por la Vida. • 13.000 Defensoras Comunales. • Creación del Consejo Consultivo (participan 486 organizaciones y movimientos sociales de mujeres).
Avances legislativos
• Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (Lodmvlv). • Reforma Parcial de la Lodmvlv, que incluye el femicidio, el femicidio agravado y la inducción al suicidio como formas extremas de violencia contra las mujeres. • Un informe médico de cualquier institución pública o privada sirve de plena prueba en un juicio penal por violencia contra la mujer (no deberá ser avalado por un médico forense).
Acceso a la justicia
• Creación de fiscalías y tribunales con competencia especial en materia de violencia contra las mujeres.
Avances institucionales
• Creación del Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, en el año 2008.
Educación, formación y sensibilización
• Formación de casi 342.000 personas en temas de igualdad y equidad de género por el Mppmig. • Proyecto Canaima Educativo.
Derecho al trabajo
Derecho de las mujeres a una vida libre de violencia
Erradicación de estereotipos sexistas Inversión del gobierno en lo social y las mujeres
• La tasa de desocupación femenina pasó de 16% en el año 1999 al 7.5% en 2014. • 58% de las pensionadas y pensionados son mujeres. • Pensionado a 11.953 mujeres amas de casa. • Incorporación de las mujeres del sector informal en el Seguro Social. • Creación de Centros de Atención y Formación Integral para las Mujeres (Cafim) a nivel nacional. • Establecimiento de cinco Casas de Abrigo en todo el territorio. • Servicio de atención telefónica las 24 horas del día y los 365 días del año: 0800MUJERES (0800 6853737). • Creación del Observatorio de Medios de Comunicación “Carmen Clemente Travieso”. • La Escuela de Formación “Ana María Campos”. • El 64% de los ingresos del país van a la inversión social.
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Tema
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Cuando una mujer avanza ningún hombre retrocede Las palabras del macho
dez ernán Víctor F POR:
Las palabras del macho Cuand un ningúo n hoammujer ava bre ret nza rocede
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Y así vamos día a día, resumiendo la existencia de la mujer en un pedazo de carne que tienta a los hombres, una descontrolada sin poder sobre su cuerpo, que no puede andar sola en la calle porque, como las perras, probablemente se las monte hasta el pequinés de la esquina.
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L
a noche está en su punto. Botellas de cerveza dan fe de la masculinidad de sus amos, pero las evidencias nunca son suficientes. Mujer que pasa cerca de una jauría sabe de eso, por‑ que es casi seguro que al menos un “rssssss” tenga que soportar. Una valiente, autónoma o liberada mira fijamente a uno de los varios que celebra en una mesa, y enseguida se pren‑ den las alarmas: — ¿Y entonces? ‑pregunta el amigo al objeto de la mirada‑ ¿Qué pasa que no actúas? Esa lo que quiere es candela. — No, vale ‑responde el amigo entre tímido e indiferente. — ¡No, vale qué! Si lo que falta es que te sa‑ que a bailar ‑refuerza otro de la manada. Y luego de un breve silencio que lo sentencia‑ ba a tener que dar una respuesta, el mucha‑ cho admite: — Es que… no me gusta, hermano ‑y se prendió el chalequeo… Pero si la noche hubiese seguido su curso, y entre tantas cervezas dos o más hombres de‑ ciden que la golpiza es una muestra más digna de su hombría, seguro que su procura iniciará con algo como:
— ¡¿Qué te pasa mamag…?! Mientras que si de mujeres se trata, como ese día que ella se enteró de que su ex está sa‑ liendo con la vecina “que no le quitaba el ojo de encima”, es probable que el calificativo esté en el reino animal, con “zorra”, “perra” o “bicha”, todas alusivas realmente a “puta”. En cambio, la profesora que te reprobó en el exa‑ men obviamente es una “bruja” o una “frígi‑ da”; y en caso de ser un profesor, no hay duda: ¡es marico! Y así vamos día a día, resumiendo la existen‑ cia de la mujer en un pedazo de carne que tienta a los hombres, una descontrolada sin poder sobre su cuerpo, que no puede andar sola en la calle porque, como las perras, pro‑ bablemente se las monte hasta el pequinés de la esquina. Pero su descontrol no es solo se‑ xual sino psicológico, y por eso no debe con‑ ducir sola porque seguro causará un accidente ‑de ahí que deba estar encerrada en la casa, cocinando y limpiando. Sin embargo, su as‑ cendencia maligna la hace poseedora de un hechizo por el cual consigue que, a pesar de su evidente inferioridad, los hombres terminen viviendo con ella.
Cuando una mujer avanza ningún hombre retrocede Las palabras del macho
El español Gerad Coll‑Planas comenta en su li‑ bro La voluntad y el deseo (2010) que “el análisis del discurso (…) enfatiza el carácter del lenguaje como productor de la realidad: el discurso cons‑ truye el mundo al representarlo”. De ahí que nada de lo que decimos sea inocente. Nuestros in‑ sultos, piropos y demás expresiones revelan los prejuicios que sostienen nuestras relacio‑ nes de poder, y de cómo nos concebimos como sociedad.
opresión que desde el lenguaje también se ejerce contra toda persona que experimente su sexualidad fuera de la hetero‑norma. Mujeres y hombres estamos llamadxs a mirarnos como víctimas y victimarios de la violencia de género simbólica, no sólo por la disminución de la mujer sino porque desde los chistes e insultos homo‑transfóbicos se fortalece la hegemonía del hombre‑macho, rol que ni siquiera libera a esos hombres‑machos de la opresión.
Nuestros insultos, piropos y demás expresiones revelan los prejuicios que sostienen nuestras relaciones de poder, y de cómo nos concebimos como sociedad.
Podríamos sintetizar los descalificativos hacia la mujer en tres categorías. La primera contie‑ ne todas las expresiones que confluyen en la palabra puta, que significa mujer incapacitada para tener control sobre su sexualidad; y que implica que las mujeres siempre necesitarán un hombre que la satisfaga en la casa para que ellas no corran a la calle sedientas de sexo. La segunda categoría es la de incapaz. La mu‑ jer es señalada como discapacitada para valer‑ se por sí misma en el mundo de la razón y, por tanto, de lo público. Esto valida su dependen‑ cia del hombre, no solo para aprender a so‑ brellevar sus hormonas sino también para en‑ tenderse y relacionarse con el entorno ‑lo que también termina encerrándola en la casa.
El caso de los hombres pareciera más sencillo, porque todo lo peyorativo se resume en “mari‑ co”. Y es así porque desde el machismo la ho‑ mosexualidad tiene una connotación violenta‑ mente reductora, donde si no se es macho, es decir, explícitamente heterosexual, entonces es porque quiere ser mujer. Y ahí viene el es‑ cándalo: ¡¿cómo alguien va a querer renunciar al privilegio de ser hombre (o a los privilegios autoconcedidos a los hombres) para querer ser como una mujer?! Por esto es fundamental analizar el discurso con un enfoque feminista, para reconocer la
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La tercera categoría plantea que la mujer es por naturaleza peligrosa, no solo por su torpe‑ za y descontrol, sino por una maldad que no tiene otra explicación que la envidia hacia el hombre en tanto superior. Este discurso perpe‑ túa la desconfianza en ellas, sobre todo si es‑ tán en posiciones de poder.
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Aquella historia nuestra Chávez, las Mujeres y la Historia
rtínez na Ma Yekua POR:
Chávez, las Mujeres y la Historia
stra e u n a i tor s i h a l l Aque
“Ahora fíjense lo que decía Luisa: “El Socialista que no es feminista carece de amplitud. Y el que es feminista y no es socialista carece de estrategia”. Hugo Chávez (2006).
E
l Comandante Hugo Chávez, en su afán de aportar a la recuperación de la memoria histórica del pueblo venezolano, visibilizó desde los primeros años de la Revolución Boliva‑ riana el papel protagónico de los grupos sociales tradicionalmente excluidos por la historiografía oficial, entre ellos las mujeres. Chávez reivindicó la participación protagónica de las mujeres en las gestas emancipadoras y procesos de transforma‑ ción de Nuestra América, enfatizando la heroica participación de las mujeres en la independencia; así lo evidencian sus discursos, comenzando por el 08 de Marzo del 2002, donde es llevada Josefa Camejo al Panteón Nacional; en este acto de jus‑ ticia para con las mujeres, Hugo Chávez hará pú‑ blicas sus reflexiones y cuestionamientos al papel subalterno otorgado a las mujeres en la historia patriarcal y se comprometerá a reivindicar en el terreno de la memoria a las olvidadas de siempre.
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En el IX aniversario de Inamujer apunta de ma‑ nera aguda: “Lo que pasa es que las mujeres han sido y fueron como condenadas al ostracismo en la historia, uno lee las páginas de la historia y pareciera que el mundo hubiese estado habitado sólo por hombres. Una cadena que comienza con las escrituras sagradas, que dios me perdone” (oc‑ tubre de 2008).
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Una crítica poderosa ante su propia fe, la cual no comienza aquí; así lo deja claro: “Yo discutía con mi abuela, mi abuela coincidía conmigo, ella me dijo: Huguito, Huguito, no diga eso, pero yo creo
que usted tiene razón, porque yo le decía: ¿cómo es que dios hizo al hombre de barro y de una costilla sacó a la mujer? A mí me pareció siempre eso una cosa horrible para minimizar a la mujer” (ídem). Chávez, en su faceta pedagógica, apeló no sólo a la memoria del pueblo, sino también a sus capacida‑ des creadoras. Interpelando a la historia oficial nos abrió la mirada y nos trajo de vuelta a Apacuana, a Juana Ramírez la Avanzadora, a Josefa Camejo, a Argelia Laya, a Manuela Sáenz, entre muchas que, aunque estando en la primera línea de batalla, no formaban parte de nuestro imaginario y mucho me‑ nos de nuestra inspiración como pueblo. Así, por ejemplo, reflexionó sobre Manuela Sáenz: “Era en verdad una gran revolucionaria, Manuela, sólo que a esa historia mal escrita que a nosotros nos contaron, esa historia imperialista, esa historia machista, esa historia excluyente que a nosotros nos vendieron, nos inyectaron durante mucho tiempo, nos presentó a Manuela como la amante de Bolívar; Manuela, claro que fue amante de Bolívar, y Bolívar fue amante de ella también. Pero fue mucho más que eso también; pudiera decirse de Bolívar, que fue el amante de Manuela, ¿verdad? Lo que es igual no es trampa, amor con amor se paga” (septiembre de 2003). Hugo Chávez reivindicó a Manuela Sáenz en to‑ dos los planos, como guerrera, como Corone‑ la de la Independencia Suramericana y libertado‑ ra del libertador. Chávez supo verla e interpretar
Aquella historia nuestra Chávez, las Mujeres y la Historia
Pero Chávez no solo reivindicó a las heroínas, presentadas por mucho tiempo como accesorios o acompañantes de los grandes héroes de la in‑ dependencia. Chávez habló de las cimarronas, las lavanderas, las troperas, las mensajeras, ayudán‑ donos a comprender la historia desde la mira‑ da de los pueblos; en una de sus alocuciones re‑ cordó este pasaje de la historia de Venezuela, que nos ayuda a reflexionar sobre la participación co‑ lectiva de las mujeres en la independencia: “Es famosa la anécdota cuando a Bolívar le informan que hay mujeres que han muerto en el campo de batalla en Carabobo, el Liberta‑ dor pregunta si es que algún batallón enemi‑ go se infiltró hasta las zonas de la retaguardia en donde estaban las mujeres allá en las coci‑ nas o en las tiendas de campaña o en la enfer‑ mería cuidando heridos. Un General le respon‑ de a Bolívar. No, ningún batallón se infiltró en la retaguardia, lo que pasa es que las mujeres dejaron solas las cocinas y las carpas y se vi‑ nieron a batallar por la patria y la libertad, a la primera fila a caballo, a pie, porque aquel gru‑ po de mujeres comprendió que se estaba ju‑ gando la hora decisiva para la independencia de Venezuela” (marzo de 2003).
Para Chávez, las mujeres somos continuadoras del legado de la emancipación, “Son tradiciones heroicas las que renacen en toda la patria, porque lo que las mujeres venezolanas están haciendo hoy es rescatar ese espíritu de lucha de tantos años, de siglos, poniéndolo allí en la primera fila de batalla en esta época, en esta era revolucionaria que estamos viviendo” (ídem). Chávez interpeló la memoria misógina de la histo‑ ria y sembró la duda en el corazón de la Verdad que nos habían contado. ¿Vamos a seguir aceptando la historia que otros nos escribieron o vamos a escri‑ birla nosotras? Chávez es la luminosa diana que nos recuerda que no es posible el socialismo sin la re‑ volución de las mujeres; sin la emancipación de las mujeres una sociedad más justa es una quimera.
Referencias
Alcibiades, María, Mujeres e independencia en Venezuela 1810-1821. Ministerio del Poder Popu‑ lar para la Cultura: Caracas, 2013. Álvarez, María del Mar, Historia de la Lucha de la Mujer Venezolana. Fundación Editorial El perro y la rana: Caracas, 2010. Chávez Frías, Hugo Rafael, A la mujer venezolana siete discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Instituto Nacional de la Mujer: Caracas, 2006. Vargas, Iraida y Carosio, Alba, Socialismo Feminista. Fundación Editorial El perro y la rana, Ca‑ racas: 2010.
Misoginia Es el odio o rechazo a las mujeres y a todo lo considerado como femenino. Puede ser sentido o expresado por las mismas mujeres en la medida que no se identifican como parte del género femenino y de las mujeres como clase oprimida y explotada, reproduciendo formas de discriminación y violencia patriarcal hacia otras mujeres.
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la vida de Manuela más allá de su vínculo afec‑ tivo con Bolívar, en diversas ocasiones en Vene‑ zuela y Ecuador aportó a recordar y a reconocer a Manuela como una de las Mujeres más avanza‑ das del siglo XIX.
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Mi cuerpo soberano Violencia obstétrica. Cesáreas indiscriminadas: negocio y miedo
POR:
Soto Jenny
Violencia obstétrica. Cesáreas indiscriminadas: negocio y miedo L
o n a r e b o so p r e u c Mi
a vida y la salud de los seres humanos se han convertido en un gran negocio. Por ejemplo, en Venezuela la cifra de cesá‑ reas en las clínicas privadas llega casi al cien por ciento, mientras que en los hospitales públicos se calcula que está alrededor del 40 ó 50 por cien‑ to. No existen cifras oficiales; sin embargo, esto es lo que estiman los obstetras venezolanos. Esta tendencia se ha ido incrementando en los últi‑ mos 40 años y al parecer seguirá en aumento. En el año 1985, la Organización Mundial de la Salud (OMS) investigó las cifras de cesáreas y de morbi‑mortalidad perinatal a escala mundial. Fue así que se estableció, como límite razona‑ ble, el diez por ciento de cesáreas para países de‑ sarrollados y el quince por ciento para los países en vías de desarrollo. Sin embargo, las estadísti‑ cas señalan que estos porcentajes se ubican muy por encima.
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Las cifras de morbi-mortalidad perinatal aún son altas
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Era de esperarse la disminución significativa de las cifras de mortalidad materna y neonatal a raíz del perfeccionamiento de la cesárea; sin embar‑ go, estas cifras aún son altas. En un estudio pu‑ blicado en el 2005 por la OMS, titulado "Morta‑
Mi cuerpo soberano Violencia obstétrica. Cesáreas indiscriminadas: negocio y miedo
¿Quién se lucra con las cesáreas? El costo de cada cesárea se ubica alrededor de 80 mil bolívares, mientras que un parto vaginal se estima alrededor de 70 mil. Una cesárea dura en‑ tre 45 minutos y una hora, mientras que un parto vaginal puede durar más de 12 horas. Esta es una de las más poderosas razones que explican el incremento de las cesáreas en nuestro país, pues así, obstetras y clínicas privadas perciben mayores beneficios económicos. El tiempo es dinero; de este modo, mediante la implementa‑ ción de la cesárea, el obstetra puede programar más cantidad de partos a su conveniencia, en un cómodo horario de oficina de lunes a viernes, obteniendo mayores ganancias en menor tiempo de trabajo. La ganancia por los nacimientos quirúrgicos es exorbitante. Para muchos médicos cirujanos la opción de la cesárea es una fuente de enriqueci‑ miento fácil, del mismo modo que lo es para las clínicas, así como para toda la industria que pro‑ duce medicamentos e instrumentos médicos. Las mujeres y sus bebés quedan afectados ya que sus verdaderas necesidades se ven relegadas para fa‑ vorecer el gran negocio, mientras el sistema paga mejor al médico patriarcal que falta a su com‑ promiso ético.
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lidad perinatal en las Américas", se establece la relación entre las tasas de cesáreas y la mortali‑ dad materna y neonatal en un universo de 95.095 partos en América Latina. En dicho informe, se concluye que la cesárea no mejora la condición perinatal y, muy por el contrario, se ha notado un aumento en la tasa de muerte fetal, sobre todo en los casos de cesárea electiva. El parto y el nacimiento se institucionalizaron con la promesa de disminuir la mortalidad perinatal. La obstetricia le hizo la guerra a las parteras has‑ ta casi exterminarlas. Hoy nos preguntamos: ¿cuál ha sido el resultado de todo esto? ¿Ha mejora‑ do la calidad de vida de las mujeres y de las fami‑ lias? ¿Se ha dignificado la maternidad? El panora‑ ma actual requiere cuestionar el sistema de salud establecido. Una de las metas del milenio, que asumió Vene‑ zuela como país miembro de la Organización de Naciones Unidas, es la disminución de la tasa de mortalidad materna. Según el anuario de morta‑ lidad del Ministerio del Poder Popular para la Sa‑ lud, en el año 2010 ocurrieron 5.492 muertes pe‑ rinatales. Entre los planes para disminuir esta cifra podrían implementarse, entre otras acciones, reducir el número de cesáreas; es decir, sólo apli‑ carla en los casos estrictamente necesarios.
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Mi cuerpo soberano Violencia obstétrica. Cesáreas indiscriminadas: negocio y miedo
La ganancia por los nacimientos quirúrgicos es exorbitante. Para muchos médicos cirujanos la opción de la cesárea es una fuente de enriquecimiento fácil, del mismo modo que lo es para las clínicas, así como para toda la industria que produce medicamentos e instrumentos médicos.
Por el lado del sector público se desperdicia una gran cantidad de dinero para pagar cesáreas in‑ necesarias, cuando podría invertirse ese dine‑ ro en mejorar la calidad del servicio, masificar la educación prenatal o financiar investigacio‑ nes científicas.
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Cesárea, sólo cuando es necesaria
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La cesárea es una cirugía mayor que consis‑ te en realizar una incisión en el abdomen y en el útero de la mujer para extraer el feto. Por lo general esta cirugía está relacionada con una mayor cantidad de complicaciones, pues muy cerca se encuentran órganos abdominales que pueden afectarse, como la vejiga y los intesti‑ nos. Una cesárea trae más riesgos de hemorra‑ gias, complicaciones por anestesia y rehospi‑ talización de la madre por las infecciones que puede contraer. Los bebés que nacen por cesárea están expues‑ tos a lesiones quirúrgicas; la mayoría requie‑ re ingreso a cuidados intensivos ya que nacen prematuros, presentan problemas respiratorios, trastornos de la respuesta inmunológica, tras‑ tornos de la regulación térmica y dificultad para iniciar la lactancia materna.
Existen casos en los que es necesaria la cesárea, y existen otros casos en los que esta necesidad es relativa. Los casos en que se indica cesárea son placenta previa, desprendimiento prematuro y severo de placenta, prolapso de cordón, feto en posición transversal, sufrimiento fetal agudo y desproporción feto pélvica. Existen otros casos relativos en los que queda a discreción del obs‑ tetra, como por ejemplo: trastornos hiperten‑ sivos del embarazo, distocias de rotación, de‑ tención de dilatación y descenso de la cabeza, cesáreas previas y presentación podálica.
El mundo al revés Nadie sobrevivió a las primeras cesáreas que se realizaron en Occidente; después el avance de la medicina perfeccionó la técnica. Al principio esta cirugía salvó vidas y disminuyó la mortalidad pe‑ rinatal. Posteriormente, la cesárea se convirtió en una amenaza al aplicarse indiscriminadamente a mujeres que no la necesitan, dejando a un lado el funcionamiento natural y la sabiduría del cuerpo. Es paradójico que con todo el avance científi‑ co y la cantidad de investigaciones que existen a la luz del siglo XXI, sea este el momento de la historia en que las mujeres tienen más miedos, dudas y malos entendidos sobre los temas re‑
para evitar desgarros, episiotomías y además me‑ jorar su sexualidad. El sistema dominante induce a las mujeres a to‑ mar una actitud pasiva y a creer que la medica‑ lización es lo mejor, de este modo las decisiones más trascendentes se dejan en manos del médi‑ co, quien desde su postura de autoridad incues‑ tionable finalmente seleccionará lo más cómodo para él y lo que beneficie más a su bolsillo. Exis‑ te además un mito de estatus social, seguridad o autonomía que muchas mujeres creen que les ofrece la cesárea. Las cesáreas innecesarias no son más que otra forma de dominación, de alie‑ nación patriarcal, en un mundo lleno de desin‑ formación.
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lacionados al parto y al nacimiento. Justo aho‑ ra cuando hay más libros e información dispo‑ nible en internet, ¿por qué las mujeres prefieren cesárea? ¿Por qué los médicos prefieren apli‑ car cesárea? El mundo está al revés y la cesárea es lo que tiene más promoción, de este modo se miente al hacer ver la cesárea como lo mejor y más adelantado tecnológicamente. En los procesos iniciáticos de la maternidad do‑ minados por el patriarcado y el capitalismo, las mujeres padecen sufrimiento, miedo, soledad, frialdad, abandono, depresión, represión, ruti‑ nas invasivas y dolorosas que nadie les expli‑ ca. Muchas mujeres no quieren pasar por esa situación desagradable, así que prefieren dor‑ mirse con anestesia y despertar con el bebé al lado. Creen que se sufre menos con una cesá‑ rea, consecuencia de la desinformación respecto a sus secuelas y del desconocimiento de lo pla‑ centero que puede ser el parto natural, cuando es respetado. Otro mito muy difundido es la creencia de que el parto vaginal destruye el suelo pélvico, razón por la que se prefiere la cesárea. Las mujeres pue‑ den evitar cualquier malestar en su suelo pélvi‑ co ejercitando y masajeando la zona para forta‑ lecer los músculos y practicando un pujo suave
Mi cuerpo soberano Violencia obstétrica. Cesáreas indiscriminadas: negocio y miedo
Otro mito muy difundido es la creencia de que el parto vaginal destruye el suelo pélvico, razón por la que se prefiere la cesárea. Las mujeres pueden evitar cualquier malestar en su suelo pélvico ejercitando y masajeando la zona para fortalecer los músculos y practicando un pujo suave para evitar desgarros, episiotomías y además mejorar su sexualidad.
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Artivismo feminista Mujeres que roban el fuego: la poeta y su cuerpo Año I 2015 mayo
sta i n i m e mo f s i v i t r A
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ch ca Lyn Cabor POR:
Mujeres que roban el fuego: la poeta y su cuerpo
Artivismo feminista Mujeres que roban el fuego: la poeta y su cuerpo
Encuentro en la soledad el mutismo don‑ de reconozco mis rasgos, sin embargo, en compañía me desfiguro. Caneo Arguinzones
(2) Ayer murió una joven poeta. Nos conocimos poco; en persona, tal vez conversamos unas tres o cuatro veces. Asistimos a un taller de poesía juntas. Una tarde leyó algunos de sus poemas. Ese día comencé a quererla. Hace poco publica‑ ron un libro suyo, que no compré ni leí. Me invi‑ tó muchas veces a leer mis poemas, y siempre me negué. Solía llamarme Pez y nunca supe por qué, pero me parecía bonito, así que la llamaba igual. Murió por decisión propia. Caneo cruzó el um‑ bral de un tabú cultural. El suicidio es una marca. De algún modo delata cierta inhumanidad, por‑ que demuestra que, a diferencia del mundo ani‑ mal, somos una especie capaz de ir en contra de su básico instinto de supervivencia. El suicida de‑ muestra que nos han engañado, que no somos bestias que sólo se alimentan y reproducen has‑ ta morir; pero también nos demuestra que hemos fracasado como sociedad, como (costra‑de) civi‑ lización. Y es insoportable. Pero además, esta(e)
suicida es mujer, y es poeta. Y me es inevitable recordar a otras hermanas suyas.
(3) En plan epistolar, dice Rimbaud: “Esos poetas, serán, existirán. Cuando se haya roto la infini‑ ta servidumbre de la mujer, cuando ella viva por ella y para ella, el hombre ‑ hasta aquí abomi‑ nable‑ le habrá devuelto lo suyo, y ella, tam‑ bién ella, ¡será poeta! ¡La mujer encontrará lo desconocido!”. La poesía, entonces, como aban‑ dono de lo que no es íntimo, como inmersión en las elevadas cimas y en los estercoleros del es‑ píritu propio. No como monólogo; diálogo per‑ petuo con un cuerpo que no se entiende ajeno. Encuentro con algo. Precediendo las palabras del poeta francés, en 1515 llegaba al mundo Teresa de Ávila, cono‑ cida luego como santa Teresa de Jesús. Monja, poeta y doctora de la Iglesia Católica, (desde 1970) dejó clara su posición ante la servidum‑ bre: “el sistema social, cultural y religioso pre‑ ponderante recluye a las mujeres en el ámbi‑ to privado, y les dificulta/impide el acceso al ámbito público; esto va en contra de la volun‑ tad de muchas mujeres y de sus dotes e in‑ clinaciones naturales, y es, por tanto, inmo‑ ral; esto es una desventaja para el conjunto de la sociedad, y Dios no quiere ni bendice esto, por mucho que sus representantes oficiales en la tierra lo prediquen”. Fue recluida en prisión muchas veces. Murió en la miseria, y despre‑ ciada por sus pares.
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uando me comprometí a escribir este tex‑ to sentí la necesidad de hablar sobre la re‑ lación de las mujeres y la escritura poética. De hecho, venía retomando esa necesidad ha‑ cía un rato. Sabía que muchas mujeres, y algunos hombres, habían reflexionado sobre esto. Pero yo no, o no por escrito, o no como necesidad. Así que me dispuse a preguntar. Unas palabras de Rimbaud, prójimas poéticas de unas de Simone de Beauvoir se dieron a la tarea de gravitar sobre mí. Pero no terminaba de ligarlas. No a mi modo. Estaba en ejercicio de mi método, pero algo fa‑ llaba. No había imagen. No había ritmo.
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Artivismo feminista Mujeres que roban el fuego: la poeta y su cuerpo
En 1668, la joven Juana Inés de la Cruz ingre‑ só a uno de los conventos fundados por Teresa, y salió espantada. La obra de la monja y poeta avileña fue sepultada en el silencio. A Juana le ocurriría lo mismo. La poeta mejicana se plan‑ tó cara a cara ante los intelectuales más impor‑ tantes de la Iglesia Católica de su tiempo, y fue castigada. Hacia el final de sus días, se le pro‑ hibió leer y escribir. Argumentó sólidamente so‑ bre el derecho de las mujeres a estudiar, a ir a las universidades, a pensar por sí mismas y ex‑ presarlo públicamente. Tenía la biblioteca más grande de México. La hicieron callar y, en su lu‑ gar, cuidó de los enfermos los últimos años de su vida.
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Casi cincuenta años después de Rimbaud, Simo‑ ne de Beauvoir escribe: “Las restricciones que imponen a la mujer la educación y las costum‑ bres, limitan su aprehensión del universo. Aho‑ ra bien, es preciso emerger de él desde una so‑ berana soledad si se quiere intentar recuperarlo. Lo que le falta a la mujer es realizar el aprendi‑ zaje de su abandono y trascendencia en la an‑ gustia y el orgullo”. Puesto en plata unas dé‑ cadas antes por la narradora inglesa Virginia Woolf: “pero, a fin de cuentas, lo anterior es sólo un medio para alcanzar un fin, y este fin sólo se alcanzará cuando la mujer tenga la va‑ lentía suficiente para superar las oposiciones y la firme decisión de ser sincera consigo misma. (…) Pero, al decir esto, estamos mirando a lo le‑ jos, a esa dorada y quizá fabulosa época en que las mujeres tendrán lo que durante tanto tiem‑ po les ha sido denegado: tiempo libre, dinero y un cuarto para ellas”. Virginia se ahogó por vo‑ luntad propia en el río Ouse. Simone fue prote‑ gida por la “sombra de su marido”.
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La relación de las mujeres con la poesía en par‑ ticular, y con el estudio en general, es de insu‑ misión, de desobediencia. Una herejía por en‑ contrar lo desconocido en lo propio. El acto de leer y escribir es en la mujer un acto de dolor y de osadía; una reafirmación de sí mismas, en soledad, siendo para ellas. Y así son culpables de romper su infinita servidumbre, y deben pa‑ gar por ello. Hay un encuentro con la palabra, y al mismo tiempo una negación a someterse a una estructura cultural que le tiene asignados a priori otros oficios. No sé si existe en la histo‑
ria algún hombre poeta al que se le haya pro‑ hibido la lectura, la escritura y el estudio sólo por su sexo, pero no lo creo. La poeta le roba el fuego a Zeus y en ese acto se pone a su altu‑ ra. También a ella le arrancarán las entrañas, un día tras otro.
(4) Por los años sesenta del siglo pasado, la poeta estadounidense Adrienne Rich le recordaba a las mujeres de su generación (que quizá podrían ser herederas del futuro soñado por Virginia) aquello que hacía su historia, aquello que las habitaba: “Ninguna mujer es verdaderamente una privilegiada en las instituciones apadrinadas por la conciencia masculina. Cuando nos permitimos creer que lo somos, perdemos el contacto con esa parte de nosotras que aquella conciencia define como inaceptable; con la resistencia vital y la fuerza visionaria de las iracundas abuelas, las chamanas, las fieras mercaderes en la Guerra de las Mujeres Ibo, las trabajadoras de la seda que se resistían al matrimonio en la China pre‑ revolucionaria, las millones de viudas, comadronas y sanadoras torturadas y quemadas como brujas en Europa durante tres siglos, las beguinas del siglo XII que formaron órdenes independientes de mujeres fuera del dominio eclesiástico, las mujeres de la Comuna de París que marcharon sobre Versalles, las amas de casa sin instrucción del Gremio Cooperativo de Mujeres en Inglaterra que memorizaban poemas sobre las tinas de los lavaderos y se organizaron contra la opresión que sufrían como madres, las pensadoras despreciadas como “estridentes”, “chillonas”, “locas” o “desviadas” cuyo coraje herético para proclamar sus verdades nos es tan desesperadamente necesario como apoyo en nuestras propias vidas”. La mujer que escribe tiene que hacerlo necesariamente desde el cuerpo, pues sobre él se impone una estructura cultural que se lo apropia y le secuestra su Ser, su Humanidad. Y es sobre su cuerpo sobre el que esa misma estructura ejerce su castigo. En varias oportunidades he oído “bromear” a algu‑ nos “poetas” nacionales sobre el hecho de que las
La relación de las mujeres con la poesía en particular, y con el estudio en general, es de insumisión, de desobediencia. Una herejía por encontrar lo desconocido en lo propio. El acto de leer y escribir es en la mujer un acto de dolor y de osadía; una reafirmación de sí mismas, en soledad, siendo para ellas.
Artivismo feminista Mujeres que roban el fuego: la poeta y su cuerpo
Referencias Espina, Gioconda, “Hecho y escrito por mujeres”, en: Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. N° 41. Vol. 18, Julio‑Diciembre 2013. Forcades i Vila, Teresa, La teología feminista en la historia. Fragmenta Editorial: Barcelona, 2011. Rich, Adrienne, Sangre, pan y poesía. Prosa escogida 1979-1985. Icaria editorial: Barcelona, 1986. Woolf, Virginia, Las mujeres y la literatura. Edi‑ torial Lumen: Barcelona, 1981.
(5) Cuenta la leyenda que Rimbaud se volvió un tra‑ ficante de mujeres, un proxeneta, un chulo (entre otras cosas) luego de abandonar la poesía y lue‑ go de que Verlaine, poeta francés y amigo suyo, le descerrajara un disparo en su mano derecha, su mano de escribir. Me es imposible dar crédito a la opinión de algún hombre sobre las mujeres, aunque a veces la poesía les permite, también a ellos, descubrir lo desconocido.
(6) Otra leyenda cuenta que hacia el año 580 a.e.c. la poeta griega Safo de Mitilene, conocida como Safo de Lesbos, aproximadamente doce siglos an‑ tes de que Rimbaud fuese siquiera un proyec‑ to de persona, se arrojó desde una roca. Fue lla‑ mada la décima musa, epíteto que comparte con Juana Inés. En la mujer, la poesía parece ser una vocación de rebeldía, de emancipación, de poder, de voluntad. Sabe que la libertad se escribe con sangre y fuego. Pero muchas veces no se entera de su valentía, y sucumbe. Va de un abandono a otro, y en el medio levanta su orgullo. Ella Es, in‑ cluso para elegir el momento de su muerte.
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En la mujer, la poesía parece ser una vocación de rebeldía, de emancipación, de poder, de voluntad. Sabe que la libertad se escribe con sangre y fuego. Pero muchas veces no se entera de su valentía, y sucumbe. Va de un abandono a otro, y en el medio levanta su orgullo. Ella Es, incluso para elegir el momento de su muerte.
poetas siempre estén haciendo referencia al cuer‑ po. Ni siquiera vale la pena responderles. Sus opi‑ niones están hechas a la medida de su sistema. El cuerpo es lo primero que se pone en cuestiona‑ miento cuando las mujeres osan quebrar su servi‑ dumbre. Es sobre sus cuerpos que caen las piedras; son sus cuerpos los violados para corregirlas; des‑ de dentro de sus cuerpos vienen al mundo otros seres humanos. La poeta francesa Monique Wit‑ tiq estaría de acuerdo: “y/o admiro la delicadeza de los metacarpos y de las falanges de los dedos, y/o toco las costillas admirablemente dispuestas, m/e sobrecoge el deseo de ti, y/o babeo, y/o lloro, la sangre presiona los ventrículos de m/i corazón, tus huesos completamente secos pulidos blancos desnudos me penetran en los ojos, y/o los toco, y/o m/e tumbo sobre ellos conmocionada”.
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Las palabras de Argelia
Laya . Argelia y 1975 zada a s 1973 li o a ñ a re s ta lo is e v tr e n Entr Ellas, e revista por la
“Estoy satisfecha con lo que soy, de ser así y de hacer lo que hago” Las pa lab ras de Argelia
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¿Te consideras una feminista? Argelia Laya: Bueno, tú sabes que yo soy so‑ cialista... y para ser socialista aquí en Venezue‑ la, también hay que ser feminista; porque es una lucha por la felicidad completa del ser humano, por una sociedad verdadera y realmente justa. Y en nuestro país, según las estadísticas, la mayo‑ ría de las personas marginadas, oprimidas y ex‑ plotadas, quienes padecen del trato más injusto, inhumano y discriminatorio son las mujeres. Por eso, además de socialista, soy también feminista; considero que la liberación del ser humano (del hombre y de la mujer) depende básicamente de la liberación integral plena, absolutamente com‑ pleta de la mujer.
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¿Qué te habría gustado ser en la vida? AL: Bueno... estoy satisfecha con lo que soy... de ser así y de hacer lo que hago. Sin embargo, igual que todo el mundo, tengo también mi “otro yo”... no tan oculto, creo yo. Fíjate, yo amo la vida en‑ trañablemente, al ser humano, a la naturaleza; amo profundamente la belleza, la acción... y los sueños; me hubiera gustado ser poeta, sicóloga,
filósofa exploradora (de la tierra y del cielo) ac‑ triz, cantante, marinera, titiritera... y sobre todo poder dedicarle más tiempo a la educación... a la de los hijos que parí y a la de los otros hijos, mis alumnos. ¿Qué otra actividad tienes? AL: Además de mi actividad parlamentaria, como integrante de la Comisión de Asuntos Sociales de la Cámara de Diputados e invitada permanen‑ te de la Comisión de Cultura; miembro de la Di‑ rección Nacional del Movimiento al Socialismo y Coordinadora Nacional del Movimiento de Muje‑ res Socialistas; integrante del Comité de Auspi‑ cio del Año de la Mujer, soy profesora en el Liceo “Agustín Aveledo” en La Pastora, tengo 26 horas semanales y trabajo con Formación Moral, Social y Cívica en primer año del Ciclo Básico y Sicolo‑ gía en el primero del Diversificado. Y comparto con mis tres hijos, mi nieta y mi sobrina las acti‑ vidades políticas, el amor a la naturaleza y a las cuestiones artísticas.