Escrito en roca
P al eont ol ogí a
Tras el secreto de los bosques petrificados
Estos singulares yacimientos paleontológicos parte vegetal, parte mineral, son verdaderas máquinas del tiempo a
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ientras nos aproximamos a la parte más alta del mirador, el guía nos recomienda estar preparados para contener el aliento. No exagera. El paisaje es sobrecogedor. Cientos, quizá miles, de montículos de tierra de tonos marrones y rojizos se yerguen hasta donde alcanza la vista, fundiéndose con el azul del cielo. Como apenas es marzo, la temperatura en el Parque Nacional del Bosque Petrificado (Petrified Forest National Park), ubicado en Arizona, Estados Unidos, sólo ronda los 20 °C; sin embargo en verano alcanza 38 °C durante el día. Situada a 29 kilómetros de la pintoresca localidad de Holbrook y a dos horas en auto del Gran Cañón del Colorado, resulta increíble que esta meseta desértica de 221,552 km2 de superficie fuera en otro tiempo una llanura de inundación que albergara exuberante vegetación y fauna. Prueba de ello son los enormes troncos y astillas de madera que se amontonan en el fondo del valle. Aunque a simple vista tienen el color y la forma de un árbol común (si se les mira de cerca
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incluso pueden verse las estrías que atraviesan la madera) al tocarlos son fríos como el mármol. Hace mucho que dejaron de ser materia orgánica para transformarse, como inducidos por el hechizo de la Medusa griega, en piedra. De ahí la fama de este lugar, considerado uno de los depósitos más ricos de madera petrificada y cuya diversidad de fósiles así como su belleza han cautivado a millones de visitantes, al ser una ventana al pasado remoto de la Tierra.
Retrato prehistórico Pese a ser llamado ‘bosque’, en esta región es casi imposible ver un solo árbol de pie. En cambio toda la ‘madera’ que hay aquí data de hace unos 225 millones de años, del periodo conocido como Triásico tardío. En esa época los continentes estaban aglutinados cerca del ecuador en una sola masa de tierra llamada Pangea, lo que explica que Arizona fuera en el pasado una planicie tropical atravesada por numerosos ríos y afluentes. El calor y la abundancia de agua permitieron el desarrollo de una vegetación diversa
compuesta por helechos, cícadas y gigantescos árboles de coníferas de hasta nueve metros de diámetro que crecían a lo largo de la ribera de los ríos. Éstos proporcionaban alimento y refugio a sus peculiares habitantes, entre los que se encontraban cocodrilos y tortugas primitivas, insectos de enorme tamaño, unos cuantos pequeños mamíferos y ciertos tipos de dinosaurios que hoy ha sido posible conocer a través de sus fósiles. Pero a lo largo del tiempo una serie de procesos climáticos y geológicos (como por ejemplo la separación de Pangea y la traslación de esta zona hasta su actual ubicación) cambiaron notablemente la faz de este lugar. En algún momento el nivel del mar aumentó y el agua inundó las planicies de la antigua Arizona. La fuerza de este elemento, así como el viento, derribaron de raíz a los enormes árboles. Muchos cayeron en el caudal y fueron arrastrados cientos de kilómetros río abajo. Si bien la mayoría de los troncos se descompusieron de manera natural, una gran cantidad se conservó hasta nuestros días. O casi.
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través de las cuales se revela la historia del planeta. Por Sarai J. Rangel
Paleontología
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En todo el planeta existen yacimientos de madera petrificada, la cual crea singulares paisajes de enorme atractivo turístico y científico.
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los componentes de la arena y que aparece bajo la forma de cuarzo–, se filtró a través de la tierra y poco a poco rellenó los poros y cavidades de la madera a nivel celular. El sílice reemplaza los elementos orgánicos del original, los cuales se desintegran, quedando en su lugar un objeto que es la réplica exacta del árbol; incluso su estructura celular y anillos son calcados, salvo que en realidad se trata de una roca; basta golpearlos para oír el sonido hueco de dos piedras que chocan entre sí. “Son verdaderas
máquinas del tiempo. Gracias a estos fósiles podemos no sólo saber cómo era la flora de hace millones de años. La réplica es tan exacta que hasta es posible determinar qué especie de árbol tenemos entre las manos”, explica Parker mientras sostiene uno de los miles de fragmentos que hay regados a nuestro alrededor. En el caso de Petrified Forest National Park, el perfecto estado de conservación de sus maderos engaña a la vista. Esto en gran parte se debe a su coloración rojizachocolate, obtenida por la combinación de minerales presentes durante el proceso de petrificación. De este modo, existen algunos bosques de piedra blanca debido a que en lugar de sílice el elemento activo en el agua fue carbonato de calcio. Otro aspecto que interfiere en la coloración de estos fósiles es la presencia de impurezas minerales en los troncos. El investigador admite que aún se desconocen muchos datos sobre el proceso de petrificación de la madera. “Se sabe que estos materiales reemplazan a las moléculas orgánicas, pero no conocemos con precisión cuánto tiempo se requiere para que se lleve a
cabo. Sólo inferimos que puede tardar siglos, quizá milenios o tan sólo unos años. La rapidez depende de la cantidad de minerales presentes en el agua.” La mayoría de los registros fósiles que hay en el parque, comenta el paleontólogo, pertenecen a especímenes de Araucarioxylon arizonicum, un tipo de conífera hoy extinta cuya altura promedio era de 60 metros y medía alrededor de 60 centímetros de diámetro. Ésta dominó muchos tipos de ambientes durante el Jurásico y el Cretácico y sus grandes semillas seguramente sirvieron de alimento a distintas especies, incluyendo a dinosaurios herbívoros. Otros árboles que dominaron el Triásico tardío en Arizona fueron Schilderia adamanica y Woodworthia arizonica, aunque la cantidad de fósiles de ellos es mucho menor comparada con A. arizonicum. Si bien estas tres especies en particular están extintas, aún quedan alrededor de 19 tipos de araucarias que sobreviven en el hemisferio sur del planeta. Esto se ha podido determinar mediante el análisis y comparación de las ‘sombras pétreas’ con los registros de sus parientes actuales.
CASI GEMAS. La madera petrificada y el cuarzo tienen el mismo nivel de dureza, situándose en el lugar número 7 de la escala Mohs.
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Máquina del tiempo
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Wyoming, EUA El Bosque Azul de Eden Valley se caracteriza por sus maderos de 50 millones de años que presentan una coloración azul. Esto se debe a que los árboles cayeron a un pantano y las algas los encapsularon y preservaron.
Nueva Zelanda El caso de los llamados ‘Swamp Kauri’ es único en el mundo: son árboles prehistóricos (Agathis australis) semipetrificados que hace 45,000 años fueron enterrados pero por las condiciones naturales de su hábitat sobrevivieron hasta nuestros días.
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Coquimbo, Chile El Monumento Natural Pichasca tiene una superficie de 128 hectáreas y sus registros fósiles datan del Cretácico tardío; es decir, de hace 80 millones de años. Sus exponentes petrificados pertenecen a la familia de las Araucarias.
Ría Celestún, México Al sur de nuestro país, en la frontera entre Yucatán y Campeche, se localiza este pequeño reservorio vertical de madera petrificada conocido como Tampetén, cuyas raíces todavía se encuentran sumergidas en el agua.
En realidad las oportunidades de encontrar restos de madera en yacimientos arqueológicos son poco frecuentes, pues se trata de un material que se degrada con facilidad debido a su naturaleza orgánica. No obstante, cuando se llega a dar el caso, requiere de condiciones sumamente específicas de temperatura, luz o humedad para ser preservado. En este sentido, pensar en hallar restos de madera de hace millones de años es poco menos que imposible – aunque en el Ártico investigadores de la Universidad Estatal de Ohio han encontrado árboles ‘momificados’ de aproximadamente dos millones de años–. “Lo que ocurrió aquí fue un proceso sumamente interesante”, explica el paleontólogo William Parker, jefe del proyecto de investigación de Petrified Forest. Antes de que se deterioraran los troncos derribados, fueron rápidamente cubiertos con rocas sedimentarias. Es decir, quedaron enterrados en un ambiente libre de oxígeno, lo cual permitió su conservación. A través de largos periodos el agua, que contiene ciertos minerales –en este caso sílice, uno de
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Isla Axel Heiberg, Canadá En este sitio casi deshabitado existe un bosque petrificado que data del Eoceno, hace 40 millones de años. Su preservación se debe a las bajas temperaturas provocadas por el ambiente polar. Estos arbolados son conocidos como ‘bosques momia’.
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Santa Cruz, Argentina El Parque Nacional Bosques Petrificados de Jaramillo es uno de los mayores depósitos de madera-roca del hemisferio sur. Tiene una superficie de 61,228 hectáreas y sus ejemplares datan de hace 140 millones de años.
FOTOS: GETTYIMAGES; JOEL SUAZO; JAELYN EBERLE; TEARA.GOVT.NZ; AO
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Lesbos, Grecia Con 150 km2 de extensión, el bosque petrificado de esta isla griega es uno de los mayores del mundo. Sus árboles, algunos aún de pie, datan de hace unos 25 millones de años. Su preservación se debe a la ceniza volcánica que los sepultó.
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Anhui, China Recientemente descubierto, este bosque petrificado tiene una superficie de tan sólo 200 m2, y está datado en alrededor de uno o dos millones de años. Sus árboles, de hasta 3.5 metros de altura, están formados de sílice.
Rio Grande do Sul, Brasil Con una superficie de 83,000 km2, el Geoparque de Paleorrota (o Paleoruta) es uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de Brasil. Sus bosques petrificados de coníferas datan del Triásico tardío.
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El Oro, Ecuador El Bosque Petrificado de Puyango abarca cerca de 2,658 hectáreas, donde se encuentran fósiles que provienen de finales del Cretácico. Sin embargo, algunos de los restos de árboles encontrados ahí tienen una edad aproximada de 100 millones de años.
Incluso la más insignificante astilla encontrada en Petrified Forest tiene a cuestas millones de años de existencia. Tesoros mundiales El de Arizona no es el único bosque petrificado que existe. Por todo el planeta pueden encontrarse conjuntos de árboles que pasaron por un proceso similar, conservándose en piedra hasta nuestros días. Algunos están constituidos por apenas unos cuantos especímenes, mientras que otros tienen una riqueza y diversidad incluso mayor que el de Arizona. No sólo varían en dimensiones, también son otras las especies de flora que es posible encontrar en ellos, su antigüedad y en general existen grandes diferencias entre la información paleontológica que cada uno puede aportar. Esto en la mayoría de los casos ha servido para que sean protegidos por los países en los que se encuentran. Un ejemplo es el Bosque Petrificado de Puyango, en Ecuador, cuyos árboles-piedra y fósiles datan del Cretácico –que inició hace aproximadamente 145 millones de años (ma.)
y terminó hace 65 ma.–. En el pasado esa zona estuvo bajo el mar, por lo que es rica la información acerca de los primeros habitantes marinos que ha sido recabada ahí y que puede datar de hasta 500 ma. Otro yacimiento de gran importancia es la isla Lesbos, en Grecia, cuya antigüedad se remonta a sólo alrededor de 20 millones de años. Aun así su estudio, al igual que el del resto de bosques de este tipo en todo el mundo, resulta una fuente invaluable para reconstruir un capítulo más de la evolución de la vida y la historia de la Tierra; es uno de los pocos testimonios vegetales que nos remontan a hace millones de años. La disciplina que estudia las maderas fósiles es la paleoxilología. A través de su análisis se conoce no sólo la vegetación existente en algún lugar y periodo determinado, también se pueden establecer datos sobre el clima, la temperatura reinante y las condiciones ambientales que muyinteresante.com.mx 49
Paleontología
imperaban cuando el ejemplar aún estaba vivo, pues variaciones en la luminosidad, cantidad de lluvias y temperatura quedan grabadas en sus anillos de crecimiento. Otra fuente de información son el conjunto de fósiles tanto animales como de otros vegetales localizados en los yacimientos. Tan sólo en Arizona se han identificado y estudiado unas 78 especies fósiles de animales, lo que representa una ventana única para el estudio de los ecosistemas del Triásico tardío. Sabiendo colocar las piezas en su lugar, los investigadores arman con estos datos un bosquejo real de cómo era la vida en el pasado y cómo un ecosistema específico reaccionó ante un factor en particular. Este tipo de ejercicios son cruciales para evaluar los posibles impactos que tendrán en el planeta eventos similares, tales como el calentamiento global, y en dado caso, conocer el grado de vulnerabilidad y recuperación de los ecosistemas.
Bajo el agua
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n 2012 se reveló la localización, en el Golfo de México, de un bosque petrificado enterrado bajo sedimentos oceánicos hace más de 52,000 años. Investigadores de la Universidad de Mississippi y de la Universidad Estatal de Luisiana, en EUA, explican que se trata de un área de 1.3 km2 que alberga árboles de ciprés. El yacimiento, que recientemente quedó expuesto, se ubica a unos 18 metros bajo la superficie de la cuenca oceánica. Debido a que el lugar ahora está a merced de la degradación por parte de las corrientes marinas y los peces, los expertos advierten que este bosque primitivo –cuyos especímenes pueden medir más de dos metros de diámetro– podría desaparecer en un par de años y con ello perderse importante información sobre el clima del Golfo de México.
Pese a lo inhóspito del lugar, este paraíso rocoso –no se trata de un desierto sino de un pastizal– ha sido el hogar de diversos grupos humanos a lo largo de 13,000 años. Existe evidencia, como petroglifos, que denotan la presencia continua de tribus recolectoras y nómadas, probablemente desde la prehistoria, como la cultura clovis que se asentó en el sur de Estados Unidos y el norte de México hace entre 11,250-10,600 años a. C. Las llamadas Culturas Pueblo o anazasi también vivieron aquí y utilizaron la madera petrificada como material de construcción. Fue a mediados del siglo XIX, con la descripción del lugar hecha por el naturalista y viajero alemán Balduin Möllhausen (1825-1905), que Petrified Forest llamaría la atención de los viajeros que atravesaban Arizona para llegar al Oeste, los cuales hacían escala para ver la maravilla de los ‘árboles roca’. Sin embargo, un fenómeno comenzó a presentarse: el saqueo del material. Hacia 1860 era común que quienes visitaban la región se llevaran grandes trozos de madera petrificada, incluso cargamentos completos. Éstos eran usados para la manufactura de artesanías y otros artefactos. En 1890 la fiebre por los cristales que se formaban dentro de los troncos, como la amatista o el cuarzo, llevó a que se dinamitaran zonas con el fin de extraerlos. 50 muyinteresante.com.mx
Este saqueo preocupó a las autoridades y en 1906 se declaró la zona como monumento nacional, ascendiendo después a la categoría de parque, con el objetivo de evitar la pérdida del recurso, su protección y la investigación del lugar. Pese a ello aún hoy día muchos visitantes contribuyen a la desaparición del material petrificado aquí, como demostró un experimento realizado por los cuidadores del parque hace unos años. Para conocer qué tanta madera se perdía, establecieron parcelas con un número determinado de piezas. En menos de una semana muchas quedaron vacías, principalmente debido al robo
Sabías que... El hallazgo de un sofisticado nido fósil de termitas primitivas (isópteras) en el subsuelo de Petrified Forest, Arizona, demostró que el comportamiento social complejo de algunos insectos no proviene, como se creía, del Cretácico, sino que podría datar del Paleozoico (hace más de 290 millones de años).
hormiga que infringen las más de 600,000 personas que cada año visitan el lugar. Este problema no es propio solamente de Arizona. La situación es más o menos similar en muchos de los bosques petrificados del mundo. Tan sólo en abril de 2012 un cargamento de 13 toneladas de este material proveniente de Paraguay, cuyo valor se cotizó en 1,791,660 dólares, fue interceptado antes de llegar a Europa de manera ilegal. Las antiguas rocas son usadas para la confección de joyería y artesanías, las cuales alcanzan un elevado costo en el mercado. Sin embargo, como explica William Parker, debido a su importancia paleontológica se recomienda que este tipo de ecosistemas se mantengan intactos. “Tal y como ocurre en una escena del crimen, remover estos vestigios de su lugar original puede ocultar o destruir información invaluable, que al final, es la historia del planeta hecha roca.”
Para saber más www.nps.gov/pefo/index.htm P ágina oficial del Parque Nacional del Bosque Petrificado en Arizona, EUA. En inglés. Fuente: ltrr.arizona.edu; www.dibam.cl; arizonageology.blogspot.mx
FOTOS: AL.COM; GALLUP JOURNEY
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