TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME Aun cuando Dios te despoja de todo, necesitas dejarte para seguirlo a él. Dios me ha destituido de mis facultades de eficiencia, no recuerdo ya la última vez que me sentí útil. Por consecuencia, me siento miserable, fracasado y lleno de un completo desaliento que me ha llevado a preguntarme si en realidad cumple un propósito mi existencia en este planeta. En medio de este proceso, Dios en su misericordia, se ha acordado de mí y me ha querido revelar su gracia cara. Digo cara tomando las palabras del teólogo alemán Bonhoeffer; la gracia es cara porque obliga al hombre a someterse al yugo del seguimiento de Jesucristo, pero es una gracia de la que Jesús diga “mi yugo es suave y mi carga ligera”. Mostrándome que tengo que dejar ir mis habilidades para seguirlo a él. Mi corazón se parte en miles de pedazos por la humillación que esto representa para mí, pues implica que no soy importante por ser inteligente sino por la gracia que me es concedida. He entendido que no puedo confiar en mis habilidades para ser un siervo, pues, de ser así nunca querría serlo, preferiría ser servido que servir. He aprendido a querer hacer algo grande sin pretender ser alguien. He aprendido a vivir, aunque no lo entienda, bastándome en la gracia del Todopoderoso. No me siento valorado por quienes siempre esperé ser exaltado debido a mis logros y capacidad para ser eficaz, pero siento de parte de Dios que debo dejar ir esas cosas que me atan a mí mismo y tomando mi cruz seguirlo a él. Mis habilidades no han sido devueltas, aún siento debilidad, pero me aferro a la cruz de Cristo. Para él valgo mucho. No sé si seré útil o eficaz en algún momento pero ya no espero que otras personas llenen el vacío que hay en mí. Estoy aprendiendo a ser valorado más por Cristo que por mi familia o amigos. Estoy aprendiendo que mis necesidades son cuestión de Dios, cuando trato de que otras personas llenen mis necesidades, cuando trato de que me traten como creo que me merezco, me admiren y valoren, demando de ellos cosas que no pueden suplir. Yo siquiera puedo suplir esa falta en mí. Pero estoy en proceso de entender que Dios sí puede llenar esa área y hasta que aprenda esta lección no dejaré de querer ser eficaz. Por lo cual me pregunto: ¿Si Dios me valora como su hijo amado, por qué quiero ser exaltado por las personas que me rodean? Hago mías las palabras del apóstol: no que lo haya alcanzado ya, pero corro con paciencia la carrera que me queda por delante, Pues, como dice C.S. Lewis, "La prueba real de estar en la presencia de Dios es la de que te olvides del todo de ti mismo." Este escrito es una contribución del grupo de autores evangélicos cubanos denominado “Pluma Evangélica”. Tiene su sede en Jatibonico, Sancti Spíritus, Cuba. Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.