Soy más Bach que Wagner

27 feb. 2010 - FitzRoy, Jemmy Button, York Minster, etc., y un biólogo del lugar nos mostró la flora y fauna de la Patagonia. Fue impre- sionante estar dos ...
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ENTREVISTA | IAN MCEWAN

“Soy más Bach que Wagner” De paso por Chile tras un viaje por la Patagonia, el escritor inglés, autor de

Expiación y Chesil Beach, habla de las obsesiones que recorren su obra, ensaya una defensa de la racionalidad y manifiesta su amor incondicional a la ciencia y a la música

uienes hayan leído los primeros libros de Ian McEwan –algo siniestros, poblados de asesinatos y perversiones– podrían considerarlo un morboso. En la sobrecubierta de su segundo libro de cuentos, Entre las sábanas (1978), se leía: “Nadie nunca ha dicho que fuera agradable. Repulsivo, sí. Erótico, profético, a veces incluso delicioso; inventivo, ruin, insolente y lírico, con seguridad; sombríamente extraño, siempre; pero agradable, nunca”. Aunque después sus libros se abrieron a otros temas, épocas y a una mayor ambición –de la actualidad al pasado, de novelas como sinfonías (Expiación) a concentradas piezas de cámara (Chesil Beach)– suele haber en ellas un elemento de inquietud o amenaza, como si en el centro de su ficción acechara un psicópata imprevisible.

AFP

POR PATRICIO TAPIA

Q

Sentado en un salón de hotel en Santiago de Chile, tras un viaje siguiendo los pasos de Darwin, McEwan no manifiesta rasgo alguno de ferocidad o depravación. En actos públicos y en conversaciones privadas, leyó partes de su próxima novela (que aparecerá este año y cuyo trasfondo es el cambio climático pero con mucho de comedia negra), mostró buen humor y una cordialidad levemente irónica: quizá sea sombríamente extraño, pero también agradable. –¿Cuál es su impresión después de estos viajes “darwinianos”? –Ha sido uno de los viajes más asombrosos de mi vida. Viajamos por el canal de Beagle con un patrullero de la Armada chilena, que fue muy amable con nosotros. Atracamos en la bahía de Wulaia, donde había estado Darwin junto con FitzRoy, Jemmy Button, York Minster, etc., y un biólogo del lugar nos mostró la flora y fauna de la Patagonia. Fue impresionante estar dos días después en las Galápagos, en el trópico, con un guía igualmente bueno. Lo que me sorprendió en el vuelo de ida y vuelta fue la belleza del paisaje, el vacío de la Patagonia. Me encantan las caminatas, así que espero volver para poder recorrer bien y pescar.

–La ciencia parece ser una fascinación suya. ¿Desde cuándo lo atrae? –Bueno, desde mi adolescencia leí muchos libros científicos y a los 16 años tuve que elegir entre estudiar ciencias o humanidades, lo que fue una disyuntiva difícil para mí. Sigo pensando que tomé la opción correcta, pero cuando tenía 20 años me preocupaba el hecho de que le faltara una parte esencial a mi educación. Entonces leí periódicamente libros dirigidos al lector común sobre física. Y estos últimos años, sobre biología y las teorías de Darwin, psicología cognitiva, neurociencia, ahora que la ciencia ha expandido sus dominios para abordar asuntos como las emociones, la conciencia, las motivaciones, que son de interés para un novelista. –¿Sintió alguna vez la angustia de las influencias? –Creo que todos los escritores, sobre todo al comienzo de sus carreras, tienen que liberarse de sus héroes. En mi caso, una serie de ellos, Kafka y luego autores estadounidenses contemporáneos: Roth, Updike, Mailer. No sé cuál es su influencia, sin duda proyectan grandes sombras y uno tiene que encontrar su propio espacio al sol, pero inevitablemente, si a uno le gustan los libros, empiezan a afectarlo, no sólo en la manera de escribir sino en la manera de pensar. Es imposible escapar por completo de la angustia de las influencias. –Sus primeros libros eran desolados y los posteriores no son optimistas. ¿Considera la felicidad una “tinta transparente”? –La felicidad es un tema bastante difícil de tratar en una novela larga. Si uno desea realmente escribir acerca de ella, debería escribir un poema lírico. Creo que muchos de los principales intereses de la vida para un escritor son los conflictos, los malentendidos, simplemente los problemas que causa el ser, al mismo tiempo, racional y egoísta, irracional y cooperativo. Somos muchas cosas a la vez y esa mezcla es lo interesante. Somos seres inquietos que nunca nos quedamos contentos por mucho tiempo. A veces la curiosidad lo echa todo a perder, a veces es el egoísmo o el modo en que nos convencemos a nosotros mismos de lo que es la verdad, incluso contra toda evidencia. Mis primeros textos, los que escribí cuando tenía alrededor de 20 años, eran

RAZONES. Lejos del espíritu romántico, McEwan sostiene que la racionalidad no tiene por qué ser algo frío y abstracto

18 | adn | Sábado 27 de febrero de 2010