1 EL
SEÑOR MI PASTOR, NADA ME FALTARÁ
2 EN
VERDES PRADERAS ME HARÁ YACER
HACIA AGUAS TRANQUILAS ME CONDUCIRÁ 3 MI
ALMA RENOVARÁ
POR CAMINOS RECTOS ME GUIARÁ EN VIRTUD DE SU NOMBRE 4
CUANDO ANDUVIERE
POR VALLES DE TINIEBLAS NO TEMERÉ MAL ALGUNO PORQUE TÚ ESTAS CONMIGO TU VARA Y TU BASTÓN
ELLOS ME RECONFORTARÁN 5ANTE
MI PREPARARÁS
UNA MESA A LA VISTA DE MIS ADVERSARIOS UNGISTE CON ACEITE MI CABEZA
MI COPA REBOSA 6
SÓLO EL BIEN Y LA COMPASIÓN ME ACOMPAÑARÁN
TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA EN LA CASA DEL ETERNO MORARÉ POR LARGOS DÍAS.
El Sal 23 es uno de los favoritos del salterio. A su favor se conjugan razones teológicas y culturales.
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ROI LO EJSARES
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MI PASTOR, NADA ME FALTARÁ •
BIN-OT DESHE YARBITSENI
ELLOS ME RECONFORTARÁN •
EN VERDES PRADERAS ME HARÁ YACER •
AL-ME MENUJOT YENAHALENI
NAFSHI YESHOBEB
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YANJENI BEMA GUELE-TSEDEQ LE MA AN SHEMO POR CAMINOS RECTOS ME GUIARÁ
EN VIRTUD DE SU NOMBRE •
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KOSI REVAYA MI COPA REBOSA
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AJ TOB VAJESED YRDEFUNI SÓLO EL BIEN Y LA COMPASIÓN ME ACOMPAÑARÁN
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BEGUE TSALMAVET POR VALLES DE TINIEBLAS
DISHANTA BASHEMEN ROSHI UNGISTE CON ACEITE MI CABEZA
GAM KI-ELEJAUN CUANDO ANDUVIERE
SHULJAN NEGUED TSORERAY UNA MESA A LA VISTA DE MIS ADVERSARIOS
MI ALMA RENOVARÁ •
TA AROJ LEFANAY ANTE MI PREPARARÁS
HACIA AGUAS TRANQUILAS ME CONDUCIRÁ •
HEMA YANAJAMUNI
KOL-YEME JAYAY TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA
LO-IRA RA KI ATA IMADI
VESHABTI BEBET HASHEM LEOREJ YAMIMY
NO TEMERÉ MAL ALGUNO PORQUE TÚ ESTAS CONMIGO
EN LA CASA DEL ETERNO MORARÉ POR LARGOS DÍAS.
SHIBTEJA UMISH ANTEJA TU VARA Y TU BASTÓN
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En el AT arranca quizá la popularidad de la imagen de la figura de David, el rey pastor; el NT lo canoniza y sublima en la imagen del buen pastor. Desde ahí se difunde por la liturgia, la piedad, la “pastoral”, las artes plásticas y musicales.
Al interés contextual se suma el valor intrínseco del salmo: su sencillez y riqueza. , porque no elabora un tejido de relaciones o pluralidad de planos en sus nueve versos. , porque en dos imágenes o escenas de conjunto comprime un número inesperado de símbolos elementales.
quitar del salmo la emoción profunda y simple de confianza que transmite
la prematura espiritualización de su realismo imaginativo
Al convertirse el primer verso en estribillo o antífona, parece que el salmo queda definido y
fijado con un título: “El Señor es mi Pastor”
El quinto verso del poema (4b) ocupa el centro de los nueve versos, pertenece a lo que precede por imagen a lo que sigue por la aparición de la segunda persona. Es el centro por forma y contenido. Algunos toman este verso para resolver todo el poema y su material imaginativo en una emoción única y simple:
1 EL
SEÑOR MI PASTOR, NADA ME FALTARÁ
2 EN
VERDES PRADERAS ME HARÁ YACER
HACIA AGUAS TRANQUILAS ME CONDUCIRÁ 3 MI
ALMA RENOVARÁ
POR CAMINOS RECTOS ME GUIARÁ EN VIRTUD DE SU NOMBRE 4
CUANDO ANDUVIERE
POR VALLES DE TINIEBLAS NO TEMERÉ MAL ALGUNO PORQUE TÚ ESTAS CONMIGO TU VARA Y TU BASTÓN
ELLOS ME RECONFORTARÁN 5ANTE
MI PREPARARÁS
UNA MESA A LA VISTA DE MIS ADVERSARIOS UNGISTE CON ACEITE MI CABEZA
MI COPA REBOSA 6
SÓLO EL BIEN Y LA COMPASIÓN ME ACOMPAÑARÁN
TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA EN LA CASA DEL ETERNO MORARÉ POR LARGOS DÍAS.
La figura y el título de rey y de la divinidad como pastor se extienden en un área cultural muy ancha y es frecuente en el AT
La imagen del pastor se inscribe en las relaciones del hombre con el animal: relaciones de hostilidad, cuando el hombre rechaza el ataque de la fiera o cuando caza el animal fugitivo; relaciones de dominio y amistad con el animal domesticado. El animal domesticado está en cierto grado humanizado, es «de casa» (casa = domus); correlativamente, el hombre puede volverse feroz. Al usar la imagen del animal domesticado para representar sus relaciones con Dios, el hombre humaniza sus tendencias feroces y se ofrece “domesticado” a la guía de Dios.
En el salmo, la imagen del pastor está desarrollada con realismo y concisión, en una serie de minúsculas escenas, cada una sugerida por un rasgo característico. No practica el poeta el arte de la descripción menuda y complacida, sino que capta un momento privilegiado, lo registra, sigue adelante. Logra la plasticidad por concentración en un rasgo capaz de evocar toda la escena, y por la selección le verbos concretos y precisos
El verde del césped con una fuente para reposar, el tumbarse, el cobrar el aliento y fuerzas, las roderas del camino, la cañada oscura, vara y cayado. Un lector más o menos familiarizado con esa realidad, reconoce el detalle apuntado por la palabra poética y reconstruye imaginativamente una escena. Hagamos la prueba.
En medio del desierto o del páramo verdea un oasis con su manantial. Las ovejas se tumban en el verde tierno, beben agua y sienten las fuerzas recobradas. Después se ponen en camino: el pastor, haciendo honor a su título, guía el rebaño por el sendero justo, que él conoce al dedillo, y así evita que las ovejas se extravíen.
Caminando por una cañada, se echa encima la oscuridad: las ovejas con poco sentido de orientación e incapaces de ver al pastor obedecen a señales de sonido y tacto: un golpe ligero de la vara endereza a las que se desvían, incita a las que se retrasan; mientras que el golpe rítmico del cayado sobre las piedras certifica de una presencia conocida y tranquilizadora.
El primer verso del poema nos ha dicho que los versos siguientes se han de leer como imagen. El autor no está hablando de ovejas, sino de sí mismo en imagen de oveja. Hay dos planos de significado que se sueldan en una arista común, sobre la que avanza el discurso. Desde la arista se dominan ambas vertientes en mirada simultánea, si bien la referencia espiritual puede en algún momento cobrar especial intensidad. Todo se predica de las ovejas.
Pero Alma y Justicia - nombre, quizá consolar/confortar vibran con una ambigüedad particular: Alma no se suele decir de animales, Justicia puede definir una conducta, nombre puede ser título y nombre personal, el consuelo de consolar/confortar suena más humano que ovejuno. Y sobre todo, la expresión intensamente personal “tú vas conmigo”.
La imagen del pastoreo pertenece a una cultura bastante extendida en la humanidad; la constelación de símbolos que agrupa es en gran parte universal.
Las verdes praderas. Después de un camino árido y polvoriento, que cansa los pies, iluminados quizá por un sol que fatiga hasta los ojos con su relumbre, surge ante la vista el verde. La mera presencia del color aplaca los ojos; en el verde de la hierba se revela la tierra materna, que ofrece su regazo acogedor.
El agua no sólo quita la sed tras la caminata, sino que devuelve el respiro y las fuerzas. Si añadimos que el agua brota de un manantial, el gozo nos entra por los ojos y la piel, no sólo por la garganta reseca. El símbolo arquetípico del agua, como bebida y vida, no es difícil de comprender; aunque una sed intensa ayude a vivirlo:
“conocer el agua por la sed”
La oscuridad con sus miedos nos trae recuerdos infantiles: el largo pasillo oscuro, el despertar sobresaltado en la estancia en tinieblas, y entonces el valor de un ruido conocido, el afán por sentir una presencia amiga, el serenarse con un tacto…
Precisamente en la angustia de la oscuridad se busca y siente con más fuerza la presencia amiga. En el salmo, de repente, cesa el tono enunciativo de la tercera persona dando paso a un grito gozoso en segunda persona.
En el “tú” estamos reconociendo al pastor auténtico, que hace honor a su título y que es el Señor. La oscuridad ha interiorizado la relación personal al dejarnos a solas.
El verde de la hierba, el agua del manantial, el camino acertado, la orientación en la oscuridad son cosas sencillas y ricas. Su potencia simbólica no se agota a la primera lectura. De ello nos habla la primera parte de este salmo sencillo y rico.
Fuera de la rueda de Para captar su contexto tiendas se extiende el unitario, recordemos la desierto o la estepa importancia de la devoradora de hombres. hospitalidad en una Expulsar del círculo de tiendas puede equivaler a cultura nomádica una condena a muerte; a no ser que otro clan reciba al fugitivo en su recinto. En tal caso, la hospitalidad se llama asilo.
Este mito es muy antiguo, casi 2000 años antes del nacimiento de Jesús, y nos puede ayudar a contemplar este gesto tan antiguo y tan nuevo, el de la Hospitalidad, que estamos invitados a encarnar en nuestra vida, como lo hicieron Jesús y Elmina en sus tiempos.
Un mito es un relato basado en la tradición y en la leyenda, creado para explicar el universo, el origen del mundo, los fenómenos naturales y cualquier cosa para la que no haya una explicación simple.
mythos (μῦθος), que en griego significa aproximadamente ‘el discurso’, ‘palabras con actos’, y logos (λόγος), que en griego significa la expresión (oral o escrita) de los pensamientos y también la habilidad de una persona para expresar sus pensamientos (logos interior).
Durante una repentina tormenta, el Viento del Sur (Sütu) hizo que volcara la barca de Adapa, “hijo” del dios Ea y sacerdote de éste en Eri-du, mientras pescaba en mar abierto para llevar alimento a la mesa del dios. Furioso, Adapa maldijo a Sütu, y sus palabras rompieron las alas del viento que desde ese momento se calmó. El dios supremo Anu advirtió esa perturbación del orden natural, se informó de sus causas y mandó llamar a Adapa. Pero Ea -aquí y en otros textos el dios amable de la sabiduría y la astuciale dio a Adapa dos consejos para eludir el inevitable castigo de Anu. El primero fue que se vistiera como si estuviera de luto, y les dijera a los dioses Tammuz y Gizzida, que encontraría a la puerta de Anu, que iba vestido así porque ellos habían desaparecido de la tierra. Así se ganaría su benevolencia y ayuda. La segunda recomendación de Ea a Adapa fue que rechazara las viandas de la muerte (a-ka-la sa mu-ti) y el agua de la muerte (me-e mu-u--ti) que le serían ofrecidas, pero que en cambio debía aceptar el vestido y el ungüento para las unciones. Armado con estas instrucciones, Adapa se puso en camino. Tal como estaba previsto, se ganó la ayuda de Tammuz y de Giz-zida, fue llevado a presencia de Anu, se le interrogó y pudo explicar sus razones. Anu, maravillado ante la extraordinaria sabiduría e inteligencia de Adapa (cualidades evidentes de Ea), decidió mostrarse generoso y ofrecerle al héroe las viandas y el agua de la vida. Adapa, convencido de que eran las viandas mortales contra las que Ea le había prevenido, las rechazó y aceptó tan sólo el vestido y el ungüento. Al final del relato mítico, Anu le dice a Adapa que había desaprovechado la oportunidad de alcanzar la vida; al mirarle, Anu se rió de él: “Vamos Adapa ¿por qué no comiste ni bebiste? No gozarás de vida (eterna)... Lleváoslo y devolvedlo a su tierra”
El binomio “externo” (vestido y ungüento) marca un cambio de estatus social o de lugar espacial. Indica el final de un viaje o de una admisión a la casa. Cuando está ausente (suciedad, luto), marca una involución, e incluso la exclusión de la sociedad civilizada.
En cambio, el binomio “interno” (comida y bebida) tiene que ver directamente con la vida, la supervivencia. Sólo los miembros -tanto permanentes como temporales- de una familia tienen derecho a recibir los alimentos, tanto en la familia nuclear como en la gran organización del templo o el palacio, cuyos funcionarios están atentos al mantenimiento de todos los miembros de la casa.
Una vez que Adapa llega ante la puerta de Anu como acusado, puede entrar (gracias a la primera instrucción de Ea) como huésped “externo”. Se le atiende con diligencia y se le ofrecen los servicios externos, que acepta sin problema. En este punto empieza a interferir la mecánica del don de la hospitalidad, su profundización en el ámbito “interno”: se le ofrece comida y bebida. Si Adapa hubiera comido y bebido, se habría convertido en el huésped que comió con los dioses inmortales; se habría convertido asimismo en inmortal, porque los dioses -como los hombres- no podían permitir que quien participara de su pan y su agua muriera. Adapa, al aceptar los elementos externos y rechazar los internos, deja de participar del destino divino: no se le castiga, pero no recibe el don de la inmortalidad. Anu respira aliviado porque ahora las estrictas reglas de la hospitalidad no le han obligado a cambiar el destino mortal de la humanidad.
Cualquier agresión sería atentar contra los derechos sagrados de la hospitalidad, sería una ofensa al anfitrión que lo ha recibido. Los enemigos se retiran. Cuando el fugitivo ha comido y bebido, el jeque le ofrece una escolta de dos hombres que lo acompañen hasta su destino.
La presentación es en esta parte del salmo más escueta y menos plástica. Muy pronto el plano espiritual se sobrepone a los datos metafóricos, a saber, cuando la escolta está formada por “bien y compasión” y cuando el hogar es “la casa del Señor”. Con todo, lo que he dicho de la primera parte se aplica proporcionalmente a la segunda.
La visión es coherente y engendra unos cuantos símbolos arquetípicos:
hospitalidad, banquete con comida y bebida, hogar.
En parte porque Más difícil quizá procuramos eliminar para nuestra cultura olores con desodorantes, en parte porque hemos occidental es el camuflado la función del símbolo de ungir aceite en forma de con aromas. pomadas y ungüentos. Por eso hace falta recordar Escarbando debajo de que aromas y perfumes la técnica, despiertan aires de fiesta, comprendemos el que las pomadas acierto de no olvidar defienden la piel de una la unción en el intemperie agresiva, que banquete. los ungüentos tonifican los músculos.
En el último verso pasa a primer plano la figura de Dios. Es obvio entender que “bien y compasión” son cualidades del Señor personificadas.
Esta segunda parte ha añadido al repertorio los símbolos de comer y beber, unción y aroma, compañía y casa. Todo o casi todo sencillo y rico.
No nos preguntamos si es un salmo o dos. La lectura inocente no produce extrañeza; si la lectura es poco imaginativa, la coherencia “espiritual” cubre toda diferencia. El análisis por separado no ha señalado fracturas, porque en un mundo poético de símbolos la convivencia no es trabajosa.
¿Hay algún factor que unifique las dos partes del salmo?; ese factor ¿nos ayuda a comprender el poema? En las tradiciones del éxodo podemos encontrar una clave de unidad.
Al salir de Egipto, el Señor guía a su pueblo por el desierto como a un rebaño, buscándole agua y comida y reposo. Cuando llegan a la tierra prometida, el Señor los recibe como anfitrión en su territorio Sal 77,21 68,11 Ex 15,13
mientras guiabas a tu pueblo como a un rebaño. y tu rebaño habitó en la tierra, oh Dios, que tu bondad preparó para los pobres. los llevaste hasta tu santa morada.
En la tradición sacerdotal, el camino del éxodo es una gran peregrinación hacia la tierra prometida; el segundo Isaías recoge la imagen, y las Crónicas no dan por concluida la etapa de liberación hasta la construcción del templo.
Todo el poema está en movimiento hasta el verso conclusivo.
Esto sucede de manera curiosa: dos veces el poeta interrumpe el descanso con el camino, no lo contrario. Dicho de otra manera, el reposo precede al camino: el rebaño se recuesta, bebe... y emprende la marcha incluso a oscuras; el refugiado come y bebe y emprende un camino, escoltado por si acaso.
Hasta llegar (o volver) a la casa del Señor. Un detalle parece turbar el reposo final: si la casa del Señor es morada duradera, “por largos años”, la escolta lo ha de acompañar “toda la vida”.
¿Toda la vida en camino o una morada final en el templo?
El poema termina con una tensión no resuelta, como si una y otra vez se volviera a empezar, como si el salmo se hubiera de repetir toda la vida. Los dos adverbios finales relativizan los símbolos obligándolos a coexistir:
camino y morada, rebaño y huésped, toda la vida y por días sin término…
El Señor es mi Pastor que no me priva de nada En las praderas fresquitas de pasto verde me sacia Y me lleva a los arroyos, donde el aguita es más clara. EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME PUEDE FALTAR Como una cuestión de honor, se preocupa de mi vida Me lleva por buenas sendas, me asiste en las partidas Y yendo con Él no temo, las quebradas más arriscas. EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME PUEDE FALTAR Saber que Él marca mi rumbo, me sosiega y tranquiliza Él me brinda su confianza hasta entre gente enemiga Me hace sentar a su mesa y en su copa me convida. EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME PUEDE FALTAR