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Sacrantica - veteres cantica deorum (demo)

enhiestas se alzaron por encima de la muralla, hermosos jardines brotaron y un sin fin de diferentes clases de árboles crecieron atiborrados de verde follaje, ...
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Sacrantica Veteres Cantica Deorum

Marcel Pérez Córdova Israel Álvarez Sánchez

Mentrecta

M Tear & Zethra 

I.- QUATTUOR DEI (Los Cuatro Dioses)

En la nada y en el todo, durante eones en la eternidad, anterior a todos los tiempos, siendo la causa de lo causado y lo causal, vagaban los creadores de todo lo que conocemos en esta faz, de todas las creaturas terrestres, acuáticas y todas las que surcan los cielos. Los antiguos dioses se encontraban contemplando su inmortalidad y divinidad, sus espíritus revoloteaban libremente en el evo, a veces se encontraban, hablaban y se comunicaban alimentando sus juicios e ideas creativas, mientras su imaginación melódicamente sonora hacía eco en la perpetuidad. Cuatro dioses coexistían en el principio, los cuatro de igual divinidad y poder, pero que al cultivar sus propias virtudes o concupiscencias podían aumentar o disminuir su propia naturaleza divina. Los nombres de las deidades

retumbaban

con

hegemonía

en

el

infinito,

Venator

Lacrimarum, Pravus Turbatoris, Magnus Modulator y Perditio Amentis. Venator Lacrimarum, al que llamaban Venágrima, era un dios de locura benevolente, prudente y certera, de semblante triste y diestro, tendiente a la firmeza, templanza y romanticismo de espíritu. Pravus Turbatoris, al que llamaban Pratorba, era un dios de locura malévola, temeraria, eufórica e irrebatible, de semblante firme y maquiavélico, tendiente a la depravación, hedonismo y perturbación de espíritu. Magnus Modulator, al que llamaban Magdulator, era un dios de locura magnánima, estoica y tenaz, de semblante agudo e inconmovible, tendiente a la lozanía, fuerza y gentileza de espíritu. Perditio Amentis, al que llamaban Perdimen, era un dios de locura insensata, excéntrica y desequilibrada, de semblante maniaco y vacilante, tendiente a la demencia, imprudencia y osadía de espíritu. Cada uno de los dioses pensaba e imaginaba de acuerdo a su divinidad… de acuerdo a la sabiduría que ellos mismos

habían desarrollado al perfeccionar y practicar sus virtudes. Vivian de sus sueños y anhelos, contemplando la majestuosa eternidad ya creada por ellos, admirando aquel vacío imponente en el que descansaban su divinidad y reposaba la inmortalidad de los dioses. Llegó un momento en que la mente creadora de los dioses quiso florecer; la idea de crear algo en conjunto llevó a Venágrima, Pratorba y Perdimen a aceptar la idea de creación, mas Magdulator tenía otros planes en su mente, y la idea que le plantearon los otros dioses no le fue del todo clara, así que no convencido en participar, dejó que los dioses actuaran como mejor les placiese, alejándose de ellos en dirección contraria para seguir contemplando su magnánimo ser, su inmortalidad y su divinidad, pero nunca dejando de observar a sus hermanos; por lo tanto, Pratorba, Venágrima y Perdimen, lamentando la ausencia de Magdulator, se reunieron para empezar lo que sería la más grande de las creaciones.

Si por vuestras mentes atravesáis la idea de crear, Seréis condenados al ostracismo, Estáis penados con libre albedrio Y este don su corrupción será. Hemos Sentenciado. Que así sea.

M

II.- DOMUS DEORUM (La Morada de los Dioses)

Estando las tres deidades reunidas y cada una ostentando entre sus manos sus místicos instrumentos sagrados, Venágrima, Pratorba y Perdimen, pensaron en crear algo al gusto y al agrado de los tres dioses, lo primero que llegó a su mente fue establecer un lugar donde pudieran habitar los tres en armonía, además de hacer menos triste y tediosa su inmortalidad, pero el plan iba más allá de la simple idea de convivir, pues buscaban la forma de crear algo más, algo extraordinario y sublime, pero antes era necesario pensar en un lugar donde los tres residirían. Lo primero que los dioses hicieron fue elaborar excelsos tronos desde donde pudieran visualizar todo lo que su mente estaba por crear; cada uno formó su trono y lo moldeó de acuerdo a su mente creadora y a lo que cada uno tocaba y

entonaba en su instrumento divino. Venágrima acariciaba las cuerdas de cristal de su guitarra celestial, Pratorba presionaba las teclas de hueso de su órgano infernal, Perdimen en cambio, desconociendo como usar los instrumentos que los dioses tenían, creó los suyos propios, a los cuales les dio diferentes propiedades otorgándole un sonido particular a cada uno, y a cada uno de los instrumentos trataba de soplarle, golpearlo o agitarlo para lograr su melodía. Las melodiosas y maniacas notas que emanaban de los etéreos instrumentos, resonaban en la eternidad y se conjuntaban en lo que parecían ser fluidos rayos de energía divina, bailando entre sí, alejándose, juntándose, dividiéndose en desquiciadas formas abstractas, fluyendo homogéneamente para crear bellas rarezas; las notas resonaban y fluían conformando con su mágica unión, lo que los tres dioses apasionados en su interpretación pensaban, lo que ellos sentían, anhelaban, lo que sus seres les demandaban. Al término de aquella suave pero certera música, los tres tronos estaban acabados, eran bellos, magníficos e imponentes… tronos dignos de los dioses, aún así eran distintos entre sí.

El trono de Pratorba era el más grande en tamaño de los tres, la música emanada de los divinos instrumentos, habían hecho que se conformara de un material parecido a la obsidiana, tenía incrustaciones de piedras preciosas parecidas al jade, rubíes, esmeraldas y zafiros, pero eran mucho más hermosas y bellas que tales piedras; aquel dios empotró y fundió su órgano, hecho de huesos y de marfil, al trono, y entonces el instrumento y la sede se hicieron uno solo, del respaldo salían grandes tubos negros de obsidiana haciendo parecer un gran abanico oscuro en la parte trasera, de ahí salía el viento melódico del órgano, el cual se situaba un poco más alto que los descansa brazos, tenía además una triple fila de teclados, uno debajo del otro en forma de escalera, en la parte baja del trono se situaban los pedales hechos de marfil, cerca de los descansa brazos sobresalían botones y palancas para regular el sonido. Aquel sitial emanaba poder y temor, hasta cierto punto se podía sentir una atmosfera oscura que absorbía la luz a su alrededor, formas garigoleadas recorrían el trono hasta toparse con las tuberías traseras del órgano, las cuales permanecían intactas; en la parte alta del respaldo por delante de la tubería, siguiendo las grecas garigoleadas, se formaba una

bestia parecida a un dragón, aquello le daba un diabólico toque final al trono. Aquella melodiosa prosecución de sonidos interpretada por las deidades, habían generado que el estrado de Perdimen se alzara perfectamente tallado en una sola pieza de madera, más resistente y fina que el roble, nogal o guatambú, era una madera desconocida y de mayor valor al oro conocido por el hombre; por todo el trono había hermosas figuras esculpidas en relieve, las cuales parecían contar una historia, aquellas figuras de formas abstractas para los hombres eran parte del leguaje de los dioses, Perdimen había querido que parte de sus pensamientos se plasmaran en el trono como una forma de comunicarse, ya que a veces le era difícil expresarse con el habla, por tanto, los relieves continuamente cambiaban de forma, las figuras cobraban vida de acuerdo al estado de ánimo de aquel dios y a lo que en el fondo de su espíritu quería decir. El trono además servía como un instrumento más de aquel dios, varios pequeños agujeros atravesaban la silla en diferentes direcciones, su función era parecida a la flauta, cada vez que el viento pasaba por ellos una melodía se escuchaba, entonces Perdimen podía tapar algunos agujeros y las notas eran

creadas, mas el dios demente nunca logró entender del todo el funcionamiento de su propia creación. La abstracción de los sonidos emanados de los instrumentos de las deidades y la pureza de los mismos, habían generado en su conjunción, que el trono de Venágrima estuviera hecho de materiales parecidos al oro, plata, diamante, platino y paladio, pero al igual que la silla de Pratorba, eran mucho más hermosos y preciosos que los metales terrenales, y esos distintos materiales que constituían el trono eran aún más resistentes que el adamantium. Tenía bellos y detallados relieves en forma de guirnaldas de laurel y de álamo que pasaban por todo el trono hasta llegar a la cúspide del gran respaldo, haciendo una hermosa enramada con las hojas, las cuales dejaban el relieve y salían para convertirse en hojas de precioso metal, y entre la elegante entrelazada de hojas aparecían una serie de letras que ardían y brillaban como el fuego, y en ellas se podía leer “Ecce Deus Venator Lacrimarum”. En la parte derecha del trono, se situaba una base para la guitarra de oro blanco de aquel dios. Simple, pero elegante e imponente era aquel trono, donde sus tonos plateados, dorados y cristalinos hacían brillar con una luminiscencia mágica todo alrededor, tan grande era su

resplandor que ningún mortal lograría ver el trono con su pobre sentido de la vista (a menos que los dioses se lo permitieran), y aquel brillo irradiaba por todos lados hasta encontrarse con la oscuridad del trono de Pratorba, conjuntando en uno mismo ocasionando la penumbra que envolvía a Perdimen. Los tres dioses sentados en sus tronos empezaron a divagar en lo próximo que harían, siguiendo la idea de crear un lugar donde habitaran los dioses, continuaron, y así las tres deidades imaginaron el lugar donde residirían. Tocaron sus instrumentos, y al momento que lo hacían, la música que emanaba como rayos cósmicos, iba creando todo lo que los dioses querían. Pratorba parecía ser uno con el instrumento y el trono, ya que todo el tiempo estaba sentado en él, su música sonaba grave e imponente, obscura pero divina, la cual, al escucharla, provocaría en algunos temor y en algunos otros calma insensata, Venágrima por momentos tocaba sentado y otras veces se ponía de pie, su música era frenética pero suave, al escucharla provocaba tranquilidad en las almas, en cambio, Perdimen, por la naturaleza y complejidad de su trono, tocaba de pie, sentado o en ocasiones arrodillado cuando utilizaba su

trono como instrumento, la música que de él emanaba, nunca era clara tal como los relieves cambiantes del propio trono, algunas veces sonaba aterrorizante, otras veces tranquilizadora, algunas otras angustiante, pero siempre reflejaba su excéntrica divinidad. Cada uno imaginó y tocó de acuerdo a su capacidad, y toda nota y pensamiento se materializaba gloriosamente. Así fue creada la Morada de los Dioses, un excelso, magnífico y majestuoso palacio, enormes murallas de resistente piedra perfectamente tallada, fortificaban y rodeaban el palacio, los cimientos y paredes estaban plantados sobre monumentales y titánicas montañas, que cubiertas por nubes, ocultaban la Morada de los Dioses en la misma eternidad; altas torres enhiestas se alzaron por encima de la muralla, hermosos jardines brotaron y un sin fin de diferentes clases de árboles crecieron atiborrados de verde follaje, una gran variedad de vegetación cubrió el suelo y tres ríos cruzaron el extenso jardín de los dioses, proveyendo de vida a los campos. En el centro de todo aquel inmenso jardín, comenzaba una escalinata de varios cientos de escalones, y al terminar, una gran plaza adornada con estatuas gigantes de guerreros en posición de

combate, adornaban todo el circuito, la explanada se extendía varios metros hasta el inicio del gran palacio. El castillo se elevaba en la cúspide de lo que habían creado, la torre de homenaje, custodiada por cuatro torreones, se erigía magnífica al final del castillo, y en la sala principal de la torre de homenaje fueron colocados los excelsos tronos de los dioses. Los tres, habiendo terminado de tocar, esperaron ver fascinados lo que habían creado; estando sentados en la sala principal, sintieron que no podían admirar lo que habían hecho desde ese lugar, entonces con un solo estruendo conjunto de los instrumentos de cada uno, cambiaron sus tronos y los colocaron en la terraza de la torre de homenaje, y desde ahí el panorama cambió y las ideas fluyeron para lo próximo en su creación.

Si al palacio que se alzad entre las nubes queréis subir, Condenado a la batalla estaréis. Estasis penado con el envanecimiento Y por este don caeréis.

M

III.- IDEA CREATIONIS (Ideas de la Creación)

Pratorba, Venágrima y Perdimen, sentados en sus tronos, estando en la Morada de los Dioses, tuvieron la idea de hacer un universo y un mundo donde la mente creadora y divina se regocijase en todo lo creado. Así los tres dioses comenzaron a imaginar y visualizaron lo que tenían pensado, cada uno tenía una representación distinta del mundo imaginado, y opinaron sobre lo bueno que sería y el porqué debía ser de tal manera. Venágrima pensó y expresó que sería bueno otorgar algo de su misma inmortalidad, divinidad y vida de los dioses, a la creación que estaban por hacer, a todo el universo, al mundo y a los seres quienes en él habitarían. Pratorba opinó sobre dar libertad a las criaturas y que la creación evolucionara siguiendo su carácter natural, tras los pasos de pasiones y locuras, sin dejar de dar un toque de

perversión a lo que en el mundo se desarrollaría. Perdimen en cambio, pensó algo mucho muy distinto, él quiso hacer un mundo donde no habitara nadie, un mundo desolado y sin gracia. Pratorba y Venágrima, quienes no comprendían la visión de su hermano, le preguntaron el porqué y qué sentido tendría crear un universo donde no habría cabida para un mundo habitable, y más aún, habitado por seres pensantes libres de sus acciones como ellos imaginaban; pero Perdimen pareció no entender la pregunta, el dios de locura desequilibrada no podía ver más allá de su pobre idea. Entonces Venágrima empezó a contar a Perdimen lo maravilloso que sería crear y ver un mundo donde vivieran seres pensantes, que contemplaran y se maravillaran de toda la creación, además de otorgarles a todos aquellos habitantes la oportunidad de que crecieran en espíritu, a grado de que ellos mismos superaran la misma creación. Pratorba también trataba de convencer a su hermano, pero a diferencia de Venágrima, él hacía énfasis en ver y disfrutar de las adversidades, problemas y situaciones a la que los habitantes se enfrentarían, y en caso de que aquellos seres no crecieran espiritualmente, sus almas se convertirían en esclavos de los mismos dioses, cosa que le fascinaba imaginar a ese dios, en el fondo de su corazón

pensaba hacer lo imposible para que aquello ocurriera. Venágrima lo miraba con semblante firme aprobando sus ideas, pero él haría lo necesario para que el número de esclavos fuera menor al los que se ensalzaren sobre la creación, así se supo que Venágrima y Pratorba serían los pilares de aquel mundo. Perdimen siguió confuso y sin comprender la idea del mundo habitable, qué necesidad habría de crear algo así, porqué crear seres que contemplaran la creación, aquel dios pensaba que lo imaginado por sus hermanos no era digno de un dios. Perdimen meditó, cavilando en que todo lo que los dioses hicieran debería de ser sólo para sí mismos; su corazón se negó y su mente se nubló, y en su necedad quería un universo que sólo fuera contemplado por los dioses; una soberbia incoherente y un imprudente egocentrismo crecieron en el fondo de su alma, pero con el tiempo aceptó de no muy buena gana la idea de los otros dioses, sin embargo no del todo. Aceptó la creación de seres que habitaran un mundo, pero esos seres no deberían tener libertad alguna, serían una extensión de los mismos dioses para elevar su ego, obedecerían en todo y sin pensar, no deberían tener sentimientos ni alma,

no sufrirían pero tampoco gozarían. Venágrima y Pratorba en nada estuvieron de acuerdo con lo que proponía Perdimen. Así pasó un largo tiempo en el evo, cada uno de los dioses pensando y diciendo como sería el universo y el mundo, Venágrima y Pratorba coincidían en varios puntos que al converger se visualizaba un cosmos mágico, aquella imagen era hermosa y llena de vida, donde además se mezclaba el caos, la violencia, la maldad y las tinieblas de Pratorba con el orden, la mesura, la bondad y el resplandor de Venágrima… dos locuras sempiternas que se coronaban como la fuerza creadora. Perdimen no entendió o no quiso entender nada sobre la concepción del mundo que los otros dioses pensaron, entonces en lo más profundo de su ser, visualizó la idea de sus hermanos, y al percibir lo que los dioses querían, sintió temor; los seres pensantes que Pratorba y Venágrima querían crear, tenían la fortaleza que ningún dios debía permitir (según las ideas de Perdimen), esos seres podían imaginar, soñar, pensar lo que ellos quisieran, crear toda clase de objetos y herramientas con los materiales que los dioses les otorgarían, construir y conformarse en sociedades, podían comunicarse a través de un leguaje, aquel ser además era agresivo y fácilmente

tendía a la violencia, pero también era compasivo y podía llegar a amar. Perdimen estuvo seguro que Venágrima y Pratorba no sabían lo que hacían, iban a crear un mundo donde los mismos dioses perderían el control. En su mente era mucho mejor el cosmos que él imaginaba, uno sin reglas, la anarquía total, donde sus habitantes autómatas no tenían ninguna libertad de pensamiento ni de animación, era lo máximo que aquel dios podía imaginar; y aquella idea se fue convirtiendo en un capricho de Perdimen. Las ideas creativas continuaron por un tiempo indescifrable, los tres dioses debatían y daban sus argumentos respecto al mundo y al universo, ninguno quería que sus ideas fueran desechadas, y así hubo una ligera lucha entre los dioses, mas no pelearon con armas ni con sus manos, sino con palabras. La voz de Pratorba era fuerte e imperiosa y sus palabras eran como cañones demoliendo argumentos, mientras que las palabras de Venágrima eran rápidas saetas, firmes, precisas y mortales que atacaban sutilmente los juicios; las palabras de Perdimen eran como balas perdidas, ni el mismo podía dar razones para crear un mundo caótico, sólo reiteraba la conclusión de elevar el ego más allá de lo inimaginable.

Entonces los tres dioses decidieron que en el momento de crear, cada uno tocaría lo que su corazón le dictase, así ninguno estaría limitado y todas las ideas que tuvieran participarían en la conformación del universo.

Si se atrevieren a cuestionar lo instituido, Execrado estaréis, Estáis penado con santificación Y por este don maldito seréis

M

IV.- CREATIO UNIVERSI (La Creación del Universo)

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©Marcel Pérez Córdova ©Israel Álvarez Sánchez Tear & Zethra 2013