Diciembre 2013
Revista literaria Número 2
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En esta Edición
Editorial
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Por el túnel del tiempo
6
La leyenda del almirante
8
Como en el cine
10
Para leer
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Por el túnel de letras
18
Letra y música
24
Personajes
28
Autores
31
Por qué escribir
32
En el arcén del teatro
34
Palabras, palabras, palabras
42
Entrevista a Fernando Gamboa
La magia de la Navidad en escena Entrevista: Julio Porto Teatro vivo De los que pisaron fuerte y un Príncipe que regresó
Cuentos
A salvo La cigarra y la hormiga El día que perdí la memoria Penúltima página La Soga Locura de amor
Poesía Delirio II
35 36 38 40
7 7 16 17 26 30
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Director y editor Ismael Iriarte Ramírez Directora comercial Olga Lucía Iriarte Coordinador editorial Daniel Casas Redactores Mariela Iriarte Ana María Penagos Diana Méndez Parra Traducción Claudia Iriarte Arte y diseño Andrés Quijano Producción y distribución Túnel de letras Editores Corrección Cecilia Lara
ISSN 2344-813X Túnel de letras Bogotá - Colombia, 2013 Contacto www.tuneldeletras.com
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Editorial Navegando
“Después... ¿Qué se yo!... Escenas sueltas de no sé qué historia que yo he oído o que inventaré algún día” Desde mi celda - Gustavo Adolfo Becquer
No es extraño que después de alcanzar una meta anhelada, la euforia y la satisfacción del deber cumplido, empiecen a dar paso a un estado de vacío y en algunos casos de desazón, que los expertos en la materia bien podrían catalogar como un “valle” y los no tan expertos -como yo- describiríamos con palabras non sanctas. Haber llevado a buen puerto la primera edición de la Revista literaria Túnel de letras, con una acogida que supero todas las expectativas, no fue por supuesto la excepción a esta regla. Así que esta especie de atasco, junto a algunas circunstancias de la cotidianidad y otros fantasmas, terminaron por hacer parecer el camino como un terreno más cercano a un bosque oscuro, que a un plácido valle. Sin embargo, este estado pasajero solo sirvió para permitirme iniciar con mayor entusiasmo, el reto de dar continuidad a este proyecto, dándole vida a un segundo capítulo, al que con certeza seguirán muchos más. Durante los últimos meses he encontrado la inspiración en los lugares más insospechados y dispares, que van desde las páginas más occidentales de Haruki Murakami; pasando por las encumbradas lecciones filosóficas de los momentos de divertimento de Umberto Eco; hasta llegar a la ver-
sión Jekkyl de Charles Bukowski. Estímulos que a pesar de su artera embestida me concedieron la licencia de aprender una valiosa lección de un personaje bastante menos virtuoso, un tal Edward Davis Wood Jr., con el que no muchos querrían sentirse identificados y del que más allá de sus dudosos estándares de calidad, hoy me precio de profesar su estricto sentido de la amistad y la lealtad, junto a un selecto grupo de amigos, colaboradores y por supuesto lectores, entre los que a falta de Béla Lugosi, Vampira o Tor, se encuentran los verdaderos artífices de lo que hoy es una realidad, que día a día constituyen el mayor incentivo para dar mi mayor esfuerzo. No puedo dejar de mencionar el estricto régimen musical al que me he sometido en este periodo, compuesto por altas dosis de Luis Eduardo Aute, Nacho Vegas, Roy Orbison, Joaquín Sabina y por supuesto Leonard Cohen, llenándolo todo de ánimo y esperanza, con aquello de (…) Everybody
knows that the boat is leaking, everybody knows that the captain lied (…).
Entrando ya en materia de esta segunda inmersión por el Túnel de letras, debo empezar señalando que como un modesto homenaje, servirá como escusa para despedir a un grande: Álvaro Mutis, el eterno navegante, que desde ya ocupa su lugar entre los escritores inmortales de la lengua española. Como es ya una sana costumbre, seguiremos descubriendo increíbles historias de la mano de nuevos talentos alrededor de Hispanoamérica; y conoceremos más de cerca a Fernando Gamboa, uno de los escritores más prolíficos y exitosos de los últimos años, mientras que nuestras secciones habituales como Letra y música, Personajes, Como en el cine y demás, nos llevarán de viaje por algunos de los capítulos memorables de la literatura y el teatro, en lo que de corazón espero que sea, una travesía inolvidable para nuestros lectores.
Ismael Iriarte Ramírez Director
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Por el túnel del tiempo 10 de diciembre de 1830. Nace la poetisa estadounidense
Emily Dickinson,
autora de obras como Morir sin morir, Naturaleza no es lo que vemos, No era la muerte, No se lo dije al jardín y Podría estar más sola. 21 de diciembre de 1872. En la novela La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne el sábado 21 de diciembre, el personaje principal, Phileas Fogg, llega a su destino, el Reform-Club, a las 20:44:57, después de 79 días, 23 horas, 59 minutos y 57 segundos de viaje. 27 de diciembre de 1897. Se estrena en el teatro de la Porte-Saint-Martin, Cyrano de Bergerac, drama heroico en cinco actos y en verso del poeta y dramaturgo francés Edmond
Rostand.
3 de enero de 1896. Nace el escitor británico J. R.R Tolkien, autor de El Señor de los Anillos y El Hobbit. 6
5 de enero de 1931. Nace el escritor italiano Umberto Eco, autor de obras como El nombre de la rosa, El péndulo de Focault, Baudolino y El cementerio de Praga. 19 de enero de 1809. Nace el poeta estadounidense
Edgar Allan Poe,
autor de obras como El rey peste, Gato negro, El escarabajo de oro, El corazón delator, Sueños, Estrella del amanecer, Himno, Annabel Lee, Las campanas, Eureka y La narración de Arthur Gordon Pym. 7 de febrero de 1812. Nace el novelista inglés Charles Dickens, autor de obras como Oliver Twist, Grandes esperanzas, David Copperfield, Nicholas Nickleby, Un Cuento de Navidad, Historia de dos ciudades y Tiempos difíciles. 26 de febrero de 1802. Nace el novelista y dramaturgo francés Víctor Hugo, autor de obras como Los miserables, Nuestra
Señora de París, Han de Islandia y El 93. 6 de marzo de 1928. Nace el escritor colombiano Gabriel García Márquez, Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982. Autor de obras como Cien Años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, El amor en los tiempos del cólera, Crónica de una muerte anunciada, El otoño del patriarca y El general en su laberinto. 28 de marzo de 1936. Nace el escritor peruano Mario Vargas llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010. Autor de obras como Pantaleón y las visitadoras, La ciudad de los perros, La tía Julia y el escribidor y La fiesta del chivo. 13 de abril de 1906. Nace el escritor irlandés Samuel Becket, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1969. Autor de obras como Final de partida, Esperando a Godot, Los días felices y El innombrable. 23 de abril de 1996. La Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) proclama el 23 de Abril como el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor. 31 de marzo de 1914. Nace el poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1990. Autor de obras como Luna silvestre, Salamandra, Blanco, Vuelta, El laberinto de la soledad, La llama doble e Itinerario. 7 de abril de 1889. Nace la poetisa chilena Gabriela Mistral, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1945. Autora de obras como Desolación, Ternura, Lagar y Los sonetos de la muerte y otros poemas elegíacos.
Cuentos A salvo Cada vez que alguien le preguntaba con fingido interés por qué era así, no tenía más remedio que contestar con fingida cordialidad que no lo sabía. El señor Big era un hombre grande, colosal, pero estaba asustado. Diríase que algo así es imposible, que un hombre como él puede infundir temor, pero nunca sentirlo. Ese no era su caso. Él sentía temor. Todas esas pequeñas personas a su alrededor, como diminutas ratas sonrientes ante un pedazo de queso le causaban horror. Creía que en cualquier momento saltarían sobre él para engullirlo y que su fuerza, tan descomunal como él mismo de nada serviría ante tal embestida. Por otra parte, el señor Big era demasiado noble. Sabía que no le haría daño a ninguno de sus potenciales agresores. Alma de ángel en cuerpo de gladiador. Tal era la ironía de su vida. Al principio buscó la manera de permanecer oculto. Pero pronto descubrió que no hay nada más difícil que ocultar a un gran hombre. Luego pensó que lo mejor sería trabajar como muchos otros de su “especie” en algún circo. Esto le trajo una suerte de felicidad momentánea; conoció a otras personas a quienes el destino, el azar, o tal vez el capricho de algún dios ebrio, engalanó con cualidades poco comunes. Durante algún tiempo estuvo así, hasta que una tarde de sábado, no pudiendo soportar más el morbo en la mirada de los adultos y la irritante curiosidad en los ojos de los niños, en plena función irrumpió en un llanto tan colosal, en unos lamentos tan fuertes sazonados con suspiros de cíclope, que estuvo a punto de echar la carpa abajo. De más está decir que fue despedido. Y ahí estaba de nuevo, sin saber qué hacer, el alma golpeada, el orgullo herido (porque “nosotros” también tenemos alma y orgullo, - se decía-).
novedad, cuando su vista se posó en un aviso: “Museo Extraordinario”. No sin dificultad, pudo ingresar. Jugó a ser un visitante más y procuró comportarse como tal. Haciendo acopio de toda su naturalidad, ignoró las miradas, no escuchó (o no quiso escuchar) los murmullos a su alrededor, no se percató de que todas las piezas extraordinarias que exhibía el museo eran, por decirlo de alguna manera, opacadas por él mismo. Prestó atención al guía y hasta se atrevió a hacer preguntas sobre tal o cual obra. Por alguna razón, el señor Big se sentía a salvo en ese lugar. Se le ocurrió que podría ser una pieza de museo; que los visitantes le observarían con respeto, casi con veneración. Entonces, usando una excusa superflua, pidió ser llevado ante al administrador del lugar. Haciendo gala de sus mejores dotes de vendedor, le expuso su idea. El administrador estaba encantado pero no se lo dejó saber de inmediato a nuestro hombre. Esgrimió algunos argumentos insulsos que el otro escuchó y rebatió pacientemente. Lo demás fue sencillo. El administrador se encargaría de inventar una historia creíble; pensaba en anunciar la nueva adquisición como una estatua de cera de tamaño natural fabricada por un reconocido artista plástico exclusivamente para su Museo, de un hombre legendario que habría habitado algún país europeo a principios de siglo. Por su parte, el señor Big se mudaría al Museo y aprendería el arte de permanecer perfectamente quieto y rígido durante horas, lo cual no le fue difícil: su fuerza de voluntad era directamente proporcional a su tamaño. No está de más decir que dicho museo adquirió fama mundial, máxime cuando comenzaron a circular rumores de que el gran hombre de cera había sido observado por muchos visitantes del lugar días antes de que apareciera exhibido como una pieza. Pero ese es otro cuento.
Se encontraba en medio de estas cavilaciones, experimentando otra vez el estremecimiento de sentirse observado, escrutado, desnudado por miles de ojos ávidos de
Soledad Cadena Marisella Zamora. Bogotá. Actualmente hago parte de los colectivos “Los Impresentables” adscrito al MINISTERIO DE CULTURA, y del “Taller virtual de escritores” de IDARTES.
La cigarra y la hormiga
castillo de aire, es el mensajero de la indiferencia.
Samaniego, Esopo, La Fontaine, se encargaron de inspirar la antipatía entre la cigarra y la hormiga, pero la realidad es bien distinta. Los dos personajes maravillosos son grandes amigos y nunca hubo entre ellos discrepancia o indisposición.
Por fortuna la animosidad ocurre solamente en la imaginación de los fabulistas. La hormiga sabe que si calla la cigarra, el verano será eterno. No habrá quien presente la lluvia que canta en los árboles del cielo.
A la hormiga en su laboratorio subterráneo, a la cigarra afinando sus timbales en días de sol, las hemos rebajado a la condición humana. La hormiga, al negar el mendrugo a quien toca a su puerta, carece de generosidad. Y la cigarra, al pasar todo el verano ensayando fanfarrias en su
Pedro Elías Martínez Periodista radial aficionado a narrar historias. En sus ratos libres las imagina y las escribe. Actualmente vive en Málaga, Santander, Colombia.
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La Leyenda del Almirante Por: Daniel Francisco Casas
La magia y el destino, o mejor la magia del destino, esa sustancia de la que están hechos los sueños cuando ocurren los sabios milagros y accidentes de la creación, y que por místicos designios ya pertenecen a su dueño, puede ser la hoja de ruta de alguien cuyo tránsito por la vida no fue otro que el de navegar por las tempestades del alma y sosiegos del espíritu para llegar al puerto de nostalgias y dichas de su corazón. Fueron las letras quienes escogieron a su héroe desde antes que él lo supiera, su desarraigo y desastrada “errancia” como lo sugirió en no pocas ocasiones de lo que podía haber sido su aventura por la vida, hizo entender a su lectores y compañeros de viaje, que más que en vivir, el éxito de la vida está en sobrevivir a la lucidez y la desesperanza. La historia del almirante que se embarcó en un sueño del que no pudo regresar jamás, cuan largo y cuanto más trecho existe entre los puertos de Amberes y Buenaventura; ajeno a nación propia y muy bien curtido en aguas extrañas, que tuvo como patria la mejor de las infancias frente al mar y la pulpa de sus misterios y todo lo que hay a su paso y le adorna con la intromisión de los hombres, vulnerables a su inmenso poder y al inexorable gobierno del tiempo. Hombre de infinita resolución para adquirir el desafío de aguas saladas y dulces, soñador de navíos como su buen amigo y siempre recordado Abdul Bashur, ilusionista del tiempo y del espacio a los que la 8
vida llevó accidentadamente pero nunca por capricho a la expedición de un mundo del que comprendió había que vivir con dedicada convicción. La vorágine le persiguió siempre o fue él quien se empecinó en enfrentarla con el debido respeto por sus leyes que escapan a las de los hombres, de estas últimas hizo las suyas para ser él y nadie más el capitán de su alma, de empresas fallidas, de amoríos de puerto, de amigos de travesía, de los peligros de turno y de los amores que el tiempo ni los inextricables sueños que le visitaron a lo largo y ancho de su estadía por toda geografía y ninguna pudo extinguir el sabor y olor de la nostalgia. Encallar en la nostalgia, era un riesgo al que la selva y los calores del trópico, sometían al marinero que dejaba el mar, al que la tierra se venía encima y al que el aire que respiraba resultaba ser una infusión de delirio e hipnótica lucidez para enfrentar las estaciones que estaban por venir; al tiempo que desarrollaba la suerte y la destreza necesarias para sortear la vida y ocupar el vació de algunos sueños que se le amputaron a su corazón exiliado. Fue en las ciudades flotantes, donde el flamenco es lengua, y a la distancia más próxima se habla francés en los puertos bretones, cuando el primer amor bailó en olas y se levantó en espuma para no dejar ir el corazón del almirante nunca más, sin saber que de tajo el sino de la tragedia lo arrastraría hacia aguas dulces con el agrio sabor de quien pierde su patria para conocer otras mieles, que no probaría de lleno hasta curar el desengaño que la sal le había dejado después de amar. Pero como en todas las historias extraordinarias sucede, el arte de vivir los sueños se hizo inquebrantable en la voluntad de los héroes, que no lo fueran de no ser por los peligros y amenazas que se ciernen sobre ellos y su capacidad para vivir a la luz de su ley y la filosofía que desarrollan hábilmente por su trasegar, engendro de la desdicha y derrota que se convierten en lecciones inagotables de valor y amor por encontrar su misión vital.
Ahora desde la gavia sostendría la mirada para entender mejor el tiempo y descifrarlo, desde esa posición era mucho lo que se veía pero aún más poco lo que se sabía, el destino ponía trampas en forma de espejismo pero también acercaba al descubrimiento de cómo vivir sin morir en el intento, que las vagas maravillas de riqueza y ambición eran eso, vagas, en comparación con enfrentar la muerte, que no había premio a la aventura, como sí satisfacción en probar los caminos del mundo. Cada camino transitado termina por parecerse a otro al igual que la conducta de los hombres, así exista un abanico de lenguas y muchas leguas entre unos y otros, disertó el gaviero cuando hacía alguno de tantos viajes, en cuyos paisajes siempre habitaba esa sospechosa familiaridad en el entramado de la realidad y sus engaños, desistir o seguir adelante era lo que quedaba para ahuyentar el tedio y la propia muerte, como él a fuerza de cometer empresas absurdas, inconclusas y sin retorno; intuyó debía hacer sin más motivos. Aprendió de letanías para lidiar con el ímpetu de mares y ríos, que a su paso llevaron a través de la corriente tantas memorias que no se fueron por la desembocadura del tiempo gracias al papel que las guarda. Digno testimonio de la reconciliación con sus perplejidades, de redimirse de los demonios que atacaban sus horas de sueño y la realidad agobiante en medio de la inmensidad de la nada y el vértigo que produce el no tener más certeza que la muerte acecha.
El tamaño de la distancia que existía entre una aventura y otra, hizo al almirante sumergir en las profundidades del alma del príncipe de Viena, los misterios de Felipe II, y los motivos para asesinar al Duque de Orleans. Eran ellos los habitantes de un mundo paralelo, que le acompañaron en el itinerario hasta llegar a puertos, selvas y pantanos; viajaban no solo en los libros, sino en sus pesadillas y sueños, eran la medicina que contrarrestaba la ansiedad y el desvelo y que nunca se fueron como antídoto para la soledad. La inmensidad iba estrechando su brecha, los barcos iban y venían, las promesas de edenes de riqueza se desvanecían, entre tanto el marinero de experiencia cultivada en toda suerte de vicisitudes, decidió ir en dirección de los caminos perdidos. Algo tendría que haber dejado el viaje desde la costa de Amberes a un cafetal de tierra caliente, y la amistad que trabó en algún pasaje de la bitácora con cierto Capitán sibarita, que embriagaba los sueños y nostalgias con una deliciosa mezcla de cerveza y champaña. Cómplice del poeta y entrañable amigo de quien contó su historia en no pocos idiomas, ese fue y será Maqroll, el gaviero que supo dar cara a lo que viene, el hombre que no agotó las tentaciones de ir por otro sueño, el quijote de caravanas hacia puertos disfrazados de esperanza. El filósofo que encontró en la aventura un pretexto para ir y venir de donde no se cumplían las metas, pero en cuyo desplazamiento se entregaron razones para vivir por cuenta de la vida misma. Cuenta la leyenda del almirante, que cuando conoció a Maqroll y supo quién era, no escatimó en escuchar sus más íntimos secretos y en hacer de sus viajes, la crónica de los sueños que de a poco y por muchos motivos pertenecieron y pertenecerán a ambos. Desde ahora y para siempre su historia escapará a las leyes del espacio y del tiempo, siendo todavía un misterio el saber quién es su dueño, si el almirante poeta o el errante gaviero. 9
Como en el cine El mercader de Venecia y la teoría general de las obligaciones Es frecuente encontrar en el cine y en la literatura grandes lecciones de derecho, que por la forma en que son expresadas son más fáciles de digerir y recordar que las frías y aburridas clases que se imparten en las facultades de derecho de las universidades, que están cargadas de formalismos donde lo esencial se pierde en los vericuetos de los artículos, literales e incisos de los códigos de procedimientos y en disposiciones reglamentarias. De manera particular me quiero referir a un clásico de la literatura universal El Mercader de Venecia del escritor inglés William Shakespeare, considerado sin discusión alguna como el mejor escritor de lengua inglesa, más que a la novela que confieso no he leído, comentaré algunos aspectos tomados de la película basada en dicho libro que dirige Michael Radford y es protagonizada magistralmente por el inigualable Al Pacino. En la cinta, detrás de la historia de amistad y lealtad entre Bassanio (Joseph Fiennes) y Antonio (Jeremy Irons), que lleva a este último a comprometer su patrimonio y la vida misma con tal de conseguir un préstamo para que su amigo pueda jugárselo para conquistar el amor de Porcia (Lynn Collins), esconde una muy particular forma de solucionar los problemas a la luz del positivismo jurídico. En la trama central de la película vemos como Antonio para conseguir el dinero que necesita su amigo acude a Shylock (Al Pacino), un prestamista resentido que a cambio de lo entregado le impone a su deudor la condición de pagarle con una libra de carne de su cuerpo del lugar que él como acreedor escoja si el pago no es realizado en la fecha acordada. Como es de esperar para que la historia tome tintes dramáticos, Antonio pierde sus barcos y no paga la deuda. Aquí empieza a tomar importancia la forma de solucionar los conflictos, pues Shylock acude a los tribunales de la Venecia de la edad media para solicitar “justicia” y de acuerdo a su percepción del derecho, la justicia se logra cuando se cumple con la literalidad de lo pactado por el acuerdo de voluntades de las partes, sin importar en el contenido de la pretensión con la cual se satisface la obligación. Ante semejante solicitud, los jueces consideran que si las partes pactaron que ante el incumplimiento del pago en la fecha acordada, el acreedor podía satisfacer la obligación con la libra de carne del cuerpo de Antonio, ellos no pueden hacer cosa distinta que garantizar el cumpli-
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Puesta del sol en Venecia - Claude Monet
miento de las leyes que proclaman la libertad contractual, aunque ello les parezca que no es ajustado a la moral. Es decir, esta posición obedece a la más rancia doctrina positivista que después de varios siglos se conserva en algunos operadores jurídicos que repiten el viejo aforismo “dura lex sed lex”. De manera creativa salta una solución planteada por un joven abogado que a último minuto llega al juicio y le dice al acreedor que puede satisfacer la obligación cobrándose la libra de carne, pero no puede obtener ni más ni menos de lo pactado y por lo tanto no puede derramar ni una sola gota de sangre ni dañar otros órganos, pues ello no quedó estipulado en el documento, haciendo inviable el pago de la obligación por falta de estipulación contractual. La solución salvadora de Antonio por parte de Porcia que actuó disfrazada de Abogado se encontró dentro de la misma corriente positivista planteada por el acreedor, donde las partes se someten a la literalidad de lo pactado sin importar en el contenido. Bajo esta forma de ver el derecho y la vida, es válida cualquier norma o estipulación aunque su contenido sea evidentemente injusto. Esta forma de solucionar los conflictos resulta inaceptable en la actualidad a la luz de la filosofía del derecho en un estado social y democrático como dice llamarse el nuestro, y lo primero que hay que decirle a los muchos Shylocks que hoy en día reclaman sus derechos, es que la administración de justicia no es el escenario para ventilar las miserias y las pasiones humanas, que los jueces no están llamados a servir de instrumentos ciegos para la venganza, deben saber que las leyes están instituidas para protegerlos y no para pisotear a los demás, especialmente cuando los demás son la parte más débil. Parece elemental repetirlo, pero la justicia consiste en dar
a cada uno lo suyo y una libra de carne humana no era lo que le correspondía al mercader de Venecia y con ello no iba a satisfacer plenamente su deseo de venganza. En conclusión, en la obra de Shakespeare como en la vida, no debemos confundir la búsqueda de justicia con los deseos de venganza, debemos saber que los contratos se deben estudiar más allá del querer de las partes y los tribunales no pueden ser ajenos a las más elementales normas de interpretación acorde a los principios de justicia y equidad, entendiendo la realidad social para la que trabajan, donde resulta inaceptable escudarse en las formalidades y en el apego ciego a las normas para que de esta forma no sigamos condenando injustamente a los muchos Antonios que ingenuamente firman su propia condena. José David Ruíz Argel Nacido en Ciénaga de Oro – Córdoba, Abogado, Especializado en Derecho Laboral y Seguridad Social, Estudiante de Maestría en Derecho en la Universidad Sergio Arboleda.
El adiós de Tom Clancy
policiaco al estilo “hollywoodense”, con un prolífico legado compuesto por vendedoras novelas catalogadas en muchas ocasiones como excesivamente comerciales, pero cuyo innegable aporte como alternativa de lectura, recordamos hoy. La publicación de La caza del Octubre Rojo, en 1984, se convirtió en la presentación en sociedad de su personaje emblemático Jack Ryan, que durante dos décadas y más de una docena de novelas firmadas por Clancy, emprendió un vertiginoso recorrido que lo llevó de ser un analista de la CIA, a convertirse en el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Su irrupción en el cine se dio seis años después, en 1990, cuando en la película homónima del primer éxito de Clancy, bajo la dirección de John McTiernan, Alec Baldwin interpretó a Ryan. Sin embargo, fue solo con la elección de Harrison Ford para interpretar el papel de Ryan, que el personaje alcanzó la notoriedad y el reconocimiento general que aún ostenta. De esta forma Juego de patriotas (1992) y Peligro inminente (1994) se convirtieron en éxitos taquilleros y su protagonista en un referente del cine y la literatura del género. La última aparición cinematográfica de Jack Ryan se selló con La suma de todos los miedos (2002) y la interpretación del Ben Affleck, que debió asumir la difícil tarea de retomar el legado de Harrison Ford. Las aventuras de Ryan trascendieron más allá de su aparición en la pantalla grande, llegando a extremos insospechados en novelas como El cardenal del Kremlin (1988) Sin remordimientos (1993), Duda de honor (1994), El oso y el dragón (2000), o Los dientes del tigre (2003), muchas de ellas con cabida incluso para directas alusiones a la posición política de Tom Clancy, abiertamente en contra de acciones como la invasión a Irak en 2003. La obra de Clancy, que inspiró videojuegos como Rainbow Six, Ghost Recon, o Tom Clancy’s EndWar, incluye además de los títulos del “universo Ryan”, novelas como Tormenta Roja, SSN y Contra todo enemigo, así como una decena de ensayos y otras publicaciones sobre el tema bélico.
Inmerso en el mundo de la literatura por un afortunado proceso de eliminación y desistimiento de otras disciplinas, Tom Clancy dejó impresa para siempre su huella en género de espionaje y el cine de suspense
Despedimos así desde el Túnel de letras a Thomas Leo Clancy Jr. (1947 – 2013).
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Para leer
Judy McFarland tiene más de cuarenta años, un marido que no le presta la menor atención, una hija en la universidad y otro hijo en plena adolescencia. De repente, para su sorpresa, el vacío de esa vida sin ilusiones comienza a encontrar respuesta en la figura de Zach Patterson, el muchacho de dieciséis años que le han asignado de cara a organizar una feria para la escuela en la que trabaja como maestra de párvulos. Pero iniciar una relación con él podría significar su despido y conducir a la destrucción de su familia, además de dejar al descubierto algunos de sus más oscuros secretos. Desgraciadamente para Judy, la pasión no entiende de riesgos.
El reino de la infancia, la aplaudida ópera prima de Rebecca Coleman, es una novela deliciosamente escrita, tan perturbadora como fascinante, que revela los tenebrosos sótanos de una existencia aparentemente normal y respetable.
Novedades
El reino de la infancia Rebecca Coleman Umbriel
Los seguidores de la obra de Haruki Murakami encontrarán en esta esperada novela, algunas de sus características más notorias en su estado puro, lo onírico y lo fantástico se entrelazan al compás del piano del húngaro Franz Liszt, autor de una banda sonora cuyos acordes casi se pueden tararear. Así, de esa forma los lectores se aventurarán en un viaje físico e introspectivo junto al protagonista Tsukuru Tazaki, un arquitecto de 36 años, especializado en diseñar estaciones de tren, que dejará Tokio para volver a su natal Nagoya, donde se reencontrará con sus amigos olvidados y revivirá los momentos más entrañables de la adolescencia y los pasajes más amargos de su juventud. 12
Novedades
Los años de peregrinación del chico sin color Haruki Murakami Tusquets
El verano de 1976, Londres padece una ola de calor que se recuerda todavía hoy. Como cada mañana, Robert Riordan, recientemente jubilado, sale a comprar el periódico, solo que esta vez no regresa. Asustada, su esposa Gretta llama a sus hijos, que acuden a la casa familiar para emprender la búsqueda de su padre. Sin embargo, la inusitada canícula provoca entre los Riordan extraños comportamientos, y varios secretos guardados celosamente durante años afloran a la superficie. El hijo mayor, Michael Francis, es un desencantado profesor de historia que trata de salvar su matrimonio. Mónica, por su parte, sufre la animadversión de las hijas de su segundo marido. Y Aoife, la menor, es la hermana rebelde que abandonó los estudios y se instaló en Nueva York. Entre todos, buscan pistas para descubrir el paradero de Robert, pero ninguno sospecha que su madre sabe mucho más de lo que les ha contado. Instrucciones para una ola de calor es una novela sobre la familia, sobre lo que revelamos y lo que decidimos callar. Escrito a ritmo de thriller, este magnífico drama doméstico mantendrá en vilo al lector hasta la última página.
Novedades
Instrucciones para una ola de calor Maggie O’farrell Salamandra
Un encargo editorial pone a Alejandra Varela, especialista en arte urbano, tras la pista de Sniper, un reconocido artista del grafiti, promotor de acciones callejeras al límite de la legalidad —algunas de ellas con resultados fatales— del que casi nadie ha visto jamás el rostro ni conoce el paradero. La búsqueda conducirá a la protagonista de Madrid a Lisboa, y de ahí a Verona y Nápoles en su intento por descifrar cuál es el objetivo al que apunta la mira mortal del cazador solitario. El francotirador paciente es un thriller que apasiona, un formidable duelo de inteligencias, un juego al límite entre perseguidor y presa. Porque el tiempo no es lo más importante cuando quedan cuentas pendientes.
Novedades
El francotirador paciente Arturo Pérez-Reverte Alfaguara
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Para leer
Esta novela ambientada en el Siglo XI narra la historia de Rob J. Cole, miembro de una familia de carpinteros ingleses, que movido por el deseo de vencer la enfermedad y aliviar el dolor de los demás, se embarcará en una aventura al corazón de Persia, para descubrir los secretos de la medicina de medio oriente y desarrollar su particular, don de la mano del maestro Avicena. Esto le acarreará graves problemas a su regreso a Inglaterra, en donde será acusado de varios delitos, por lo que deberá huir a una pequeña aldea escocesa, allí podrá practicar todos sus conocimientos y llevar una vida tranquila junto a su familia. Publicada originalmente en 1986 El médico se convirtió no solo en el primer gran éxito del escritor estadounidense de origen judío Noah Gordon, sino también en el detonante de la recordada saga de “Los Cole”, que completan las obras Chamán (1992) y La doctora Cole (1996).
Para recordar
El médico Noah Gordon
Una anciana siente amenazada su vida a manos de una joven y hermosa mujer que acaba de mudarse a su vecindario y de quien asegura es una verdadera bruja. Exaltada por sus terrores, la señora Pinkerton se desahoga con Edmund, su hijo, y le narra un episodio ocurrido cincuenta años atrás cuando ella y su esposo conocieron, en un hotel de Dorset, a Lucy Grey, una viuda elegante que osó identificar a una bruja en la señorita Larden, una sofisticada mujer con la mismas maneras y la apariencia de la que hoy es su propia vecina. Impaciente y escéptico, Edmund escucha a su madre imaginando que ella ha perdido la razón. En medio de una tormenta Edmund sale a buscar a su hija cuando recibe una llamada desesperada de su madre, quien le dice algo incomprensible. Al llegar a la casa de la anciana, el hombre y su hija descubren un hecho siniestro e inquietante.
La señora Pinkerton ha desaparecido es la novela más reciente del escritor argentino Sergio Aguirre, autor de obras de literatura infantil y juvenil como Los vecinos mueren en las novelas y El hormiguero.
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Literatura juvenil
La señora Pinkerton ha desaparecido Sergio Aguirre Norma
El doctor Fridolin deambula de noche por la ciudad tras una discusión conyugal hasta que se entera de la celebración de una mascarada. Allí, una misteriosa mujer le advierte que debe marcharse de inmediato, pero Fridolin está decidido a quedarse, fascinado como está por el desarrollo de una orgía desenfrenada. A lo largo de la noche se enfrentará a un torbellino de sexo, peligro, fantasía e ilusión que pondrá severamente a prueba su matrimonio y a sí mismo. El relato de Arthur Schnitzler vio la luz en 1926 y hoy es uno de los grandes clásicos de la literatura. Jakob Hinrichs, que ha realizado la primera adaptación de la obra como novela gráfica, recrea la narración con unos trazos de rebosante y honda fantasía. Fridolin es llevado a un poderoso universo onírico poblado de personajes estrafalarios y grotescos. Con sus numerosos guiños a la historia del arte, la lectura de esta novela gráfica soñada constituye un verdadero placer visual. El texto íntegro original de Schnitzler está contenido al final del presente volumen.
Novela gráfica
Relato soñado (Arthur Schnitzler) Jakob Hinrichs (Adaptación a novela gráfica) Nórdica
Basura y otros poemas A. R. Ammons Lumen
A. R. Ammons es uno de los mayores poetas anglosajones del siglo XX. Harold Bloom lo considera uno de los últimos canónicos. Para presentarlo al lector español, hemos elegido su obra más ambiciosa, un largo poema comparable a Canto a mi mismo de Whitman, los Cuatro cuartetos de Eliot o a Notas para una ficción suprema de Wallace Stevens.
Poesía
Basura es un poema sobre la materia, sobre la realidad del cosmos que formamos hombres, animales y partículas. Algunos críticos lo han definido como una épica de las ideas. Y eso es precisamente este libro: la última épica posible. Además del largo poema titulado Basura, se incluyen también otros poemas breves, representativos del extraordinario arte de Ammons.
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Poesía Delirio II No me acuses, que ya estoy pagando el precio de mi culpa con las llagas de mi propia carne. No me condenes, que el auto exilio de la memoria es mi collar bajo la sombra del cadalso. No me interpeles, que las respuestas de la vida las dejé olvidadas en la rutina compulsiva de mi pobreza. No me ames, porque el amor tiene que ser reinventado según los conjuros del maldito Rimbaud. No me tomes en serio, ya que nada es todo, todo es broma, excepto la muerte, incluso la vida misma. No recuerdes en tus afanes mi nombre, ni siquiera la silueta de mi rostro, olvídate de mí, deshazme en tu recuerdo, desmemoriza las arrugas de mi frente, las canas prematuras, advenedizas y la alopecia torpe de mis años perezosos... O acúsame, al fin que ya estoy pagando el precio de mi culpa puesto el collar bajo la sombra del cadalso. Condéname y deja que con mi auto exilio de tu memoria rompa la rutina compulsiva de mi pobreza. Si te da la gana, interpélame, en silencio ya que las respuestas de la vida las dejé olvidadas con el color de las vocales del mago Rimbaud. O ¿quieres tomarme en serio, ahora? que ya todo es nada, nada es broma, excepto la vida, incluso la muerte y la silueta de mi rostro y las llagas de mi propia carne... Mejor, acúsame una vez más por las arrugas advenedizas de mi frente y por las canas prematuras a mi vejez y por la alopecia torpe de los años perezosos de mi vida. Olvídame o no me olvides, has como quieras, mantenme o bótame de tu recuerdo que tu bipolaridad me vale poco, guárdame o arrójame de tu memoria… Yo despertaré en el delirio de la fe, preguntando para qué sirve tú religión. Alexander Elías Poeta Colombiano residente en Ecuador, Autor del libro Ventana de Fragmentación Coautor de los libros: Vuelo a Marte, Mensajes de Texto, Amores Urbanos, Poca Tinta.
Cuento El día que perdí la memoria Una mañana cualquiera, no recuerdo la fecha ni la hora -solo sé que fue una mañana porque aun traía puesta la pijama- de ese día, ese maldito día que perdí la memoria. La busqué en mis bolsillos, en la funda de la almohada, en la cesta de la ropa sucia pero no la encontré. Salí descalza, corrí por calles desconocidas, miré debajo de las piedras y no pude hallarla. Volví a la casa, tomé la libreta telefónica y marqué más de ¿6 o 10 números? (no lo recuerdo) y nadie sabía darme razón: - Aló ¿Memoria? - ¿Magnolia? No señorita, ella salió esta mañana. - Piii piii piiii Abrí la ventana y mientras el viento frío despeinaba mi pelo grité y grité llamando a mi memoria. Nada ni nadie contestó mi llamado desesperado, salvo un eco áspero y amanecido. Pasaron las horas, – ahora no sé con exactitud cuantas – y yo seguía en mi computadora, en mi calculadora y hasta en la lavadora buscando mi memoria. Rescaté varios objetos perdidos, doce cartas anónimas y un par de tesoros enterrados, pero nada de nada, nada de memoria ni nada de nada. Llegada la noche comencé a perder la calma. Busqué en mis bolsillos, en la funda y en la ropa sucia. Había perdido la calma y no me acordaba dónde carajos la había extraviado. Solo sé que era de noche porque aún traía puesta la piyama. Soy Miss Delirios Publicista de profesión, con delirios intensos de escritora. Amante de la literatura, el café negro, el buen cine y los gatos. www.missdelirios.com
Cuento Penúltima Página Por: Aquiles Cuervo
Escribo para olvidar y ser recordado. Nunca me imaginé que estaría un día sentado delante de una máquina de escribir Olympia prestada, dictándole a lectores ausentes una serie de pensamientos más o menos confusos, amarillentos y desatinados que intentan vanamente traducir una época de la que hice parte y de la que no fui, a mi pesar, un personaje destacado. Mi historia empieza aquí, en Villa María, tierra de balones legendarios, en medio de mis intentos desesperados por dejar de hacer parte de la (A)AAA, no se asuste, me refiero a la Alianza de Autores Anónimos Argentinos. Escribo pues por primera vez con la frente en alto, diciéndome una y otra vez que este insalvable cuento encontrará al menos un lector. Eso me da cierto impulso. Me gusta pensar en usted, en el que atrasa los relojes, en el que vive más allá de estas páginas y al mismo tiempo habita ya en mi cabeza, mejor sea decir, en mi piel. Escribo para dejar de ser un miembro fundador de la (A)AAA. Me oculto, eso sí, tras varios disfraces para evitar que por lo menos en un primer momento mis amigos de la secta se indispongan y actúen en mi contra. Podrían hacerme mucho daño. Conocen mis más íntimos secretos y son capaces de llegar hasta las últimas consecuencias para vengarse de una traición. Lo sé de sobra pues yo mismo redacté los estatutos. No sé en qué estaba pensando. La pena de muerte es algo a todas luces excesivo, pero a los 22 años yo no lo veía así. Recién había dejado el boxeo y deambulaba como un inmigrante más por Buenos Aires y el invierno me golpeaba de frente y de perfil como un viejo bolero de Rolando La Serie. Pensaba obsesivamente en la muerte y me fui juntando con perdedores como yo, de distinto pelambre, hasta que después de tanto divagar por Arroyito nos dio por fundar una sociedad secreta que, en principio, no tenía nada que ver con la literatura. Era más bien un apéndice salvaje del “crimen” como una de las bellas artes..., pero ahora no quiero hablar de eso. No quiero que se indisponga contra mí. Éramos siete locos y ya está. Creíamos en la justicia popular y en la luz al final del túnel (de Sábato). Sí, algo habíamos leído, pero ninguno de nosotros era un tipo instruido ni habíamos pasado por universidades ni institutos. En ese tiempo Borges era para nosotros solo una marca de aceite de oliva español (ahora creo que también es un puntero izquierdo brasileño). Leíamos novelitas-lumpen y
vagábamos por calles azules sin pedirle permiso a nadie para vivir, pero entonces llegó la Invasión del Pato Donald y tuvimos que crear la (A)AAA, nosotros, que no éramos ni muchos menos unos sabios cabalistas/catalanes ni tan siquiera unos golems psicodélicos/tercermundistas. Al principio creían que hacíamos parte de organizaciones terroristas extranjeras y llegaron a poner precio por nuestra cabeza (no mucho) como en un western tardío de Sergio Leone, pero pronto nos perdieron el rastro y no pudieron probar nada en nuestra contra. Nuestra lucha, aunque frontal contra el establecimiento patodonaldtistico internacional, era transversal y aprendimos pronto a camuflarnos como caricaturistas y locutores deportivos en frecuencia modulada. Y pensar que en esos tiempos no había ni un solo Mac Donalds en Buenos Aires. Sí, ya lo sé, una cosa es el Pato Donald y otra el Payaso Ronald MacDonald, pero algún parentesco han de tener, ¿no le parece? A mí no me quedan dudas. Mucha agua he visto correr debajo del puente como para no saber de estas cosas. Un Donald es un Donald,...trump or not trump, esa es la cuestión (Trump= Kane). Un Donald siempre será un Donald, aquí o en la Conchinchina, aunque pensándolo bien de pronto allá sí signifique otra cosa ser un Donald. Es tan difícil ubicarse en el mundo moderno. ¿Será que ahora en la Con-chin-China también hay Donalds de todos los colores...? 17
Por el túnel de letras Fernando Gamboa Por: Ismael Iriarte Ramírez
Nacido en Barcelona en 1970, Fernando Gamboa ha dedicado buena parte de su vida a recorrer el mundo, acumulando experiencias y aventuras, que poco a poco han ido emergiendo en sus obras, desde La última cripta, que tras su publicación en 2007 alcanzó un impresionante éxito en ventas, pasando por Guinea, La historia de la luz y Ciudad negra. Fiel a su espíritu aventurero, Fernando aceptó nuestra invitación a transitar por el Túnel de letras, permitiéndonos así conocer un poco más sobre sus obras, personajes y proyectos, así como su particular forma de afrontar la vida.
¿Cómo cambió su vida a partir de La última cripta? Cuando un viernes de hace más de seis años, llamaba a la puerta de la agencia literaria Kerrigan y le entregaba a la joven que me abrió la puerta el manuscrito de mi primera novela, La última cripta, poco podía imaginar, que poco después aquella misma mujer iba a convertirse en mi agente, y que mi primera novela, escrita durante una larga convalecencia, terminaría siendo un bestseller y el pistoletazo de salida de mi carrera como escritor profesional. En realidad, en líneas generales mi vida tampoco ha cambiado demasiado desde entonces, pues sigo viajando todo lo que me es posible, empleando mi tiempo y mi dinero en tratar de sacarle el mayor partido a la vida sin preocuparme demasiado por el día de mañana. La gran diferencia, es que ahora ya no tengo que jugar al póker, o trabajar de submarinista o guía de deportes de aventura para poder vivir como me gusta, pues la literatura se ha convertido en mi medio de subsistencia.
Su carrera como escritor ha sido muy prolífica, lo que demuestra que es para usted mucho más que una ocupación ¿Escribir se ha convertido en una suerte de vicio o necesidad? Lo cierto es que, cuando no tienes un trabajo en el que debes pasar ocho horas al día, o una familia de 18
la que ocuparte, hay mucho tiempo que se puede dedicar a escribir. No me considero un obseso de la literatura, y aunque disfruto mucho escribiendo y siempre tengo uno o dos proyectos entre manos, perfectamente me puedo pasar varios meses viajando u haciendo otras cosas, sin echar de menos el darle a la tecla. Otra cosa es leer, de eso sí que necesito mi buena dosis diaria, pero la necesidad de escribir depende de la obra en la que esté trabajando. En ocasiones, hay historias que estoy tan deseoso de contar, que me mantienen durante meses con las yemas de los dedos bailando incansables sobre el teclado durante todo el día.
Su paso por el continente africano y en especial su breve estadía en Guinea Ecuatorial, parece ser una de las experiencias que más han influido en su obra y en su vida, imponiéndole incluso un gran compromiso social. Cuéntenos al respecto. Mi paso por Guinea Ecuatorial, hace ya unos años, fue un punto de inflexión en mi forma de percibir el mundo y al ser humano. Llevaba desde los veinte años viajando, sobre todo por centro y Sudamérica, pero la perversión y la injusticia que descubrí en
este pequeño país africano de gente maravillosa, no la había visto jamás. Es un paraíso gobernado por unos monstruos, unos sádicos sátrapas amparados y protegidos por occidente, a causa de las reservas de petróleo que se encuentran en el subsuelo. Lo que vi y viví allí, me empujó a escribir Guinea, una novela de aventuras que se desarrolla entre España y Guinea Ecuatorial, y en la que de forma a veces subliminal, y a veces no tanto, muestro al lector lo qué es África en realidad y más concretamente, esta antigua colonia española que hasta hace menos de cincuenta años era una provincia más.
Ahora hablemos de su experiencia en Colombia y el caso que inspiró La historia de la luz.
El país al que no regresaría, más que nada porque le tengo mucho apego a mi cuello, es Guinea Ecuatorial. Si me descubrieran, no creo que saliera vivo de allí. Buenos para escribir son casi todos, siempre que se encuentre un rincón tranquilo donde hacerlo. Me gustan los lugares con playa, olas y buen clima, tranquilos, pero no demasiado apartados de alguna ciudad donde poder desconectar. El último lugar donde estuve escribiendo fue en Bali, precioso lugar que cumple casi todos los requisitos, aunque la comida acaba siendo un poco repetitiva al cabo de las semanas y uno acaba corriendo en busca de la pizzería más cercana.
La historia de Luz es la novela más diferente de las que he escrito hasta el momento, y para el lector no avisado le costará descubrirme en esta historia de realismo mágico. Llevaba unos cuantos meses viviendo en Colombia, escribiendo Guinea en una asilada casa en las montañas del Quindío, cuando una buena amiga, mientras tomábamos café en una lluviosa tarde de Cali, me relató una historia tan hermosa que allí mismo arranqué a llorar mientras me la relataba. Era la historia protagonizada de niña por una amiga suya llamada Luz, tan increíble y milagrosa, que solo podía haber sucedido en un lugar mágico como Colombia. Cuando terminó de contármela, supe de inmediato que algún día tendría que escribirla, aunque solo fuera para compartir con el mundo esa historia real de fuerza y superación, tan fabulosa que hubiera sido incapaz de imaginármela. Es en mi opinión, lo más bello que he escrito hasta la fecha. De los lugares visitados ¿Cuál considera que es el mejor para escribir? ¿Cuál el mejor para vivir? ¿A cuál no regresaría? Buff… menuda pregunta. No hay lugares perfectos, por muy bucólicos o paradisíacos que parezcan, y la percepción de los mismos depende menos del destino en sí, que del carácter del viajero, o incluso del estado de ánimo en que uno se encuentre. 19
Por el túnel de letras contenido político y denuncia, para luego sumergirse en un conmovedor relato de la vida real; y luego de vuelta a la aventura, con la esperada secuela de La última cripta ¿Con cuál de estos tipos de historia se siente más cómodo? Con todos. Cuando escribo una novela es porque hay una historia que me apasiona y que deseo compartir con los lectores, y da igual el género que sea, que la disfruto igualmente. Además, cada nuevo libro lo afronto como un reto y me gusta que sea algo distinto a lo que ya he hecho con anterioridad, para sorprender al lector y que este nunca tenga la sensación de estar leyendo algo repetido. Por ejemplo, aunque ya llevo escritos tres libros de aventura, cada uno tiene un estilo diferente: La última cripta es una novela clásica de aventuras arqueológicas al estilo Indiana Jones; Guinea es una trepidante aventura en la selva, pero con trasfondo político; y Ciudad Negra una misteriosa y en ocasiones terrorífica odisea, en una legendaria ciudad perdida del Amazonas. Para vivir, sin duda elegiría Australia Occidental. Sol, playas, cultura, tranquilidad, gente amable y relajada, naturaleza e inmensos espacios abiertos. Es un lugar que me encanta, y no en vano Australia es considerada el mejor país del mundo para vivir. Lo malo es que eso tiene un precio, y paralelamente, Australia es también el país más caro del mundo. Como digo, ningún lugar es perfecto.
¿Cuál es el próximo destino del mundo que quisiera explorar? En junio estuve dos semanas en la región de Kansei, descubriendo la cultura y gastronomía japonesas, y la verdad es que me quedé con ganas de más. Me gustaría volver a Japón y recorrerlo de norte a sur, explorando a fondo su maravillosa cultura y comiendo sushi como si no hubiera un mañana.
Sus lectores han asistido a un recorrido que inició con una novela de aventura, pasando por una historia cruda cargada de 20
¿Cómo fue el proceso de volver tras los pasos de su novela más conocida y afrontar el reto de una segunda parte? Ulises es una especie de alter ego para mí, mi yo extrapolado al papel, que revisita lugares que conozco y otros que desearía conocer. Es la parte de mí que viaja cuando yo no lo hago, y que me hace disfrutar como si en persona explorara unas cavernas del Yucatán, huyera de una banda de tuaregs en el desierto del Sahara, o me enfrentara a los terroríficos morcegos en la tenebrosa selva del Amazonas. Cuando Ulises es el protagonista de una de mis novelas, siento que soy yo el que está embarcado en esa nueva aventura, así que lanzarme a una de sus historias es una tentación que me resulta casi imposible de resistir… Y tarde o temprano termino cayendo de nuevo en ella.
¿Qué pueden esperar sus lectores de los dos proyectos en los que se encuentra trabajando? Corazón maya es un libro de viajes que escribí para
mí hace casi diez años. Es una guía de viaje, un libro de historia, y un resumen de las anécdotas y aventuras vividas en los dos años que pasé viajando y viviendo en Centroamérica, narrados como un viaje de tres semanas. Es un libro bien documentado y divertido, que actualmente está en fase de corrección y que espero será publicado en breve. El otro proyecto, que ya es una realidad, es una ambiciosa novela de aventuras titulada Capitán Riley. Ambientada en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, narra las aventuras de un pintoresco grupo de contrabandistas, que acaban el epicentro de una siniestra conspiración que puede cambiar el curso de la guerra. Capitán Riley ya está terminada y lista para ser publicada, y solo espero el momento más oportuno para hacerlo.
¿Cuál es su mayor reto literario? Para mí cada nuevo libro es un reto. Me lo planteo así, porque si no, no lo escribiría. Siempre tiene que haber un nuevo horizonte al que no he llegado aún, un puente que todavía he de cruzar, como si me lanzara a una exploración en tierras vírgenes. No sería capaz de escribir una y otra vez la misma historia y de la misma manera. El mayor reto es, en fin, encontrar nuevos retos.
¿Cómo imagina su vida y su obra dentro de diez o veinte años? Nunca me planteo mi futuro más allá de un par de semanas vista. Incluso cuando me voy de viaje durante meses, siempre son decisiones tomadas de un día para otro. Si algo he aprendido con los años, es que la vida es absolutamente imprevisible y hacer planes más allá de unos pocos días, tiene tanto sentido como consultar a una pitonisa telefónica.
Durante su vida a desempañado diversos oficios además del de escritor ¿A cuál de ellos hubiera deseado dedicarse si no hubiera tenido su afortunado encuentro con la escritura? Conociéndome, dudo mucho que volviera sobre mis pasos para trabajar como piloto, submarinista o cualquier otra cosa que haya hecho ya. Quizá habría probado suerte como corresponsal de guerra freelance, que es algo que me atrae desde hace mucho tiempo, aunque el respeto que me impone esa profesión ha hecho que no me haya decidido nunca a dar el paso definitivo.
Y para terminar… Un autor: Julio Verne. Un libro: El mundo perdido, de Sir Arthur Conan Doyle. Un personaje: El capitán Alatriste.
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Letra y música Killing and arab – The cure Por: Daniel Casas Vargas
No fácilmente una canción transporta con una muy aproximada fidelidad, a la atmósfera de los hechos sucedidos dentro de la pieza literaria que los contiene. Lejos de ser una adaptación como si una efectiva representación de la obra que tiene como origen, la letra y música de esta oportunidad corresponde a Killing an arab o “ Matando un árabe”, primer sencillo editado por la banda británica The Cure en 1978, cuya composición recae en la autoría de su vocalista y líder Robert Smith, en un leve intento poético por condensar sus impresiones sobre los momentos clave de El extranjero (como lo sugirió cuando se le preguntó del porqué de la canción), novela de Albert Camus, publicada en 1942 y más tarde premiada con el Nobel de Literatura en 1957. Killing an arab es una canción ubicada dentro del género del post-punk, que se grabó al tiempo del álbum debut de la banda “ Three imaginary boys “, en 1979, pese a no haber sido incluida dentro del mismo. No obstante la canción en solitario fue el título que significó el primer éxito en la ascendente carrera del joven Smith y su grupo, convirtiéndose en un fenómeno musical arrollador entre la audiencia juvenil de la época, por las características propias de su sello. Original, exótica y provocadora, Killing an arab, es de esas canciones que no podrían pasar desapercibidas por su solo título, que literalmente no cayó en gracia dentro de la comunidad árabe y cuyo reclamo no se hizo esperar, siendo señalada como una canción que hacía apología a la violencia contra su población y que invitaba directamente a la xenofobia. Robert Smith lo desmintió en no pocas ocasiones, argumentado que se trataba de un homenaje a la novela de Camus, donde tuvo lugar la descripción de los hechos que narra la canción, siendo esta cadena de acontecimientos el detonante de la historia de Mersault para lo que vendrá después en la novela. La canción cuenta como un hombre parado en la playa, con un arma en la mano, mirando fijamente el cielo y la arena, mirando fijamente por el cañón a 24
un árabe en el suelo, ve su boca abierta y no escucha ningún sonido, da a entender por la acción que desarrolla, que el equilibrio se ha roto y todo es tan ajeno y confuso para él, siente que está vivo, siente que está muerto, no hay marcha atrás, es un extranjero matando a un árabe. He aquí la alusión directa que hace Smith al título de la obra literaria del Nobel argelino, L’ Etranger, donde quien narra protagoniza en simultanea los hechos que describe. El hombre enfrenta una situación donde el tiempo y el espacio se han detenido antes de la fatalidad, puede darse la vuelta e irse, o seguir adelante y disparar; pero impelido por el sol y el calor que parecía llover del cielo tras mirar fijamente y que se posaba sobre él, entiende que sea lo que sea que elija da lo mismo, absolutamente nada importa. Se siente abrumado al tener que enfrentar todo en un solo instante, donde igual todo termina en nada. Al nombre de Mersault responde el personaje “anónimo” del que habla la canción y que resulta involucrado sin quererlo, pero consciente de las circunstancias que le llevaron al asesinato del árabe en la historia que cuenta la novela. En un acertado ejemplo de intertextualidad la letra y música de “Killing an arab”, logra transitar hábilmente la frontera con El extranjero de Camus, entre un lenguaje y otro, siendo éste un mérito atribuible al excepcional talento de Robert Smith como compositor y músico, para representar las páginas en una canción delirante, abrumadora y a todas luces exótica. El hecho de que Mersault haya decidido dar un paso al frente, lo arroja a un camino sin retorno, sin motivaciones ocultas para cometer el crimen, pero bajo el control del impulso hacia sus instintos de turno. Simplemente se deja llevar tras el resultado de decidir ir hacia el frente, su ser se distendió, crispó la mano sobre el revólver, tocó el vientre de la culata, y ésta golpeó su mano, provocando un ruido seco y ensordecedor para desatar la muerte del árabe. Finalmente mira su reflejo en los ojos del muerto en la playa, contempla su imagen y todo habrá terminado igual, asume la muerte con una reacción estoica e indiferente ante lo inevitable, pero este ya es un tema de fondo, del que se encarga el libro de es-
cudriñar. La indiferencia ante la certeza única de la muerte, es el insumo vital de la existencia de Mersault, un hombre al que le cuesta decidir porque todo le da igual, que no tiene ambiciones y no presenta arrepentimiento. Si mató fue por la insolación, el vértigo y el mareo que le produjeron estar en ese momento particular, donde otras fuerzas conspiraron de manera absurda para enajenarlo y cometer el asesinato del árabe. Si bien este tenía un cuchillo cuya lámina mostró al homicida, sin llegar a proferir amenaza al comprobar que “el extranjero” cargaba un arma de fuego. Casi que con ingenuidad, “el extranjero” responde a las autoridades judiciales, por el proceso que le acusa de asesinato, cuando expresa que todo fue culpa del ardor y la quemazón del sol, que la luz como fuego y el sudor como sal penetraron en sus ojos doloridos y pasó lo inevitable. Los 4 disparos que descargó al árabe sin tener la voluntad de hacerlo, en los que no repara la canción de The Cure, hacen la situación un tanto más absurda; pero no por ello Mersault sin tener lástima o pesar, deja de declararse inocente y sentirse imperturbable. Llama la atención, en la conducta del “extranjero” de Camus, el hecho de permanecer indiferente hasta el final de su suerte en juicio que lo condena a muerte, sin poner la menor resistencia para cambiar el destino. Ni siquiera demuestra interés por su defensa, limitándose a vivir el día y esperar nada de la vida, más que en vivir como mejor le parezca, tal y cómo había sido antes de los hechos que lo sentenciaron a muerte, tras lo ocurrido en la playa.
Killing and arab The cure Standing on the beach With a gun in my hand Staring at the sky Staring at the sand Staring down the barrel At the Arab on the ground I can see his open mouth But I hear no sound I’m alive I’m dead I’m the stranger Killing an Arab I can turn And walk away
Or I can fire the gun Staring at the sky Staring at the sun Whichever I choose It amounts to the same Absolutely nothing I feel the steel butt jump Smooth in my hand Staring at the sea Staring at the sand Staring at myself Reflected in the eyes Of the dead man on the beach The dead man on the beach
Killing an arab, es pues, la síntesis del drama filosófico del antihéroe, que no se ha propuesto matar pero que mata, del hombre que no pretende cambiar el curso, del ser extraño desarraigado de toda nostalgia y del humano al que la propia naturaleza le ha extirpado las pasiones. Es el punto de partida hacia la confirmación de Mersault como extranjero del mundo y de su propia especie a la que no escogió pertenecer.
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Cuento La soga Samuel caminaba sin pensarlo hacia el lugar de su muerte. Aquella mañana lo había decidido. Así que agarró la soga que guardaba en el armario de su garaje y la enroscó dentro de una mochila negra. Sin agua, sin comida, sin nada. Solo una soga. Una soga gruesa y peluda, rubia como la tierra seca y polvorienta que ahora pisaba, rodeado de campos en barbecho y trigo chamuscado; en espacios abiertos al infinito que el sol amarillo del verano se encargaba de quemar lentamente. Mientras sus pasos se dibujaban sobre la tierra por última vez, en su mente escribía una carta imaginaria, con la ilusión subconsciente de que alguien la leyera. La carta que se había olvidado de escribir. Mientras, el aire, a contracorriente, le lijaba los pómulos y agotaba sus fuerzas: “Mi nombre es Samuel, y soy un asesino”. “Sé lo que pasó. Lo oí una noche con apenas cinco años. Vi las sombras de mis padres, alargadas por la luna contra el suelo del patio. Oí el susurrar histérico de sus voces, los aspavientos exagerados de aquellas siluetas magníficas y negras que se agitaban como marionetas. Lo vi todo tras aquellas sombras. Vi cómo mi padre la empujó al frío pavimento. Después oí aquel rasguear suave, aquel susurro rápido y repentino, mientras una serpiente oscura y peluda envolvía su cuello… A los pocos segundos giró su rostro y pude ver cómo se apagó igual que una media luna negra. ¡Pero no hice nada! Solo oí gemidos. Gemidos y después silencio. El silencio de la muerte. Ella tampoco le quería”. Samuel entonces tragó saliva, pero le supo al aire polvoriento. Ojeó las agujas blancas de su reloj de acero. Eran las tres y veinte. Cuarenta minutos para llegar al único roble que ensombrecía aquel camino. El aire despertó en una oleada nueva, abrasándole los muslos hinchados. La brisa seguía engordando cada vez más, como una melodía que le escoltaba. A veces más suave, otras más intensa; adoptaba timbres y colores diferentes, disfrazándose en gemidos, rugidos, o gritos calientes
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que parecían desgarradores… Y que se hicieron más nítidos a medida que Samuel avanzaba con sus pesadas botas de montaña. De pronto algo le hizo sobresaltarse. Agudizó el oído: -¡Socorroooo!... ¡Aayudaaaaaaaaaaa!... Dio dos vueltas sobre sí mismo confundido, sin saber si aquello era producto de su imaginación. Anduvo hacia delante con paso ligero unos segundos. Paró. Silencio. El viento volvió a enroscarse en torno suyo empolvándole hasta el rostro. -¡Ayuda por favor!... ¡Ayudaaa!... Bajó la vista al suelo, y avanzó un par de zancadas. Entonces, abrió los ojos como nunca en su vida. Una poza negra y estrecha se hundía delante de él, en medio del camino. En lo hondo, entre las palmas de dos manos abiertas y húmedas, unos ojos semicerrados trataban de abrirse venciendo la luz del sol. Era una mujer. Samuel lo dedujo al distinguir en la semioscuridad su largo cabello rubio y los pequeños labios agrietados que se retorcían. Samuel analizó la situación fríamente. No habría más de dos metros de distancia entre las manos extendidas y el borde de aquel pozo improvisado, posiblemente una trampa para animales. Desabrochó con agilidad la cremallera de su mochila y saco la soga. Era lo suficientemente gruesa. Le
pasó uno de los cabos a aquella desconocida y le pidió que se rodease la cintura y la entrepierna con ella. La extraña obedeció, con sus manos débiles y blancas. Samuel agarró ambos cabos, se alejó unos pasos hasta tensar bien la cuerda, y tiró con fuerza hacia arriba y hacia atrás, mientras ella apoyaba las piernas contra la pared del hoyo y trataba de escalar con los dos brazos.
para las almas tristes, que no pueden evitar precipitarse hacia el vacío de la muerte cuando los oyen.
Aunque la tez de Samuel se hinchaba enrojecida por el esfuerzo y el calor, la de ella parecía cada vez más pálida y fría. El viento exhalaba sus gemidos hacia no se qué montañas lejanísimas cuando de aquel útero abierto en la tierra asomó a duras penas medio cuerpo. Se recostó en el suelo, como buscando el asidero de la vida, amarrada al cordón con las piernas encogidas. En cuanto se vio a salvo, la muchacha comenzó a sollozar, rendida sobre la tierra caliente.
Anne Thailand Escritora y profesora de Lengua y Literatura Española. Licenciada en Ciencias de la Información, Graduada en Lengua y Literatura y Máster en Enseñanza de Lengua y Literatura Española.
Nadie sabe dónde reposan los restos de la madre de Samuel. Pero él sí lo supo cuando la oyó llorar aquella tarde de viento, buscando remediar su soledad y vengar su muerte, desde las raíces mismas de aquel roble milenario.
Samuel la agarró con delicadeza de los hombros buscando su mirada, buscando que le hablase, buscando conocerla, buscando darle todo el amor del mundo que tenía guardado. Cuando se sentó en el suelo junto a ella, mientras observaba sus labios secos y sus dientes blancos, se percató de que un reguero salado mojaba sus mejillas. Y observó en los ojos de ella los suyos propios, aquellos con los que nació y con los que miró al mundo, y a los que el mundo por primera vez miraba, y lo hacía apasionadamente, lleno de agradecimiento. Samuel revisó su reloj: las cuatro de la tarde. Dirigió la vista al frente. Ahí estaba. Un roble inmenso y solitario. Se quedó observándolo un instante. Parecía ser amigable. Parecía decirle adiós agitando sus ramas, deseándole la mejor de las suertes. - ¡Tiene que saber todo el mundo que me has salvado la vida!.... ¡Ya no creas que voy a dejarte escapar! ¿Eh? -le espetó ella. -Tú sí que me has salvado a mí. -¿Yo?... si te he arruinado el paseo. Samuel añadió: - Precisamente por eso. Aquel roble todavía existe. La frondosidad de sus ramas sorprende a todo el que se cruza en su camino. Los lugareños dicen que en las tardes y noches de viento, junto a él se oyen inquietantes gemidos femeninos, llenos de angustia. Dicen que los lamentos no descansan, y que su efecto es maléfico e irresistible
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Personajes Guillermo de Baskerville y el dolor del deber cumplido Por: Ismael Iriarte Ramírez
“Huye, Adso, de los profetas y de los que están dispuestos a morir por la verdad, porque suelen provocar también la muerte de muchos otros, a menudo antes que la propia, y a veces en lugar de la propia”. Demasiadas batallas libradas, sin importar el resultado obtenido, dejaron su huella indeleble en el carácter de Fray Guillermo de Baskerville, protagonista de la recordada novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa, publicada en 1980. Y esta es sin duda la sensación que predomina en el lector después de acompañar el desenlace de la historia y conocer su posición frente a las cuestiones cotidianas y trascendentales que se plantean durante el recorrido de este monje franciscano inglés, del Siglo XIV, descrito por su fiel asistente, el novicio Adso de Melk, como un hombre “capaz de atraer la atención del observador menos curioso” debido a su estatura superior al promedio, su mirada aguda y penetrante, nariz afilada y un poco aguileña, que junto a su barbilla, resaltaban en un rostro alargado; y en el que el lector puede encontrar a un personaje austero de bienes materiales pero susceptible de caer en el orgullo y la autosuficiencia, debido a sus conocimientos y agudos instintos. Guillermo hace su aparición en escena al llegar a una abadía benedictina italiana, templo del conocimiento occidental, en donde le había sido encomendada la difícil misión de organizar una reunión entre los delegados del Papa Juan XXII y el Emperador Ludovico, en bandos irreconciliablemente antagónicos. Una vez allí es comisionado por el Abad Abbone da Fossanova, para investigar la misteriosa muerte del novicio Adelmo da Otranto, proceso que encarará con su bien conocido método, considerado como único y revolucionario para la época y en el que claramente se advierten los pasos de la metodología inductiva: “Cuando te enfrentas con unos hechos inexplicables, debes tratar de imaginar una serie de leyes generales, que aún no sabes cómo se relacionan con los hechos en cuestión. Hasta que de pronto, al descubrir determinada relación, uno de aquellos razonamientos te parece más convincente que los otros. Entonces tratas de aplicarlo a todos los casos similares, y de utilizarlo para formular previsiones y descubres que habías acertado. Pero hasta el final no podrás saber
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qué predicados debes introducir en tu razonamiento, y qué otros debes descartar”. Pero son otros aspectos los que llaman más la atención acerca del personaje y que le confieren a la obra un estatus que trasciende el género policiaco. Su amor por los libros su incontenible ansia de conocimiento y su inmutable actitud racional frente a acontecimientos que a simple vista obedecían a hechos sobrenaturales y cuya explicación final dejó recurrentemente en evidencia el interés de algunos pocos por mantener a las personas en las tinieblas de la ignorancia, al extremo de penalizar a la razón, con los más atroces castigos, por considerar a sus defensores como herejes. Siendo precisamente su pasado como inquisidor, lo que cambió para siempre la posición de Guillermo frente a premisas innegociables en aquellos oscuros días, como las verdades absolutas, o la irredimible vileza de todos aquellos que caídos en desgracia eran señalados como enemigos de la Iglesia y por lo tanto seguidores del demonio, solo por el simple hecho de pensar de una manera diferente o de representar un inconvenien-
te para los intereses del Papa y sus doctrinas alienantes, que abiertamente señalaban concepciones como la de la pobreza de Cristo y sus representantes en la tierra, como una creencia peligrosa y repudiable. Esta disidencia de Guillermo es evidente cuando ejerce de indulgente confesor del joven Adso, que carcomido por la culpa narra el bizarro encuentro sexual con una aldeana, hecho que es asumido por su maestro como algo que si bien atenta contra los mandamientos y sus deberes como novicio, no debe ser considerado como un pecado monstruoso, con lo que sella su absolución. A la muerte de Adelmo, siguieron las de Venancio y Berengario, envueltos en una sórdida historia de lujuria, relaciones homosexuales y por encima de todo de codicia por obtener los conocimientos de la Biblioteca, epicentro de los hechos y especialmente de un manuscrito en árabe, por el que a esas alturas es evidente que vale la pena morir y matar y cuya existencia es negada, no solo por Malaquias el bibliotecario, sino también por el Abad y los monjes más ancianos, pero que sin duda se convierte en el centro del misterio, que permanece sin solución a la llegada de los delegados del Papa para la esperada reunión, cuyos resultados no son los esperados. En las largas disertaciones de Guillermo con Adso y sus entrevistas con Abbone, el Severino el herbolario, o Nicola da Morimondo, el vidriero, se advierte la tendencia de revelar solo a cuentagotas sus conocimientos, sus creencias y sobre todo conclusiones sobre el caso, consciente de que ni siquiera un religioso con su prestigio, e influencia en la corte del emperador, escaparía a los tentáculos de la inquisición, encarnada en Bernardo Gui, implacable brazo del Santo Oficio, ex compañero y némesis del inglés y flamante vencedor no solo de la reunión, sino también del duelo de detectives, al dar por concluida la investigación con un sumario juicio a Remigio el cillerero y a su ayudante Salvatore, apresados por su pasado herético y su conducta lasciva y que en medio de la desesperación reconocieron los crímenes cometidos en la Abadía.
acceder finalmente al finis Africae, a través del intrincado laberinto de la Biblioteca, encuentra al responsable de todas las intrigas y los asesinatos, Jorge de Burgos, monje anciano y ciego que durante décadas había gobernado secretamente el lugar y que había manipulado a todos a su antojo, para mantener a salvo los secretos más reveladores de cientos de volúmenes. El saldo del encuentro, no puede ser calificado más que como catastrófico, pues terminó con el asesinato de Abbone y con Jorge devorando las páginas envenenadas del codiciado manuscrito, en medio de una disputa que desató un incendio, que en cuestión de minutos consumió una a una las salas de la biblioteca y que ante la incredulidad de todos los monjes, destruyó por completo aquel recinto, que durante siglos había sido símbolo de la sabiduría. Frente a ese escenario y haciendo gala de su actitud racional y flemática, Guillermo no vaciló en tomar sus bienes más preciados y partir cuanto antes en compañía de Adso, único testigo de su desazón por la inutilidad de todas las vidas perdidas por la degradación moral e intelectual y el doloroso hecho de haber descubierto aquel misterio demasiado tarde. De la voz de un ya anciano Adso, concluye la narración de los hechos y la melancólica alusión al gran Fray Guillermo de Baskerville, con una lapidaria sentencia: “Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus, todo lo que queda de una rosa muerta, es el nombre”.
A partir de ese momento todo parece salir de control y un ritmo vertiginoso da paso a las muertes de Severino y Malaquias, tras lo cual el abad, conocedor de la verdad, pide a Guillermo que desista de sus pesquisas y se reincorpore a la disciplina del Emperador, pero este desiste y ya muy cerca de la solución se propone develar el misterio en su última noche en la Abadía y tras
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Cuento Locura de amor La cena había sido servida con gran prestancia. Ella estaba hermosa y con un leve sonrojo en sus mejillas. Facundo suspiró en el momento en que Geraldine desvió la mirada hacia otro lado. Hacia su marido que, junto a ella, comía como si fuese la última vez. Y hablaba del progreso. A Facundo no le importaba el progreso. No desde que la había conocido. Solo le importaba Geraldine. Ella lo había hechizado con su belleza. Lo había colonizado, constituyéndose en su reina y lo dejó sin un sentido en la vida. Solo ella era su norte. La había soñado cientos de veces, siempre en sus brazos. Siempre amándola. Siempre suya. Sin embargo, ella era de otro. De ese ser obeso y grotesco que tenía a su lado. Debía liberarla de su yugo. El sentía esa responsabilidad en sus hombros. Lo tenía todo planeado con detalle. Esa era la noche indicada y solo tendría una oportunidad. Entonces, cuando el momento propicio llegó, se levantó de la mesa e invitó a Don Ocampo, que solo había hablado de él mismo durante toda la velada, para que lo acompañase a la biblioteca. Le dijo que quería mostrarle una nueva adquisición y el hombre increíblemente le siguió. Geraldine se quedó en el comedor descansando de la compañía masculina. El plan marchaba a la perfección. Don Ocampo se acercó a los libros depositados en numerosos estantes. Realmente la biblioteca era algo para admirar, era imponente. Mientras el hombre observaba, le dio la espalda a Facundo y éste tomó el revolver que su padre le había regalado unos años atrás. Un arma hermosamente decorada en plata y madera, pulida a mano. La sacó del cajón del escritorio, silenciosamente respiró hondo y no sin que sus manos temblasen, le apuntó. Don Ocampo se dio vuelta y lo miró con asombro. Ese chiquillo que aún tenía acné en el rostro le estaba apuntando descaradamente. “¿Quién se cree que es?”, pensó. Pero entonces Facundo dijo: -Esto es por Geraldine… Don Ocampo entendió que la situación era seria y quiso disuadirlo, pero Facundo ya había tomado la decisión. Nuevamente inspiró aire y disparó sin piedad. Don Ocampo cayó desplomado en un charco de sangre. La muerte sobrevino casi inmediatamente. Facundo se quedó quieto, observando. Nunca había visto a un muerto tan de cerca y la sensación se le antojó poderosa e inigualable. Finalmente, el plan había sido llevado adelante. El hombre estaba muerto y ella sería
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suya para siempre. En aquel momento, tras escuchar el disparo llegó Geraldine corriendo. Él quiso abrazarla y contarle que había hecho lo que debía hacerse. Que de ahora en más podrían ser felices juntos. Sin embargo, y muy al contrario de lo que Facundo esperaba, ella gritó horrorizada. Nunca en su breve vida se había encontrado con un cuadro semejante. Ni siquiera en sus peores sueños. Geraldine miró a Facundo, se acercó al asesino, le miró con tristeza en el rostro y en el instante en que él creyó que diría algo, nada. Solo se colocó frente al arma que aún él sostenía y se disparó. Facundo miró al hombre con el que hablaba hacía unas horas ya y le dijo: -¿Y que pasó después? Ella fue mi amante y consorte, mi sueño y mi peor pesadilla. Ella sigue conmigo. Me acompaña a cada lugar que voy ¿No la ves allí? Allí… Sentada, observando, con calma. Si mi vida, ya nos vamos a casa. El hombre miró a Facundo horrorizado, pero éste siguió hablando: No importa… No importa si no entendés. Ella es mía ahora y con eso me basta… Y se fue hablando solo... Con su Geraldine. María Soledad Fernández Es una médica que por casualidad se topó con la escritura como terapia. Ella es de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Autores La Feminidad y el coraje. Una mirada a la obra de Jane Austen Por: Mariela Iriarte Ramírez
Elizabeth Bennet y Mr. Darcy, Emma y Mr. Knightley, Anne Elliot y El Capitán Wentworth, Elinor Dashwood y Edward Ferrars, son algunos de los protagonistas de las novelas de la aclamada escritora inglesa Jane Austen. Para algunos, sus historias rayan en la simpleza, el sentimentalismo y la novela rosa que solo gusta a solteronas que incapaces de conseguir a su príncipe azul, se aferran a estos libros como a una tabla de salvación de sus aburridas vidas. Para otros, son relatos vívidos de una época en la que el amor, las amistades, las clases sociales, la educación y la dignidad, estaban regidas por reglas que relegaban a la mujer a la posición de delicada criatura sin voz, opinión o deseo, a menos que tuviera un título nobiliario y una fortuna. El hombre, no obstante su liderazgo y poder, no poseía la libertad de escoger a su pareja, sin transgredir las normas sociales y morales, que en ocasiones rosaban lo ridículo. Pero son muchos los que han disfrutado de la narración detallista, sencilla y profunda de las relaciones entre los seres humanos, sus vicios y virtudes, sus ansias de encontrar la fortuna o la felicidad o ambas. Austen dilucida con increíble sabiduría el entramado de los amores y desamores de una comunidad que bien pudo ser cualquier otra, pero que ella conocía perfectamente y que podía describir desde su apacible y normal vida en la burguesía acomodada.
y Persuasión (publicada póstumamente) son sus obras. Se conoce la existencia de algunas novelas incompletas y su correspondencia recopilada en Cartas. Fue una mujer valiente, nunca infringió la ley ni las normas morales, pero vivió de la manera que deseó. Fue capaz de transmitir a través del relato de acontecimientos aparentemente triviales y cotidianos, una gran cantidad de escenas divertidas, enternecedoras, realistas y en ocasiones absurdas, pero que llegan al lector en forma de prosa ligera pero extremadamente diciente. El cine no ha sido ajeno al “Efecto Austen”. Las adaptaciones cinematográficas y televisivas han alcanzado incluso más fama que la autora y han llegado a un público tan amplio que entre sus fanáticos se cuentan algunos de los hombres más recios y las más radicales feministas, otrora contradictores. Porque es fácil “enamorarse” de los paisajes de Pemberley, o de la rudeza y a la vez dulzura con la que Colin Firth o Mathew Macfadyen interpretan a Mr. Darcy; es fácil disfrutar de los bailes, cenas, juegos de mesa, soliloquios y discusiones que constantemente se presentan en la pantalla y que, para quien ha leído los libros, representan una magnífica forma de transformar en realidad (al menos visual) toda aquella cascada de deliciosas narraciones que tiene cada página. Sean historias superfluas y sin importancia o descripciones explícitas de la realidad, bellamente recreadas a través de la literatura, la obra de Jane Austen ha logrado llegar a muchas culturas, en donde ha sido apreciada y criticada, pero nunca pasada por alto.
“La sabiduría es mejor que el ingenio y, a la larga, sin duda, tendrá la risa de su lado” Jane Austen
Nunca se casó, pero eso no significó que ella estuviera en el ostracismo al que eran condenadas (y aún suelen serlo) aquellas mujeres que no solo por falta de oportunidades, sino por decisión de vida optaran por permanecer solas, pero no amargadas. Ella se dedicó a escribir y eso la llenaba, tuvo varios sobrinos y la compañía fiel de su hermana también soltera, Cassandra, que la hacían muy feliz. Llaman la atención las características de sus heroínas: dulces, orgullosas, prejuiciosas, valientes, pacientes, leales, volátiles, algunas de carácter fuerte, pero todas correctas, y con la convicción de que el dinero, a pesar de ser importante, no podía reemplazar al amor, en todas sus manifestaciones.
Orgullo y Prejuicio (escrita en 1796 y publicada en 1813), Sensatez y Sentimientos (1811), La Abadía de Northanger (1818), El parque de Mansfield (1814), Emma (1816)
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Por qué escribir
Por: Antonio Acevedo Linares* Las razones por las que un hombre o una mujer escriben y que lo convierten en un/a escritor/a o un/a poeta, son múltiples e insólitas, extravagantes o irreverentes, contestatarias o tiernas. Allen Ginsberg decía que escribía porque le gustaba cantar cuando estaba solo y porque no tenía ninguna razón, porque no tenía un por qué, y porque era la mejor manera de expresar todo lo que le viene a la mente en el espacio de un cuarto de hora o de toda una vida. Umberto Eco dijo que sus hijos habían crecido y ya no sabía a quién contarle sus historias. Juan Marse escribió que escribía novelas por puro placer estético, esto es, para sentirse vivo, para crear criaturas imaginarias, y con la vida que no pudo vivir, conjurar así la nada y el olvido, como una forma de la felicidad, y que escribía para sobrevivir a su infancia y salvar de la nada algunas imágenes, algunos sentimientos y emociones de la infancia. Miguel Otero Silva dijo que escribía porque no pudo ser ni concertista, ni pintor, ni abogado, ni ingeniero, ni deportista, ni guerrillero, ni militante del partido comunista, ni orador parlamentario, ni senador. La naturaleza no lo había dotado para el ejercicio de las anteriores profesiones y como político sus brillantes discursos solo se le ocurrían cuando ya se había clausurado el debate. Rubén Fonseca dijo que en el principio el amor por la imaginación (soñar, inventar ideas, fabular) lo llevó al amor por la lectura y que el amor por la lectura lo llevó al amor por la escritura y tuvo deseos de crear todo aquello que admiraba pero pronto descubrió que escribir era a veces aburrido, desesperante y
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siempre fatigoso y que perseveró porque es difícil abandonar un trabajo de cuyo aprendizaje ha exigido mucho tiempo y esfuerzo. Graham Greene dijo que escribía por necesidad, que si tenía un forúnculo y estaba maduro, lo apretaba. Wole Soyinka dijo que suponía que era su lado masoquista. Rafael Alberti dijo que escribía para comunicarse lo más claramente posible con aquellos que lo leían y le escuchaban. Salvador Elizondo como en un laberinto de palabras dijo recuerdo haber escrito y también me veo cuando escribía. Y me veo recordar que me veía escribir y recuerdo haberme visto recordar que escribía y escribo que me veo escribir que recordaba haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que yo escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribir que ya había escrito que me imaginaria escribiendo que había escrito que me imaginaba escribir que me veía escribir que escribo. Cioran ha escrito que para mi escribir es vengarme. Vengarme contra el mundo, contra mí mismo. Casi todo lo que he escrito fue el producto de una venganza. Gesualdo Bufalino escribió que se escribe para vencer dentro de uno mismo la amnesia ¿pero no se escribe también para ser feliz? se pregunta. Se escribe para jugar ¿Por qué no? La palabra es un juguete, el más serio, el más fatuo, el más caritativo de los juguetes de adulto. Escribo porque siento que cumplo una función que es necesaria para mi, si no escribo siento desventura y remordimiento, dijo Jorge Luis Borges. Tomás Borge dijo que escribir es como hacer el amor, y escribir un primer libro es como hacer el amor por primera vez. Nadie soportaría la tentación de seguir haciéndolo hasta la consumación de los siglos. Germán Espinosa ha elegido responder que escribe para justificarse o bien que si llegase a descubrir por qué escribe, dejaría de escribir pero que en honor a la verdad escribe porque en él la fantasía priva sobre la razón. Gabriel García Márquez dijo que escribía para que sus amigos lo quisieran más. Alexandre Kouchener dijo que escribía porque en ello encontraba placer y alegría y que pensaba que el don poético habita al poeta como un instinto biológico como la abeja que no se pregunta por qué recoge la ofrenda de las flores y al hacerlo fecunda las plantas. Osvaldo Soriano no ha sabido con precisión porque escribe, dijo sin embargo y arriesga una respuesta al decir que primero está el placer, la sensualidad de las palabras que elige para abrir el espacio de libertad en el Universo que va a construir el texto que él escribe, esto es, responde a la necesidad de escribir por el
placer de escribir, lo que no deja de producir angustia y sabe el precio que tiene que pagar pero también escribe para compartir la soledad. Henry Miller dijo que el escribir es como la vida misma, es un viaje de descubrimiento y todo lo que hace lo hace por la mera alegría de hacerlo. No le preocupa que lo entiendan el lector corriente ni el crítico y tan pronto como oyó su propia voz quedó encantado, y el hecho de que fuera una voz diferente, distinta, única le sostuvo. José Agustín Goytisolo dijo que escribir le ha ayudado a vivir, a estar alegre entre tanto desastre y tanta miseria moral, entre tanta mediocridad y cobardía y que uno siempre escribe por carencias profundas, por desequilibrio. Comenzó a escribir, dijo Manuel Vásquez Montalbán porque quería ser grande, rico y bello. Leonardo Sciascia dijo escribo porque me gusta escribir, porque al hacerlo uno se ve escribir y se siente vivir además de existir. Marguerite Duras, sarcástica ha dicho que hostigada por esa pregunta no tenía nada que decir al respecto, que nunca ha sabido nada sobre esa extraña actividad. Jaroslav Seifert dice que quizás se escribe por ese deseo que existe en cada ser de dejar una huella. Peter Schneider más cauteloso terminó diciendo que no había escrito lo suficiente para reflexionar sobre esta pregunta. A mí me gustaría decir porque también escribo, para terminar con esta caza de citas, con un poema titulado, Poema: Amo las palabras con las que te amo y escribo porque estoy enamorado de la lluvia del viento de la tarde de los besos de las manos de tus caricias de tus ojos que me sueñan de tus noches junto a mí de tu voz que me susurra de tus silencios cuando callas de tu presencia cuando te tengo de tus pasos cuando caminamos juntos de tu pelo cuando lo estremece el viento de tus palabras que son como brazas ardientes escribo para conjurarte contra la muerte y no dejes de existir y te quedes para siempre en éste poema y en éste corazón y en ésta mano que te escribe siempre.
Con o sin vergüenza el escritor o el poeta escribe porque es su vocación más pura y encuentra la forma a través del lenguaje de embellecer el mundo envilecido en el que vivimos, porque es su destino más inexorable escribir como un explorador de nuevos mundos por construir o conquistar, el lenguaje es un continente que se ha propuesto descubrir y el instrumento más maravilloso que le permite seducir, imaginar, delirar las historias más increíbles y bellas que su mente y la realidad y la historia construye y que pasan por su corazón y su mano que la escriben. Escribir es el ejercicio de la imaginación más exacerbado que le hace decir a Albert Einstein que la imaginación es superior al conocimiento. Escribir no es un oficio para decir cosas bonitas ni enamorar doncellas ni un esnobismo del escritor para llenarse los bolsillos de dinero porque ya sabemos que una sociedad que no respeta la condición de escritor o poeta es lo que menos logrará si pretende hacer de la palabra una mercancía más del mercado para adular o congraciarse con el poder o las academias o el establecimiento. El deber revolucionario de un escritor es escribir bien, dijo alguna vez García Márquez y en ese deber está incluido su ética y su estética literaria. No es tampoco un ejercicio de individuos privilegiados pero si de una sensibilidad distinta al común de todos los hombres, porque no todos los hombres tienen la sensibilidad del lenguaje y su enamoramiento para escribir. Acaso se escribe porque se ama el lenguaje como a una mujer o la vida, y nos alucina y maravilla como la creación más fervorosa del ser humano. El día que el hombre sienta alucinarse por el poder del lenguaje o las palabras será poeta y estará condenado a vivirlo en todos los instantes de su vida y aprenderá a amar y a vivir la vida con poesía. Bibliografía. ¿Ud. por qué escribe?. Magazín Dominical No 267, El Espectador, Bogotá, Mayo de 1988. Hombre 56 Colombia. *Antonio Acevedo Linares (El Centro, Barrancabermeja, Colombia, 1957). Poeta, Ensayista y Sociólogo. Profesor universitario. Autor de varios libros de poesía, como Los girasoles de Van Gogh, Atlántica y En el país de las mariposas.
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En el arcén del teatro La magia de la Navidad en escena Continuando con una tradición de varios siglos, miles de escenarios alrededor del mundo se llenarán con las luces y el colorido de la Navidad, desempolvando historias siempre vigentes, que evocan los más entrañables recuerdos y que se convierten en la mejor opción para cerrar la temporada teatral. A continuación presentamos una pequeña muestra del teatro navideño, que podrán disfrutar los bogotanos para despedir el 2013. Por siempre Navidad
Milagro de Navidad
El sueño de muchos niños, vivir una eterna Navidad se hará realidad gracias a esta obra de Misi Producciones, que nos muestra una particular versión del origen de esta festividad, a través de la historia de San Nicolás, contada por Nick, a quien le ha sido encargada la misión de escribir el guión de una película sobre este personaje.
La inmortal historia del avaro señor Scrooge y los fantasmas del pasado, presente y futuro que lo visitan para hacerle cambiar su visión de la vida, regresa a los escenarios colombianos con Milagro de Navidad, una nueva versión de A Christmas Carol, o Un cuento de Navidad, escrita por Charles Dickens en 1843.
Con una impecable producción y los más sorprendentes efectos, este musical llevará a los asistentes a un inolvidable recorrido por las navidades del pasado, el presente y el futuro. Funciones Jueves, viernes y sábados: 7:30 p.m. Domingos: 4:30 p.m. Hasta el 22 de diciembre. Lugar Teatro Colsubsidio Roberto Arias Pérez Dirección Calle 26 No. 25-40, Bogotá Entradas e informes 5936300
En esta ocasión más de cien artistas en escena, una orquesta en vivo, cantantes líricos, actores reconocidos y un espectacular coro infantil, que bajo la dirección de Andrés Midón, conforman el elenco de este montaje, que hará vivir a toda la familia, toda la magia de esta historia. Funciones 6 de diciembre: 8:00 p.m. 7 de diciembre: 3:00 p.m. 8 de diciembre: 5:00 p.m. Lugar Teatro de Bellas Artes de Bogotá Dirección Avenida Carrera 68 No. 90 – 88 Entradas e informes 6444900 - 4042463
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Entrevista Julio Porto
Por: Daniel Casas Vargas Sentados en el arcén del teatro, conversamos con Julio Porto, actor colombiano, Director del Festival Internacional Impro en la Ciudad y del exitoso espacio de improvisación El gran torneo, presentado en el Teatro Santafé, en Bogotá.
¿Cuándo inicia su carrera como actor y como director? Como actor inicio en el año 2000 en Producciones Talentos Efraín Arce Aragón de la ciudad de Medellín, y como Director en el año 2005 en la Escuela de Edgardo Román en la ciudad de Bogotá. ¿Desde cuándo en las tablas colombianas, el Teatro de improvisación se convierte en una propuesta que toma forma y vuelo? La fecha exacta no la tengo; pero puedo decirte que hace más de seis años veo cómo la improvisación teatral se ha ido posicionando en los escenarios de Bogotá y al mismo tiempo el público capitalino lo ha ido haciendo parte de sus preferencias a la hora de ir a ver entretenimiento, convirtiéndose a la fecha, en uno de los espectáculos más apetecidos. ¿Por qué cree que algunos actores y directores deciden apostar al Impro? La improvisación teatral es un salto al vacío. El ser director, actor y autor de la historia al mismo tiempo es hermoso. Es un riesgo, es adrenalina; es otra forma de ver el teatro, nos permite situarnos en escenas ajenas a nuestra vida cotidiana, mezclando así realidad y ficción en un espacio escénico. Esto nos da la oportunidad de practicar nuestra capacidad de resolución de conflictos, mediante la creatividad, imaginación, trabajo en equipo y sobre todo nuestra capacidad de escucha, aceptación, solidaridad, generosidad, visualización del espacio, etc. ¿En qué consiste un espectáculo de improvisación? Lo que dicen los libros “Es una técnica escénica que permite contar historias que se generan y desarrollan en el momento mismo de actuarlas. Cada función es diferente: no hay ensayos previos, ni guión, ni elementos técnicos o escenográficos. Solo la imaginación y la destreza de los actores/improvisadores que produ-
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cirán una creación única y espontánea”. Y después de mi experiencia, la conclusión es: darle la oportunidad al público para que vea y viva todo lo que pasa tras escena: el actor prepara, calienta, sufre y juega; de igual manera romper la cuarta pared, cantar, bailar y sobre todo divertirse. La Impro es una fiesta.
¿Cómo se prepara un montaje de esta naturaleza? Entrenando muy fuerte, no tienes que ser actor, pero sí tener la vocación para hacerlo, y la suficiente capacidad histriónica para escenificarlo; ahora, si eres actor/actriz, tendrás ventaja. La técnica se basa en ‘aceptar’, dejar que la espontaneidad libere tu potencial creativo. Nada existe hasta que los actores lo proponen. Crear una escena supone que todos estén de acuerdo en cuanto a dónde están, quiénes son y qué está sucediendo. Al igual que cualquier arte, hay técnicas por aprender, pero aquí no hay nada perfecto y no esperamos que lo sea, solo se espera en el otro y se vive la escena. ¿Con qué experiencia se va a encontrar el espectador de una puesta en escena con las características de El gran torneo? Con todo lo que ya he dicho. La gente verá en una sola función lo que me has preguntado: por qué es tan importante la impro; por qué los actores y directores lo hacen; se darán cuenta de cómo se prepara una improvisación y eso nos llevará a contar, historias, a hacer un show y a divertir a las personas.
¿A qué atribuye el éxito en 2012 que tuvo la obra? Por primera vez en Colombia se mezclaba la IMPRO, la danza, la multimedia y el canto, logrando cada noche un show único e irrepetible; y a que la gente finalmente se divertía mucho.
Viene el Festival Internacional de Impro ¿Cuál va a ser la dinámica del espectáculo? Desde el 9 al 14 de diciembre, compañías de México, Perú y Argentina como participantes Internacionales, y 4 de los mejores grupos Nacionales, Harán de éste encuentro una fiesta como lo definía en una pregunta anterior, y ésta fiesta tendrá un cronograma bastante llamativo: Talleres para Improvisadores y principiantes; dos shows por el precio de una boleta (un espectáculo a las 7:30 p.m. y el Torneo Teatro Santafé a las 8:30 p.m.) y toda la fiesta de la impro en un solo lugar: Teatro Santafé. ¿Qué dimensión tiene para la escena teatral la realización de este Festival? Es la manera de reunir a los mejores de Sudamérica y mostrarle al público todo lo que a pasos de gigantes ha ganado la improvisación teatral.
¿Desde su experiencia como actor y director que habilidades ha desarrollado en ambos roles, distintos a otros géneros? La Impro es un espacio de recreo para mis inquietudes teatrales, donde entro a conocer herramientas que me aporta la improvisación; esa manera de crear escenas sin ningún tipo de guión previo, sin pautas pactadas y sin restricciones, es decir sin límites, donde aprendo a confiar y a trabajar en equipo. Puedo descubrirme a mí mismo.
¿Creé que el Festival es el resultado del impacto de producciones como El Gran Torneo? Por supuesto que sí. Y del interés del Teatro Santafé en cabeza del señor Juan Ricardo Gómez con su equipo de trabajo, quienes creen en otras propuestas artísticas.
¿Qué invitación haría a los asistentes tanto nuevos como experimentados a El Gran Torneo y el Festival? Con seguridad creo que el 80% de las personas tienen como frustración el haber querido ser artistas desde cualquier disciplina: Cantantes, Bailarines y sobre todo Actores. La impro te da la oportunidad de hacerlo. Los grupos más destacados de la Improvisación a nivel Nacional e Internacional, mostrarán sus mejores repertorios. Toda la emoción y adrenalina del Teatro deportivo en un torneo realmente espectacular, y la presencia de importantes personalidades de la farándula nacional asumiendo el papel de jueces, harán de éste Festival un espectáculo nunca antes visto ¡Ven, vota por tu equipo favorito, vive la fiesta de la impro y diviértete a lo grande!
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En el arcén del teatro Teatro vivo
“El teatro no se hace para cantar las cosas, sino para cambiarlas”
Por: Ismael Iriarte Ramírez
Vittorio Gassman
La idea de crear un espectáculo de arte dramático que a simple vista no guardara relación con el concepto tradicional de teatro, fue la motivación principal para sentar los cimientos de la propuesta artística denominada Teatro vivo y la compañía del mismo nombre, fundada en el año 2003 por Mauricio Suárez Sandoval y Orlando Bautista (Director y Productor respectivamente) y surgida como resultado de un ejercicio de exploración de nuevas propuesta escénicas, durante el desarrollo de una serie de talleres de actuación, enmarcados en un proyecto de carácter social, que se implementó en Popayán, en el departamento de Cauca, en donde el grupo evolucionó hasta alcanzar la notoriedad que lo llevó a incursionar en 2008 en Bogotá, para finalmente consolidarse como una propuesta teatral única en su género. La principal característica de esta modalidad – emparentada con disciplinas como el cine y la televisión e influenciada claramente por la interactividad de los juegos de video– es la de ofrecer al espectador la posibilidad de interactuar con la obra, los actores y el escenario, siendo artífice y protagonista de la historia, con la facultad de llevar el hilo conductor de la trama y construir su desenlace, en un ciclo que se repite continuamente y genera una constante sensación de movimiento, de “vida”, lo que define con precisión este concepto dramático, enriquecido por aspectos como el realismo que se refuerza con la disposición de la escenografía, la preparación de los actores y una estructura flexible que confiere un componente lúdico potenciado. La reacción del público frente a este estímulo es diversa y aunque mayoritariamente positiva, casi por regla general es evidente la sorpresa en los espectadores nuevos, pues a pesar del tiempo 38
que deben dedicar a recibir indicaciones por parte de la producción y a familiarizarse con la historia y los personajes, a través de cortometrajes y otros elementos; es inevitable que se genere un choque entre la concepción tradicional de audiencia estática y simple observadora y la posibilidad de decidir y cobrar protagonismo, situación inicial que pronto queda atrás y da paso a una infinidad de formas de encarar cada montaje, lo que hace posible encontrar una misma obra, a asistentes que se apropien de su rol y cambien por completo la orientación de la historia, compartiendo escenario con aquellos que pueden llegar a sentirse intimidados e incluso agredidos por la interacción, o con los que prefieren refugiarse en la seguridad de una actitud pasiva. Todo sumado arroja como resultado un balance más que positivo, reflejado en opinión favorable y una marcada tendencia a repetir la experiencia. Este público “vivo” y demandante requiere, por supuesto, una preparación a la altura por parte de los actores, que además de su formación dramática y sus tradicionales métodos de abstracción e interiorización, deben aprender a construir sus personajes sin muchas certezas y a convivir con la transgresión de los espectadores que se convierten en compañeros de reparto a quienes deben adaptarse, aunque estos lleguen a entorpecer su interpretación, correspondiéndoles entonces la misión de conservar el cauce de la interacción, para garantizar el espectáculo. Para afrontar este reto, los actores de la Compañía Teatro Vivo de-
ben participar en laboratorios que les permitan desarrollar habilidades especiales. Así, mediante la inmersión en los personajes e historias de turno, deben aprender a llevar una nueva vida y asumir por completo las cualidades, los defectos, limitaciones e incluso privaciones de los roles que representan, con la particular prohibición de ser ellos mismos por algún tiempo. Planteado este panorama, el escenario constituye el otro elemento primordial para la receta del éxito, pues el ambiente de realismo y vitalidad requerido por esta modalidad de teatro, no podría lograrse en una de aquellas escenografías convencionales, que aunque artísticas y estéticas, no presentan las características de tridimensionalidad que permiten a los actores y asistentes caminar literalmente por la obra, en un recorrido por una suerte de laberinto en el que todos los elementos están minuciosamente cuidados y dispuestos en función de la atmósfera y que ayudan a dejar atrás los presupuestos con los que el público encara la historia, para sumergirse en una realidad alternativa y mágica. La sede de la compañía, Casa Teatro de Bogotá, es una espectacular casa de tres pisos y más de quinientos metros cuadrados en los que se distribuyen 17 escenarios puestos al servicio de la trama.
Información de interés La Casa Teatro de Bogotá, se encuentra ubicada en la Calle (diagonal) 48 No. 19-50 Barrio Palermo, Bogotá – Colombia. Las funciones de las obras se realizan los jueves y viernes, a partir de las 7:00 p.m., en grupos hasta de siete personas, que ingresan cada cuarenta minutos. El valor de las entradas es de $35.000 para general y $50.000 para preferencial. Informes 3035747 - 301 2646868 www.teatrovivocolombia.com
Durante una década de labor el Teatro Vivo ha sido el escenario de más de cincuenta obras, en su mayoría de terror, género que se ajusta a la perfección a las características de este tipo de teatro y que ha tenido gran acogida por parte del público. Entre los títulos destacados se encuentran La habitación, La llave, Torre V, Restauración, La leyenda de los sauces, Subterráneo y Hotel Antigua, así como las dos obras que actualmente se exhiben: La mala espina y Cartas de sangre, con las que se cerrará la temporada de la Compañía Teatro Vivo de Colombia.
Fotos cortesía Compañía Teatro Vivo de Colombia
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En el arcén del teatro De los que pisaron fuerte y un Príncipe que regresó Por: Daniel Casas Vargas
Luego del éxito alcanzado por Once en 2012, la escena teatral del mundo, cuyo epicentro está en Broadway, tuvo en 2013 una marcada competencia por convencer al público y a la Academia de Premios a la Excelencia Antoinette Perry o Tony, de la propuesta de sus producciones; que fue por cierto la más reñida de las últimas ediciones. Si bien los premios significan el reconocimiento del mundo artístico que compone el complejo y elaborado espectáculo, a uno y varios montajes supone también la reinvención de un quehacer permanente llamado teatro, cuyas fórmulas para lograr el éxito no dejan de escribirse. Más allá de los aciertos o intentos fallidos por atrapar al público, el 2013 fue un año en que el peso de las tendencias se inclinó a favor de los títulos originales subestimados, que no solo salieron a flote, sino que a través de sus nuevas versiones consiguieron el prestigio que nunca tuvieron, y la consagración por el deleite de los espectadores y la aceptación de la crítica hacia sus estéticas.
Kinky Boots, basada en el filme británico de comedia de 2005, del mismo nombre, es el mejor ejemplo de como una historia débil y predecible, puede contar con la definición de un estilo y la contundencia de la adaptación a un lenguaje como el musical en teatro. Dirigida originalmente por Julian Jarrold, y actuada por Joel Edgerton y Chiwetel Ejiofor, Kinky Boots cuenta la historia del heredero de la clásica fábrica de zapatos, de nombre “Price and Sons”, en Northampton, quien tras la muerte intempestiva de su padre asume las riendas del negocio familiar, sin ninguna experiencia y con el agravante de enfrentar la bancarrota. No teniendo dinero para solventar las deudas y los pagos de sus empleados, Charlie Price, se embarca en un viaje a Londres para buscar soluciones, que puedan rescatar de la quiebra a la factoría de la que es ahora dueño; siendo este el lugar donde por casualidad visita un cabaret que regenta un travesti al que llaman “Lola”, y en el que todos los transformistas usan peculiares botas altas de plataforma. 40
En esta oportunidad Kinky Boots modelo 2013 se reinventó con un diseño adaptable a las necesidades de éxito y que devolvió a Broadway la magia y sorpresa al género musical, por cuenta y riesgo del talento y como algunos no escatimaron en llamar, la resurrección artística de la estrella pop de los años 80’s, Cindy Lauper. La intérprete de Girls just wanna have fun obtuvo la mejor puntuación por su primer musical, que revivió con desenfado la historia que cuenta como los dueños de una fábrica de calzado en crisis la reconvierten en una de atrevidas botas para drag queens y fetichistas. Pisando fuerte, el título sugerido en español de Kinky Boots, terminó por confirmar con acierto el regreso de Harvey Fierstein, a cargo del libreto, por el cuatro veces ganador en esta categoría y seis veces nominado al Tony. Además de triunfar como mejor musical de 2013, Kinky Boots se hizo a la mejor canción, mejor actor para Billy Porter, mejor coreografía, mejor orquesta y mejor diseño musical. Lauper condensó sus impresiones sobre el musical diciendo: “todos queremos ser aceptados tal y como somos y sobre esto va nuestro musical”. Sin duda otro de los buenos impactos del año fue el que causo el regreso de Pippin, el clásico musical, que fuera estrenado en el Teatro Imperial de Broadway el 23 de octubre de 1972. La historia del joven príncipe, hijo de Carlomagno, que concentra sus esfuerzos en la búsqueda por el sentido de la vida, trajo con su reinvención, una divertida e ingeniosa versión de la comedia musical de
Stephen Scharwtz, en la que bajo el colorido y la magia de una carpa circense transcurren los episodios del protagonista, en medio del despliegue de actos de acrobacia y balance. El personaje de Pippin y el de su padre, Carlomagno, están basados en los del mismo nombre de la Edad Media, pero sin un contexto de exactitud histórica respecto de los personajes originales. Para Scott Miller, académico de teatro musical, “Pippin es un musical en gran parte subestimado y con mucha más sustancia de lo que mucha gente piensa”. El nuevo circo de Pippin, cobra vida bajo una idea de espectáculo, concebida por la imaginación del director Bob Fosee, en lo que tiene que ver con los elementos de la coreografía, que se ciernen sobre un estilo pop de los años 70’s, por lo que resulta surrealista e inquietante. En esta atmósfera es donde el joven Pippin persigue sus sueños para encontrar el lugar que le pertenece, “Corner of The Sky”; con la presencia determinante de su abuela en lo que corresponde a la misión extraordinaria que decide va a ser su vida. “Oh, es hora de empezar viviendo. Es hora de tomar un poco de este mundo que se nos da. Es hora de tomar el tiempo, causar primavera se volverá a caer en tan solo poco tiempo”. Le dice ella para que el joven lo tome como consejo.
obra de teatro no musical Vanya and Sonia and Masha and Spike de Cristopher Durang, en tanto que la mejor reposición dramática fue para ¿Quién teme a Virginia Woolf? Que ganó también el premio a la mejor dirección y al mejor actor en obra no musical para Tracy Letts. Esto en lo que tiene que ver con la categoría de Revivals. Por último Lucky Guy, de la fallecida Nora Ephrom, que contara con la actuación principal del consagrado Tom Hanks, en el papel del sensacionalista e implacable periodista Mike Mcalary, ganador del premio Pulitzer, por una investigación de malos tratos policiales, y muerto en 1998 a los 41 años a causa de una cáncer, se llevó el premio a mejor secundario para Courtney B Vance y una estatuilla técnica. No podría ser despedida esta selección de las mejores piezas del año, en el teatro de Broadway, sin antes hacer mención al tributo especial a El Fantasma de la Ópera, como el espectáculo que más veces ha sido representado desde 1988 hasta la actualidad.
Colorida, imaginativa, como también oscura, Pippin desarrolla la historia de un príncipe, que enfrenta el mundo de la guerra, el amor, la política y hasta la religión. Con la producción del peruano Carlos Arana, el circo de Pippin, se hizo a los premios a: mejor reposición, mejor actriz para Patina Miller, mejor actriz secundaria para Andre Martin y mejor dirección musical para Diane Paulus.
Matilda, novela original de Roald Dahl y producida por The Royal Shakespeare Company, puso también en alza el estatus de los clásicos, con la historia de la niña que libra su batalla contra un mundo adulto grotesco e iletrado. De ahí que se hiciera con cuatro premios Tony, incluido el de mejor libreto y mejor actor para Gabriel Ebert; luego de haber arrasado los premios Olivier. Otros destacados del año fueron: como mejor 41
Palabras, palabras, palabras
“Simplemente, no sobrestimar lo que he escrito; de otro modo se me volvería inalcanzable lo que aún puedo escribir”. Franz Kafka
“Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del gran escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas”. Ernesto Sábato
“La pintura es la nieta de la naturaleza. Está relacionada con Dios”. Rembrandt van Rijn
“Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías de la vida mientras esperan la gran felicidad”. Pearl S. Buck
“Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya”. Séneca
“El pensamiento es la única cosa del universo de la que no se puede negar su existencia: negar es pensar”. José Ortega y Gasset
“Pocos ven lo que somos pero todos ven lo que aparentamos”. Nicolás Maquiavelo
“¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión?”. Julio Cortázar
“Por el grosor del polvo en una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo”. John Ernst Steinbeck
“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”. Jean-Paul Sartre
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