REDAMAZONICA/MODULO 4/Articulo Amazonia Fronteras y Esperanza


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Equipo Itinerante de la Amazonia: Llamados e enviados a atravesar las “fronteras” en los dos sentidos Fernando López SJ, [email protected] y Arizete Miranda CSA, [email protected] (Miembros del Equipo Itinerante) Elías López SJ, [email protected] (Miembro del Servicio de Jesuitas de Refugiados)

Introducción Vivimos un tiempo de “frontera”. Más que una época de cambios, estamos en un cambio de época, de paradigma de mundo y vida planetaria. Nunca antes la humanidad se deparó con el hecho del cambio climático, no como consecuencia natural de los ciclos del planeta, sino como resultado de los impactos que produce el modelo económico neoliberal vigente y el estilo de vida consumista y depredador de los países más desarrollados y de los grupos económicos más fuertes de los países emergentes. El actual modelo económico de desarrollo no es universalizable ni sustentable. Hoy tenemos conciencia de ser “terrícolas” y que necesitaríamos tres planetas tierra para que todos los pueblos del mundo pudieran vivir con ese nivel de acumulación y consumo que goza solamente una sexta parte de la humanidad. Ante tal injusticia estructural de violencia humana y ecológica, de desarrollo insostenible ¿es posible mantener la esperanza? ¿Dónde está el Dios de la Vida que nos ofrece vida en abundancia para todos y para mañana? ¿Cómo la vida cristiana y la vida religiosa pueden ser testimonios de esperanza en medio de la crisis socio-ambiental? ¿Cómo la amazonia y sus pueblos pueden ser profecía de esperanza ante el desequilibrio sistémico del planeta que amenaza el futuro de la humanidad? En esta crucial coyuntura histórica nace la pequeña experiencia del Equipo Itinerante (EI) al servicio de los pueblos, comunidades e iglesias de la amazonia, con sus intuiciones de servicio a la misión a partir de la itinerancia y levedad, intercongregacionalidad e interinstitucionalidad, visión-acción panamazónica y espiritualidad itinerante. Este es el don recibido y la tarea asumida: servir-sembrar la esperanza, contra toda esperanza, atravesando las “fronteras” en los dos sentidos. I.- Amazonia: Fronteras geográficas e simbólicas de profecía y esperanza En la amazonia, en sus múltiples fronteras, se debaten amenazas y esperanzas. El instinto predador que disputa el control y destrucción de sus recursos naturales y la vida abundante de sus pueblos tradicionales en armonía con la naturaleza. Ellos, como “profecía de la tierra”, nos invitan a una profunda conversión del corazón codicioso y actitud depredadora. Las fronteras amazónicas, geográficas y simbólicas, son una oportunidad para la humanidad y el planeta encontrar caminos de solución a los grandes y graves problemas que el presente modelo económico ha impuesto, poniendo en riesgo la misma posibilidad de vida para todos los seres (universable) y para mañana (sustentable). 1.1. Fronteras geográficas Geográficamente la frontera es comprendida como barrera, línea que divide, limita y separa a un país de otro, permitiéndole ejercer su autoridad dentro de sus dominios. Normalmente, los Estados están menos presentes en sus fronteras porque están lejos de sus centros políticos de poder. La ausencia del Estado hace que sean las mafias quienes controlan las fronteras. Los grupos armados, las empresas nacionales y trasnacionales, legales e ilegales, son quienes dominan esos espacios y sus recursos 1

naturales (madera, oro, narcotrafico, contrabando, armas, etc.). En las fronteras las heridas socioambientales están más abiertas, los derechos humanos más violados y la vida más amenazada. Los países defienden sus fronteras militarizándolas, con cuarteles y puestos de control. Los más pobres, que normalmente son los más indefensos, son fácilmente desechados e invisibilizados. El testimonio de un joven Tikuna, de la triple frontera amazónica de Brasil-Perú-Colombia, en el alto rio Solimoes (Amazonas), revela el absurdo y contradicción de las fronteras entendidas como división geográfica: “Me explican ese asunto de las fronteras: Mi papá y mi mamá viven al otro lado del rio Amazonas y ustedes dicen que son peruanos; mi hermano con su familia vive aguas arriba, subiendo el rio en su margen derecha, y ustedes dicen que son colombianos; y yo que vivo aguas abajo, bajando el rio en la margen izquierda, ustedes dicen que soy brasileño... A ustedes los blancos no hay quien los entienda con este asunto de las fronteras... Están un poco locos... Nosotros somos del pueblo Ticuna y vivimos aquí antes que ustedes llegaran!” (Encuentro inter-fronterizo, Tabatinga-AM, Brasil, 2006). 1.2. Fronteras simbólicas Pero las fronteras tienen otro sentido mucho más rico y fecundo. Etimológicamente, la palabra “frontera” viene de la raíz latina “frontis”, que quiere decir “frente”, “cara”, “rostro”. Situarse en la “frontera” es estar “en frente” del otro, “cara a cara”. La frontera es así posibilidad de encuentro y relación fecunda con el otro diferente, “rostro con rostro”, sin máscaras. La frontera es el lugar del ejercicio de la identidad y alteridad, del diálogo interpersonal. Es el espacio privilegiado para el intercambio afectivo y familiar, social, cultural, religioso, económico y político entre los diferentes sujetos y contextos existentes a ambos lados de las fronteras. En este sentido hablamos de “fronteras simbólicas”. Es en esta perspectiva simbólica donde la amazonia y sus pueblos tradicionales nos ofrecen diversas y desafiantes fronteras, ricas y creativas posibilidades, nuevas perspectivas de mundo y de vida con las que fecundar la crítica coyuntura histórica actual. En la aldea Sapotal (alto río Solimoes, Brasil) una mujer Kokama estaba amamantando a una cría de venado mientras sus hijos pequeños observaban. Las compañeras del EI preguntaron por qué estaba dándole de mamar al animalito. La señora serenamente contestó: “Mi marido fue a cazar con otros hombres de la aldea. Salieron antes de amanecer. Lo único que encontraron fue una mamá venado con su cría… Era tarde y tenían que traer algo para la aldea. La tuvieron que sacrificar… Igual que la mamá venado se sacrificó para alimentar a nuestros hijos, nosotros tenemos la obligación de alimentar a su hijito para que mañana, mis hijos y sus hijos continúen ayudándose…”. ¡Esto es reciprocidad socio-ambiental! Esta escena se ve con mucha frecuencia entre los distintos pueblos indígenas: una mujer que amamanta en uno de sus pechos a su hijito y en el otro a un animalito (cría de mono, venado, chancho del monte, etc.) cuya mamá fue sacrificada para alimentar a la comunidad. Esto es vivir en serio el sentido de reciprocidad, de mutuo cuidado y ayuda, de que nos necesitamos corresponsablemente los unos de los otros. Y no solo entre los seres humanos, sino también con todos los seres de la naturaleza, de la creación. Eso es ser “jardineros” del planeta, cuidadores (no depredadores) y “co-creadores” con el Dios-Amor-Vida. 1.3. Fronteras proféticas de esperanza Estos “otros rostros” amazónicos son profecía de vida nueva y esperanza. Los pueblos indígenas, ribereños, afro-descendientes -“quilombolas”-, campesinos, marginados urbanas, etc. y la Madre Tierra, que con su biodiversidad a todos sustenta, son hoy, más que nunca, denuncia y anuncio 2

profético. Los grupos hegemónicos, que detentan el poder económico e político, con su lógica mercantilista y consumista, depredan la Madre Tierra y acusan a los pueblos amazónicos de ser impedimento al desarrollo. Muy por el contrario, hay que denunciar a estos grupos y anunciar que los pueblos amazónicos son profecía, una “buena noticia”, ensayos sociales milenarios de eco-logía-nomía (ecologia-economía) alternativa y viable. “Los otros rostros” son semillas de solución al actual y crucial problema del futuro de la vida de la humanidad y del planeta. El encuentro “fronterizo” con esos “otros rostros” nos humaniza y convierte, nos cura la ambición y nos aviva la esperanza. Sus vidas e historias nos hablan de mucha sabiduría y cariño en el cuidado sustentable de la vida, de la Mamá Tierra y de todos los hijos e hijas. Atravesar las fronteras humildemente, descalzos porque esa tierra es sagrada, para ver, escuchar, sentir, aprender y comprender con nuestros “otros hermanos-as” es condición de posibilidad de profecía, de conversión y esperanza, de volver a soñar y renovar nuestro compromiso con el “cielo nuevo y tierra nueva”, fraternidad universal, que Dios-Padre-Madre soñó primero para toda su creación. II.- Equipo Itinerante (EI): Itinerando por las “fronteras” de la Amazonia En el contexto de las “fronteras” amazónicas, geográficas y simbólicas, nace el EI con base inicial en Manaus (1998), corazón de la amazonia brasileña. El EI es concebido como “un espacio interinstitucional de servicios a las iglesias, organizaciones, pueblos e comunidades de la región amazónica”. Su vocación es de servicio complementario: donde los otros no pueden, en sus fronteras. 2.1. Intuición y objetivo La intuición del EI es del P. Claudio Perani sj (primer superior de los jesuitas de la región amazónica brasileña): “Anden por la Amazonia y escuchen lo que el pueblo dice. [...] No se preocupen con los resultados, el Espíritu irá mostrando el camino. [...] ¡Coraje! ¡Comiencen por donde puedan!” El objetivo general del proyecto: “Escuchar, despertar, incentivar, apoyar personas, grupos, proyectos e iniciativas de las comunidades ribereñas (mestizos), indígenas y de las periferias urbanas, a través de la itinerancia, del apoyo y de la articulación con grupos y entidades comprometidas con la causa, para que los pobres, excluidos y culturalmente diferentes se tornen sujetos de su liberación y se reconozcan como hijos e hijas predilectas de Dios. Y por medio de los valores del Evangelio, humanizar los ambientes más agresivos, injustos e opresores, donde la vida humana y de toda la creación está siendo amenazada, las culturas des-respetadas, la justicia y los derechos socioambientales ignorados.” 2.2. Inspiración y fundamento a) Jesús “Profeta Itinerante”: Los Evangelios nos revelan claramente que Jesús desarrollaba su misión de modo itinerante y en grupo: “Jesús andaba por ciudades y aldeas anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Los discípulos y algunas mujeres iban con El.” (Lc 8,1). El envía a sus discípulos de dos en dos, por las aldeas donde iba a pasar. Les recomienda gratuidad y sencillez en el servicio, que lleven pocas cosas: una túnica y un par de sandalias, poco dinero (Mt 10,5-15; Mc 6,6-13; Lc 9,1-6). Jesús no deja que sus discípulos-as se instalen y acomoden en las seguridad de la “orilla”: 3

“Jesús obligó a los discípulos a entrar en la barca e ir para la otra orilla” (Mt 14,22). Y siempre les anima a “remar mar adentro” y “avanzar para aguas más profundas” (Lc 5,4). b) Iglesia misionera móvil y leve: En los inicios de la Iglesia, Pablo con algunos laicos y laicas, fueron misioneros itinerantes, de comunidad en comunidad. Vivían en las casas de las familias y predicaban la Buena Noticia en distintos espacios. Tuvieron la osadía profética de atravesar las fronteras geográficas y culturales del judaísmo y anunciar el mensaje en el mundo helenista. Otra inspiración la dio el propio Ignacio de Loyola, el “Peregrino”, con su intuición de la “caballería ligera” articulada y complementada con otros servicios más institucionales (“artillería pesada”), para la misión de Cristo y su Iglesia. Además, “caballería ligera” fue la experiencia de los primeros jesuitas en la amazonia (s. XVI-XVII): andando y remando “de aldea en aldea”, acompañando a los pueblos indígenas en sus propias comunidades y a partir de sus lenguas, culturas y realidad local. También fue iluminador el documento de los obispos de la amazonia brasileña: “La Iglesia se hace carne y arma su tienda en la Amazonia” (Documento de Manaus, 1997). El propio título, inspirado en el Evangelio de Juan (Jn 1,14), nos invita a ser una iglesia más encarnada, con estructuras leves, de tiendas y campamentos provisorios, que está siempre a camino. c) Visión geopolítica y profética de la amazonia: Al inicio de la 2ª semana de los Ejercicios Espirituales (101-109), Ignacio de Loyola nos invita a discernir la misión a la que Cristo nos llama y envía. Nos propone contemplar con las Tres Personas Divinas “la superficie plana o curva del mundo”, llena de gente tan diversa, unos naciendo y otros muriendo, unos blancos y otros negros, unos en guerra y otros en paz… y viendo tanto sufrimiento humano, la Trinidad decide la encarnación de la Segunda Persona Divina y envía al Ángel Gabriel a visitar “la casa y los aposentos humildes de Nuestra Señora, en la ciudad de Nazaret, en la provincia de Galilea.” En pleno cambio de época y de paradigmas de mundo, inicios del s. XVI, cuando todavía no se sabía si la tierra era plana o redonda, el Peregrino expresa la necesaria y fundamental tensión dinámica entre la dimensión global y local de la misión. Hay que mantener siempre la fecunda relación entre la visión de la redondez de la tierra poblada de diversas gentes (global) y los aposentos de Nuestra Señora en la casa humilde de Nazaret, provincia de Galilea (local). En la coyuntura actual (s. XXI, ¡cinco siglos después!), también vivimos un cambio de época y de paradigma. Es fundamental mantener la dinámica tensión entre la visión local de la amazonia y sus pueblos y el desafiante proceso global que vive la humanidad y el planeta. Sobre todo teniendo en cuenta que los especialistas afirman que el bioma amazónico y sus pueblos tradicionales con sus modelos de reciprocidad, son fundamentales para mantener el equilibrio sistémico del planeta y del futuro de la humanidad (calentamiento global, cambio climático, etc.). Y es por eso que los obispos latinoamericanos en Aparecida (2007) insisten en “crear en las Américas [añadimos: y en el mundo] conciencia sobre la importancia de la Amazonia para toda la humanidad” (DAp 474). Y el P. Adolfo Nicolas, General de los Jesuitas, después de su visita a la Amazonia, escribe al Superior Regional haciendo un llamado a todos los jesuitas: “La amazonia es misión de la Compañía Universal en la promoción de relaciones justas con la creación” (Mar/2009).

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2.3. Tres preguntas de “frontera” Tres preguntas iniciales ayudaron a discernir y decidir la misión del EI en las “fronteras” amazónicas. a) La frontera del ¿con quién? ¿Con quién Dios nos invita a “complicar” proféticamente nuestra vida y misión en la Amazonia? La primera dinámica fue andar al ritmo de la canoa, ir al encuentro y hacer silencio, para escuchar con atención los clamores de la amazonia y sus pueblos. Así surgieron los rostros indígenas, ribereños (mestizos) y pobladores de las periferias urbanas, con los que Dios nos invitaba a “complicar” y comprometer proféticamente, nuestra vida y misión en la región. Íntimamente unido a estos clamores surgió también el grito dramático de la Madre Tierra, depredada e injustamente violentada junto con sus hijos e hijas. La depredación de la amazonia, el calentamiento global y el cambio climático son el tema escogido por la Campaña de la Fraternidad Ecuménica de 2011,“Fraternidad y Vida en el Planeta”, con el lema, “La Creación gime con dolores de parto” (Rm 8,22). El propio papa Benedicto XVI (2007) denuncia fuertemente “la devastación ambiental de la Amazonia y las amenazas a la dignidad humana de sus pueblos” (DAp 85). 2. La frontera del ¿dónde? ¿Dónde están esos “rostros” más amenazados y las heridas más abiertas? Están en las “fronteras”, geográficas o simbólicas, de la Amazonia, donde las heridas están más abiertas, los derechos socio-ambientales más violados y la vida de los pueblos y de la madre tierra más amenazada. Es en el margen donde están los “crucificados” con los que Dios nos invita a arrimar nuestro hombro para cargar juntos sus cruces. 3. La frontera del ¿cómo? ¿Cómo llegar a las “fronteras” donde están las heridas más abiertas y la vida más amenazada? Las fronteras no solo son entendidas como un “dónde”, un “qué” o un “con quién”, sino que también son un “cómo”. ¿Cómo responder creativa y proféticamente a los nuevos y grandes desafíos a partir de nuestra realidad concreta y posibilidades limitadas? Dos intuiciones: Itinerancia e Interinstitucionalidad en la misión. a) Itinerancia: llegar-conectar-articular-tejer-incluir La itinerancia nos permite llegar solidariamente en las heridas más abiertas, en las fronteras, donde están los rostros más distantes, más excluidos, donde la vida está más amenazada. La misión itinerante no tiene un espacio determinado o fijo donde presta su servicio. El servicio se presta allí donde el cotidiano de la vida de las personas se desarrolla. Como Jesús vivía su misión: de aldea en aldea, de orilla en orilla, en el monte o en la sinagoga, en los prados o en las calles de la ciudad, en la casa de Pedro o de Marta, María y Lázaro. Donde la vida de las personas está en juego, allí es el lugar para prestar nuestro servicio y misión. Como EI esta es la perspectiva de nuestro servicio. La misión la vivimos en los ríos o en la selva, pescando, cazando o plantando, rezando en las capillas o bailando en las danzas, en los conflictos o en las fiestas, en las alegrías y en las penas. Intentando vivir e adaptarnos a la rica diversidad de espaciotemporalidad que la amazonia y sus pueblos nos ofrecen. b) Interinstitucionalidad: ¡sumar-multiplicar, porque solos nadie puede! 5

La interinstitucionalidad incluye la intercongregacionalidad y contempla todas las instituciones laicales y organizaciones “de buena voluntad” que trabajan en la construcción de un mundo mejor. Si somos sinceros, todos reconocemos que nos sentimos pequeños y sin capacidad de respuesta frente a los grandes desafíos que la humanidad, el mundo y la amazonia nos presentan. Ni a nivel personal, ni a nivel institucional tenemos recursos humanos y económicos suficientes para responder a esas “fronteras”. Y si nadie solito pude responder a esas heridas más abiertas de la amazonia, donde la vida de sus pueblos está más amenazada, surge la pregunta: ¿Será que Dios se olvidó de sus hijos e hijas más crucificados? Ciertamente el problema no es de Dios. El es Padre y es fiel a sus “pequeños” injusticiados. Tal vez lo que Dios está queriendo decirnos es que hay que trabajar en su misión de otra forma: sumando y multiplicando para llegar juntos donde solos (personal o institucionalmente) no podemos llegar. Interinstitucionalidad en la misión es una nueva perspectiva para responder a los grandes desafíos que la coyuntura actual de la humanidad y del planeta nos presenta. La interinstitucionalidad nos obliga a superar el individualismo y la fragmentación, personal e institucional, que durante muchos años hemos vivido y continuamos viviendo como sociedad, como iglesia, como congregaciones… Ese modo fragmentario e individualista de llevar adelante la misión, puede ser hasta admirable, porque nos gastamos y desgastamos; pero no es más imitable, porque nos hace funcionales al sistema individualista actual. Además el individualismo (personal o institucional), no nos permite enfrentar los grandes desafíos y transformar la realidad en la perspectiva del Reino y su Justicia, de la Vida Abundante que Dios nos ofrece (Jn 10,10). La interinstitucionalidad exige que “lo nuestro sea tan importante como lo mío”. Que nuestra misión común sea, por lo menos, tan importante como nuestra misión personal o institucional. Además la interinstitucionalidad en la misión nos posibilita una visión más amplia, una respuesta más rica y diversa a la propia realidad compleja que vivimos. Tanto la itinerancia como la interinstitucionalidad en la misión exigen un perfil y una formación diferenciada. Normalmente no somos formados en esta doble perspectiva. La experiencia que traemos es la de trabajos más fijos y territorializados, y a partir de nuestras instituciones o carismas particulares. Todavía no hay una “cultura” de itinerancia ni de interintitucionalidad en nuestras instituciones, por eso se siente algo extraño, sospechoso, peligroso y solo para algunos-as “inquietos-as”. También esta novedad exige integrar una “espiritualidad itinerante”, que nos anime a “estar con quien nadie quiere estar, estar donde nadie quiere estar e estar como nadie quiere estar”. En toda esta nueva dinámica misionera estamos aprendiendo. Necesitamos continuar haciendo camino y experiencia. 2.4. En la actualidad… En la actualidad el EI está formado por unas 15 personas de 7 instituciones y congregaciones que se distribuyen en tres núcleos con base en: Manaus (capital del Estado de Amazonas, Brasil, 1998), Tabatinga-Leticia (en el alto río Solimões o Amazonas, en la triple frontera amazónica de Brasil-PerúColombia, 2004) y en Boa Vista (capital del Estado de Roraima, Brasil, en la triple frontera amazónica de Brasil-Venezuela-Guyana, 2008). También han pedido que se abran nuevos núcleos del EI en las 6

triples fronteras amazónicas de Brasil-Perú-Bolivia y de Brasil-Surinam-Guyana Francesa; se espera que lleguen más recursos humanos e institucionales para poder servir también en estas nuevas fronteras. También ya hay algunas experiencias de trabajo itinerante e inter-fronterizo en la triple frontera amazónica de Perú-Ecuador-Colombia, y en Paraguay frontera con Brasil; ellas fueron iniciadas por personas que participaron y conocieron la experiencia del EI. Venezuela Núcleo BVG-2008

Guyana Surinam Guyana Fran.

Colombia

Ecuador

Núcleo Manaus-1998

Núcleo BCP-2004

Perú

Brasil

Bolívia

III.- Llamados y enviados a atravesar las fronteras en los dos sentidos… El Evangelio de Mateo cuenta que en una oportunidad Jesús fue para la otra orilla del lago y que una mujer siro-fenicia lo “convirtió”, es decir, le ayudó a superar su visión judaizantes y descubrir que el proyecto salvífico del Padre era para toda la humanidad y no solo para los judíos (Mt 15, 21-28). El propio Jesús entiende mejor su misión al atravesar las fronteras geográficas y simbólicas… Por eso Jesús obliga a sus seguidores a atravesar las orillas (Mt 14,22)… Y los obispos latinoamericanos insisten: “Debemos formarnos como discípulos misioneros sin fronteras, dispuestos a ir a la otra orilla.” (DAp. 376) 3.1. Atravesar las fronteras, geográficas y simbólicas, en los dos sentidos Un mes después del fallecimiento del P. Claudio Perani sj (Ago/2008), el P. Adolfo Nicolás hizo su primera visita como General a la región amazónica. En una charla que tuvo en Manaus nos decía: “Estamos llamados a atravesar las fronteras en los dos sentidos. […] Lo fácil y cómodo es quedarnos tranquilamente en nuestra orilla; o atravesar a la otra orilla y quedarse en ella sin volver y traer la novedad encontrada… El desafío y riqueza mayor está en ir para descubrir lo nuevo y volver para traducirlo, compartirlo y fecundarnos…” Las fronteras hay que atravesarlas en los dos sentidos. Primero hay que salir al otro lado (geográfico o simbólico) y “desvestirnos” de nuestras lógicas y seguridades. Quedar “desnudos” para “empaparnos” con las otras perspectivas que la realidad fronteriza nos quiere revelar. “Desnudos” para no ser impermeables a la novedad, al Dios sorprendente que siempre está presente y nos espera al otro lado… Este primer momento, aunque desafiante, es más fácil. El segundo momento, más difícil, es atravesar la frontera de vuelta. Entrar de nuevo en nuestro mundo personal, grupal e institucional y traducir la novedad descubierta en un lenguaje que se entienda y ayude a comprender la novedad descubierta, para que nos fecunde y anime a avanzar en esa dirección dejando el lastre que ya no da vida. Este segundo momento es el más difícil. Lo fácil es atravesar la frontera y quedarse al otro lado, dando la espalda a toda esa realidad pesada y tediosa que ya no genera vida. Lo difícil es entrar de nuevo y con la novedad descubierta y traducida, fecundar y transformar nuestra realidad. 7

3.2. Tejer las fronteras entre institución, inserción e itinerancia La itinerancia hay que entenderla como un servicio complementario a los otros servicios más institucionales y de inserción que la iglesia, como cuerpo apostólico, tiene para desarrollar su misión. Para enfrentar los grandes desafíos que viven la amazonia y sus pueblos, la humanidad y el planeta, hay que tejer, articular y equilibrar bien estas tres dimensiones-servicios complementarios de la misión. 1) Servicio Institucional. La estructuración institucional es la que da “peso”, continuidad y estabilidad a la vida humana, a la sociedad y a la misión de la iglesia. Desde una teología trinitaria esta dimensión institucional de continuidad y estabilidad la podemos identificar con Dios-Padre. Desde la teología del bautismo identificamos aquí el servicio del Rey, del gobierno. Por último, desde la teología de la vida religiosa, esta dimensión más institucional del servicio se vincula al voto de Obediencia. 2) Servicio de Inserción. Es la dimensión encarnatoria y de proximidad-projimidad. Ella nos impulsa a hacernos judío con los judíos, débil con los débiles y todo a todos (1Cor 9,19-23). La inserción nos hace “prójimos”, buenos samaritanos (Lc 10,29-37), nos aproxima y acerca a los más pobres, excluidos y culturalmente diferentes, cuyas vidas están más amenazada. Desde una perspectiva trinitaria esta dimensión está vinculada con Dios-Hijo. A partir de la teología bautismal es el servicio del Sacerdote revela a Dios en las realidades más crucificadas. Desde la teología de la vida religiosa en este servicio de inserción se plasma el voto de Pobreza. 3) Servicio Itinerante. La itinerancia es el servicio de la conectividad e inclusión de las realidades nuevas y excluidas. Ayuda a superar el aislamiento de los miembros del cuerpo apostólico y la fragmentación de sus acciones, tejiendo y fortaleciendo la red de relaciones para así responder mejor a su misión. También permite llegar, atravesar e incluir las fronteras, geográficas y simbólicas, excluidas e ignoradas por alguna razón. La itinerancia nos hace presentes en los nuevos escenarios donde, inicialmente, no llegan los niveles más institucionales y de inserción del cuerpo apostólico. La levedad y agilidad del servicio itinerante ayudan a llegar y conocer esas nuevas realidades donde las heridas están más abiertas para, con ellos y desde ellos, buscar respuestas y servicios más institucionales y de inserción a sus necesidades. A partir de la teología trinitaria esta dimensión del servicio itinerante se vincula con Dios-Espíritu Santo. Desde la teología sacramental del bautismo es la dimensión del Profeta. Y a partir de la teología de la vida religiosa, es el voto de Castidad que nos hace libres para discurrir amando y sirviendo, allí donde hay más necesidad y la vida está más amenazada. Castos, libres y disponibles, por la gracia del Espíritu, para entregar la propia vida si fuera necesario.

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Estas tres dimensiones, Institución-Inserción-Itinerancia, del servicio a la misión son complementarias y están íntimamente relacionadas. La Trinidad, Padre-Hijo-Espíritu Santo, Dios Uno y Trino, nos inspira e ilumina para buscar el equilibrio y la relación intima y fecunda entre estas tres dimensiones del servicio al Reino. Por la gracia del Bautismo cada cristiano es Sacerdote-Profeta-Rey, comprometiéndose con esos tres servicios en su misión en el mundo. Por último, los consejos evangélicos de Pobreza-Castidad-Obediencia, asumidos en la vida religiosa, están también íntimamente ligados entre si en el seguimiento del Señor y al servicio de Su Misión. Hay que pedir la gracia de atravesar y tejer internamente las fronteras de estas tres dimensiones (institución-inserción-itinerancia) a imagen y semejanza de la Trinidad, unidad en la diversidad; o de las tres dimensiones del bautismo (sacerdote-profeta-rey); o de la relacionalidad que se da entre los tres consejos evangélicos de la vida religiosa (pobreza-castidad-obediencia): pobreza, viviendo con lo suficiente y realmente necesario como “los otros”; castidad, viviendo disponible para los “otros” como familia y para discurrir donde haya más necesidad; obediencia, viviendo a la escucha del Padre. Es necesario pero no es suficiente la vocación del profeta-itinerante que en las “fronteras” descubre nuevos horizontes y visión de futuro en “el rostro del otro”. También es necesario pero no es suficiente la vocación del sacerdote-inserto, que descubre a Dios en “el rostro del otro” en la cotidianidad de cada día, en los suburbios de la historia. Sacerdotes y profetas tienen que traducir en lenguaje y experiencia entendible para que el servicio del rey-institución pueda llegar a acoger “el rostro de los otros diferentes”. En “los rostros de los otros”, en las “fronteras”, itinerando y atravesándolas en los dos sentidos, trabajamos por el cambio de los corazones y de las estructuras políticas injustas. Atravesando de la inserción a la institución y viceversa, del centro a la periferia y viceversa. Es fundamental itinerar y transitar la frontera en doble sentido: no sólo hacia la inserción con “los otros” sino de “los otros” y de la inserción hacia la institución. Hay que atravesar las fronteras y establecer fuertes relaciones, profundas y fecundas, entre el Rey-Institución-Obediencia, el Sacerdote-Inserción-Pobreza y el Profeta-Itinerancia-Castidad. Si las relaciones están rotas, o alguno de ellos es excluido o disminuido, el servicio a la misión se empobrece. Este es el ejercicio lúcido y maduro que necesita hoy la iglesia y la vida religiosa para abrir caminos de esperanza para las futuras generaciones. No habrá esperanza si no conseguimos itinerar, transitar, traducir e incidir en esos múltiples sentidos. Hacer que la visión crítica del profeta (denuncia-anuncio) y el encuentro afectivo del sacerdote (Dios-en-“los otros”), lo entienda la mente y el corazón del rey, para construir respuestas institucionales, estructurales y sostenibles que ayuden a superar las injusticia, aliviar tanto dolor y sustentar la vida y el futuro de la humanidad y el planeta. También es fundamental que el rey-institución itinere hacia la inserción y hacia las fronteras. Para ello, tanto el profeta como el sacerdote tendrán que itinerar hacia el rey para ayudarle a oír, ver y sentir los clamores de su pueblo. Muchas veces la institución-rey no escucha, ni ve, ni siente, ni entiende, ni hace, ni deja de hacer, porque sus pies y sus manos, su corazón y mente, su voluntad y su deseo están muy lejos de la vida cotidiana de los pobres, de las fronteras donde las heridas están más abiertas y la vida más amenazada.

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Profetas-itinerantes, sacerdotes-insertos y reyes-institucionales son interdependientes en el servicio de la misión a favor de la vida. No hay otro camino que no sea la alianza entre itinerancia-insercióninstitución, como la que hace Dios, Uno y Trino, con su pueblo. A imagen de la Trinidad, la alianza entre sacerdote-profeta-rey, inserción-itinerancia-institución, es vital para la esperanza de los más pobres que se encuentran en las fronteras, en el límite entre lo humano e inhumano, entre la vida y la muerte. Pero esta alianza del cristiano sacerdote-profeta-rey, y del religioso pobre-casto-obediente, es primordialmente y fundamentalmente con “los otros” crucificados, en las fronteras de sus rostros humanos deshumanizados y es allí, cara a cara, donde nos cuestionan y nos convierten. Tal vez hoy la dimensión institucional ha ocupado la mayor parte del espacio de la sociedad, de la iglesia y de la vida religiosa, no dejando que las otras dimensiones de inserción e itinerancia se desarrollen suficientemente. Por ello, el cuerpo apostólico y la misión se han empobrecido. El desafío actual de la misión de la iglesia y de la vida religiosa es restablecer los “pesos” equilibrados y las relaciones fecundas entre estos tres servicios-dimensiones de la misión. Hoy los servicios institucionales deben disminuir para que los servicios de inserción e itinerancia puedan nuevamente crecer y proféticamente fecundar la vida de la iglesia y la Misión del Reino y su Justicia en el mundo. Así, la amazonia y sus pueblos nos desafían a arriesgar y atravesar sus fronteras y las fronteras de la misión en los diversos sentidos, para captar y reaprender la novedad de vida que existe al otro lado, donde Dios ya estaba antes de que nosotros llegásemos. Ellos, “el rostro de los otros”, nos desafían a dialogar, para juntos avanzar con esperanza en la búsqueda de la “Tierra sin Males”, del “Buen Vivir”, del “Cielo Nuevo y Tierra Nueva”, del Reino de Vida Abundante (Jn 10,10) que Dios quiere para todos y también para mañana, no solo para unos cuantos y solo para hoy. Esa es la esperanza que la amazonia y sus pueblos nos ofrecen, para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos puedan continuara cantando la danza de la vida en esta tierra. Preguntas para la reflexión personal y grupal 1. ¿Las fronteras, geográficas y simbólicas, son parte cotidiana de nuestro discernimiento, vida y misión? ¿Cuáles son las nuevas fronteras a las que el Señor nos llama y envía? 2. ¿En nuestra institución-congregación y en nuestra misión hay equilibrio entre los servicios institucionales, insertos e itinerantes? ¿Hay equilibrio y relación fecunda entre ellos? 3. ¿Hay experiencias concretas de servicios de inserción e itinerancia en nuestra misión? ¿Están articulados con los servicios más institucionales? ¿Cómo podríamos potenciar y articular más los servicios de inserción e itinerancia a los servicios institucionales?

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