Colombia y Venezuela: esperanza y temor

América Latina por unir en una misma celebración a todos los países de América, desde el Polo Norte .... pan, pan”, en el que estaremos el padre. Tomás del ...
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Octubre de 2016 3 Fotos: Jorge I. Domínguez-López

Jorge I. Domínguez-López Editor

Colombia y Venezuela: esperanza y temor D

urante la última semana de agosto estuve en Bogotá, Colombia, para la celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el Continente Americano. En el evento participaron más de 300 obispos, así como sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de todo el continente, desde Argentina hasta Canadá. Los que participamos podemos estar agradecidos a la Pontificia Comisión para América Latina por unir en una misma celebración a todos los países de América, desde el Polo Norte hasta el Polo Sur. Fueron cinco días de una agenda sin pausas: las sesiones comenzaban a las siete de la mañana y terminaban después de las nueve de la noche. Pero la calidad de las exposiciones, la experiencia del encuentro y la precisión de la organización justificaron ese ritmo de inmisericorde. Tanto en las discusiones formales como en las conversaciones personales, el tema recurrente fueron dos países: Colombia, donde firmaba en esos días el acuerdo de paz; y Venezuela, a la espera de una gran marcha para pedir el revocatorio. En la celebración del Jubileo de la Misericordia se habló también de los riesgos de la paz y del precio de los conflictos sociales y la guerra. Colombia “Todo el mundo quiere la paz, pero no todos creen en este proceso.” Esa frase, en todas sus variantes posibles, fue la que escuché decir a obispos y taxistas, teólogos y vendedoras ambulantes, religiosas y policías. Tras más de medio siglo de guerra, los colombianos están cansados… y reacios a la esperanza ingenua. Un obispo colombiano, de una diócesis con fuerte presencia

guerrillera, me dijo: “Tenemos miles de hombres y mujeres en la guerrilla que sólo saben de armas, de violencia y de tráfico drogas. ¿Cómo se van a integrar a la sociedad? ¿Y qué va a pasar cuando no logren integrarse?” Me habló también de los niños secuestrados por la FARC y obligados a convertirse en guerrilleros, entrenados para matar bajo amenaza. Me contó de las niñas secuestradas y violadas por los guerrilleros. Me cuenta el horror de los abortos forzados en plena selva, de los años de abusos sexuales y terror a los que han sido sometidas. “¿Qué va a pasar cuando en la tienda de la esquina se encuentren el padre de un menor secuestrado y el guerrillero que lo secuestró?”, me dijo el obispo. Las dudas son legión, y no nacen, en su mayoría, de un mezquino deseo de venganza. A muchos los motiva el espanto moral ante los crímenes que quedarán impunes, tanto de los guerrilleros como del Ejército y las Autodefensas de extrema derecha. El mismo obispo, que declinó cortésmente una entrevista formal, me recordaba que el acuerdo con las FARC no incluye al FNL, que seguirá sobre las armas. Se teme que muchos miembros de la FARC que no aceptan el acuerdo de paz se pasen entonces al FNL. Se teme también que el FNL y grupos de narcotraficante sin disfraz político ocupen los territorios que la FARC abandonará tras los acuerdos de paz. Y sin embargo, la alternativa es optar por una guerra eterna. Los colombianos lo saben también, y medio siglo de violencia parece ser una pesadilla que pocos quisieran continuar. El presidente Juan Manuel Santos participó en la sesión inaugural de la celebración

(Arriba) El Cardenal Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá y presidente del CELAM, junto al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en la sesión inaugural de la Celebración del Jubileo de la Misericordia en el Continente Americano, en Bogotá, Colombia. (Derecha) Juan Manuel Santos, presidente de Colombia: “Estamos terminando, por fin, la larga noche de dolor y de violencia”.

del Jubileo en Bogotá. En su inspirado discurso, afirmó: “Estamos terminando, por fin, la larga noche de dolor y de violencia”. “Necesitamos decidir entre el miedo y la esperanza”. Y uno no puede más que desear el triunfo de la esperanza, aun sabiendo de su precio y sus riesgos. “Hacer la paz es firmar el acuerdo, pero construir la paz es construir un país nuevo”, nos dijo el Cardenal Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá, hace unos meses en este periódico. Cualquiera sea el resultado del referendo el 2 de octubre, los colombianos tienen una inmensa tarea por delante. Venezuela Venezuela fue el otro tema dominante en el encuentro de Bogotá. La entrevista que hice al Cardenal Jorge Urosa, arzobispo de Caracas (y que publicamos en esta edición), resume bien los temores y las esperanzas de la Iglesia en esa nación. La situación es desesperante. El gobierno venezolano actual tiene el rechazo de casi un 80% de la población del país. La nación está en ruinas. La gente pasa cuatro o cinco horas bajo el sol para comprar alimentos y luego regresa a casa para sufrir largos apagones. La criminalidad alcanza niveles de vértigo. Ante esa situación, el recurso del gobierno ha sido atrincherarse en un discurso

cada vez más agresivo y divorciado de la realidad. Y actuar como si no existiera en el país otra ley que no fuera la de su propia voluntad. Muchas instituciones democráticas han sido reducidas a meros instrumentos del poder. La Constitución del país permite organizar un referendo revocatorio. El gobierno sabe que lo perdería y, por tanto, se niega a hacerlo antes de enero de 2017, pues tras esa fecha conservaría el poder aunque perdiera en las urnas. De paso, tampoco parece probable que se celebren las elecciones de gobernadores que la ley estipula que se celebren este año. Mientras el marco constitucional se desmorona, el gobierno parece decidido a dar sólo dos opciones a sus opositores: la dictadura o el caos o, peor, la guerra civil. “El gobierno no es amigo ni de los encuentros ni del diálogo”, nos dijo el Cardenal Urosa. Y los hechos parecen darle la razón a diario. El gobierno venezolano, de hecho, ha excluido a la Conferencia Episcopal Venezolana de cualquier diálogo con la oposición. Venezuela se debate hoy entre

“Todo el mundo quiere la paz, pero no todos creen en este proceso.” un orden social precario y una situación económica y social desesperante. Colombia entre una guerra eterna y la opción de una paz complicada. En ambas naciones la Iglesia ha estado acompañando a los náufragos —los de la guerra colombiana y los del caos venezolano. Los obispos de ambas naciones han sido blanco de críticas que recuerdan el viejo refrán: “Palos porque bogas y palos porque no bogas”. Pero ni unos ni otros parecen amedrentados por la incertidumbre del presente ni por los retos que el futuro les promete.

EDITORIAL

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Noviembre de 2016

NUESTRA VOZ

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COLUMNA DEL EDITOR

A fines de noviembre, ¿daremos gracias? Jorge I. Domínguez-López Editor @NuestraVozDOB

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L 27 NOVIEMBRE comienza el Adviento, nuestro camino hacia la Navidad. Se ha dicho, y con razón, que toda la vida del cristiano es un adviento. Es una preparación para el encuentro con Dios. También se ha dicho, y con razón, que la sociedad de consumo ha convertido la Navidad en un frenesí de compras y compromisos sociales. Haber convertido el Adviento en una época de instalación de luces y arbolitos, de planificación de fiestas y caza de ofertas especiales, quizás sea un símbolo del extravío de nuestra vida en general. Cuando la instalación de las guirnaldas, las compras y la coordinación de la cena se vuelven tan complicadas que nos hacen esperar la Navidad con más terror que alegría, podemos decir que hemos acabado con el sentido real de la fiesta. En el Adviento la Iglesia nos invita a prepararnos realmente, espiritualmente, para celebrar el nacimiento del Niño Dios. Ojalá que en este Adviento pensemos en las cosas que son de veras esenciales para la Navidad y cuál es el sentido real de ese suceso definitivo en la historia humana.

Las novedades de noviembre Antes de llegar al Adviento, tendremos este mes de noviembre repleto de noticias grandes y pequeñas, familiares y nacionales. Para empezar, como puede ver el lector, Nuestra Voz estrena este mes un nuevo diseño, y un tipo de letra más grande. Ha sido nuestra respuesta al pedido de muchos lectores, y ha sido también el fruto del esfuerzo y el trabajo de Israel Ochoa, nuestro diseñador.

Como notarán los lectores, también ha cambiado el formato del periódico. Las páginas son ahora un tanto más anchas y menos altas. Esperamos, por supuesto, sus opiniones y comentarios sobre los cambios. Otra novedad: ahora tendremos una sección de humor. Nadim Amín, el reconocido artista colombiano que el año pasado creó la caricatura del papa Francisco para nuestra portada, nos ofrecerá una reflexión humorística sobre el diario acontecer.

Nuestra Voz en televisión El 9 de noviembre comenzará a transmitirse por NET TV el programa “Al pan, pan”, en el que estaremos el padre Tomás del Valle y este servidor. El padre Del Valle es columnista habitual de Nuestra Voz y ha sido conductor del programa radial “La Tertulia del Siglo XXI” por casi veinte años. Es un profundo conocedor de la historia y la actualidad de la Iglesia. Ustedes están invitados a enviar preguntas o sugerencias de temas que podríamos tratar en el programa. También este mes comienza a transmitirse por NET TV “Con Nuestra Voz”. Es un breve segmento —alrededor de tres minutos— donde hablaré del acontecer de la Diócesis o de los artículos más relevantes publicados en Nuestra Voz. También tendremos minientrevistas con invitados especiales y comentarios sobre temas del día.

Las elecciones Y hablando de temas del día… tres días después de la publicación de esta edición de Nuestra Voz iremos a las urnas a elegir a la persona que debe conducir los destinos de la nación. Hace dos meses, desde esta columna, hablé de la degradación que esta temporada electoral había significado. Desde entonces se descubrieron cosas como

Calendario de Adviento Im Lande des Christkinds, de Richard Ernst Kepler, 1903.

“Daremos gracias por la fe, que nos hace ser quienes somos y, sobre todo, nos hace aspirar a ser mejores”. el video de Donald Trump conversando con Billy Bush, el reinicio de la investigación sobre los correos electrónicos de Hillary Clinton, la filtración de las preguntas de los debates… No importa cuál sea el resultado de las elecciones del 8 de noviembre, los próximos cuatro años no serán un lecho de rosas en la Casa Blanca. El caso es que estamos entre una incertidumbre alarmante y una deprimente certeza. Si gana Donald Trump será difícil prever los problemas que tendremos, y la escala de esos problemas, dada la errática personalidad y la falta de experiencia del candidato. Si gana Clinton, ya sabemos que su administración estará signada por las intríngulis “clintonianas” y las investigaciones federales. Para los católicos, los dos candidatos ponen muy en claro algo que nunca deberíamos olvidar: ningún proyecto

político, ningún líder, encarna o concuerda con la construcción del Reino de Dios. Esta vez esa discrepancia parece más alarmante que en elecciones recientes. Los años que se avecinan —no importa quién gane— requerirán una participación política más responsable, y una intensa reflexión sobre nuestra propia ética cristiana.

Acción de Gracias ¿Y tendremos razones para dar gracias a fines de noviembre? Claro que sí. Daremos gracias porque las instituciones de esta nación aún son más importantes que los líderes que elegimos. Y daremos gracias por saber que nuestro asidero espiritual no está en un líder político sino en ese Niño Dios que nos prepararemos para recibir, y que no nos defrauda. Daremos gracias por el amor de nuestras familias y por nuestras alegrías, y por las pruebas que nos hacen más humanos y más centrados en nuestra esencia, y por las tristezas que nos unen a quienes queremos. Daremos gracias por la fe, que nos hace ser quienes somos y, sobre todo, nos hace aspirar a ser mejores. Daremos gracias a ese Dios que hizo cantar al salmista, “Es Yahveh mi pastor, nada me falta”. Sí, daremos gracias.

EDITORIAL

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COLUMNA DEL EDITOR

Diciembre de 2016

NUESTRA VOZ

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La Navidad del emigrado Jorge I. Domínguez-López Editor @NuestraVozDOB

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TRA VEZ REGRESAN LOS ARBOLITOS, las compras, las fotos con Santa en el mall, las reuniones familiares, los regalos para los chicos, los viajes… Otra vez regresa la Navidad. La Navidad es siempre una fiesta nostálgica. Si uno le pregunta a la gente cuál fue la Navidad más feliz que recuerdan, o qué significa para ellos la fiesta, o qué les viene a la mente cuando escuchan la palabra Navidad, la mayoría dará una respuesta que remite a la infancia. Todos, de alguna manera, hemos sido desterrados de la infancia. Todos somos hijos de Adán y Eva y, como ellos, hemos sido desterrados del paraíso. Hemos sido desterrados de la inocencia, de la seguridad del hogar, del cariño de los padres, de nuestras ilusiones. La Navidad era ir a casa de los abuelos y ver a los primos que venían a visitarnos. En Navidad las ilusiones se hacían realidad en los regalos debajo del árbol, el cariño se materializaba alrededor de la cena de Nochebuena. Para el emigrado, esa nostalgia se multiplica con la distancia, con la ausencia. Hablando de los años que su familia vivió en la Florida, el escritor cubano José Lezama Lima hace decir a un personaje de su novela Paradiso: “Hablar de aquellas Navidades en Jacksonville, era hablar de la Navidad única, escarchada, terrible”. Para quienes salimos de nuestros países en busca de una vida mejor, o huyendo de

NOVEDADES Y ASIGNACIONES DIOCESANAS VICARIO PARROQUIAL El padre Edmundo O. Molina, C.Ss.R., sirve como vicario parroquial en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Sunset Park, Brooklyn. Esta asignación entró en vigor el pasado 1º de agosto. INCARDINADO El padre Johnson A. Nedungadan sirve como vicario parroquial en la parroquia San Gregorio Magno en Bellerose, Queens. Esta asignación entró en vigor el pasado 22 de septiembre. LIBRE DE ASIGNACIONES DIOCESANAS El padre August J. Iantosca pasó de ser

dictaduras, de la violencia o de la extrema pobreza, estas “Navidades escarchadas” de Nueva York no son necesariamente terribles, pero están siempre marcadas por la distancia, la ausencia de tanta gente querida. Muchos por esta época regresan a sus países, a ver a la familia, a reencontrarse con los primos, a visitar la tumba de los abuelos. En la alegría del regreso se mezcla un toque amargo. Pensamos que ya nada es igual, sin darnos cuenta que somos nosotros los que cambiamos, como nos hacen notar los amigos y los parientes que dejamos atrás. Si pudiéramos regresar por un momento a alguna de aquellas remotas Navidades de nuestra infancia tendríamos quizás el mismo desconsuelo. Y la razón sería la misma: somos nosotros los que perdimos los ojos para mirar con cariño aquella realidad que hoy nos parece desolada. Aquí hemos fundado, o hemos visto crecer, nuestras familias. Vemos en nuestros hijos las similitudes y las diferencias que la cultura, el lugar, la época y la lengua imponen. Todos los padres pasan por la experiencia de ver que sus hijos se parecen más a sus contemporáneos que a ellos. Para el emigrado esa experiencia adquiere un sabor mucho más intenso: sus hijos hablan otra lengua, pertenecen a otra cultura. El destierro profundiza casi todas las rupturas que son connaturales al ser humano. Para los inmigrantes indocumentados, estos días son especialmente difíciles. Muchos pasan largos años sin visitar sus países de origen. Para ellos no es una opción comprar los carísimos pasajes del regreso en estos días. La imposibilidad de ver a los suyos, junto a la incertidumbre en que viven debido al ambiente político actual, hará esta Navidad especialmente dura para ellos.

capellán de la residencia Queen of Peace en Queens Village, Queens, a estar libre de asignaciones por motivos médicos y se encuentra en la residencia para sacerdotes retirados Bishop Mugavero desde el pasado 1º de noviembre. RESIDENCIAS Monseñor Robert J. Pawson se trasladará a la residencia parroquial de Nuestra Señora de Lourdes en Queens Village, Queens, mientras continúa como sacerdote retirado, el próximo 31 de enero. El padre Joseph T. Freund, C.Ss.R., se trasladó a la residencia parroquial de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Sunset Park, Brooklyn el pasado 6 de noviembre.

“La Navidad marca el rumbo de nuestras vidas”. Todos esos sentimientos son legítimos, naturales, humanos. Ojalá sepamos poner el acento en lo mejor de nuestros recuerdos, en el cariño y los dones de la familia. Ojalá sepamos ser solidarios y cercanos con los que viven hoy más lejos de su familia y con menos seguridad y paz en estas tierras. ¿Seremos capaces de volver a ser niños? ¿Podremos mirar al Niño Dios con los ojos de la inocencia? Nuestras nostalgias pueden ser una fuente de reminiscencias y cariño o una tortura. En cierta medida, uno elige la manera en que va a administrar sus nostalgias. Pero no tiene sentido hablar de la Navidad sin ir a su esencia. Nos resignamos a la tropelía de los mercaderes que tratan de sacarnos hasta el último centavo. Disfrutamos la fiesta familiar, que tiene sentido y valor como expresión de cariño… aún para aquellos que no tienen una fe religiosa. Pero para el cristiano la Navidad

NO INCARDINADOS El padre Anthony O. Azuwike se trasladó a la residencia parroquial de Santa Helena en Howard Beach, Queens, el pasado 1º de octubre. El padre Anselmus Mawusi sirve como vicario parroquial en la parroquia San Carlos Borromeo, Brooklyn Heights, desde el pasado 5 de noviembre. El padre Wenbin Han sirve temporalmente en la parroquia de la Preciosísima Sangre, en Bath Beach, Brooklyn, desde el pasado 1º de noviembre. ÓRDENES RELIGIOSAS El padre Thomas A. Sendlein, C.M., pasó de

trasciende los regalos, nuestras nostalgias e incluso el cariño y la familia. La Navidad es Emmanuel, “Dios con nosotros”, ese Dios que ha venido a salvarnos en la Cruz, “escándalo para los judíos, locura para los paganos”. La Navidad, como anuncio de la cruz y de la salvación, es el hecho que marca el rumbo de nuestras vidas, como cambió también el rumbo de la historia de la humanidad. Lejos de casa y lejos de la infancia, muchas cosas —demasiadas— han cambiado para nosotros. Muchas cosas hemos perdido y ganado en esta aventura que es vivir en tierra extraña. Cristo, sin embargo, sigue siendo el mismo. Y conservar nuestra fe ha sido la manera de seguir siendo los mismos, y conservar nuestra identidad. Sí, somos doblemente desterrados. Y sin embargo, el Niño Dios nace también para nosotros. En la pobreza y la indefensión de ese Dios diminuto, humano, que nace en un pesebre de Belén, hemos hallado nuestra salvación del pecado y de la muerte. Él también nos salvará de nuestra propia nostalgia, de la distancia, de las ausencias.

ser vicario parroquial de San Juan Bautista en Bedford-Stuyvesant (Brooklyn) a servir a su orden en Filadelfia, Pensilvania, desde el pasado 17 de octubre. El padre Rodel J.B. Baal, D.C.D.H., sirve temporalmente en la parroquia Nuestra Señora de los Milagros en Canarsie (Brooklyn). Esta asignación entró en vigencia desde el pasado 7 de octubre. DIÁCONO El diácono Eugene R. Wohlfarth pasó de servir en la parroquia San Andrés Avelino en Flushing, Queens, a servir en la parroquia Sagrado Corazón de Bayside (Queens). Esta novedad entró en vigencia desde el pasado 10 de octubre.