Quintín de Torre, otro bilbaino recuperado - Ayuntamiento de Bilbao

en monumentos públicos y en tres. “pasos” de la Semana Santa. Por muchas razones, la vida y obra de este escultor resulta fascinante. Al menos así le ha ...
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32 Alex Bidarte feb. 08 Ona

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B i l b ao

30/1/08

13:07

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2008ko otsaila

Quintín de Torre, otro bilbaino recuperado Fue el mejor escultor de principios del siglo XX Begoña Etxebarria

SALIDO de las aulas de la Escuela de Artes y Oficios de Atxuri, Quintín de Torre está considerado como el escultor más sobresaliente que tuvo Bilbao en los cuarenta primeros años del siglo pasado. Fue amigo de Picasso, Paco Durrio, los Baroja, Aurelio Arteta y sobre todo de Miguel de Unamuno con quien mantuvo una histórica correspondencia en el último mes de vida del filósofo que hoy es clave para analizar la postura del pensador frente a los dictadores que le azuzaron. La Villa posee buena parte de su obra en el Museo de Bellas Artes, en monumentos públicos y en tres “pasos” de la Semana Santa. Por muchas razones, la vida y obra de este escultor resulta fascinante. Al menos así le ha parecido al periodista Alberto López Echevarrieta, que las ha estudiado durante largo tiempo plasmándolas en el libro Quintín de To rre, el último imagi nero que ahora se publica. “El título me lo dio otro gran escultor, Ricardo Iñurria, cuando le entrevisté en 1974, nos dice el autor. Para él, Quintín fue el último gran imaginero vasco. Luego han venido los demás, pero al maestro no hay quien le haga sombra”. El autor del libro ha contado con numerosos documentos originales que le han aportado los datos precisos para la confección de esta biografía. “Trabajar con cartas autógrafas escritas por las personalidades más destacadas de hace un siglo ha sido todo un honor, porque me ha permitido, incluso, realizar un estudio caligráfico de cada uno de ellos para conocerles más a fondo. No todos los días se tiene al alcance sabrosísimas cartas firmadas por Zuloaga, Ricardo Baroja, Durrio, Unamuno y un largo etcétera”.

guar que, como consecuencia de un parto difícil, Quintín tuvo en sus primeros años una vida muy delicada. Caía fácilmente en enfermedades que le privaban de acudir a la Escuela de Atxuri donde estudió arte y salió adelante gracias a su tesón y fuerza de voluntad. Se montó en casa un pequeño gimnasio y endureció su cuerpo a base de sesiones diarias haciendo barras y anillas. Otro dato para la historia es el hecho de que el padre de Quintín fue uno de los voluntarios auxiliares que defendió Bilbao durante el sitio carlista”.

bilbaino que se libró por pelos de ser ejecutado allí mismo. “Hay una documentación que no tiene desperdicio. Es la correspondencia que se cruzaron Quintín de Torre y Unamuno en diciembre de 1936. Es decir, pocos días antes de la muerte del escritor. Éste, retenido en su casa, vigilado y sabedor de que le faltaban pocos días para morir, se “desmelenó”, se rió de quienes censuraban sus cartas y contó el por qué de su cambio radical frente a las tropas sublevadas. Estas cartas fueron publicadas hace unas decenas de años con algunos párrafos omitidos. No me extraña. He conseguido completarlas con las frases que faltaban y su lectura completa, que se ofrece en este libro, es de traca”.

Maestro imaginero

López Echevarrieta confiesa que su interés por Quintín de Torre le viene de muy atrás. “Sí, porque ya de niño me impresionaba la imaginería religiosa de los “pasos” de la Semana Santa bilbaina sin saber quiénes eran sus autores. Me quedaba pasmado ante “bultos” como La oración del huert o, Las tres cru c e s y El descendimiento, tres obras extraordinarias de Quintín de Torre. Escribí un libro –creo que es el primero que se publicó sobre esta temática exclusiva–, en el que ya apuntaba este interés por el escultor. Quiso la suerte que alguien le enviara un ejemplar al único hijo de Quintín que quedaba

Obra ingente

El escultor Quintín de Torre

Aglutinó en la Asociación de Artistas Vascos a la mayor nómina de intelectuales que ha tenido Bilbao

Datos para una historia

Autor de otras biografías, como las de ‘Pichichi’, Segundo de Olaeta, Julián de Ajuria, Luis Mariano y Pedro Olea, López Echevarrieta ha seguido con la dinámica de entrelazar sus propias investigaciones con testimonios de quienes conocieron en vida a Quintín. “Considero que de esta forma se ofrece al lector no sólo mi parecer, sino también las opiniones directas de quienes convivieron con él. De esta manera se enriquece la información. El sistema es más laborioso, porque tienes que encajar las palabras del entrevistado en el momento oportuno de la narración, pero creo que, en general, el lector lo agradece al tener una lectura mucho más amena. En este caso, el puzzle me ha llevado varios años de labor hasta que hace dos años quedó completado. Repito que hay trabajos de este tipo que resultan gratificantes, porque manejas un material documental original muy respetuoso. Lo primero que hice cuando lo tuve en mis manos fue fotocopiarlo todo para operar con las copias a fin de evitar cualquier rotura o extravío ”. El seguimiento hecho al escultor le ha permitido aportar datos ignorados hasta la fecha sobre el mismo. “Quedé sorprendido al averi-

Monumento a Aureliano Valle

Paso El descendimiento

con vida. Éste, desde México donde vivía, me invitó a escribir la biografía de su padre. Estudié la posibilidad de hacerlo y vi que la historia era apasionante. Pocas veces cae en manos de uno un arg umento como éste”. A pesar de haber sido un hombre de una cultura extraordinaria y un relaciones públicas magnífico, Quintín de Torre tuvo una vida en la que a sus éxitos profesionales se unieron a una serie de desgracias personales que amargaron buena parte de su existencia. “El primer contratiempo importante lo tuvo a raíz de haber realizado trabajos para gente relacionada con la izquierda política. Era amigo de Indalecio Prieto, porque le unía la bilbainía y el hecho de que ambos habían vivido muy cerca, en la zona de San Francisco. Le hizo un busto a Azaña. Claro, Quintín, como profesional que era, trabajaba

para quien le pagaba y en la época de la República la mayor parte de los encargos le venían de políticos y empresarios relacionados con la izquierda. Cuando le pilló la guerra civil en Espinosa de los Monteros –zona nacional–, un alto militar le invitó a una comida que se celebró en Medina de Pomar habida cuenta de que el escultor era una personalidad dentro del mundo del arte. Acudió a ella y departió con todos los militares sin sospechar qué había detrás de aquellos platos. Su asombro fue tremendo cuando, a los postres, el anfitrión, puesto en pie y con una copa en la mano, dijo a los comensales: “Me ha caído muy bien Quintín de Torre. Le vamos a perdonar la vida”. Para limpiar su ficha se vio presionado a mandar como voluntarios a los dos hijos que tenía aquí, uno de los cuales murió en el frente de Lleida”.

El timonel

C a rtas de Unamuno

La postura de Unamuno ante la rebelión militar que acabó en la guerra civil es uno de los temas más apasionantes en la vida del filósofo. Primero se puso al lado de Franco y después le cantó las cuarenta en una apoteósica sesión de la Universidad de Salamanca. “Venceréis, pero no convenceréis”, dijo don Miguel. Millán Astray le contestó con un “¡Mueran los intelectuales!” saltando a por el

Además de los tres “pasos” de la Semana Santa, Bilbao cuenta con diversas obras de Quintín, bien en el Museo de Bellas Artes o en las calles, caso del busto de Ramón de Basterra, en uno de los pasajes de la Gran Vía hacia el parque. “Quintín fue un hombre enviciado por el trabajo. Hizo mucha obra, y eso que la del escultor es una labor mucho más lenta que la del pintor, por ejemplo. Tenemos ejemplos de su arte en el monumento a Aureliano Valle, que está en el parque, muy próximo al museo por el que él tanto luchó; en el busto que le hizo a este músico y que guarda la Sociedad Coral; en el Sagrado Corazón que se puede ver en el Ayuntamiento; y, efectivamente, en ese busto de Basterra que es una maravilla. Otro lugar donde hay una obra de gran valor es en el cementerio de Bilbao, en Derio. Hay algunos panteones, como los de las familias Maiz y Ulacia, que son extraordinarios. Confieso no ser una experta en la materia, pero no hace falta serlo para ver en ellos maestría. Particularmente me llaman la atención dos detalles en sus obras: la importancia que el artista da a los pliegues de las ropas y, en imágenes generales, los labios de los personajes, típicos de la familia De Torre”. Bilbao le debe también a Quintín de Torre la creación de la Asociación de Artistas Vascos, en la que estuvo integrada la mayor nómina de grandes creadores como jamás ha tenido la Villa. El escultor fue el motor que puso en marcha la organización que marcó todo un hito. “Cómo no, si estaban en ella nada menos ni nada más que Aureliano Arteta, los Arrúe, Ortiz de Urbina, los Zubiaurre, Zuloaga, Tellaeche, Larroque, Maeztu, Echevarría, Guezala, Guinea, Regoyos, Martiarena, Uranga, Rochelt en cuanto a pintores; los escultores Durrio, Dueñas y Quintín; los músicos Guridi e Isasi; los arquitectos Sobrevila, Anasagasti, Guimón, Escondrillas y Zuazo; y los escritores Basterra, Roda y Meave. Como introductor de las exposiciones contaban con Unamuno. Teniendo en cuenta la población que tenía Bilbao en los años 10 y haciendo una proporción podemos afirmar que en estos momentos estamos en regresión cultural”.