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B i l b ao
2007ko martxoa
una fase muy incipiente”. “Habría que garantizar cierta protección del entorno para empezar a plantearnos las opciones que tenemos”. Si posibilidades hay muchas, ideas todavía más. “Desde hacer una instalación lumínica, habilitar el suelo y colocar una serie de cuadros que reflejen la historia de la mina, hasta abordar otros proyectos más ambiciosos”. También, las asociaciones vecinales reclaman su participación. Piden que no se les dé la espalda a la hora de tomar cualquier decisión con respecto a éste o a otros proyectos que afectan al barrio, ya sea “el túnel o los restos arqueológicos encontrados en los cimientos de la iglesia Corazón de María”. “Somos activos, tenemos ideas, queremos que todo lo que se haga de bueno para la zona, tenga su repercusión en los vecinos: la inversión, el beneficio, los puestos de trabajo...”, señala Izarzelaia.
Naiara Baza
HOY es un paseo peatonal. Ayer todo el espacio comprendido entre el muelle de Urazurrutia y el puente de la Merced, era testigo del partir de las gabarras cargadas de mineral de hierro hacia Olabeaga. La fisonomía de la Villa ha cambiado por completo, pero son muchos los que apuestan por perpetuar ese aura minera que envolvió Bilbao durante varias décadas. La explotación de las minas en la ciudad arranca a mediados del siglo XIX, antes si cabe que en Gallarta o Triano –los dos núcleos mineros por excelencia de nuestro territorio–, y alcanza su máximo esplendor hacia el final de esa centuria. De oeste a este, los montes escondían multitud de vetas, galerías y túneles de los que se extraía el mineral de hierro. En Castrejana estaba mina Primitiva, a la jurisdicción de Begoña pertenecía la del Morro, la única, por cierto, que fue rentable en toda la margen derecha. Entre ellas, cotos dispersos como Ollargan, Iturrigorri, Eva, Gustavo o Casilda. Sin embargo, los yacimientos de mayor relevancia estaban en el barrio entonces llamado Miravilla. Eran tres los yacimientos por excelencia: Malaespera, Abandonada y San Luis. Uno de los túneles de salida de material de esta última es quizá una de las últimas pruebas físicas que atestiguan ese pasado minero en los llamados barrios altos. Se trata de una galería que, oculta tras una puerta verde en el número 2 de Muelle Marzana –curiosamente junto al Restaurante Mina–, pasa desapercibida a los ojos de casi todos. Recuperarla y reconvertirla en un espacio cultural, social o de atracción de público, constituye, en opinión de Javier Rojo, responsable de la Oficina de Rehabilitación de Bilbao La Vieja, “una oportunidad de devolver al barrio una parte de la historia mi-
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Lo que antaño era parte de la mina San Luis, hoy es una galería de 140 metros en su parte más larga
Memoria minera en Miribilla Junto a la Ría, en muelle Marzana, se abre una galería que conduce no sólo al interior de los barrios altos de la Villa, sino también al pasado minero de Bilbao. Recuperarla y dotarla de contenido es el objetivo de sus responsables nera. Ésa que a finales del siglo XIX propició el crecimiento de todo su entorno”. Una memoria histórica cuya recuperación es reclamada incluso por los propios vecinos, quienes ya se han puesto manos a la obra y han presentado al Consistorio una propuesta de investigación, junto con el IPES (Instituto para la Promoción de los Estudios Sociales). “Resulta curioso comprobar lo poco que se ha estudiado sobre estas minas urbanas, que al fin y al cabo, fueron el origen del desarrollo del barrio”, comenta Arturo Izarzelaia, miembro de la Fundación Aldauri y autor del libro Los barrios altos de Bilbao. “Para nosotros –concluye– esta investigación tiene mucho sentido”. Apoyos político y económico Lo que antaño fue la última etapa de la mina San Luis, hoy es una galería de aproximadamente 90 metros en su parte más corta y 140 en la más larga. Por esta última todavía se pueden ver las vías por las que circulaban las vagonetas cargadas con mineral y que conducen a un espacio más estrecho al que se accede a través de dos bóvedas hechas de ladrillo. En cualquier caso, las dimensiones del túnel permiten avanzar por él erguido en prácticamente la totalidad de su recorrido. Es más, “una vez que se elimine el sedimento depositado en el suelo durante tantos años, se podría ganar un metro más de altura para la galería”, apunta Javier Rojo. Arriba en la superficie, una promoción de viviendas –en las proximidades de la plaza Saralegi– ha paralizado temporalmente sus máquinas a expensas de lo que se pueda llegar a hacer con este lugar. De todos modos, los primeros estudios encargados apuntan a que ni las
Martillos neumáticos en las minas de Miravilla (Boletín minero nº44)
La mina San Luis transcurría bajo los barrios de Iturburu, San Esteban, Cantarranas y Miravilla excavaciones, ni las futuras obras, vayan a perjudicar un espacio que se ha mantenido en un estado de conservación “bastante aceptable a lo largo de todos estos años”. Llevar a cabo un proyecto de envergadura en el interior de esta antigua explotación no es tarea fácil. Exige, cuanto menos, “apoyo político y financiación”, explica Rojo. La titularidad del terreno se supone del Gobierno vasco, ya que fue el propio ejecutivo autónomo quien expropio el terreno de las minas. Tanto con ellos como con el Departamento de Patrimonio de la Diputación, han iniciado los responsables de la Oficina de Rehabilitación, una serie de contactos, “todavía, eso sí –reconocen– en
La última mina de Miravilla La mina San Luis debe su nombre a su primer titular, un comenciante inglés llamado Luis Lewison. Así lo atestigua un expediente del Ayuntamiento de Abanto fechado en 1874: “En virtud del oficio remitido por el Gobierno de la provincia de Vizcaya se requiere la práctica del acto de entrega oficial de la mina de hierro San Luis a su concesionario Luis Lewison”. Al fallecer, Lewison, dejó la explotación bilbaina en herencia a cuatro de sus sobrinos, quienes la arrendaron a Luis Núñez, uno de los fundadores del Banco Crédito de la Unión Minera. En torno a 1900, al llegar la época de su máximo esplendor, el yacimiento ocupaba ya el espacio subterráneo de los barrios de Iturburu, Cantarranas, San Esteban y Miravilla. Tal era la extensión, que su arrendatario se vio obligado a comprar un buen número de viviendas, con el fin de demolerlas, ya que bajo sus cimientos pasaban las vetas de hierro. Con el declive de la industria minera, llegó el olvido. Algo en lo que no quieren incurrir de nuevo ni los vecinos, ni los responsables de Bilbao La Vieja con esta galería. Si bien la más relevante, no la única de esta zona. “Son muchos los pequeños túneles que se encuentran bajo San Francisco, Miribilla o La Peña, algunos, incluso ni siquiera están vinculados a la explotación minera. Son naturales”. “El terreno de estos barrios está tan horadado que, para que os hagáis una idea, para hacer las casas de la plaza Saralegi, –ubicadas como decíamos justo encima de la trayectoría de la propia mina San Luis–, tuvieron que estar dinamitando este área durante aproximadamente año y medio”.
Vista de muelle Marzana, donde se encuentra el acceso a la galería