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Clases especiales | Psicosis e Infancia

Clase especial: Psicosis e Infancia Jacqueline Lejbowicz. 02-07-2011. Bienvenidos! La idea de hoy es comenzar a pensar algunas cuestiones respecto de la psicosis en la infancia, y eso nos obliga a empezar a preguntarnos qué es un niño, y en particular qué es un niño para el psicoanálisis. Mi idea es en principio retomar algunas cuestiones que ustedes. Vienen trabajando en los distintos espacios de la materia, para partir de ahí, y tomar algunas referencias de Lacan. Vamos a tomar como referencia “Dos Notas sobre el niño”, que es en realidad una carta que Lacan le escribió a una psicoanalista Jenny Aubry; también algunos textos de Eric Laurent, reunidos en un libro llamado “Hay un fin de análisis para los niños?”,que retoman precisamente estas notas; también una intervención que Lacan realizó en las Jornadas sobre la infancia alienada”, y una referencia que Lacan hace sobre el inconciente en la “Conferencia sobre el síntoma en Ginebra”. A eso le agregaremos algunas viñetas clínicas y un comentario sobre una película, que nos van a permitir articular algunas de las cuestiones que trabajemos de los textos mencionados, al que sumaremos “El nacimiento del Otro”, un libro de Rosine y Robert Lefort que les recomiendo especialmente si les interesa esta temática, donde se cuenta detalladamente el trabajo que ellos hicieron con niños autistas y psicóticos. Voy a retomar primero que nada, algo que ustedes estuvieron trabajando recientemente y que nos va a orientar para pensar la constitución subjetiva. Se trata de la Afirmación Primordial y del Nombre del Padre. Ustedes saben que hay un momento de entrada del sujeto en la estructura, y uno se podría preguntar cómo se articula un momento mítico -donde el lenguaje entra en el

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cuerpo-, con lo histórico del sujeto. Esta es una pregunta que me parece que no se puede terminar de contestar porque hay una dimensión de lo enigmático en esto, de cómo es el encuentro del cuerpo de un niño con el lenguaje. Para que un niño acceda a ser sujeto tiene que poder dejar de ser objeto. El niño nace inicialmente en una posición y tiene que acceder a poder ser un sujeto. Cuando estamos en este punto, ustedes ya un poco lo vienen ubicando, hay una afirmación primordial en juego que da entrada de los significantes, y acá les voy a contar una leyendita que se la conté ya a mis alumnos en la comisión, que es una crónica que hizo Salimbene de Adám, un cronista medieval. Quizás ustedes hayan escuchado hablar de cuestiones que tienen que ver con el marasmo, con como niños que nacen en situaciones de desamparo absoluto, alojados en instituciones, sin un deseo personalizado de alguien que haga las veces de otro primordial y que mueren pese a ser objeto de cuidados elementales. El cachorro humano nace desamparado de por sí y necesita fundamentalmente del Otro. A diferencia de los animales donde el instinto funciona, en el ser humano el objeto está perdido y si no hay Otro que asista, si no hay Otro que pueda responder al llamado, no hay manera de que éste pueda funcionar. Entonces, les decía, hay una crónica de un cronista medieval, Salimbene de Adán, que cuenta que Federico II, estoy hablando del año 1220, hizo una experiencia, un experimento para averiguar, porque él se preguntaba cuál era la lengua verdadera del ser humano; entonces pensaba que si se dejaba a los niños sin otro, sin las palabras del otro, sin los cantos del otro, iba a poder saber cual era la lengua “verdadera” de los seres humanos, qué lenguaje iban a hablar. Estos experimentos científicos, que hoy en día se siguen haciendo con niños en el colmo de la segregación, bueno, ya en esa época se hacían- Y esta pregunta de Federico II, que también pone en juego la segregación en relación a cuál sería la verdadera lengua, porque la pelea era, bueno, ¿hablaría latín, alguna lengua romance, hablaría hebreo? Como una aspiración a que “la lengua verdadera es la mía”, ¿no? Esas peleas clásicas por la cosa nacional. La cuestión es que Federico II ordena a las nodrizas y ayas que amamanten a los niños sin hablarles ni cantarles, sin dirigirles ninguna mirada. Y lo que reporta este cronista medieval es que todos esos niños murieron. Nosotros tenemos la 2

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experiencia dramática de chicos que nacen en situaciones de gran abandono, y esto pone en juego la vida o la muerte y en todo caso también la entrada o no en la estructura. Entonces nos queda bien claro hasta qué punto no basta con satisfacer necesidades, que no se trata del objeto de la necesidad, sino de todo un deseo que se transmite y que pone en juego el trabajo de varias generaciones. En las Jornadas sobre la Infancia Alienada, en esta sesión de clausura que les comentaba, Lacan después de escuchar dos días presentaciones de diversos analistas con las más diversas orientaciones respecto del trabajo con niños, plantea por un lado que se pasó los días escuchando y en ningún momento escuchó hablar del goce y de la relación sexual. Y plantea entonces algo fundamental, que debe ser me parece una premisa en la práctica con niños, y es que el analista no puede consentir a que el niño quede gozado. Algo de esto es lo que vamos a situar ahora en este cuadro. Entonces, en este punto donde sí operan, entran significantes, no todos, sabemos que siempre alguna forclusión de significantes hay, no pueden entrar todos en el aparato, pero cuando lo simbólico opera sabemos que opera el nombre del padre. Entonces habrá verwerfung de muchos significantes pero para que haya neurosis es condición que el Nombre del padre está en juego. Cuando el Nombre del Padre opera, tenemos dos respuestas posibles del niño, y cuando no opera tenemos una tercera respuesta posible. Esto es lo que plantea Lacan en Dos notas sobre el niño. Y lo retoma E. Laurent en un texto que les nombraba. En la neurosis, el niño responde como síntoma de la pareja de los padres. ¿Qué quiere decir esto? Que opera la metáfora paterna, tenemos en primer lugar, el lugar del niño y el deseo de la madre, pero sobre el deseo de la madre va a intervenir el Nombre del padre, y tras la operación del Nombre del padre, de la metáfora paterna, vamos a tener la posibilidad de que el niño cuente con una significación fálica. En la medida en que el niño entra en la significación fálica puede producir su propio síntoma; pero para que esto suceda, hay algo que nos va a quedar claro: que tiene que operar el Nombre del padre.

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En cambio, donde hay forclusión y no operación del nombre del padre, me voy a encontrar con esto: El goce de la madre y el niño en posición de objeto. Por ahora vamos a decir el goce de la madre o el goce materno. Lacan dice en Dos notas sobre el niño, que en la psicosis el niño queda como objeto del fantasma materno, queda gozado en posición de objeto e imposibilitado para acceder justamente a una posición de sujeto. Hay que aclarar acá que materno es un modo de decir en tanto no entró el padre, este, a operar como nombre por lo cual no es que necesariamente tiene que estar la persona de la madre. Siempre aclaramos esto, ¿no? No es que se trata siempre de la persona de la madre o de la persona del padre; esto puede tomar diferentes opciones, se trata de funciones. En cambio aquí, cuando está en juego el deseo materno, ya cuando hay deseo y no goce, estamos hablando de algo que da entrada a otras cuestiones, no a quedar gozando del cuerpo del niño, sino también a que haya otras cosas en la vida para ese sujeto y entonces es desde el deseo de la madre que se posibilita la entrada a la operación del nombre del padre. Que haya deseo de la madre también habla de que la madre es una mujer, y esto también nos permite situar otra cuestión que Lacan critica primordialmente en esas sesiones de clausura: Como hay todo un mito del niño y su madre; y como muchos analistas, Winnicott hablando de la madre suficientemente buena, etc., arman el mito de la madre con su hijo, y de la armonía de la relación en la madre e hijo, y precisamente Lacan señala los estragos que puede hacer en un niño esa famosa armonía. De hecho Mannoni, en un libro que se llama El niño retrasado y su madre,- y Lacan va a situar bastante la cuestión del retraso y la debilidad mental respecto de la psicosis en la infancia-, señala una simbiosis entre el cuerpo de la madre y el cuerpo del hijo. Lacan, a diferencia de Mannoni, señala que en realidad lo que hay es, simbiosis entre dos significantes. Nosotros ya veníamos viendo que acá (fórmula en el pizarrón), en tanto hay operación del Nombre del padre y por lo tanto hay sujeto, podemos pensar en la operación de la metáfora que permite que haya síntoma y, entonces, retroactivamente la significación de la que veníamos hablando. Ahora, ¿qué sucede en este punto, 4

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en la psicosis, donde no hay operación de la metáfora paterna? Lacan habla de algo que se llama holofrase, que es el S1 y el S2 pegados. Qué sucede si no hay diferencia entre dos significantes. En realidad, se podría decir: no hay S2. No hay la posibilidad de dos significantes que se sustituyan y produzcan una nueva significación, en tanto habría una metáfora. No opera la metáfora. Y por tanto no hay como producir significación fálica. Entonces, lo que tenemos es el S1 solo. Cuando hablamos de los niños autistas a veces decimos: son los niños del S1 solo. De hecho, lo que van a comprobar en algún momento que trabajen en la clínica es que los niños autistas o están por fuera de la posibilidad de tomar la palabra o quizás la toman, pero como una palabra repetitiva con un movimiento estereotipado, con una dificultad para precisamente contar con la posibilidad de la operación de la metáfora y la sustitución significante. El punto es entonces que, cuando estamos en la dimensión del autismo, podríamos decir que para el autista justamente en tanto no está el Otro barrado -porque si algo hace la operación del nombre del padre es producir la barra en el Otro; estamos hablando del deseo de la madre, y de la barra en el sujeto y la barra en el Otro. (caso Roberto).Ustedes saben que Freud dice que el ser humano es el cachorro que más desamparado crece, que necesita de la asistencia del Otro y que esa es la fuente de todos los motivos morales, este radical desamparo del cachorro humano. La fuente de todos los motivos morales en términos de que permanentemente se juega en el sujeto una elección que implica su relación al Otro. Cuando a ustedes en algunos teóricos se les hablaba de la ética del psicoanálisis y la ética del sujeto y que en la misma producción del síntoma, por ejemplo en la neurosis, se juega una decisión ética. Bueno es muy difícil de pensar, pero hay un punto donde hay lo que Lacan nombra como “Insondable decisión del ser”, y es un punto en que el sujeto rechaza o no entrar en la estructura. Cuando Lacan sitúa en Dos notas sobre el niño esas dos posiciones tan radicalmente diferentes -y me faltó hablar de una tercera que luego les diré- la del niño como síntoma de la pareja parental y la del niño como objeto del fantasma de la madre, como objeto condensador de goce del Otro, precisamente ahí vemos que hay una diferencia que se puede situar en el plano del funcionamiento pleno de la metáfora, y que en el autismo y en la psicosis no lo podemos encontrar. 5

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El A para el niño, el Otro para el niño, o es una pura presencia para el niño autista, o una pura ausencia. No hay fort-da .(Caso Robert).Y él, en tanto se sitúa permanentemente más como objeto que como sujeto, está como un objeto más entre los objetos de lo real. Pensemos en estos términos: lo simbólico no está operando, la entrada del lenguaje está dificultada, el sujeto no logra tomar la palabra y tomar posición. Siempre decimos, un neurótico para hablar comete un fallido y dice “¿qué dije?” y tiene que dar cuenta de lo que dijo, de su enunciación. Bueno esto no sucede en la psicosis. No hay posibilidad de una significación compartida, por que el falo no esta incluido. (Formula metáfora paterna). Por eso vimos en Schreber, cómo se vuelve necesario armar una metáfora delirante para siginificar el mundo y su lugar en él. Y lo que podemos situar en términos de la psicosis en el niño es, por un lado el autismo como una posición, es una discusión para muchos, si es directamente una cuestión de estructura o si hay salida del autismo y salida hacia qué. En realidad, la mayoría de los autores psicoanalíticos tienden a pensar el autismo como una posición en un momento dado, como un estado. Colette Soler dice: “Es un estado de detención en el borde de la alienación”. Todavía ustedes no trabajaron, el tema de alienación y separación, pero sólo para introducir brevemente la idea, un niño tiene que aceptar ser incluido en el lenguaje y tomar la palabra, dejarse tomar por los significantes del Otro, por el deseo de Otro. Alienarse allí para luego situar algo propio. Por eso es tan llamativa y tan contundente la posición de Lacan de señalar, en “Dos notas sobre el niño”: se trata de respuestas del niño, no se trata solo de qué lugar le otorga el Otro, sino que también se trata de la respuesta que produce el niño. Entonces, seguramente habrá un lugar complicado, de hecho Lacan en este discurso de clausura en las “Jornadas sobre la Infancia Alienada”, asiente a lo que dice Cooper: “Para que surja un psicótico tiene que haber el trabajo de dos generaciones. Y, del trabajo de esas dos generaciones, se producirá como fruto 6

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en la tercera, una psicosis”. Pero en ese trabajo también hay la respuesta del niño, la posición del niño de quedar dando una respuesta de rechazo radical. Seguramente en el encuentro con el rechazo del Otro. La insondable decisión del ser de la que hablábamos. Yo atendía a un niño autista de quien su madre decía: “Sebi no soporta lo blando vivo”. Se refería a un perrito que daba vueltas por la casa que habían traído los hermanos y al que Sebi rehuía. Y la madre decía: “Igual que yo, yo no soporto lo blando vivo”. Bueno,”lo blando vivo” en principio es un bebé. Entonces el rechazo está ahí jugado de entrada. Era una familia donde efectivamente había tres hijos varones previos a Sebi. Cuando él nace, había toda una situación económica muy complicada. La madre estaba dedicada a pagar… a levantar una hipoteca que el padre había puesto en la casa. Corrían el riesgo de quedarse sin casa. Y Sebi era un niño al que se lo levantaba, se lo bañaba, se lo limpiaba, se le daba de comer y se lo volvía a la cuna. Pero otros niños, aún en ese contexto, por algún lado, algo harían. Otras respuestas posibles. Hay un caso de Rosine Lefort en este libro que les mencionaba: “El nacimiento del Otro”, donde hay una niña que se está criando en un hogar , entre otros niños en situaciones de máximo desamparo y cuando el analista empieza a acercarse a la institución, la niña que primero no parecía tener el menor registro ni , ni mostraba el menor interés respecto de ella; en determinado momento cuando la ve remitirse a otros niños, en plena “invidia”, diría Lacan, la niña queda capturada en la escena que mira, se fascina y se empieza a enganchar, a partir de ver a R. Lefort que está asistiendo a otro niño. Y la analista, a partir de esta mirada vivaz que por primera vez surge en esta nena, puede ingresar en la vida de esta niña y ahí sí empezar a trabajar con ella, produciéndose toda una serie de resultados, que hasta ese momento no parecían esperables. Es un momento muy particular el momento donde en un niño así surge cierta mirada que lo engancha a la vida, porque mientras tanto permanecía, como les decía antes, como un objeto más entre los objetos de lo real. Ahí se produce entonces otra respuesta del niño. 7

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En la clínica con autismos y psicosis, una cuestión que se hace necesaria también es el trabajo con el intercambio de objetos. Para que el niño deje de ser el objeto del Otro, y en esto sabemos que no se trata solo de haya efectivamente un Otro que lo goce, sino de algo que aprendimos a situar en Schreber también, un niño que está tomado por la iniciativa del Otro respecto de él. El Otro que se le arma en estos casos al niño, es siempre otro de goce, y va derechito a tomar ese hueco. Es una respuesta de quedar ofrecido a llenar el hueco del Otro. Sebi, ese nene que les contaba, dormía en el hueco de la espalda de la madre. Había como un huequito donde la madre decía: “Yo no sé cómo hace, pero hay un huequito, donde se mete”. Por supuesto, ya ahí no había nadie que opere separando ese cuerpo del niño del cuerpo de la madre. Pero no hay cuerpo ahí: Precisamente lo que sucede es que no se constituye un cuerpo verdaderamente, porque los efectos son devastadores. Cuando no opera el Nombre del Padre, la significación fálica, lo pulsional no se organiza, el goce está totalmente deslocalizado, no hay agujeros, no se recortan las zonas erógenas. Y esto implica consecuencias catastróficas, por ejemplo, en lo imaginario, en los niños autistas y psicóticos también, es todo un trabajo que puedan situar agujeros, continentes, contenidos. En muchos casos, los analistas, van a relatar situaciones donde el niño embadurna con caca el cuerpo del analista o el cuerpo propio, para poder empezar a recordar alguna superficie posible. No se extraen objetos del otro y es todo un trabajo empezar a introducir en circulación un objeto. Rosine Lefort, en su trabajo con Roberto, el niño lobo (pueden encontrar la referencia en el capítulo “Lobo, lobo!” del Seminario 1), trabaja organizando el cuerpo del niño, continentes y contenidos: La leche se recibe, la caca se otorga, el pis para afirmarse. Porque en la relación con el Otro, para que verdaderamente haya una operación del nombre, si hay operación del Nombre del padre, se barra el sujeto, se barra el Otro y entonces el niño puede extraer objetos del Otro. Qué quiere decir esto? Por ejemplo, cuando decimos para el niño el seno es de él, no de la madre, hay algo que él está pudiendo tomar del Otro y en ese punto hay algo donde él puede agujerear al Otro, haciéndole falta, incluyéndose en el circuito de la demanda y del deseo. El niño psicótico probablemente va a gritar aterrorizado ante un plato de arroz que se querría comer. Tal vez grite 8

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“mamá” frente a un plato de arroz, pero no puede enlazar el objeto de la necesidad con el objeto del amor. Y esto lo deja en una profunda dificultad, en una coyuntura dramática. Les había dicho que había algo que no les había mencionado de este lado. Cuando Lacan habla de dos respuestas del niño dentro del plano de la operación del nombre del padre, una es la respuesta del niño como síntoma. Es la respuesta que más marco de intervención da a un analista, esta, desde luego, para el niño que en todo caso hace un síntoma, se hace pis o le va mal en la escuela. Bueno, para situar ahí algo que está pasando respecto de su lugar en la familia, responde con su síntoma a los síntomas de los padres digamos, pero tiene su síntoma propio, ya situado como sujeto y ahí está el marco de intervención del analista. Hay otra respuesta posible que es en la perversión (no vamos a dedicarnos hoy mucho a esto), allí hay también una significación fálica en juego, pero el niño se queda atrapado en esta significación. Atrapado o respondiendo activamente, en realidad podríamos decir, a ser el falo de la madre y se eterniza en esta posición. No es la que vamos a trabajar hoy, vamos a tener tiempo para trabajarla con casos en otro momento. Volviendo a esta posición, la de la psicosis, la del niño como objeto del fantasma materno, hay algo que llama la atención, y sobre todo después de haberlo trabajado con Kraepelin, me parece que está bueno que lo retomemos, que es que el niño cuando se sitúa como condensador de goce del otro, bueno, su cuerpo queda completamente desorganizado, y se acuerdan de lo que dividíamos entre esquizofrenia y paranoia. Se acuerdan que planteamos una división entre esquizofrenia y paranoia. Dentro de la esquizofrenia es el autismo es una posición. Lo que vamos a notar es que del autismo hay salida posible, -ahora les voy a contar un pequeño fragmento de una película para dar una idea de esto- hay salida posible del autismo, pero la salida -dicen los Lefort- la salida del autismo es la entrada en la psicosis. Se acuerdan cuando decíamos con Schreber, parece menos notorio la enfermedad de un psicótico cuando está en una cuestión más 9

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guardada, más restringida, cuando empieza a armar el delirio es estruendoso. Bueno, podríamos decir lo mismo, en el autismo a veces dicen: es casi un niño perfecto solo que, -detalle- no interactúa. Por ej., este nene que yo les contaba, Sebi, descubrieron que algo no andaba bien porque les empezó a llamar la atención a unos tíos que caminaba como un autómata y se podía pasar horas y horas y horas caminando, sin registro de cansancio, sin registro del dolor. También se producían unas situaciones que son muy habituales se mordía la mano, aparte de tener esos movimientos de rocking, en la clínica con la psicosis siempre está el riesgo del pasaje al acto y de la automutilación. Bueno, Sebi se mordía, tenía completamente lastimada esa mano, sin que hubiera ningún registro por parte de él de que era su propia mano lo que estaba mordiendo hasta sangrar, y con una desconexión respecto del propio cuerpo (porque no lo hay, es necesaria la función fálica, la significación, para poder tener un cuerpo). Y no hay registro del dolor. Que de ahí se pueda producir un llamado, que de ahí se pueda enlazar mínimamente al Otro es todo un trabajo. Entonces, volviendo a Kraepelin, y las diferencias entre Demencia Precoz y Paranoia, podemos agregar: En la esquizofrenia, el goce está en el cuerpo; y en la paranoia, el goce es claramente en el Otro, viene del Otro. Lo cual no deja de tener, por supuesto, consecuencias en el cuerpo del paranoico también, pero, en la esquizofrenia directamente no se llega a constituir un cuerpo, a diferencia de la paranoia. Entonces, el niño puede temer que al hacer caca se le vayan sus órganos por el inodoro. Sebi que estaba en ese momento todavía en una posición autista, se desesperaba cuando ponía la mano en la rejilla de la pileta porque con el agua se le podía ir la mano, entonces pegaba gritos aterrorizados. No hay bordes del cuerpo, no hay zonas erógenas localizadas, no hay un goce localizado que ordene lo que entra y lo que sale del cuerpo. Por eso decíamos que es tan importante el trabajo con los objetos. Los primeros objetos que se ponen en juego la relación al Otro son las heces, la mirada, el objeto oral, la mamadera o el seno, la voz. El niño autista generalmente reacciona ante la entrada del Otro -cuando el otro intenta y, por ejemplo, limpiarlo, tocarlo, etcétera-, con una violencia absoluta, porque 10

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siente todas las intervenciones del Otro como algo profundamente intrusivo de lo cual no puede dar cuenta, que no tiene como tramitar simbólicamente, precisamente porque la operación de lo simbólico es completamente deficitaria. Si la operación de lo simbólico es tan deficitaria, porque está en el lenguaje, pero no dispone de los operadores básicos, y en eso el Nombre del padre es el operador que ordena y localiza; el niño queda expuesto a una fragmentación profunda en lo imaginario y esto debido a la respuesta de rechazo profundo respecto del lenguaje y de la inclusión en el Otro. Todo queda vívido como una intrusión. Y, decíamos, la salida del autismo, del estado autista, es la psicosis; y es la psicosis en el marco de la esquizofrenia. Nosotros veníamos trabajando, y eso iba a decir antes, con Kraepelin la idea de la demencia precoz, que luego queda nombrada como esquizofrenia, y bueno, de ahí extrae también la cuestión del autismo Bleuler, de hecho es una palabra que acuña Bleuler. Lacan tiene un trabajo en el que sitúa la demencia precocísima de un niño. Lo nombran así: “precocísima”. Y, de hecho, precisamente porque ni siquiera hay un arribo a la fase del narcisismo, directamente hay algo que no se llega a organizar, y lo que se produce entonces es el lenguaje de los órganos completamente dislocados. No llega a haber una organización genital infantil. No llega a haber un mínimo de localización de goce. Las paranoias se suelen desencadenar, en cambio, en edades más avanzadas. Esto lo veníamos trabajando de distintos autores y lo comprobamos también en la clínica con la psicosis en la infancia. Bueno, decía entonces que la intervención del analista va en la vía de no consentir a que el niño quede gozado, pero del lado del niño hay una respuesta efectiva también, para ir a ese lugar. Que no se trata sólo de un Otro que no da lugar o que da un lugar, este que termina siendo un no lugar; sino que hay una respuesta del niño, una posición activa del niño en sostenerse en ese rechazo radical, en el rechazo radical del Otro, del lenguaje, y eso justamente implica que no pueda haber organización del cuerpo. (leer “Alguien en algún lugar”, párrafos).

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Siempre ante un paciente uno se puede preguntar: ¿Qué relación al Otro tiene? ¿Qué relación al lenguaje? ¿Qué relación al cuerpo?, ¿qué relación al semejante? Puede pasar, por ejemplo en una psicosis infantil, que una niña se llame a sí misma, como un loro, diga: “Carola”, y se responda: “¿Qué?”. Donde no está en juego, ¿se acuerdan cuando veíamos el tema del mensaje en forma invertida?, la relación al Otro. Hay una cuestión en todo caso ahí totalmente especular y de doble. No hay distancia. Laurent señala la bidimensionalidad en juego y la no tridimensionalidad: Un niño psicótico puede estar con un autito de juguete en la mano y tratando mientras de agarrar los autos que ve pasar por la ventanilla en la autopista a 300 metros. No hay noción de un adentro y un afuera. No hay organizaciones mínimas elementales, en tanto no opera el Nombre del Padre. Y hay otra dimensión de la psicosis, más ligada a la paranoia donde, como les decía antes, en general el desencadenamiento es más tardío, pero donde uno podría situar algunas coordenadas, ya en la infancia de este desencadenamiento posterior. En Schreber, uno podría pensar en el niño que fue Schreber, y veíamos que tenía un padre que se dedicaba a “Ser” el padre de la ley, no era un padre que transmitiera ninguna ley, sino que era un padre que se situaba como el hacedor de la ley, un padre que enunciaba cómo había que educar a un niño, con que aparatos había que sostenerlo cuando dormía para que no se tocara ni se moviera, y el niño en una posición de quedar gozado por el Otro. Hay un punto donde uno se pregunta si en la clínica con niños, uno visualiza a veces en la psicosis infantil la verdadera presencia de Otro que lo goza. Sabemos que en la psicosis del adulto situamos que hay un goce del Otro, pero no se trata de que aparezca efectivamente otro en persona gozándolo. Cuando aparece el significante desarticulado de lo real como lo trabajábamos en Marrana, nos encontramos con que hay algo que le viene del Otro pero sabemos que no es otro efectivo que está diciéndole ahí ninguna cosa. En la psicosis infantil a veces podemos pesquisar efectivamente la posición de Otro que lo goza, pero en definitiva termina siendo lo mismo, siempre quedar en posición de objeto gozado por el Otro. 12

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Les voy a comentar brevemente una película que aquí se llamó “Por amor”. En inglés se llamaba Left Luggage, que quiere decir equipaje perdido, abandonado, olvidado. La historia transcurre en Bélgica en la época posterior a la caída del muro de Berlín. Una persona, una muchacha, busca trabajo, y consigue trabajo como institutriz en la casa de una familia de judíos lubavitch. Los judíos lubavitch los deben haber visto alguna vez. Son los que están con trencitas, con sombreros. Tienen una cuestión muy apegada a lo religioso. Muy estudiosos de la Torá, que es la biblia judía. Bueno, con toda una serie de costumbres y ritos muy fervientes, y viven una situación donde se relacionan entre ellos y tienen poco lazo con el resto de las comunidades. En esa casa donde ella va a cuidar a los niños, hay un niñito que es un autista. El niño no habla. El niño no habla y empieza ella a salir a pasear con el niño y con uno de los bebés. Los lleva siempre al lago a mirar los patos. Y un día repentinamente el niño dice “Cuac”. Bajo la mirada y el entusiasmo de esta institutriz, esta muchacha que pone un deseo ahí. Pone un deseo ahí, que no es el deseo de un analista, no tendrá las herramientas para situar ciertas cosas, pero es un deseo puesto en un lugar donde no lo había. Y el niño empieza a responder de algún modo a este deseo. La muchacha le regala un pato mecánico. El niño anda corriendo por todos lados con su pato. Es un autista un poco de película, porque vieron que en las películas siempre los autistas y los psicóticos tienen sus particularidades, no son lo que efectivamente uno ve en la clínica, pero bueno, no importa, permiten orientarse. Y lo que uno va descubriendo a lo largo de la película es que este niño no tenía ninguna posibilidad de que lo que se les ofrecía de los adultos, de situarse respecto de la palabra porque no podía leer la Torá, ni hacer las preguntas que se hacen en cierta ceremonia de Pascuas judías, y esto hacía que el padre lo desestimara. Esta era la explicación que el padre daba: no lo contaba como hijo en tanto no era un buen judío que pudiera leer la Torá, ni podía aprenderse desde chiquito las preguntas que tenía que hacer en las festividades. Nosotros podríamos afirmar que seguramente es más bien al revés, que en tanto el padre no le otorgaba , por motivos que veremos, el lugar de hijo que pueda leer la Torá, él no podía hablar. Son las dos cuestiones. 13

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Como el niño empieza a poder hablar y con los autistas muchas veces la música es un modo de poder hablar, -la verdad es que en general estos niños rechazan el mensaje de lo que se dice, pero si cantan, aunque no tengan ninguna posibilidad de involucrarse con lo que esa canción está diciendo. Bueno, este niño se empieza a aprender algo de estas canciones que podía poner al servicio de hacer las famosas preguntas que tenía que hacer en las fiestas de Pascuas judías. Pero por supuesto hay un punto, no recuerdo exactamente, en que el niño no puede seguir cantando las preguntas, se enfurece el padre, se arma un lío bárbaro, porque la institutriz lo increpa al padre, y lo sigue hasta una habitación hasta entonces vedada. Y lo que vamos a descubrir en ese momento de la película es que este niño que había empezado a poder hablar, a salir del autismo, y a entrar en la dimensión de la psicosis, tiene un papá que había perdido a su hermano y a su padre a su vez en los campos de concentración. El hermano del padre era muy parecido a ese niño. Cuando la muchacha entra en esa habitación, ve la foto y es patéticamente la misma imagen de ese niño. Y ahí se entera que en realidad los nazis habían mandado a la cámara de gas al hermano del papá de este niño, y al papá del papá de este niño, es decir al tío y al abuelo. Hace falta el trabajo de las generaciones, les decía antes, para que en la tercera se dé como fruto una psicosis. Porque este hermano del padre y este padre del padre, se habían negado a escupir sobre la Torá, que era lo que los nazis les pedían, que escupieran sobre la Torá. Entonces esta negativa a hacerlo implica que los manden a la cámara de gas. Bueno, no está dicho pero se desprende de eso que el papá del niño sí escupió y sobrevivió, pero con consecuencias no muy sencillas de soportar para él, ni sus sucesores. El rechazo profundo puesto en este niño está en relación al rechazo de situar alguna responsabilidad posible y algún lugar posible en una historia verdaderamente dramática. Por eso es importante pensar las cuestiones no en términos de culpas. A uno se le hace muy tentador cuando trabaja con niños, enojarse con los papás e ir rápidamente al punto de la culpa. Una cosa es la responsabilidad y otra es la culpa. Por supuesto que uno tiene que situar la 14

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posibilidad de que se responsabilicen, porque eso es lo que abre más margen para un niño. Y también de que el niño se responsabilice, porque la responsabilidad subjetiva está justamente ligada a la respuesta de la que hablábamos antes. Por eso Lacan es tan activamente firme en declarar que se tratan de respuestas del niño, de esa insondable elección del ser, donde no se trata sólo de qué hizo la mamá, qué hizo el papá, sino claramente también, el rechazo del niño a entrar en la estrucutura. Y ese niñito del que hablamos, tiene permanentemente malos encuentros, pero más allá de eso, hay un rechazo de él que también hay que situar. Cuando en determinado momento se da toda esta situación, el niño de nuevo queda rechazado por su padre. La institutriz lo llevaba a una plaza, a la plaza esa donde veían los patos, y en determinado momento aparece una esvástica en el banco de la plaza. El niño señala eso y la institutriz le dice “duck”, que quiere decir pato. No hay ahí la posibilidad de intervenir, abriendo un poco el campo de la significaciones, porque rápidamente pato, que en un punto el niño podríamos decir era un ser de pato, podríamos decir, era el objeto al cual él se había podido agarrar e identificar, bueno, queda rápidamente identificado nuevamente al exterminio, al niño muerto. Entonces, lo que termina sucediendo es que, una semana en que la institutriz no va, bueno, por otros motivos que también tienen que ver con ésto, pero no vamos a seguir ampliando la película, el niño termina ahogado entre los patos. Porque lo que, aparte, no opera en tanto no opera el Nombre del padre es hasta la posibilidad de no ir de cabeza a tirarse al lago. No hay reconocimiento del borde. En una institución en la que yo trabajaba había una niña que no soportaba que le saquen la campera cuando llegaba, se pasaba el día quieta y abrigadísima aunque hiciera calor, porque la campera era su piel. Para ella sacarse la campera era terrible, pegaba unos gritos aterrorizados, no había manera de desprenderse de algo. En tanto no había bordes del cuerpo claramente constituidos, se aferraba a lo imaginario de esa campera.

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Entonces, este ejemplo que les daba de la película sirve también para pensar algo que Lacan introduce en ese discurso de clausura en las Jornadas sobre la Infancia Alienada, que es la dimensión de la segregación. En estos tiempos actuales no se trata sólo de si opera o no opera el Nombre del padre, sino también de un declive de los lugares de autoridad paterna y de los lugares del padre en la cultura. Hay algo que Lacan señala respecto de unos modos de organización política que van remitiendo cada vez más a que grandes grupos de gente queden cada vez más expuestos a la segregación más descarnada. Y esto tiene efectos, por supuesto, en los sujetos. Otra cosa que les quería comentar es sobre un caso donde se nota ya en una primer infancia lo que va a desembocar en una paranoia a futuro, un niño que yo tuve la oportunidad de atender muy poquito tiempo cuando era muy chiquito y que después lo vuelvo a recibir ya de grande, brotado. Y ahí se pone en juego otra dimensión que no es solo la del objeto gozado por el Otro, que efectivamente eso estaba en juego, sino también “el ser nombrado para”. Hay una dimensión en la psicosis, que de hecho en la psicosis de los adultos algo pudimos situar, que tiene que ver con “el ser nombrado para”. En vez de que haya una prohibición operando sobre la mujer, porque antes decíamos: el niño y su madre, pero su madre en tanto mujer, y su madre en tanto mujer que quiere algo que vaya más allá del niño y donde haya una operación que ponga en juego la circulación del falo, la significación fálica, señalando algo que va más allá de quedar capturando en su fantasma al niño como condensador de voces. Pero hay otra cuestión que se pone en juego también en la psicosis muchas veces que es el nombrar a alguien para que sea algo. Un niño que atendí cuando tendría cuatro, cinco años, lo llegué a ver en ese momento muy poquitas veces, tenía un nombre del cual después la mamá, muchos años después, pudo contar porque lo eligió, era un nombre religioso. Los papás eran ateos y en realidad lo que ella ponía en juego en ese nombre era justamente una especie de desafío. Porque sin ser católicos ellos en absoluto, le ponían un nombre de un personaje bíblico no muy querible, y más bien situado como causante de grandes males. Y ella lo ponía ese nombre en términos casi como 16

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de un desafío. Por lo contrario de lo que la religión católica nombra de ese modo, ella cree, que con este nombre no solo no va a hundir al mundo, sino todo lo contrario, con ese nombre va a ser un salvador, va a ser un libertador. Esto es algo que la madre pudo relatar muchos años después, ¿no? Obviamente en ese momento en que lo traían al principio, ese niñito cuando tenía cuatro o cinco años, en ese momento lo traían por señalamiento del jardín. Y una de las cosas que la maestra de jardín me decía es que ese niño se la pasaba masturbándose todo el tiempo en la trepadora, que ella no sabía muy bien qué hacer con eso, si lo dejaba y “lo respetaba” porque a veces está toda esta cuestión de los derechos del niño, que a veces en cierto discurso pedagógico se extiende a pensar que hay que dejarlos libremente expresarse. Y yo le decía: “No, no tratemos de que salga, saquémoslo de la cuestión autoerótica permanente y del onanismo, y llevémoslo con los demás, a que juegue. Tratemos de incluirlo en el juego”. Por otro parte, este niño no podía jugar con armas de juguete porque la ideología de los papás no lo avalaba en esto, pero el niño se pasaba gritándole a los demás: “pum! pum! Te mato! Te mato!”. El punto es que el niño no podía jugar porque el “Te mato! Te mato!” quedaba tan rápidamente connotado con esa ideología de hierro, por el modo loco de los papás, que no situaban la dimensión de la metáfora, la dimensión del juego mismo. Quiero aclarar, no se trata de que no se puedan poner en juego ideologías, y de hecho siempre ponemos en juego ideologías y creencias en la crianza de los niños, y más vale, porque algo hay que transmitir. La transmisión simbólica es esencial. Cuando hablábamos de alienación y separación de estos conceptos que apenitas esbozamos hoy, bueno justamente uno tiene que poner, y pone, quiera o no, en juego sus significantes, sus deseos, sus cuestiones a la hora de criar a un niño. Y el niño va a ser tomado por eso. Después podrá situar su propio deseo más allá del deseo del Otro, en el caso de que la metáfora paterna opere, desde luego, y en todo caso podrá separarse y buscar sus modos y en la adolescencia dirá: “”Mis viejos que son - no sé – radicales y yo que quiero ser peronista…”, no sé o lo que fuere, las identificaciones más diversas que se les ocurran. “Mi 17

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vieja quiere que me vista siempre de rosa, pero yo, no sé qué”. O “Mi vieja dice que soy una puta si voy a bailar”. Bueno todas estas cosas. Y bueno es todo un trabajo ahí abrir la posibilidad. Y bueno, ahí sí los papás se pudieron avenir a cierto trabajo también, para que el pibe por el momento logre separarse de ciertas significaciones, pero bueno con los rudimentos que implica no contar con el Nombre del padre. La cuestión del rechazo en este punto, la cuestión de cómo se sitúa una separación, (crecer por ejemplo) que no sea rechazo. Porque en el rechazo radical y extremo, directamente al no dejarse tomar por los significantes del Otro, lo que se produce es el autismo más encerrado. Para poder separarse primero, hay que dejarse tomar por los significantes del Otro, por esa codificación, por esa mamá que dice: “llora, tiene hambre, le doy la teta, pobrecito” y con sus palabras va nombrando los objetos. La otra cuestión que es fundamental en el trabajo en la clínica con niños es la dimensión del objeto. Precisamente para que no sea él un objeto que responde al goce del Otro, se ponen en juego los objetos. Si hay una actividad claramente simbólica de los niños es el juego, y el juego es vía los objetos. Yo les había dicho que les iba a leer, y me estaba olvidando, una definición de inconsciente que da Lacan en la “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”, que dice, bueno está hablando de Freud y como Freud sostiene una hipótesis como la del inconsciente y dice: “El inconsciente es la manera que tuvo el sujeto de estar impregnado, podría decirse, por el lenguaje. Sabemos muy bien en el análisis la importancia que tuvo para un sujeto, vale decir, aquello que entonces- que en ese entonces no era absolutamente nada y luego accedió a ser un sujeto. La manera en que fue deseado. Hay gente que vive bajo el efecto que durará largo tiempo en sus vidas bajo el efecto del hecho que uno de los dos padres, no preciso cuál de ellos, no lo deseó. Este es verdaderamente el texto de nuestra experiencia cotidiana. Los padres modelan al sujeto en esa función que titulé como simbolismo. Lo que quiere decir estrictamente, no que el niño sea el principio de un símbolo, sino que en la manera en que le ha sido instilado un modo de 18

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hablar, no puede ser sino llevar la marca del modo bajo el cual lo aceptaron los padres. Sé muy bien que se presenta toda suerte de variaciones y de aventuras. Incluso un niño no deseado, en nombre de un no sé qué que surge de sus primeros bullicios puede ser mejor acogido más tarde. Esto no impide que algo conserve la marca del hecho de que el deseo no existía antes de cierta fecha.” El otro día en el teórico se planteaba esa pregunta, esta cuestión del momento mítico y se planteaba la cuestión de la forclusión del Nombre del padre, remitiendo a la idea de que forclusión es un término jurídico que sitúa una especie de fecha en lo jurídico, que si algo no se presentó hasta esta fecha ya no se puede presentar. Lo que no sucedió hasta cierto momento ya no va a entrar, y a lo sumo entrará por la vía de la metáfora delirante, diríamos ver el caso de Schreber. Pero la operación del Nombre del padre ya no se va a poner en juego. No es algo tan fechable ni tan- no es una cuestión que uno pueda decir “bueno si esto no pasó hasta los tres años”. No, y esto va situándose en cada sujeto, en cada caso, cada vez. Pero por ejemplo, podríamos pensar en el caso que contaba de la película, eh, el niño era rechazado por su padre porque no podía leer la biblia, la Torá, y en realidad ahí uno podría pensar también exactamente al revés. Como el padre no le otorgaba a ese niño, por ciertas cuestiones de estas coordenadas de su historia, la posibilidad de pensarlo como alguien que pudiera tomar la palabra y leer la Torá y hacer estas preguntas de la Pascua judía, el niño quedaba sin acceso a la palabra. Pero del lado del niño la respuesta era quedar también confinado al autismo, bueno, y luego tirándose al lago,¿no? ¿Hay preguntas? ¿Comentarios? ¿Algo que quieran? No se escucha la pregunta que realiza la alumna. (referida a la salida del autismo y a la cuestión de pensar la psicosis como respuesta del niño). Por un lado respecto de lo que preguntas de que la entrada- de la salida del autismo es la entrada en la psicosis, esta es una afirmación que hacen los Lefort. Este libro que les menciono que se llama El nacimiento del Otro

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precisamente ese nombre El nacimiento del Otro da cuenta de que hay que situar algo de la entrada del Otro que hasta ese momento directamente no entraba. No es que no estuviera, no es que un niño psicótico o autista no está en el lenguaje. Está en el lenguaje, pero sin dejarse tomar por ciertos significantes, o tomados por un único significante que los deja congelados, sin que opere un significante primordial que ordene los demás. En algunos momentos había toda una discusión de varios autores respecto- y de varios analistas de niños respecto de si había posibilidad de salida hacia la neurosis. La verdad es que no se verificó. Lo que se verificó en todo caso es esto, que en la clínica, la alternativa que permanentemente tenemos nosotros es situar caso por caso y extraer de los casos y de la puesta a prueba en la clínica de los conceptos que van formulando, bueno si se verifican o no, o qué nuevos conceptos se podrán producir, porque el psicoanálisis tiene que seguir avanzando. La verdad que no se verificó en ningún momento que haya salida del autismo hacia la neurosis. Deben haber visto por ahí, la están dando últimamente en los canales de cable la película Rainman, que también es un caso de un autista donde lo que está en juego, son ciertas habilidades. Muchas veces, los autistas desarrollan cierta habilidad para al tomar la palabra- digo “al tomar la palabra” se trata de una palabra donde, por ejemplo, este, se puede nombrar “auto” a todo lo que veo, donde no hay un deslizamiento de significante donde se produzca significación, precisamente por la no operación de la metáfora. Pero a veces aparecen casos con ciertas habilidades en algunos autistas por la música o por la vía de la memoria. Los llamados Síndromes de Asperger. Poder memorizarse listados eternos. Recitar la guía telefónica de la A hasta la Z, pero no hay la función de la palabra en términos de lo que hace al intercambio simbólico. Sin embargo, podemos encontrar algunos testimonios de autistas que han logrado una salida con cierta inserción en el mundo. Les recomiendo en particular un libro que se edito recientemente, “Alguien en algún lugar”, de Donna Williams, que fuera autista y que actualmente trabaja como profesora de autistas. Es muy impactante cómo ella relata la manera en que se fue 20

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armando a si misma con imágenes y frases tomadas de la tele, de diccionarios, imitando personas con quienes se cruzó, dibujitos animados. Y la manera en que pudo servirse de algunos tratamientos, así como el rechazo de lo intrusivo que algunos tratamientos producen. Porque es fundamental el respeto por la subjetividad, el ritmo, el modo, el tiempo que hace falta en los resquicios que el autista ofrece para conectarse.

Esto que vos preguntás, efectivamente, es algo muy enigmático y muy difícil de precisar cuando se habla de la insondable decisión del ser, donde se pone en juego algo que viene desde el Otro, de hecho decíamos del trabajo de dos generaciones previas y el psicótico como fruto en la tercera, esto es algo que dice Cooper en estas jornadas, peor Lacan lo retoma fuertemente. Pero también hay lo que responde desde el niño o no a dejarse enganchar. Cuando yo les contaba esta mirada de esta niña con la que trabajaba, Rosine Lefort, que de repente hubo una miradita ahí que el analista pescó, por suerte, porque podría haber pasado inadvertida, y la niña se mostró repentinamente interesada cuando la analista jugaba con otro niño, y esto permitió, a partir de ahí alguna entrada del Otro en esta niña. Pero hay algo… hay algo del sujeto mismo donde uno puede verificar que por ahí con las mismas coordenadas simbólicas, bueno no todos los niños de determinada familia van hacia la psicosis, por ejemplo. Desde luego que nunca el lugar de un niño es el mismo del hermano, y que, en cada vez, en cada sujeto se pone en juego la trasmisión de otro modo. Pero de todos modos hay un encuentro entre el niño y el Otro, entre el cuerpo del niño y el lenguaje, donde el niño deja entrar o no algo también. Es muy difícil pesquisar eso, y es muy enigmático, pero en la clínica se verifica muchas veces que, pese a que se van produciendo ciertos movimientos, hay alguna posición de rechazo ahí, donde es como si eligiera, pasa que es una elección difícil de precisar, quedar en el lugar del objeto gozado. Es efectivamente muy difícil precisar esto. Pero la posibilidad de precisar eso, es lo que a la vez da cuenta del margen de intervención. Porque no se trata 21

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sólo de la intervención en términos de situar con los papás ciertas coordenadas y responsabilizarlos a ellos, decía no en el sentido de la culpa, sino para que respondan por lo que pusieron en juego o no en esa transmisión. De hecho nadie es consciente de la transmisión que pone en juego, no es que uno puede estar viendo si hago esto va a pasar tal cosa y entonces hacer como una prevención de la psicosis. No se trata de eso. Se trata de algo que circula más inconscientemente. Efectivamente. Pero en todo caso, es en un tratamiento, en las entrevistas con los papás, donde los papás pueden intentar responder por alguna de las coordenadas que se ponen en juego o no, en esa transmisión. Pero también el trabajo es con el niño, apelando a su respuesta. Y no es lo mismo cuando el niño se engancha con una mirada, cuando apuesta- cuando hay alguien que desde luego está poniendo un deseo ahí. Pero, este, hay casos donde quizás no haya otra respuesta del niño. No está garantizado que porque se sitúe un deseo desde afuera, desde otro, el niño vaya a poner en juego un deseo propio, o algo que sea no exactamente un deseo, pero bueno, al menos una posibilidad de situarse como sujeto y tomar la palabra. De esto hablábamos al decir que se trata de no consentir a que quede en ese lugar, intentar moverlo de ahí. Hay algo que Lacan sitúa en relación a lo que yo les decía del S uno y el S dos pegados, cuando no opera la Metáfora paterna y entonces no hay espacio entre el S1 y el S2. No hay diferencia. Fíjense que se podría situar, por ejemplo, cuando habla del deseo de la madre y Nombre del padre, esto ya pone en juego dos significantes. Podríamos decir, S1 y S2. El Otro, ese Otro prehistórico, inolvidable como dice Freud. No sé si tienen presente ahora el ejemplo del fort-da, en “ Más allá del principio de placer”. Cuando el niño jugando con ese carretel de hilo que va y vuelve, pone en juego la simbolización de la presencia y de la ausencia. Fíjense que en este punto estamos muy lejos todavía del arribo al narcisismo, la fijación al

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narcisismo que situábamos cuando presentábamos más, desde Freud, la cuestión en Schreber, ¿No? Estamos hablando de momentos mucho más esenciales en la constitución del sujeto: Cómo va el niño simbolizando la presencia y ausencia de la madre, y cómo es él mismo, el carretel que va y viene entre uno y otro, un significante y otro (fort-da), y cómo va simbolizando, por ejemplo, que el que se vaya no quiere decir que no exista más. Cómo se va formulando un significante donde la ausencia se simboliza, que hay alguien que en ese momento no está pero que va a volver, ¿no? En cambio en la psicosis, esto podría no estar situado de ningún modo. Está lo que está, lo que no está no está. Está en el medio de lo real. Precisamente lo simbólico se le vuelve real, porque no opera el Nombre del Padre, entonces todo lo que hace a eso que les decía, no hay distancia, puede tratar de agarrar un auto que está a 300 metros. Todas las coordenadas simbólicas que organizan el tiempo, el espacio, el cuerpo, lo pulsional, no están en juego. Esto es cuando S1 y S2 quedan pegados. Entonces no hay una distancia, y en tanto no hay una distancia, no hay una producción de sujeto. Este colapso de significantes que no abre lugar para que haya sujeto. Y por eso queda en posición de objeto y es un trabajo apuntar a que pueda, por ejemplo, tomar la palabra. Probablemente sin poder decir nunca “yo”, probablemente sin poder situar su propio nombre como algo que nombra su lugar en el mundo, pero bueno, es un esbozo de entrar en la cultura de algún modo. No vamos a trabajar hoy el tema del nombre, tiene todo su interés. Lo que también es muy claro, muchas veces es que un niño autista cuando empieza a psicotizarse, cuando empieza a entrar en la psicosis, cuando empieza a salir del autismo se empieza a enfermar. Otitis...por ej, en el punto donde empieza e entrar por la oreja la voz de los otros, pero produciendo lastimaduras. Hay algo precisamente del cuerpo que no está organizado y entonces lo simbólico y el intento de entrar a lo simbólico produce... entra de un modo que produce efectos en el cuerpo y a veces efectos catastróficos. Bueno, el tema de enfermarse y empezar a tener ciertos síntomas, los niños autistas son muchas veces niños que no tienen enfermedades, que se presentan 23

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como muy sanos, sorprendentemente sanos, por ahí andan mojándose todo el día, pero no se resfrían. Cuando entran, cuando empiezan a entrar en la relación al Otro, de algún modo, empiezan a enfermarse. Por el contrario los niños esquizofrénicos, muchas veces son niños que tienen problemas respiratorios o que tienen una serie de cuestiones orgánicas. Estos son datos pequeños, pero que son indicios para que se piense, bueno, qué se pone en juego ahí, en el encuentro entre el lenguaje y el cuerpo. Entre el Otro que lo goza, o el Otro que pone un deseo ahí y ese cuerpo de ese niño que tiende a responder quedando gozado, ¿no? Una pregunta, una familia que (no se escucha el resto de la pregunta). El chico le habla perfectamente a una persona pero a otra no... Habría que ver ahí si se trata verdaderamente de un autismo o de un rechazo a entrar en la relación a determinados otros ¿No? No sé, no conozco el caso. Habría como que situarlo muy detalladamente, pero que no hable no siempre se trata de autismo… (Tampoco se escucha la continuación de la pregunta) Si también puede ser que empiece a haber una salida del autismo, este, y que empiece como a dejar entrar a ciertos otros, puede ser… Pero, claro habría que ahí empezar a situar muy detenidamente qué elige, ¿no? ¿Qué está eligiendo? ¿Qué se está poniendo en juego en esa elección? Si es que de verdad… Bueno, por ahi está en una salida del autismo. No se escucha la pregunta El autismo en realidad se tiende a pensar precisamente como un estado. Yo les decía antes, Colette Soler dice que es un estado y que es un polo, que se mantiene en un polo en el borde de la entrada a la alienación. Yo les decía esta cuestión de la alienación o la separación. La alienación en los significantes del Otro es dejarse tomar por los significantes del Otro para luego poder separarse y desprenderse de ahí con un deseo propio. Sería el camino en la neurosis. Es el camino más normal de hacerlo. Es un síntoma propio para resguardar el propio deseo, por ejemplo. 24

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Quizás está en ese punto donde el autista está al borde de la entrada a la alienación, sin dejarse tomar por los significantes del otro. Bueno, habría que ver, por ahí, esa niña está más bien dejándose tomar- pero habría como que situar muy… El psicoanálisis es siempre caso por caso. Las generalizaciones y las universalizaciones bueno uno trata de establecer conceptos que pueden orientarnos, desde luego, pero son siempre conceptos extraídos de la clínica. Fíjense que el procedimiento de Freud permanentemente es remitirse a la clínica. A ver, situar un fracaso y desde ahí probar otra cosa y armar una nueva conceptualización. No es sentarse a pensar, como en DSMIV digamos. Estos niños para el DSMIV son trastornos graves del desarrollo. De hecho en este momento hay escuelas específicas y están armadas muy desde esta conceptualización. Educación de los niños autistas-psicóticos y a eso se le agrega algunos síndromes orgánicos, que no nos vamos a meter hoy con eso. Pero, están pensados como trastornos graves del desarrollo (TGD). Y trabajados desde una cuestión apuntando más a lo reeducativo. Lo cual no quita que haya por supuesto maestras empeñadas en poner ahí y hacer jugar alguna función deseante, que es bienvenida, aunque bueno tiene sus ribetes. De hecho, esta muchacha de la película que les contaba antes pone en juego seguramente algo que probablemente Lacan diría un deseo histérico de hacer hablar al niño, su amor por él desde luego; y esto produce efectos. Pero no hay la posibilidad de lectura de los efectos que esto producen que quizás con unas herramientas del análisis se podría producir y para situar el marco de la intervención posible. Entonces sin duda ese deseo puesto ahí produce efectos y por eso el niño empieza a hacer una serie de cosas que hasta ese momento eran impensables, pero, bueno, no hay cómo leer esos efectos y entonces, bueno esa intervención, por ejemplo, de ver la esvástica y decir “pato”, este, está en las antípodas del ejemplo que por ahi les daban en un teórico de la película, ¿cómo se llama? Esa película que están en el campo de concentración y el padre le está inventando todo el tiempo, “ La vida es Bella”, que el padre le está inventando al niño todo el tiempo otra película que lo que están viendo 25

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ahí para despegarlo de ese horror, ¿no? Bueno, por ahí la intervención de esta muchacha en este momento señalando esta esvástica y diciendo “pato” lo pega nuevamente al horror, ¿no? No produce un S2. Es de nuevo este S1 que lo deja al niño congelado, pegado al lugar del niño muerto. Hay una cosa más que no situé en esta cuestión de las diferentes respuestas del niño, sólo para introducirla, se verá más adelante, así que, lo vamos a trabajar de hecho, el caso Juanito de Freud. Habíamos dicho que en “Dos notas sobre el niño”, Lacan sitúa la respuesta del niño como síntoma de la estructura de la pareja de los padres, a diferencia del niño como objeto del fantasma materno gozado por el otro, condensador de goce del otro. Y habíamos situado también algo que no íbamos a desplegar hoy, que no lo vamos a desplegar hoy, que tenía que ver con la- con quedar pegado al falo, como un niño que se sitúa como falo. (Pregunta que no se comprende) En el medio, entre la cuestión, pero siempre operando, el nombre del padre, ¿no? Eh, tenemos las fobias como plataforma oscilatoria entre neurosis y perversión. Pero bueno esto yo lo anticipo, lo dejamos para cuando llegue el momento de trabajar el caso Juanito. De todos modos, la fobia es un momento estructural en la constitución subjetiva, ¿no? Pero, con sus particularidades. ¿No sé si respondí las preguntas que me hicieron? ¿Y si tienen alguna otra cuestión que quieran que conversemos? Les voy a leer de todos modos algunas descripciones más psiquiátricas, por ejemplo, bueno, algo que comentábamos antes, que es el autismo desde Tustin, que es un autor que trabaja y describe el autismo en 1972. Bueno, habla de retraimiento desde la infancia que pueden darse con gritos y crisis y cólera. Dice: Buena salud física. Cuerpo rígido e insensible. El niño evita el contacto con los demás. La mirada es vacía, evita mirar a los otros. Se produce o el mutismo o la ecolalia, que es esa repetición estereotipada, ¿no?, siempre la misma palabra repetidamente sin deslizamiento significante. Desorientación, desapego. Retraídos e indiferentes respecto del entorno. Con los órganos sensoriales

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hipersensibles. Se fascinan por los objetos mecánicos y emplean objetos autísticos. La cuestión de la fascinación por los objetos mecánicos de hecho es algo que en la psicosis infantil también vamos a encontrar. Y muchas veces vamos a encontrar en los niños psicóticos ya salidos de una cuestión autista, estoy hablando ahora de la psicosis franca en los niños que por ahí hablan como un dibujito animado, que tienen movimientos mecánicos, robotizados, que hay algo que no se termina de humanizar. Cuando Lacan en Dos notas sobre el niño sitúa la respuesta del síntoma del niño como síntoma, plantea que hay el interés particularizado del cuidado de la madre y que hay desde el padre una encarnación del vector de la ley en el deseo. ¿Qué quiere decir esto? Que hace operar la ley, porque en el autismo y en la psicosis lo que tenemos es el Otro del lenguaje, pero no el Otro de la ley. El padre pone en juego la ley en la neurosis, pero precisamente una ley que se encarna humanizadamente. Es una ley que pone en juego el deseo, que articula deseo y ley. Justamente lo que los separa de quedar gozados. Estos niños que a veces vemos hablar como autómatas, precisamente hay algo de lo que no está humanizado. Canner, que es otro autor psiquiatra que trabaja el tema del autismo, plantea también que suelen ser hijos de papás muy inteligentes, muy obsesivos y muy fríos. He tomado ciertas descripciones psiquiátricas, pero de las que podemos hacer uso. Siempre nosotros apuntamos a dar una lectura más estructural y a situar qué cuestiones se pusieron en juego, y más en relación al deseo o no. Pero estos indicios que nos describen los psiquiatras nos sirven para pensar en detalle ciertas cuestiones. Hay otro ejemplo que a los de mi comisión se los había contado, que una vez estaba atendiendo a una maestra de una escuela especial. Y se quedó totalmente perpleja, sin entender lo que sucedía ante sus ojos, porque les había dado a los chicos la consigna de jugar con un rompecabezas. Y un niño que estaba en la escuela agarró a los dos compañeros que tenía adelante y les rompió la cabeza, así… pum. Una cabeza con otra. Y esa maestra, pobre, no 27

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tenía realmente elementos para pensar qué es lo que había acontecido. Y bueno efectivamente, ahí está la cuestión de la literalidad de la palabra, la dificultad para que la palabra tenga un deslizamiento significante y pueda operar como metáfora. Romper cabeza es romper cabezas, no hay más vuelta, no hay ninguna posibilidad de un plus de sentido, de una producción significante que dé lugar a ningún deslizamiento posible. ¿No sé si hay alguna cosa más que quieran que conversemos? ¿O algo que se quedaron pensando? (Pregunta por la niña autista de una novela de la TV). Sí, porque ahora le están dando una vuelta que es poner a la niña supuestamente autista en el lugar de una niña ¿cómo dicen? “índigo”.Sí, sí, es medio complicado porque muchas veces en las novelas, bueno la cuestión va por el lado que la novela quiere, y aparte no deja de ser cierto parte que es muy típico que a los niños, ese niño que yo atendía, Sebi, por ejemplo, su papá decía, como el nene hacía así con sus manitos todo el tiempo el papá decía que de grande el niño iba a ser un gran violinista. Esto, bueno esto tiene que ver también con la estructura delirante familiar en la que se cría un niño así. Pero no deja de ser cierto que socialmente muchas veces hay un idealizar a los niños, también a los niños Down, a los niños con cualquier tipo de dificultad, ya sea con un real orgánico, con un real en el cuerpo produce algún impedimento en el lazo o alguna dificultad en el lazo, como en los niños autistas y psicóticos: muchas veces hay como un idealizar ahí, o a veces se ve a la madre con el niño de 17 años Down, a upa, acariciándolo y la gente dice “¡Qué maravilla! ¡Qué maravilla!” y uno dice, si este pibe se pudiera despegar de esa mamá, seguramente más allá del límite real orgánico que tiene podría desempeñarse en muchas más cosas, relacionarse de otra manera, por ahí tener una novia. (Pregunta sobre la nena de la novela).

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Pero sí, de todos modos, y aparte la actuación de la nena está bien, produce bastante idea de lo que se da en un autismo, pero se aparece con unos dibujitos que van más allá, al territorio de la ficción, que bueno, toma otros temas... Bueno, si hay alguna pregunta más, algún comentario, algo que quieran compartir... Bueno, damos por terminada la clase. Buen fin de semana.

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