PRODUCTORES AGROPECUARIOS Y SISTEMAS AGRÍCOLAS Material didáctico preparado por José Manuel Salas Oroño, para el curso de Sociología Agraria de la Facultad de Agronomía y Zootecnia. Universidad Nacional de Tucumán. 2001.
1. LOS PRODUCTORES AGROPECUARIOS. COMPLEJIDAD Y DIVERSIDAD. COMPONENTES TÉCNICOS, SOCIOECONÓMICOS Y ECOLÓGICOS. El propósito de este material didáctico es dar espacio a reflexiones iniciales respecto a la complejidad y la diversidad de los productores agropecuarios y también practicar con aplicaciones agronómicas de la teoría de sistemas. A esta altura cabe tener en cuenta que, si bien el rol de los ingenieros agrónomos y zootecnistas es el desarrollo y aplicación de técnicas productivas, estas técnicas son aplicadas por hombres a los que hay que estudiar, en este caso, en su rol de productores agropecuarios. Como el nombre lo dice, productores agropecuarios son aquellos hombres que con su actividad sobre la tierra, utilizando el trabajo y los medios de producción (máquinas, instalaciones, semillas, agroquímicos, rodeos, animales, etc.), producen bienes agrícolas y ganaderos. Como hombres, y como productores, son complejos y diversos. Veamos algo de esa complejidad y esa diversidad. Aún en un mismo medio ecológico, en un mismo clima y con un mismo suelo, normalmente se presentan al productor diferentes alternativas de acción, y debe decidir entonces qué va a producir, a qué se va a dedicar, si a la agricultura o a la ganadería, y dentro de la agricultura a qué cultivos, y dentro de la ganadería a qué especie y raza animal. Las alternativas sobre las que debe decidir incluyen también el cómo y con qué va a producir, con cuál de las técnicas o procedimientos disponibles, en base a qué maquinas o equipos, con cual alternativa para el control de malezas, insectos y patógenos, etc. Finalmente deberá fijar la dimensión de su producción, el cuánto pretende producir, cuantos novillos o cuanta leche, cuantas toneladas de caña o de limones o de soja. Qué, cómo y cuanto producir determinan la estrategia productiva de la finca o la unidad productiva. Analizar lo que lleva a los productores a decidir su estrategia productiva es útil para el desempeño del profesional de las ciencias agropecuarias . El asesor técnico (a menos que ocasionalmente sea el dueño del campo) no decide qué, cómo y cuánto se produce en las fincas a las que asesora: el asesor propone, ofrece alternativas, intenta demostrar y convencer, pero el que decide en última instancia es el propietario. Y este a su vez está condicionado o influido por componentes que provienen de otros dos ámbitos: el socioeconómico y el ecológico. 2. SISTEMAS AGRÍCOLAS. SISTEMAS DE FINCA. SUBSISTEMAS. Se denomina sistema a todo lo que es complejo o formado por variados componentes que interactúan entre sí o se influyen recíprocamente. El cuerpo humano es nuestro ejemplo más cercano se sistema, en tanto está integrado por un conjunto de componentes, tales como el aparato respiratorio, el digestivo, el nervioso, etc., que interactúan o se influyen unos a otros. Una finca, o una unidad agrícola también conforman un sistema porque está integrada por muchos y diversos componentes tales como los de tipo técnico, económico, social y ecológico, todos los cuales se influyen entre sí. Como sistema, una finca tiene subsistemas en su interior. Normalmente está inserta en el ambiente natural, asentada en el suelo, expuesta al clima y a la acción de variado tipo de seres vivos (vegetales, animales, microorganismos) benéficos o dañinos. Este conjunto de componentes integran el subsistema ecológico o ecosistema, con posibilidades y limitaciones respecto a su utilización. Sobre el subsistema ecológico se instala la actividad productiva, el cultivo o la crianza de animales definiendo el qué, cómo y cuanto se produce que integran el subsistema técnico. Al conjunto de ecosistema y subsistema técnico se lo denomina agroecosistema. El subsistema 1
ecológico influye decisivamente en el subsistema técnico por cuanto del clima, por ejemplo, dependerá cuales cultivos pueden realizarse y cuales no. A su vez el subsistema técnico, las actividades que se realizan y los procedimientos que se emplean influye en el ecosistema a través de impactos ambientales como, por ejemplo, los de los agroquímicos. Pero a su vez los componentes del subsistema técnico –en el marco de las limitaciones que impone el ambiente- son decidido por el subsistema social o socioeconómico que, a nivel de finca, tiene en cuenta a todos los hombres que desde distintos roles participan del proceso de producción y los deseos, las expectativas, las posibilidades y las limitaciones de cada uno. El conjunto de los subsistemas ecológico, técnico y socioeconómico conforman la estructura del sistema de finca. Estructura y funcionamiento Un sistema está definido por su estructura, o conjunto de componentes integrados en subsistemas, y su funcionamiento que incluye tanto las interacciones entre componentes y subsistemas como las entradas y las salidas del sistema. En una finca no solo se dan interacciones internas entre el suelo, las máquinas, las plantas, los animales y la gente, sino que además entran cosas como los insumos y salen cosas como la producción. Las entradas pueden ser de: -
Materia: semillas, agroquímicos, etc.
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Energía: Combustibles, trabajo humano, etc.
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Información: Técnica, económica, etc.
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Dinero: Venta de la producción, aportes de asociados, créditos, etc.
Las salidas pueden ser de: -
Materia: Producción agrícola o ganadera.
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Energía: Trabajo fuera del predio de miembros de una familia campesina.
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Información: Técnica, económica, etc.
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Dinero: Compras de insumos, maquinarias, pago de salarios, etc.
Es importante diferenciar los sistemas de finca más abiertos o con mayor incidencia de las entradas y salidas, respecto de los más cerrados o con menor importancia de estas. Los más cerrados son los más autosuficientes, que producen sus semillas y forrajes, emplean mano de obra familiar y evitan total o parcialmente la adquisición de agroquímicos mediante diversificación de cultivos y rotaciones que favorecen el reciclado de nutrientes y el control natural de plagas y enfermedades. En el caso de las familias campesinas incluso sus salidas son menores, por destinar al autoconsumo una parte de su producción. Sistemas de finca mucho más abiertos son los grandes monocultivos empresariales donde se compran semillas y agroquímicos, se pagan salarios y se vende la totalidad de la producción. 2.1. EL SUBSISTEMA TÉCNICO: QUÉ, CÓMO Y CUÁNTO PRODUCEN. 2.1. La actividad, o el qué producen. Lo que primero salta a la vista en una finca son los componentes técnicos y lo que más se evidencia se refiere a “qué” producen, o cual es su actividad predominante. Se diferencia entonces a los productores de granos, a los fruticultores y horticultores, a los cañeros y yerbateros, y entre los ganaderos a criadores, invernadores, tamberos, etc; reconociendo para cada grupo posibilidades y limitaciones propias.
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También es importante establecer diferencias entre productores de un mismo cultivo en función de si industrializan ellos mismos, o no, su producción primaria, determinándose distinciones significativas como las que median entre un cañero independiente y un ingenio con caña propia, o entre un citricultor y una empresa integrada que no solo produce la fruta, sino que además extrae los jugos y esencias de su planta industrial. En muchas actividades, como por ejemplo en la fruticultura y la horticultura, la aplicación de diferentes técnicas productivas determina calidades distintas dentro de un mismo producto, y estas diferentes calidades definen a su vez el acceso a distintos mercados y precios. Las mejores calidades pueden ir al mercado de Buenos Aires o aún a la exportación, logrando altos precios, en tanto que las peores quedan restringidas al mercado local o a la industria, con precios mucho más bajos. Esto contribuye a diferenciar la actividad de los productores, en el sentido de si su producción es para exportación, para mercado nacional, local o para industria. Dentro de las diferencias entre productores debida a la actividad, o el qué producen, también debe tenerse en cuenta la diversificación, esto es, si se dedican como monocultores a una sola actividad (cañeros, sojeros, criadores, invernadores, etc.) o si combinan diferentes actividades en su finca. (Ganadero y productor de granos, cañero y citricultor, granjero y horticultor, etc.). 2.1.2. La tecnología, o el cómo y con qué producen. Como se ha advertido antes, existen normalmente diferentes procedimientos alternativos, que son diferentes tecnologías, para desarrollar una misma actividad. Para caracterizar alternativas tecnológicas es útil analizar el proceso productivo, observándolo como una combinación de los llamados «factores de producción». Se ha planteado al comienzo que el productor agropecuario actúa sobre la tierra, utilizando el trabajo propio o ajeno, el que para desempeñarse se vale de maquinarias, semillas, productos químicos, etc., que conforman el capital del productor. Tierra, trabajo y capital son «factores de producción». Pero no son los únicos. Es necesaria la decisión de a qué dedicarlos y como. Estas decisiones, aún cuando se basen en alternativas técnicas, son administrativas, con lo que la administración, o actividad de decidir y controlar la combinación más conveniente de tierra, trabajo y capital, es un cuarto factor de producción. Para caracterizar las tecnologías se recurre a palabras que las describen, como técnicas manuales, mecanizadas, químicas, biológicas, etc. Frecuentemente se caracteriza a las técnicas por su origen en le tiempo, denominándolas «modernas», «tradicionales» y hasta «arcaicas». Es útil aplicar los conceptos de intensidad y productividad. 2.1.2.1. La intensidad de uso del suelo La intensidad depende de las cantidades de trabajo y capital empleados por unidad de tierra. Un criterio frecuente en la administración de tipo conservadora es el de utilizar los factores de producción en proporción directa a su disponibilidad y en proporción inversa a su costo. Si la situación de un productor tradicional determina que este dispone de una gran cantidad de tierra pero debe adquirir a su costo y riesgo el capital y pagar por el trabajo, una alternativa explicable en productores temerosos del riesgo será la elección de técnicas extensivas, que emplean muy poca cantidad de capital y trabajo por unidad de tierra, tal como ocurre en las grandes estancias ganaderas pampeanas, o en “haciendas” de valles del noroeste, para las que se usa la denominación general de “latifundios”. Si por el contrario se trata de un productor que dispone de muy poca tierra y de una numerosa familia que mantener, que está en la finca y no cobra salarios, será comprensible que se incline por las técnicas intensivas, que emplean gran cantidad de trabajo humano por unidad de tierra, tal como ocurre en las granjas, huertas y quintas campesinas.
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En administraciones de estilo moderno, la disponibilidad de los factores tierra, trabajo y capital es dinámica, donde el productor toma la forma de un inversor que los adquiere o alquila tierras, contrata labores y trabajadores en la proporción más conveniente a sus propósitos, desprendiéndose también ágilmente de todo. Surge aquí el concepto de intensidad, como relación entre los factores de producción empleados, básicamente el trabajo y el capital respecto a la tierra. En los ejemplos que nos ocupa resulta: Cantidad de trabajo (jornadas) empleado Intensidad laboral = Cantidad de tierra (hectáreas) empleadas Cuando la cantidad de trabajo es elevada respecto a la cantidad de tierra, se habla de técnicas intensivas (uso intensivo de la tierra). Cuando la cantidad de trabajo es baja respecto de la cantidad de tierra, se habla de técnicas no intensivas o, lo que es lo mismo, extensivas (uso extensivo de la tierra). El concepto de intensidad también se aplica a la proporción de uso de capital por unidad de tierra. Cantidad de capital (en dinero) empleado Intensidad en capital = Cantidad de tierra (hectáreas) empleadas 2.1.2.2. La productividad, rendimiento o eficiencia Otro elemento caracterizador de las diferentes técnicas es la productividad, o relación entre las cantidades de producto obtenido y de factor de producción utilizado. Los casos que presentamos nos servirán para ejemplificar respecto a la productividad de la tierra y del trabajo: Cantidad de producto obtenido (Kg) Productividad de la tierra =
=
Rendimiento (Kg/Ha)
Cantidad de tierra empleada (Ha) La productividad de la tierra será alta en la granja campesina, que explota intensivamente la tierra, y baja en la estancia ganadera, que la explota extensivamente. Cantidad de producto obtenido (Kg) Productividad del trabajo = Cantidad de jornadas empleadas
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Aquí la situación es inversa. La productividad del trabajo será muy alta en la estancia ganadera, donde con pocos peones se obtiene al cabo de un año una considerable producción. Se malgasta la tierra, que no cuesta, pero se utiliza eficientemente el trabajo, que hay que pagarlo. Consecuentemente, la productividad del trabajo es alta aunque la de la tierra sea baja. Lo contrario ocurre en la granja campesina. Si bien la productividad de la tierra es muy alta, porque al ser escasa se la emplea intensivamente, la productividad del trabajo es muy baja. Aunque sean muchos los que trabajan, y trabajen mucho, la cantidad del producto que obtendrán será en definitiva baja, limitados como están a una muy escasa cantidad de tierra, lo que los condena a la pobreza. Puede interpretarse también que en este caso el trabajo se malgasta porque no se paga. También se calcula –como elemento de decisión central en los productores empresarialesla productividad del capital o rentabilidad. Producción (kg) x Precio ($/kg) Productividad del capital = ------------------------------------------Capital invertido ($) 2.3. El tamaño o el CUANTO producen. La cantidad producida surge de multiplicar la cantidad de un factor empleado por su productividad. El caso más frecuente es: Producción (Kg) = Superficie (ha) x rendimiento (Kg/ha) Así planteada, la cantidad producida depende de dos variantes, que son la disponibilidad de factores de cada productor, y de la tecnología, intensiva o extensiva, que emplee, determinante de la productividad. La disponibilidad de los factores tierra, trabajo y capital, e incluso capacidad administrativa, puede ser relativamente fija o relativamente variable en los distintos tipos de productores dependiendo, por ejemplo, de sus objetivos, de su capacidad de inversión y de aceptación de riesgo para adquirirlos o desprenderse de ellos. El factor cuya disponibilidad ha sido tradicionalmente menos variable es la tierra, por lo que ha sido común asociar el volumen de producción con la cantidad de tierra disponible, al hablar de productores grandes, medianos y chicos. Y esto ya introduce en el subsistema socioeconómico. Se dijo al comienzo que, cuando se perciben diferencias entre productores agropecuarios, lo más frecuente es que estas diferencias se refieran principalmente a lo técnico, al qué, cómo y cuanto producen. Pero la sola descripción del subsistema técnico no permite interpretar los motivos de las estrategias productivas. Lo técnico nos dice algunos rasgos respecto al como son los diferentes productores, pero profundiza insuficientemente en el porqué son así, en las causas de sus diferentes conductas. Nos habla de las decisiones técnicas que se han tomado en cuanto al qué, cómo y cuanto, pero no porqué se toman esas decisiones, en respuesta a qué necesidades y objetivos personales y de grupo, con qué manera de pensar y en el marco de que limitaciones. Como los agrónomos y zootecnistas interactúan con los productores en la renovación tecnológica, es de utilidad para ellos profundizar en las causas de la situación técnica de cada tipo de productor, en los motivos en que asientan sus decisiones técnicas. El análisis del subsistema socioeconómico hace aportes en este sentido. 3. EL SUBSISTEMA SOCIAL: QUIENES, PARA QUÉ Y PARA QUIENES PRODUCEN 3.1. Los protagonistas de la producción y las decisiones, o el quienes producen Unos párrafos atrás se dijo que el cuanto producen, discriminando a los productores en grandes, medianos y chicos, introduce ya en la perspectiva sociológica. Y esto es así porque el tamaño de finca se vincula estrechamente, casi siempre, con los ingresos de cada tipo de productor y consecuentemente con su posición en la estratificación social o en las clases sociales.
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Interesa definir aquí cuestiones como si «el productor» representativo de cada tipo es una familia o una sociedad comercial, porque puede pensarse que una familia será administrativamente más conservadora y prudente, y una sociedad comercial más renovadora y audaz. También, dentro del «quienes producen» será importante distinguir «quienes son los dueños, o quienes deciden» y «quienes trabajan», y qué tipo de relaciones se entablan entre ellos, porque dueños y trabajadores pueden ser las mismas personas en el caso de familias campesinas poseedoras de sus tierras y máquinas, o pueden en otros casos ser personas diferentes vinculadas por relaciones tan diversas como la salarial, o las diversas formas de arrendamiento, o la contratación de labores. Y todo esto influirá en las estrategias productivas, en los mecanismos de decisión técnica que nos interesan. 3.2. La diversidad de objetivos y de criterios en los distintos tipos de productores: para qué producen Puede afirmarse que todos producen para ganar dinero, y es cierto que ninguno lo rechaza. Pero es necesario profundizar más, aplicar inmediatamente otro para que: ¿Para qué quieren ganar dinero? Y ya a esta profundidad aparecen diferencias, en cuanto a qué tipo de necesidades quieren satisfacer con ese dinero, en definitiva cuales son los objetivos y criterios que se plantean. Comparemos como objetivos alternativos, por ejemplo, a los siguientes: •
Mantener al grupo familiar, dándole trabajo y satisfaciendo sus necesidades vitales y sociales: Alimentación, salud, vestido, vivienda, reproducción, educación, recreación, etc.
•
Crecimiento económico individual, lograr tener cada vez más. Obtener las mayores ganancias posibles para reinvertirlas en la finca (comprando más tierra, más tractores, etc.) o fuera de ella y así aumentar año a año su capacidad de obtener ganancias. Satisfacción de realizar, de competir, de conducir, de crecer.
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Conservar posiciones de poder y prestigio. Gozar de una vida lujosa y ostentarla. Asentar una tradición familiar aristocrática en la propiedad de la tierra.
Gentes formadas en las pautas culturales de diferentes clases y grupos sociales pueden orientarse preferentemente hacia uno u otro de los objetivos planteados, o diferentes opiniones sobre el «para qué ganar dinero». El «quienes producen» influye decisivamente en el «para qué producen». Pero posiblemente lo decisivo sea el hecho de que los hombres cuerdos no se plantean objetivos inalcanzables. No va a pretender conservar quien no tiene nada que conservar, ni va a pensar en reinvertir aquel que padece carencias vitales. Hay también relaciones previsibles entre objetivos de la producción y criterios generales para la organización técnica de la misma. Un criterio diferenciador de distintos tipos de productores es su actitud respecto al riesgo. Hay un refrán que dice: «El que no arriesga, no gana», y el sentir de muchos le ha agregado «...pero tampoco pierde». La inversión en tierra no es riesgosa, porque normalmente no se desvaloriza con el tiempo y el uso, ni está expuesta a accidentes de ningún tipo. Pero casi todas las otras inversiones agropecuarias si tienen riesgos, en diferentes proporciones. Un productor puede, luego de hacer cálculos promisorios, invertir endeudándose en máquinas, semillas, agroquímicos, salarios, etc., para pagar todo con la cosecha. Y puede salir todo bien, y pagar las deudas y quedar con ganancia. Pero ha arriesgado, porque pudo perder la cosecha por granizo, incendio, plagas o enfermedades, o aún cosechando bien pudo ocurrir que, al momento de la cosecha, el precio de su producto hubiera bajado por fluctuaciones del mercado, y no alcance a cubrir los costos. La incorporación de las técnicas modernas, cuando no se tiene aún la experiencia práctica o no han sido suficientemente probadas, implica también riesgos, porque normalmente hay que
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hacer nuevas inversiones sin aceptable seguridad del resultado. Es indudable que todos se inclinarían hacia la seguridad antes que hacia el riesgo. Pero quienes tienen especial apetencia por obtener máximas ganancias, para reinvertir y crecer aceleradamente, no tienen más remedio que aceptar los riesgos. Diversificando una finca, por ejemplo, se reducen los riesgos. Si algunos cultivos salen mal, otros saldrán bien, y el daño se contrapesará. Pero si entre los varios cultivos posibles hay uno que por sus expectativas de alto rendimiento y buen precio se presenta en el momento de siembra como mejor negocio que los demás, aquellos productores impacientes por acelerar su crecimiento económico, tenderán al monocultivo, a hacer sólo ese cultivo, aceptando los riesgos ecológicos y de mercado. ¿Y qué opciones les quedan a aquellos tipos de productores que huyen del riesgo, los que más que crecer quieren conservar, o les preocupa centralmente la seguridad de su familia? Según la cantidad de tierra de que dispongan, serán distintas las opciones. Si la tierra es poca, combinar la producción para consumo propio con la comercial en un esquema diversificado es la defensa más común contra el riesgo. Si se crían en pequeña escala cerdos y gallinas, alimentándolos con productos y subproductos de la finca, y se cultiva un esquema variado de hortícolas y frutales, combinados con un pequeño cultivo comercial practicado con técnicas tradicionales que no requieren nuevas inversiones, y no se pagan salarios porque lo trabaja la familia, en esas condiciones, si un mal año afecta al cultivo comercial, la familia igual podrá alimentarse y aún vender los pequeños excedentes de su granja y su huerta. Pero si la cantidad de tierra de que dispone el productor es mucha, la forma de evitar el riesgo eliminando el costo de producción es principalmente «alquilar» de diferentes modos la tierra, cediéndola en diversas formas de arrendamiento, mediería y aparecería a porcentaje. De esa manera otro productor, sea empresario o campesino, será quien siembre y cultive, haciéndose cargo de los costos y del riesgo, y el propietario de la tierra recién se hace presente en el momento de la cosecha, a reclamar su parte. Como la ganadería vacuna tiene mucho menos riesgo y costos que la agricultura, es frecuente que los terratenientes que buscan evitar el riesgo combinen la agricultura por arriendo con la ganadería por cuenta propia. En algunos casos, ni siquiera pagan salarios por el trabajo en la ganadería, recurriendo a ceder pequeñas parcelas de tierra en préstamo a familias campesinas a cambio del compromiso de esta de cuidar los animales. Otros criterios que influirán en las decisiones son los relacionados con la preservación ambiental y los referidos a las relaciones sociales. 3.3 Cómo se reparte el ingreso: para quiénes producen Ya se revisaron algunas alternativas de vinculación económica y social entre los que poseen la tierra y los medios de producción y los que aportan el trabajo. Las formas de repartir la producción o el ingreso dependen de esas formas de vinculación. Una relación típica es la salarial. A través de ella los trabajadores reciben un pago en dinero en proporción al trabajo aportado, medido este por el tiempo insumido (jornal diario, sueldo mensual) o por la cantidad de tarea desarrollada (por surco, por tonelada, por hectárea). El empresario, por su parte, toma para sí la ganancia, que es la parte del ingreso que excede los costos, incluyendo en éstos los salarios. Otra relación característica es la familiar. A través de ella los hijos del productor normalmente trabajan sin recibir un sueldo, y suele quedar a criterio del padre proveer a cada uno según lo que considera que puede y corresponde atender de sus necesidades. En los casos en que la producción y los ingresos no bastan para satisfacer las necesidades de la familia, toda la familia o parte de esta salen a trabajar afuera del predio como asalariados o bajo otras formas (medieros, contratistas, etc.). Bajo el caso antes analizado de los «terratenientes que no arriesgan», se da una variada gama de vinculaciones no salariales con los trabajadores, con sus correspondientes pautas de distribución del ingreso.
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Un caso peculiar es el de las cooperativas de trabajo. En ellas un grupo de asociados posee en común tierras y equipos, y ellos mismos aportan la mano de obra. A la hora de distribuir el ingreso, el criterio es darle a cada uno en proporción a las jornadas de trabajo aportadas. 4. EL SUBSISTEMA AMBIENTAL
ECOLÓGICO:
POTENCIALIDADES,
LIMITACIONES
E
IMPACTO
Los sistemas agrícolas se enclavan en la naturaleza, en los suelos, el clima y la población vegetal y animal de cada lugar geográfico. Esto determina en primer lugar sus potencialidades, el “para qué sirve” o qué es lo que se producir en un lugar , las variadas alternativas de qué, cómo y cuanto se puede producir. También las características del clima y del suelo nos platean sus limitaciones, concretamente que es lo que no se puede producir allí, sea porque el ambiente no lo permite –por ser muy seco, por ser muy helador, etc.- o porque no lo soporta en el tiempo porque genera, por ejemplo, procesos erosivos. Los procesos erosivos, la contaminación ambiental, la pérdida de fertilidad de los suelos son componentes del impacto ambiental propio de la actividad efectuada o la técnica empleada. El subsistema ecológico está, como se ejemplificó antes, íntimamente vinculado con el subsistema técnico al determinar qué conviene o no producir en cada lugar, y también está vinculado con el subsistema social. Es p revisible que las fincas empresariales sean las que ocupen las mejores tierras, aquellas más caras y que cuentan con más potencialidades y menos limitaciones, y que las familiares ocupen las peores. También es previsible la vinculación del sistema social con el impacto ambiental. Es lógico esperar que las fincas empresariales – particularmente las más modernas, basadas en el arrendamiento de tierras - tengan más en cuenta la máxima ganancia que el deterioro de los suelos, y que las familiares, apegadas por ge neraciones a una misma parcela, pongan mayor interés al mantenimiento de la capacidad productiva de los suelos de los que viven. 5. UNA TIPOLOGÍA FRECUENTE: PRODUCTORES EMPRESARIALES, FAMILIARES Y LATIFUNDISTAS. 5.1. Productores empresariales: (grandes, modernos, capitalistas) El rasgo distintivo más significativo que se emplea para diferenciar a este tipo de productores suele ser el hecho de que trabajan exclusivamente con mano de obra asalariada. Ellos mismos no hacen trabajos físicos: son productores «empresarios». Otros rasgos visibles que frecuentemente acompaña esta relación social puede ser la moderna tecnología (productores «modernos»), el predominio del capital fijo o financiero sobre el trabajo y la tierra en la composición de su inversión, (productores «capitalistas») y en la mayoría de los casos la gran escala de producción (productores «grandes»). Más en profundidad sus objetivos se describen haciendo predominar en ellos el deseo de lograr rápido crecimiento económico, logrando máximas ganancias y reinvirtiéndolas, lo que normalmente los hace aceptar riesgos y, a veces, emplear técnicas productivas que deterioran los recursos naturales. Es posible y necesario abrir una tipología al interior de los productores empresariales diferenciándolos por su actividad, escala, etc., en varios subtipos: Las Agroindustrias, las grandes empresas agrícolas de capital fijo (propietarias de tierras, maquinarias y con personal asalariado), las grandes empresas agrícolas de capital financiero (o productores en red, o “agrobusiness”), y las pequeñas y medianas empresas agrícolas o PyMEs. 4.2. Productores familiares (pequeños y medianos, tradicionales, trabajadores, campesinos) El rasgo más distintivo en este caso es el hecho de que los trabajos físicos en la finca los realiza, exclusiva o principalmente, el productor y su familia (productores «familiares»). Esto, y la restringida disponibilidad de tierra y capital, les da el carácter de «productores pequeños y medianos». Como normalmente viven en el campo reciben la denominación de «campesinos», y su restricción de capital los vincula a técnicas más manuales o de equipamiento de bajo costo, lo que los coloca como «productores tradicionales», y también como «trabajadores» o más bien «labradores».
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En profundidad se interpretan sus objetivos como más vitales que económicos, dada la prioridad que asignan al mantenimiento de la familia, lo que frecuentemente les hace rehuir el riesgo y, a veces, a poner especial atención al cuidado de los recursos naturales de que disponen, por ser su principal sustento. También aquí es posible y necesario abrir una tipología de productores familiares en función de que su dinámica vital y económica los coloca en un continuo proceso de «diferenciación». Esta diferenciación puede ser «hacia arriba» hasta parecerse a los productores empresarios, o «hacia abajo», hasta asimilarse con los trabajadores rurales. En los extremos de esta diferenciación aparecen los siguientes subtipos de productores familiares. 4.2.1. Campesinos tradicionales Se caracterizan porque su producción se destina en máxima proporción al autoconsumo, y sin realizan trabajo extrapredial este no tiene retribución salarial sino que se aplica al pago a terratenientes por el uso de la tierra. Actualmente, se localizan principalmente en zonas comercialmente aisladas, o de tierras poco aptas para los cultivos comerciales. 4.2.2. Productores minifundistas Produce más para la venta –normalmente materia prima- que para autoconsumo, aquel en cual la muy escasa disponibilidad de tierra y capital determina niveles de producción tan bajos que el producto de su venta no alcanza para cubrir los gastos familiares y, tanto el productor como su familia, deben trabajar por períodos fuera de la finca, como asalariados o en otras formas. Se localizan principalmente en áreas próximas a agroindustrias como la azucarera, tabacalera, algodonera, hortícola, etc., que demandan productos de cosecha manual, lo que genera demanda de trabajo agrícola e industrial, y les permite colocar su producción. 4.2.3. Campesinos transicionales Surgen del proceso de diferenciación, por un proceso inicial de capitalización en productores minifundistas que han llegado a adquirir un tractor –pequeño y usado-, con lo que normalmente no trabajan fuera del predio, ni contratan mano de obra extrafamiliar. 4.2.4. Productores familiares capitalizados En estos casos la disponibilidad de tierra y capital ha evolucionado favorablemente, o ha sido posible reinvertir excedentes principalmente en el rubro maquinarias. El productor familiar se ha «capitalizado» y, en esas condiciones llega a no alcanzarle el trabajo familiar para atender las necesidades de la finca, contratando asalariados transitorios en los períodos de más trabajo. 4.3. Productores latifundistas (terratenientes, rentistas, tradicionales). Son aquellos en los que predominan abiertamente la elevadísima disponibilidad de tierra sobre una baja asignación de capital y trabajo dando lugar a sistemas muy extensivos de producción, tales como la ganadería a monte o sobre pastizales naturales degradados. Normalmente se trata de familias aristocráticas que vienen heredando la tierra de generación en generación y radican en la propiedad de esas vastas extensiones la seguridad y el prestigio familiar. Para evitar riesgos recurren a actividades de muy escasa inversión y alta seguridad, como la cría vacuna, y a permitir que se realicen en sus fincas actividades más intensivas y rentables, pero con el riesgo por cuenta de otros: los arrendatarios. 5. ESPECIFICIDADES DE LA ECONOMÍA CAMPESINA Bajo este subtítulo, el economista Alexander Schejtman planteó (Revista Investigación económica Nª 164, 1983) las características que diferencian al cálculo económico que efectúan los campesinos del que efectúan las empresas, en un análisis tendiente a demostrar lo razonable de sus conductas, a las que los análisis económicos convencionales suelen describir como irracionales.
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Schejtman argumenta que cuando se parte del principio de que hay “una sola racionalidad económica universal” –que sería la empresarial o capitalista- y con esa supuestamente única racionalidad se analiza la producción campesina exclusivamente como negocio, los campesinos aparecen “perdiendo plata”. Si en la evaluación económica de las fincas campesinas se incluyen salarios –que en su mayor parte no se pagan por tratarse de mano de obra familiar- y también insumos como semillas y agroquímicos propios de las tecnologías de los productores grandes, y además se incluye en los costos lo que debía haberse pagado por el uso de la tierra –tal como si esta fuera arrendada-, y hasta los intereses de los gastos efectuados –tal como si se hubieran tomado a crédito- y luego se comparan estos costos con el valor venta de la producción, en la mayor parte de los casos el resultado es negativo: los costos aparecen como mayores que los ingresos, con lo que aparentemente se pierde dinero y quien pierde sistemáticamente dinero es calificado como “ïrracional”´. El absurdo de este análisis es resaltado por el autor a través de la simple contrastación con la realidad: Si los campesinos siempre pierden, ¿de qué viven? y también ¿de donde sale el dinero para afrontar ese déficit constante?. El absurdo se amplía cuando se lo analiza en mayor tiempo y espacio. ¿Cómo, en esas condiciones, pueden los campesinos haber sobrevivido tanto tiempo, en algunos casos casi desde el origen de la agricultura? ¿Cómo puede ser que casi la mitad de la población mundial –que actualmente es campesina- viva de pérdidas? El autor concluye que todo esto constituye “un ejemplo instructivo, no de estupidez o filantropía campesina, sino del error en que se incurre al creer que no hay sino una racionalidad económica en todo tiempo y espacio”. Dando por demostrado que existe más de un modo de razonar económicamente, propone siete “especificidades de la economía campesina”, que se describen a continuación. 5.1. El compromiso laboral Una empresa agrícola puede decidir la contratación de la cantidad de trabajadores que necesita, no solo año a año, sino mes a mes y hasta día a día, en relación con las necesidades de las actividades agrícolas en cada momento, y por eso el trabajo asalariado en el campo es predominantemente estacional y no permanente. Una familia campesina no puede hacer esto, porque tiende a dar trabajo a todos los miembros de la familia, sobre todo cuando hay poca demanda de trabajo fuera de la finca. No se despide a un hijo cuando no se lo necesita laboralmente, más bien el padre tiende a generar trabajo para él, y eso explica el hecho de que se elijan producciones agrícolas y técnicas que estén en relación con la capacidad de trabajo de la familia, y por eso es que se habla del “compromiso laboral” en las fincas campesinas. Este es un compromiso en los hechos, ya que no se formaliza contractualmente. 5.2.
El carácter parcialmente mercantil
Todo lo que produce una empresa agrícola es para la venta, todo va al mercado, y por eso es totalmente mercantil. También las empresas son totalmente mercantiles al proveerse de recursos para producir. Compran toda la fuerza de trabajo (contratan personal asalariado), compran las semillas, los agroquímicos, los combustibles, las máquinas y sus reparaciones, y hasta el asesoramiento técnico. En las fincas campesinas esto no es así: Solo una parte de la producción se vende, porque otra importante parte se consume como alimentos, como forrajes y como semillas. Solo una parte de los recursos productivos se compra, porque partes importante como el trabajo familiar y en muchos casos las semillas no se compran sino que se obtienen dentro de la finca. En muchos casos los fertilizantes son sustituidos por estiércol y restos vegetales de la finca, y los forrajes son de producción propia, sean granos o rastrojos.
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También hay que tener en cuenta que el uso de determinados insumos comprados, como los agroquímicos, es mucho menos frecuente en la producción campesina. Por eso se afirma que la economía campesina es “parcialmente mercantil”. No tener en cuente esto implica errores de cálculo económico como no calcular como ingreso el valor de la producción de autoconsumo – porque lo que se deja de gastar debe considerarse como dinero que ingresa-, o cargar costos de insumos que en realidad no se compran, y todo esto influye en que los resultados económicos aparezcan como negativos. 5.3.
Los criterios de intensificación de uso del suelo
Intensificar el uso del suelo es agregar crecientes cantidades de trabajo o de capital por unidad de tierra, a fin de aumentar la productividad o el rendimiento por hectárea. En las empresas agrícolas, el criterio para decidir si se intensifica está determinado por el objetivo de obtener la mayor ganancia posible en proporción al capital invertido, o lograr el mayor ingreso con el menor costo y en el menor tiempo. Cuando aumenta el precio de un determinado producto agrícola es muy probable que el sector empresarial no solo se vuelque hacia él sino que los haga con mayor intensidad de uso del suelo, en este caso aumentando la cantidad de capital invertido por hectárea, incrementando por ejemplo el uso de fertilizantes para aumentar los rendimientos. Esto los impulsa hacia el monocultivo y a la uniformización de las técnicas haciendo que las fincas empresariales de una misma región se parezcan mucho entre sí. En las fincas campesinas el imperativo es mantener a la familia, con lo que la intensidad de uso del suelo deberá ser proporcional a las necesidades de esta, y por ende de su tamaño. Si el número de miembros de la familia aumenta hay más bocas que alimentar y habrá que intensificar para aumentar la producción con la misma cantidad de tierra. El recurso para intensificar será predominantemente el trabajo familiar, porque es gratuito y se dispone de muy poco capital. La intensidad del uso del suelo dependerá entonces también del número de familiares con posibilidad de trabajar de que se disponga. Si ocurriera que baja el precio de la producción habitual, y cambiar de cultivo implicara inversiones de capital, es posible que esa baja de precio impulse a las fincas campesinas a intensificar y aumentar la producción, como único modo lograr el dinero necesario para atender las necesidades familiares. Todo esto lleva a que las fincas campesinas de una misma región puedan ser notablemente distintas unas de otras, en relación con el tamaño de familia que alberga cada una. 5.4.
La actitud ante el riesgo
Las actividades agrícolas, expuestas a las variaciones climáticas y las alteraciones de los precios, ambas difíciles de prever, están más expuestas al riesgo que las actividades comerciales e industriales. El riesgo es más fácilmente asumido por las organizaciones empresariales, especialmente las más modernas, sea porque los miembros de la sociedad tienen otros ingresos, o porque tienen reservas y capacidad de tomar créditos para enfrentar un eventual fracaso. Si una finca campesina tuviera un único cultivo como única fuente de ingreso y este fracasara, la familia llegaría a enfrentar una carencia grave. No solo perdería la capacidad de atender sus necesidades básicas, también podría ocurrir que el eventual endeudamiento los llevara a perder la finca, con lo que perderían al mismo tiempo la casa donde viven, la huerta de donde se alimentan, la fuente de empleo y hasta los beneficios del “grupo territorial” que se describe más adelante. La estrategia para reducir el riesgo normalmente es la búsqueda del “multingreso”, diversificando la producción o logrando ingresos extraprediales como asalariados transitorios. 5.5.
La mano de obra intransferible
En una familia campesina, algunos de sus miembros pueden salir a trabajar fuera de la finca como asalariados y otros no. Los chicos y los viejos son el ejemplo más claro. Frecuentemente también ocurre que la madre no pueda salir a trabajar fuera porque tiene que cuidar a los hijos.
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Todos los que no pueden trabajar fuera de la finca integran la mano de obra “intransferible” de la familia. Ellos no pueden trabajar fuera de la finca, pero sí dentro de ella, a veces en ayudas de esfuerzo menor como los chicos y los viejos, o por tiempos cortos pero reiterados en las cercanías de la casa, como la madre. ¿Cuánto le cuesta a la familia el empleo de su mano de obra intransferible?: Nada. Diferente es el caso de la mano de obra “transferible” de la familia, tal como el padre y los hijos mayores que, si hay demanda –de cosecheros, por ejemplo- sí pueden salir a trabajar. En este caso, quedarse a trabajar en la finca implica renunciar a los salarios que se ganarían fuera. Ellos se quedan sólo para trabajar en lo que económicamente “valga la pena”. Los “intransferibles” pueden trabajar en cualquier cosa, pudiendo afrontar actividades de bajísima productividad física y económica, tales como desyuyar a mano, vigilar continuamente como pastores pequeños rodeos de animales, o aplicarse a las artesanías tradicionales. Las empresas, obviamente, no cuentan con mano de obra intransferible. 5.6.
Indivisibilidad del ingreso total
Cuando en una empresa agrícola se vende y se cobra la producción anual, ese “ingreso total” se divide de acuerdo a la participación que en el proceso productivo han tenido los diversos propietarios de los factores productivos. Esto es especialmente claro en los casos de las empresas más grandes y modernas, como es el caso de los consorcios sojeros que articulan terratenientes, inversores y contratistas. En la división del ingreso total, el terrateniente toma la “renta” o arrendamiento correspondiente el valor del alquiler de las tierras que aportó, el contratista cobra por las tareas de siembra y cosecha –con lo que a su vez paga salarios y gastos de maquinaria-, los proveedores de semillas y agroquímicos cobran lo vendido, los trabajadores cobran sus salarios, y los inversores se cobran los intereses del capital invertido en insumos y anticipos al contratista y al terrateniente. En la finca campesina típica el ingreso total se mantiene en gran proporción indiviso. Si la escasa tierra usada es propia no se paga renta ni arrendamiento, cuando el poco capital que existe es propio no se computan intereses, y como el trabajo es total o predominantemente familiar no se pagan salarios. Cubriendo solo los gastos en insumos comprados –que normalmente son reducidos-, el resto del ingreso total forma una masa indivisible, que se destina al mantenimiento de la familia y de la finca. 5.7.
Importancia del grupo territorial
Las familias campesinas integran comunidades locales normalmente ancestrales, en los que sus miembros están vinculados desde generaciones atrás por relaciones de parentesco y de apoyos recíprocos. Son esos apoyos recíprocos los que permiten, a través de trueques informales y de largo plazo, la producción y el abastecimiento. Si para tirar de un carro cargado con tres toneladas de caña hacen falta seis mulas y la familia tiene solo dos, tomará otras cuatro prestadas de sus vecinos quedando disponible para prestar las propias cuando se lo requieran. Algo similar ocurre con el trabajo: La tradición andina de la “minga” se proyecta en la actualidad cuando, en tiempos de concentración de trabajo como la cosecha, una familia ayuda a otra, a la espera de oportuna reciprocidad. Las huertas y granjas familiares también necesitan complementarse para lograr una alimentación variada, y la larga amistad de las amas de casa facilita estos trueques informales. Una familia campesina no podría vivir aislada. Los grupos territoriales contribuyen a reducir costos de producción y costos de vida.
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