Espectáculos
Página 10/Sección 4/LA NACION
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Domingo 23 de septiembre de 2007
Por los caminos gallegos Bueno
✩✩✩ Presentación del espectáculo Noites de gaita, por el grupo HerbadaboA, de la Fundación Xeito Novo. Integrado por Sebastián Fentanes y Marcos Meroni en gaitas y flautas, Carlos Fernández y Diego Oliver en gaitas y percusión, Gustavo Fernández y Gustavo Lamas en percusión y Martín Rosmino, en acordeón. Los domingos, a las 21, en Clásica y Moderna, Callao 892.
Entre las raíces gallegas heredadas, esa “teórica” cultura celta siempre en construcción y las experiencias vividas cotidianamente como descendientes de inmigrantes, el grupo HerbadaboA, de la Fundación Xeito Novo, arma el repertorio de este espectáculo de música instrumental. Ya con el tema inicial, “Danza da primavera”, queda en claro que el septeto va a llenar el local de la avenida Callao de los alegres sonidos de la campiña gallega, a pura fuerza de gaitas, flautas y pandeiros. Pero no
sólo de allí, porque ya en “O agarradiño”, se cuelan también los sonidos de América latina, esos que, en sus idas y venidas, llevaron y trajeron los viajeros, y se sumaron a las músicas originales. También en el tema que eligen para abrir la segunda parte, “Bretón/ Vals de la correa” aparece el sonido de la Francia cercana, esa zona que con Galicia, Asturias, Escocia, Gales e Irlanda termina de conformar el mapa imaginario de esta “construida” cultura celta. Construida, porque se trata de una lectura relativamente reciente, que toma las similitudes (en instrumentos, melodías y hasta, en algunos casos, elementos lingüísticos) para proponer algo superior a la suma de las partes.
Gaita y pandeiro El poderoso sonido de la gaita –ese instrumento con su extraño dispositivo para “almacenar” el aire– es protagonista de la noche (como corresponde, dada su relevancia en la música
gallega). Pero también brilla especialmente en esta agrupación la habilidad para el uso del pandeiro de Gastón Lamas, que agrega inesperados y bienvenidos detalles que, a lo largo del show, van cobrando mayor protagonismo. Carlos Fernández, director musical y una suerte de “padrino” de la joven banda, acompaña los temas con algunos comentarios que ilustran sobre su historia. Pasan así los pasodobles (o pasacorredeira, para ser más precisos), las jotas, las muñeiras y las foliadas. Todo en un clima festivo que, en los temas finales (“Una das tres muiñeiras”, “Xota da fonte”, “Muiñeira de Xinzo e Florencio”) se eleva aún más y, sin necesidad de apelar al clásico y casi infaltable “Ondinhas venhen” lleva a los concurrentes a acompañar a la banda con las palmas, como una manera de compensar la casi imposiblidad de bailar entre tantas mesas. MARCELO GOMEZ
Adriana Franco
La banda HerbadaboA llenó de ritmos gallegos a Clásica y Moderna
Show con potencia musical y conceptual Muy bueno
✩✩✩✩ Presentación del Carlos Lastra Trío, con Carlos Lastra en saxo tenor y soprano, Cristián Bortoli en contrabajo y Sebastián Grosshaus en batería. En Virasoro Bar.
Un trío que retoma el manual del hardbop con excelentes resultados; sin piano y con un saxofonista de sonido áspero y alejado de todo ornamento, el combo logra una música verdaderamente excitante. Eligieron para comenzar “Soñando con truchas”, de Lastra. Desde el vamos, el sonido y el mensaje de Lastra convierten lo que interpreta en un manifiesto, una forma de protesta, una actitud que quiere rebelarse contra las sonoridades modernas, complacientes y diáfanas de algunos músicos de jazz en la actualidad. Un impulso natural lo mueve hacia la improvisación que parece surgir a borbotones, hasta que de pronto brota de su caño una melodía concreta a la cual se aferra hasta que vuelve a su búsqueda. La sección rítmica pone calor al calor. Cristián Bortoli es un bajista de sonido gordo, pastoso y articulación ágil, mientras que Sebastián Grosshaus empuja desde los tambores. En “Nada queda”, eligen como base un blues. Lastra suena parecido al Rollins del disco “Our Man In Jazz”; la melodía surge con claridad, pero lejos
de irse hacia un tono melancólico, el sonido tiene un tono levemente pesimista. Cerca del final, Grosshaus queda solo y parece continuar la idea de Lastra desde la batería. El contrabajista trabajó muy cerca del núcleo rítmico, en tanto, que Grosshaus desarrolló verdaderas tours de force en los tambores que lo revelan como un músico que toca la “verdad”. “Color ámbar” es una balada de Lastra que tiene como inspiración a los habitantes originales de esta tierra. La melodía aquí se eleva con cierta majestuosidad, mientras que la sección rítmica crea un clima intenso. Lastra no se planteó atarse a un beat básico; flota sin marcar ningún acento; el motivo parece viajar de un lado a otro; contrabajo y batería lo persiguen. Hay como un anárquico descuido que responde a necesidades emocionales. Como en “Dewey”, en el que saca del saxo soprano un sonido de sirena de ambulancia que se abre paso por la espesura del ritmo. “Mientras un niño ande por ahí” fue otra muestra de que la música de Lastra está movido por el compromiso. Si bien aquí la melodía tuvo mucho de canción de cuna, el mensaje tuvo un tono de realismo encendido. En “Los de abajo”, su saxo tenor se lanzó a un reclamo, pero con dignidad de clase. Un show de mucha potencia musical y conceptual.
César Pradines