Por el camino de la intensificación

7 may. 2011 - incremento del silo de maíz (del 30 al 45%) y del concentrado, que subió del 20% al 40%, aproximadamente, según Cabona. Pero, además, la ...
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LECHERIA

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Sábado 7 de mayo de 2011

) Nuevos desafíos para ganar competitividad ( OPINION )

Una fiesta productiva que puede empañarse ALEJANDRO SAMMARTINO PARA LA NACION

Los tamberos buscan alternativas para mantener rentable la producción FOTOS DE INFORTAMBO

Por el camino de la intensificación Continuación de la Pág. 1, Col. 2 los últimos diez años la participación del pasto en la dieta total cayó del 50% al 25%. En paralelo, hubo un incremento del silo de maíz (del 30 al 45%) y del concentrado, que subió del 20% al 40%, aproximadamente, según Cabona. Pero, además, la otra pata fuerte de la intensificación lechera también tiene que ver con maximizar el uso de la tierra y concentrar los animales. Según Guillermo Veneranda, responsable de producción de leche de La Sibila, “intensificar es producir más”. En el caso del tambo, eso significa producir más litros por hectárea. Un dato que aportó Veneranda refleja la disparidad existente cuando se aborda este indicador. “En la Argentina, la brecha productiva entre el tercio inferior de los tambos y el tercio superior es muy amplia. El tambo promedio produce 6000 litros por hectárea por año y sólo el 10% supera los 9000 litros de leche por hectárea”, dijo. En este contexto, en el sector se busca una respuesta o varias a la vez, para una serie de interrogantes. ¿El sistema pastoril puede seguir en pie?; ¿hay un solo camino, o una multiplicidad de opciones para intensificar?; ¿conviene hacerlo a corral (dry lot) o con el sistema estabulado (free stall) con techo y cama? “No existe un único sistema de producción válido para la Argentina. La definición del tipo de sistema, ya sea pastoril, a corral o estabulado, depende, por un lado, de las

condiciones climáticas, pero en mayor medida de la capacidad de gerenciamiento y posibilidades de inversión del productor”, coinciden los especialistas. Se encuentran casos muy exitosos de sistemas pastoriles o estabulados, y ambos conviven y crecen. Ante potenciales caídas en los precios o merma en la relación leche/concentrado, los pastoriles presentan una mayor flexibilidad. Por el contrario, ante variaciones climáticas y posibilidades de crecimiento en escala los intensivos son más atractivos.

A corral Veneranda contó que tienen un módulo de 400 vacas en confinamiento en corrales secos. Pusieron en marcha este sistema apuntando, entre otras, a las siguientes premisas: no modificar los ingredientes de la dieta y producir la mayor cantidad en el campo; no pastorear; aumentar la producción de forrajes; asegurar la comida los días de lluvia; 25 litros por vaca por día como promedio anual, incluyendo en el cálculo todas las vacas. Entre las ventajas, según Veneranda, con el encierre las vacas reciben una dieta más uniforme y controlada a lo largo del año; no tienen que hacer largas caminatas para conseguir el alimento, y mejora su estado corporal y aumenta el consumo de materia seca, con lo cual sube la producción lechera. Por el lado de las desventajas, el especialista enumeró el mayor uso de maquinaria (por mayor costo), problemas sanitarios por el confi-

➾ La intensificación debe hacer hincapié en la capacitación del personal ➵ Guillermo Veneranda

RESPONSABLE DE LECHERIA LA SIBILA

➾ Hay casos exitosos de sistemas pastoriles y estabulados, y ambos conviven y crecen➵ Ezequiel Cabona

PRESIDENTE DE DELAVAL

namiento (mastitis por gérmenes), mayor dependencia de alimentos conservados (silo, heno) e inversiones mayores en instalaciones. En los sistemas a corral, la inversión es menor, pero con un menor control de las variables. En tanto, el free stall (estabulado) es un sistema con mayor costo, aunque se puede tener un mejor control de algunas variables climáticas y un mejor confort de los animales. (ver aparte). Desde San Carlos Centro, Santa Fe, Carlos Sola, productor y asesor comentó que allí los sistemas de producción tienen encierres según la necesidad del productor. “Hay encierres (con medias sombras, patios de comidas, entre otras comodidades) según necesidades y épocas”, relató. “Acá, la intensificación viene por el aumento de la carga; tenemos varios tambos por encima de 2 a 2,3 vacas por hectárea e incluso 2,8”, añadió. Según Sola, en la zona la producción por hectárea va de 12.000 a 18.000 litros por hectárea, e incluso hay un caso con 24.000. La soja aquí rinde un promedio de 28 quintales. Para el productor, con esos indicadores lecheros se compite perfectamente con la soja.

Tambo estabulado Para Rubén Scolari, productor y asesor de Marull (Córdoba), más temprano que tarde se va a ir hacia el free stall. En la actualidad, en esa región el 70% de la leche en producción proviene de encierres que hacen los productores. En esos encierres hay

sombras para los animales, calles de alimentación y con mixers dos o tres veces al día y se da de 10 a 12 componentes entre núcleos, concentrados, silo, subproductos. Allí se ha pasado de producción de 7000 a 8000 litros por hectárea a 12.000/15.000 litros por hectárea. Incluso, hay un emprendimiento que apunta a un nivel de más de 20.000 litros. Uno de los argumentos para el encierre allí tiene que ver con los suelos, que son franco-limosos con facilidad para la compactación y dificultades para la infiltración. Pensando en un estabulado, allí hay otros ítems que pueden influir para tomar decisiones en este sentido. Uno de ellos es que en verano hay de 30 a 40 días con más de 33 grados y de 60 a 70% de humedad. Además, las precipitaciones de la zona promedian 700 mm. En esa zona ya se está construyendo un free stall y se están evaluando proyectos por otros cinco. En su caso, Scolari, que posee de 400 a 450 vacas en ordeño, ya tiene un esquema con encierre con calles de alimentación y corrales. Pero su objetivo apunta al estabulado. “Iniciamos un proceso de inversión y tenemos algo intermedio, pero estamos en la línea del estabulado”, explicó. “¿Están para el estabulado?”, le preguntó LA NACION a Sola, de San Carlos Centro. “Todavía falta agrandar más el tamaño de los tambos [el promedio es 150 vacas en ordeño] y hay que tener bien acomodadas todas las variables. Sumar vacas porque sí sólo puede agregar problemas”, respondió.

La inversión a corral y con estabulado Opciones para los tambos en crecimiento Según el asesor Julio Godoy, tener un sistema estabulado puro (galpón con techo y cama de arena o goma) demanda una inversión de 2200 dólares por vaca en ordeño. En tanto, para un esquema de corral abierto, con un piso de cemento de cuatro metros por 60 centímetros de frente, demanda un gasto de 700 dólares por vaca. “En un estabulado puro se producen cinco litros más por vaca que en un corral a cielo abierto y se tienen más costos, como manejo de bosta, mantenimiento de camas, etcétera. Lo que hay que evaluar es si en un país como la Argentina, con diferencias tremendas en el precio de la leche y costos amenazados con inflación, es muy riesgoso invertir 1500 dólares más por vaca ordeño, que es la diferencia de inversión entre los dos sistemas”, indicó el especialista. Para Godoy, si un buen sistema pastoril puede estar en 25 litros por vaca en ordeñe, uno con corral abierto tiene que ubicarse en 30 litros y uno estabulado en 35 litros. “Por mi experiencia, los sistemas a cielo abierto tienen mucha flexibilidad de manejo y económica, siendo nobles en la producción individual y aumento de carga en comparación con los pastoriles. Por el momento se están imponiendo los encierros a corrales que los estabulados”, comentó. A todo esto, Ezequiel Cabona, presidente de DeLaval, indicó: “Hoy en día alojar las vacas bajo un galpón significa una inversión de unos 700 dólares por vaca y si queremos intensificar bajo un free stall en el cual consideramos

las camas, ventiladores, bebidas, cepillos, efluentes estamos hablando de una inversión de 1500 a 2300 dólares por vaca”. Tener uno u otro sistema depende tanto de la capacidad de inversión como de gerenciamiento del productor.

Hacia la intensificación En la actualidad también se presentan pasos intermedios en los cuales los productores realizan encierros parciales o totales de algunos grupos (vacas de alta producción) y, de esta forma, van ajustando su funcionando y ganando experiencia hacia la intensificación. Según los expertos, si se elige un sistema estabulado hay que calcular una superficie total de galpón que oscila entre 8 y 10 metros cuadrados por vaca. “En estos casos, en determinadas condiciones ambientales resulta imprescindible la regulación de la temperatura vía ventilación forzada, tanto por la temperatura como por la humedad relativa. Habría que priorizar la ventilación sobre el corral de espera, siguiendo por el sector de alimentación de las vacas y terminando en los cubículos donde descansan las vacas”, dicen los técnicos. “Vemos una demanda creciente hacia proyectos de intensificación, principalmente en la consolidación de varios tambos en una única unidad productiva que bajo sistemas de estabulación buscan ordeñar una mayor cantidad de vacas con altas producciones individuales”, concluyó Cabona.

Intensificar sólo con personal calificado

El personal y la comida, claves Aconsejan tener en cuenta estos aspectos cuando se planifica un sistema A la hora de intensificar es importante tener bien claro que esto debe conducir a una mayor producción lechera y no a más problemas. “Estabular o encerrar las vacas no es para corregir errores, sino para ser más eficientes en la producción. Si un productor se encuentra por debajo de los 25 litros por vaca por año, puede mejorar un montón de cosas, como la alimentación, sanidad y mano de obra, entre otras, antes que encerrar las vacas”, expresó Julio Godoy, asesor. Un punto clave para tener éxito en la intensificación es la capacitación del personal. “La condición fundamental para tener éxito en sistemas más intensivos es contar con un equipo de gente comprometida con

lo que hacen, cada uno en su sector”, afirmó Ramón Gorosito, asesor.

Paso a paso Gorosito dijo que la intensificación ofrece varias alternativas. “Algunos se podrán decidir por encerrar todos los rodeos (bajo galpón o a cielo abierto), mientras que en otros tambos puede ser recomendable, como hace años que lo vengo haciendo, el encerrar el rodeo de punta, tener un rodeo de producción intermedia con manejo semiintensivo y un rodeo de cola con más pasto en la dieta y muy poca suplementación. Es decir, que convivan en un mismo tambo lo mejor de tres sistemas de alimentación: intensivo tipo los Estados Unidos en el primer tercio de lactancia, tipo

argentino en el segundo tercio (silo, pasto y ración) y tipo neozelandés (base pasto) en el tercer tercio de lactancia.” Para Gorosito, hay que intensificar la alimentación de todas las vacas que estén por encima de los de 28 a 30 litros o que tengan menos de 70 días de paridas. Esto significa dar de comer con una relación de concentrado “voluminoso acorde a los requerimientos de estas vacas, teniendo presente que son las que mejor eficiencia económica de conversión de alimento a leche tienen y que dentro de los 70 días de lactancia estamos definiendo picos de producción, preñez temprana y niveles de producción de leche altos al acercarnos al secado por preñez.”

La lechería argentina está lanzada. Luego de un 2010 considerado sin dudas como el mejor año en décadas en términos de rentabilidad, como consecuencia del buen clima, las muy buenas relaciones con el maíz y la soja, y un precio en tranquera de tambo que viene subiendo, la producción lechera continúa un derrotero productivo más que significativo. Así lo consigna por ejemplo el Centro de la Industria Lechera (CIL) en su encuesta que mensualmente obtiene de las diecisiete industrias más importantes: en el primer cuatrimestre de 2011, el recibo de leche creció 17 por ciento en relación al mismo período del año anterior. No es un dato menor que ya en abril, el mes de menor producción estacional históricamente, la producción esté creciendo en relación a marzo pasado. Pero más allá de estos positivos pronósticos, sólo hay que darse una vuelta por los tambos para darse cuenta de las inversiones y planes de crecimiento que hoy se están llevando a cabo, ante la convicción de sus dueños de que están en un negocio lucrativo y, lo que es más importante, que compite y supera a otras actividades como las agrícolas. Productividades que superan los diez mil litros de leche por hectárea por año permiten competir y superar holgadamente, en la mayoría de las cuencas, a cualquier alternativa como soja o maíz. Esta positiva evolución estaría asegurando –según los principales gerentes de producción primaria– un piso de crecimiento del 5 al 6 por ciento, y si el clima sigue acompañando como hasta ahora, no sería improbable que alcnance un 9 por ciento. Se superaría por

Por primera vez, la lechería se superarían los once mil millones de litros. Pero es necesario mantener la fluidez en el comercio exterior primera vez en la historia los once mil millones. Adicionalmente, el precio de la leche en polvo –el principal producto lácteo exportado por la Argentina– compensa por ahora el progresivo deterioro del tipo de cambio debido a la inflación y a un dólar estancado. Valores en un rango entre los 4000 y 4400 dólares por tonelada de leche en polvo exportada permitirían sostener los actuales niveles de precio al productor. A diferencia de otras épocas, el mayor excedente podrá ser tomado como una oportunidad en lugar de un problema ante un mercado mundial demandante de leche, actualmente “traccionado” por China que este año importaría 400.000 toneladas de leche en polvo, duplicando sus compras en relación al 2009. Los excedente lácteos pueden representar este año el 30% de la producción nacional. Pero esta película con sabor a final feliz requiere de algunas consideraciones para que no culmine todo en otra recurrente frustración lechera. Frente a un consumo nacional de lácteos que se mantiene alto y estable –en alrededor de 200 litros por habitante por año–, será fundamental mantener un ritmo y una fluidez en las colocaciones al exterior para evitar cualquier impacto negativo en el mercado interno. Será menester no caer en arbitrariedades oficiales en el manejo de los permisos de exportación, como ocurriera a principios de año. Aún no se sabe cuál fue la razón por la que durante casi treinta días entre febrero y marzo pasados, no se expidió ninguno de los ROEL, los registro de contratos de compraventa al exterior de lácteos. Durante dicho período ningún producto lácteo fue embarcado. Nadie en el sector se quiere imaginar qué podría pasar si dicha situación ocurriese en la primavera, en el pico estacional de producción. Tampoco es menor el desafío que tiene la producción primaria en materia de competitividad. La brecha entre los tambos que mejor producen y el promedio es demasiado grande como para no redoblar los esfuerzos. Los mejores precios no resuelven los problemas estructurales. La lechería está lanzada. Sólo hace falta que no la hagan tropezar.

El autor es director de Infortambo