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| Domingo 20 De abril De 2014
MI Mundo dIgItaL
Idoia Sota
Periodista española de reconocida trayectoria, Idoia Sota (@ IdoiaSota en Twitter) lidera desde hace un año y medio Acuerdo: una plataforma digital que fusiona las nuevas narrativas con el periodismo de investigación y que propicia, a su vez, la participación de los lectores. A la hora de mencionar cuál ha sido la tecnología que le cambió la vida no duda: el smartphone. Y agrega: “Es la mejor herramienta que ha inventado el diablo”. Aquí, sus favoritos y recomendaciones.
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EL PERFIL
Pietro Parolin, el diplomático vaticano que puede destrabar la intrincada crisis venezolana do ocupaba ese cargo que conoció al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio. Juan Pablo II lo designó en 2002 como “viceministro” de Exteriores del Vaticano y en 2009, tras ser nombrado arzobispo por Benedicto XVI, fue enviado como nuncio a la no fácil Venezuela de Hugo Chávez. Parolin era una figura muy respetada y querida por los embajadores acreditados ante la Santa Sede. Cuando partió hacia Venezuela, tan alta era su reputación que muchos se imaginaron que volvería al Vaticano con un cargo de alta responsabilidad, incluso como secretario de Estado. Aunque pocos se imaginaron que eso ocurriría tan rápido. El hombre que el Papa argentino eligió como número dos, cuando era chico en Schiavon, pueblo de 2000 almas, jugaba a ser cura. “Armaba un altarcito en su casa, él hacía de sacerdote y me obligaba a hacer de monaguillo. Pretendía que respondiera en latín (eran tiempos preconciliares), pero como no le pegaba una, al final él hacía los dos roles”, contó Vinicio, un amigo de infancia, al diario Il Giorno. Cuando le preguntaban qué iba a querer hacer de grande, él, entonces de cinco o seis años, respondía sin dudar: “el Papa”. Nacido en una familia católica de origen campesino, su padre, Luigi, dueño de una ferretería, murió cuando él tenía 11 años. Tres años después, a los 14, entró en el seminario de Vicenza. Parolin suele volver a Schiavon –donde todo el mundo lo llama “don Piero”– al menos dos veces al año, para visitar a su mamá, Ada, y a sus dos hermanos. Entonces, vestido de clergyman, se mezcla con la gente, se ríe, hace bromas, visita a ancianos y a enfermos y habla con todos en dialecto véneto. Discreto, reservado, pero afable, normal, sencillo, abierto al diálogo –muy “bergogliano”, como algunos dicen ahora–, Parolin es conocido por sus grandes habilidades diplomáticas. Nadie se olvida que durante los siete años que trabajó como “viceministro” de Exteriores, fue el negociador principal de la Santa Sede en asuntos más que delicados, entre ellos la República Popular China –país con el cual el Vaticano no tiene relaciones–, Israel y Vietnam. Cuando se reunió por primera vez, siendo flamante secretario de
Número dos de la Iglesia, alejado de las internas de la curia, fue negociador con China, Israel y Vietnam, y nuncio en Venezuela Elisabetta Piqué
CORRESPONSAL EN ITALIA
E
ROMA
s el número dos del Vaticano, la mano derecha de Francisco y el hombre que ahora todo el mundo mira como una pieza esencial para destrabar uno de los rompecabezas más complejos del tablero latinoamericano: el conflicto en Venezuela. Pietro Parolin, creado cardenal por Francisco en el consistorio del 22 de febrero último y designado secretario de Estado del Vaticano el 31 de agosto pasado, estuvo cuatro años al frente de una nunciatura “del fin del mundo”, en Caracas. Nicolás Maduro lo quiere ahora como mediador o “testigo de buena fe” en el difícil proceso de diálogo recientemente iniciado con la oposición. Sabe que Parolin, definido un “cura de frontera” con enorme experiencia diplomática, tiene todas las credenciales para cumplir con éxito ese rol. Quienes conocen a Parolin –que con 58 años se convirtió en el secretario de Estado más joven desde los tiempos de Eugenio Pacelli (que luego sería Pío XII, pero fue secretario de Estado a los 54 años)– no sólo ponderan su gran experiencia diplomática sino también, y sobre todo, su espiritualidad y su corazón de pastor, características que lo convierten en alguien muy parecido al primer papa jesuita de la historia, con cuyo estilo y mirada sobre la política está totalmente alineado. Parolin, en efecto, es un hombre de perfil bajo, siempre sonriente, con poca escolta alrededor, que nunca fue parte de lobbies, cordadas o grupos de poder de la curia romana. “No es una persona para nada ambiciosa y es muy humilde”, destacan. “Francisco ha elegido como su segundo a una persona de excepcional integridad, inteligente, discreta, un hombre de Iglesia”, dijo un prelado que trabajó con Parolin durante muchos años. “Es un hombre de diálogo, capaz de construir puentes, muy
espiritual, profesionalmente competente y leal a la Iglesia”, comentó un ex embajador europeo ante la Santa Sede. “Es la mejor combinación de cura y diplomático que jamás vi, aunque, ante todo, es un cura”, subrayó otro. Con la designación de Parolin, una persona que conoce perfectamente la curia y también la realidad de la Iglesia en los 180 países con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas, Francisco confirmó ese rumbo renovador, de cambio, de su pontificado. La “revolución” del papa argentino, de hecho, reside en querer transformar la curia romana en una estructura ágil, que esté al servicio de la Iglesia, y ya no de poder, con funcionarios no obsesionados por hacer carrera, sino con curas técnicamente hábiles en sus roles. En este sentido, llamó la atención, por su estilo humilde, parecido al de Francisco, la declaración de Parolin –que tiene una muy buena relación con la prensa– difundida por el Vaticano el día de su designación como secretario de Estado. “Deseo expresar mi profunda y afectuosa gratitud al Santo Padre, por la inmerecida confianza en mí que está demostrando y manifestarle renovada voluntad y total disponibilidad a colaborar con él bajo su guía por la mayor gloria de Dios, el bien de la Santa Iglesia y el progreso y la paz de la humanidad”, escribió Parolin. Regreso y ascenso Nacido el 17 de enero de 1955 en Schiavon, cerca de Vicenza, al noreste de Italia, ordenado sacerdote en 1980 y licenciado en derecho canónico, Parolin ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede en julio de 1986. Conocedor de varios idiomas (además de italiano, habla francés, inglés y español), trabajó en las legaciones pontificias en Nigeria y en México, y desde 1992 en la sección de la Secretaría de Estado que se ocupa de las relaciones con los Estados. Fue justamente cuan-
quién es b Nombre y apellido Pietro Parolin b Edad 58 años b Experiencia Ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede en 1986. Trabajó en Nigeria y México, fue viceministro de Exteriores del Vaticano y nuncio en Venezuela por cuatro años, durante la época de Chávez. b Mano derecha Francisco lo nombró secretario de Estado en agosto pasado y cardenal, en febrero de este año.
Estado, con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el 13 de diciembre pasado, Parolin llamó a construir juntos “una humanidad en la que la fuerza del poderoso compense la debilidad del pequeño”, “una humanidad en la cual la fuerza del débil le ponga remedio a la debilidad del poderoso”. En línea con el primer discurso que dirigió Francisco a los embajadores acreditados ante la Santa Sede, el 22 de marzo del año pasado, hablando en francés, Parolin también aseguró que “tenemos que mostrar que la paz es posible, que no es una utopía, sino un bien concreto que viene de Dios y que podemos contribuir a construir gracias a nuestro compromiso personal y solidario”. Para ello, “es necesario trabajar juntos en la creación de una verdadera cultura de la paz, respondiendo con valentía a los desafíos que ponen en peligro una coexistencia auténtica entre las personas y los pueblos”, destacó. Aunque el Papa quiso que estuviera a su lado, en el Vaticano, Parolin no olvida los años vividos en Caracas. Y desde esa “nunciatura del fin del mundo” y con su gran experiencia y mirada política, puede llegar un aporte crucial para que la paz social esté un poco más cerca en Venezuela. ß
reaLIsMo trágIco (en dos MInutos)
Barras bravas, del choque al amparo Diego Sehinkman PARA LA NACION
d
etrás de todo gran hombre (o de 650 hombres grandotes, pertenecientes a 38 barras bravas) hay una gran mujer: Débora Hambo, asesora legal de Hinchadas Unidas Argentinas (HUA). Como sus muchachones corrían riesgo de no poder entrar a Brasil a ver el Mundial por tener muchos de ellos antecedentes penales, la doctora metió un amparo para que el Estado argentino no pueda brindarle esos datos comprometedores a la policía del país organizador y a Interpol. Sin esos datos, no se les puede prohibir la entrada. ¿Cómo le fue a la doctora Hambo en la “justicia cautelar”? Bárbaro. Le hicieron lugar al amparo. Hambo lo logró y ahora es la segunda “exitosa abogada” que los
barras tienen a favor. Decimos la segunda porque la primera es la que en 2012 los retrató con épica desde una cadena nacional: “Colgados del paraavalanchas y con la bandera, nunca mirando el partido, porque no miran el partido, arengan, arengan y arengan; la verdad, mi respeto para todos ellos”. Hinchadas Unidas Argentinas es una ONG (sí, leyó bien, una ONG) nacida en 2009 para “hermanar” a las distintas barras de diversos clubes de fútbol y bajar el nivel de violencia. Pero, en rigor, HUA no es una ONG. Es una UTE del delito. Distintas “empresas/barras” se juntan transitoriamente para desarrollar una actividad específica: apoyar políticamente al Gobierno a través de banderas estratégicamente colgadas en la tribuna. Y si las circunstancias así lo requieren, hacer de fuerza de choque.
Todo les sale bien a los barras, porque a las dos “exitosas abogadas” se les agregó una tercera mujer: la jueza federal subrogante Cecilia Gilardi Madariaga de Negre. Aquí está ella y su prosa: “Hágase saber al Estado nacional –Ministerio de Justicia y Derechos Humanos– que deberá abstenerse de brindar los datos personales del actor y los que obren en diferentes registros nacionales, a la República Federativa del Brasil y/o Interpol Brasil, en el marco del acuerdo de colaboración, suscripto entre ambos países en ocasión de celebrarse el Torneo Copa del Mundo FIFA 2014”. Y se aseguró su caja de Garotos. Abogada mujer que apoya a los barras. Jueza mujer que apoya a los barras. Qué curiosa variante de la violencia de género. El creador de Hinchadas Unidas Argentinas es un dirigente kirch-
nerista llamado Marcelo Mallo. La agrupación es la responsable de que se hayan visto tantas veces banderas que dicen “Kirchner vuelve” en distintos estadios. La página de Internet losborrachosdeltablon.word press.com revela los siguientes textuales del emprendedor Mallo: “Los hinchas de Chacarita son de 21 villas. Si se convierten en dirigentes sociales y trabajan en los barrios, mañana serán herramientas que tiene el Gobierno a disposición. Acá tenés votos”. El periodista Gustavo Grabia, uno de los expertos en el tema, lo resumió así: “El Gobierno armó un plan con clubes de primera ofreciéndoles planes sociales y apoyo para ir al Mundial de Sudáfrica para 280 barras, a cambio de apoyo publicitario en las canchas y de tropa en las calles”. Tan fuerte era el vínculo de Mar-
celo Mallo, líder de Compromiso K –la agrupación de Rudy Ulloa– con el Gobierno, que durante el velatorio de Kirchner se lo vio parado junto al féretro, en un sector de acceso ultrarrestringido. Pero el vínculo con el kirchnerismo se lesionó cuando la cúpula de Hinchadas Unidas fue deportada de Sudáfrica por los incidentes que provocaron. Por eso, transformados ya en una fuerza de
choque en alquiler, coquetearon con varias agrupaciones políticas. El Frankenstein al que le dio vida el Gobierno ahora tiene vida propia. Y camina, lento pero seguro, rumbo a Porto Alegre, Brasil. Los muchachos del paraavalancha están tranquilos. La cautelar está agarrada de la bandera. No se cae.ß Twitter @diegosehinkman