NOTAS
Sábado 5 de junio de 2010
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EL ESTREMECEDOR DOCUMENTAL SOBRE EL HIJO DEL NARCOTRAFICANTE PABLO ESCOBAR
Pecados de mi padre MARIO VARGAS LLOSA PARA LA NACION
MADRID A televisión ha sido un extraordinario invento, ya lo sabemos, pero ha sido también un formidable desperdicio, pues, en lugar de contribuir a elevar la cultura y la sensibilidad de todo el mundo, ha banalizado, frivolizado y –me atrevo a decir– aumentado el nivel de imbecilidad en un gran número de seres humanos, a quienes las imágenes de los programas más exitosos de la pequeña pantalla, dechados de vulgaridad, chismografía y amarillismo periodístico, exoneran de preocupaciones, inquietudes espirituales e intelectuales y hasta de la incomodidad de pensar. Esto se hace sobre todo evidente por contraste, cuando aparece un programa capaz de aprovechar la televisión para enriquecer la información, el conocimiento o el placer de los televidentes de una manera realmente original y creativa. Yo recuerdo algunos de ellos, que sobresalían olímpicamente sobre el piélago de chabacanería e idiotismo en que de costumbre chapalean sus congéneres: Panorama, de la BBC, que cada semana ofrecía una investigación novedosa y profunda sobre un tema político de actualidad en el Reino Unido y en el mundo; Apostrophes, de Bernard Pivot, que pasaba revista cada semana a la actualidad literaria en Francia con tanta sutileza, inteligencia y amenidad que era visto por millones de televidentes; 60 Minutes, de la CBS, que en tres o cuatro secuencias de apenas trece minutos cada una ofrece una síntesis fascinante de los hechos y personajes más destacados de la escena internacional. Pues el documental Pecados de mi padre, largometraje de hora y media de duración, dirigido por el argentino Nicolás Entel, que exhibió hace unos días la televisión en España, me recordó los mejores logros televisivos de que guardo memoria y, una vez más, me hizo lamentar la utilización que suelen dar los productores y canales a un medio que, en manos diestras e íntegras, puede explorar la realidad circundante de una manera vívida e íntima, encontrar en el caos que ella representa un orden que la haga inteligible y, de este modo, no sólo interesarnos y conmovernos como lo haría un gran libro de ficción, sino ilustrarnos de manera muy certera sobre las verdades y las mentiras del mundo en que vivimos. Decir que Pecados de mi padre es la historia de Sebastián Marroquín, el único hijo varón de Pablo Escobar, el más famoso narcotraficante de Colombia, con un prontuario de fechorías y hechos violentos sin parangón, que han generado en torno de su nombre una verdadera mitología, es decir muy poca cosa. Porque, la confesión del joven protagonista de este documental, más que un testimonio sobre el horror y la sangre en que transcurrió su vida y la de su madre y su hermanita menor –los tres sobrevivieron de milagro a un atentado de enemigos de su padre que hicieron explotar el edificio Mónaco,
aire, mientras Sebastián Marroquín, con voz estrangulada, explica lo que siente y lo que ha sentido todos estos años ante esa locura homicida que rodeó su infancia y juventud y todos los estragos que sembró en torno su padre. La cámara tiene en estos momentos esa misteriosa facultad que le imprime el talento de un buen realizador: la de escudriñar por debajo de las palabras y los gestos la verdad o la mentira del personaje que está frente a ella, la de delatar sus imposturas o refrendar su sinceridad. En la incomodidad que trata de vencer, en el temblor de la voz, en lo huidizo de su mirada, en la tensión que lo embarga, en el sollozo que trata de contener, es evidente que aquello que Sebastián dice a los hijos
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Reprimir el narcótrafico no tendrá otro efecto que causar más víctimas inocentes y aumentar los precios de la mercancía
REUTERS
Nicolás Entel, director del documental Los pecados de mi padre, con Sebastián Marroquín, hijo de Pablo Escobar
La confesión de Marroquín, más que un testimonio sobre su vida, es la radiografía de la violencia que vivió Colombia donde vivían, con 700 kilos de dinamita–, es la radiografía más persuasiva y más dramática del fenómeno de la violencia que vivió Colombia en los años ochenta y los noventa por las guerras entre carteles de la droga y las que libraban todos ellos con las fuerzas del orden. En la macabra danza participaban millones de millones de dólares mal habidos y decenas de cadáveres, atentados terroristas, secuestros, inseguridad, caos, y sobre todo ello, tronaba la figura, odiada por sus crímenes y latrocinios y adorada por sus derroches populistas –como construir un zoológico feérico en su tierra antioqueña y regalar cinco mil viviendas a los pobres que vivían en los basurales de la ciudad– de Pablo Escobar, quien finalmente fue abatido por la policía en 1993.
RIGUROSAMENTE INCIERTO
Los bemoles que tiene ser mujer NORBERTO FIRPO
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PARA LA NACION
ESDE que alcanza la adultez, la mujer de hoy está casi conminada a manejar un repertorio de obligaciones mucho más amplio que el de cualquier varón. Por algo (por eso) ella es más vulnerable al estrés y a los riesgos que entraña el estrés perpetuo, o sea la vida en estado de histeria. Un concepto semejante acaba de ser refrendado por la Fundación Favaloro, en coincidencia con el que formulan sociólogos de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos: el progreso sociocultural alcanzado por las mujeres no les reporta más felicidad ni la certeza de saberse realizadas, más o menos conformes con su destino. Esos progresos dignifican la condición femenina, pero tan cierto como eso es que las mujeres deben afrontar problemas antes impensados. Sí, claro, ahora muchas gozan de relativa soberanía económica, pero tan positivo paso adelante descubre, a la vez, una realidad afrentosa: este diario informó que, a iguales funciones, responsabilidades y nivel educativo, ellas ganan el 14,2 por ciento menos que los varones. Un dato todavía más revulsivo es éste: según el Banco Interamericano de Desarrollo, la brecha salarial obedece también a razones étnicas, casi siempre debidas al color de la piel, a diferencias de linaje. Que la felicidad es una utopía polifacética, que se presta a ensueños y vanas ilusiones, lo
demuestra el hecho de que cada vez más chicas adolescentes, que anteayer dejaron las muñecas, ansían someterse a implantes, a rinoplastias, a lipoaspiraciones… LA NACION publicó declaraciones de un cirujano plástico de la Capital Federal que había atendido, días antes, a una chica de escasos 14 años, deseosa de abultar sus glándulas mamarias con prótesis de siliconas. ¿Acaso las mujeres son más inconformistas que los varones? Parece que sí: a mediana edad, sufre estrés el 40 por ciento de las damas, en tanto que el porcentaje de varones estresados se ubica en la mitad. Expertos de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés dicen que ciertos modelos engañosos, de esos que se enquistan como parásitos, perturban muy especialmente a las mujeres. ¿Y quiénes proveen esos modelos? La televisión y la moda, con sus lindos ajuares concebidos para muchachas que parecen palos de escoba. En su habitual columna de los martes, la que tituló “Los avisos no reflejan la identidad real de la mujer”, Alberto Borrini se pregunta: “¿Son las mujeres tan independientes, sensuales y atrevidas como las pintan los medios de difusión, las películas y los avisos publicitarios?” No, desde luego. Con más frecuencia que los caballeros, ellas visitan espejismos y suelen caer en la trampa de los falsos paradigmas. Caramba, tiene sus bemoles, hoy en día, eso de ser mujer. © LA NACION
Su hijo, de quince años, anunció ese mismo día por la radio que vengaría a su padre, matando a sus ajusticiadores. Pero pocos días después se desdijo, pidió perdón por sus amenazas y juró que renunciaba a continuar en ese paroxismo de violencia que desangraba a su país. Uno de los grandes méritos del documental de Nicolás Entel es probar de manera inequívoca que el hijo de Pablo Escobar cumplió este juramento. No fue fácil. El y su madre debieron huir de Colombia, una vez que consiguieron que un juez aceptara cambiar sus nombres, y, luego de una fuga cinematográfica por Ecuador, Perú, Mozambique y Brasil, recalar en Buenos Aires, donde, no sin tropiezos –incluida la cárcel, donde la viuda de Escobar pasó un tiempo acusada de lavado de dinero, y de ser esquilmados por un contador que descubrió su verdadera identidad y pretendió chantajearlos– poco a poco fueron rehaciendo su vida y alcanzando una cierta normalidad. Ahora, la viuda se gana la vida vendiendo inmuebles y Sebastián Marroquín como diseñador de interiores. ¿Cómo convenció Nicolás Entel a Sebastián Marroquín para que desnu-
dara su vida ante la cámara? Es decir, para que aceptara volver a una riesgosa actualidad a la que él y su familia habían evitado con tanto empeño todos estos años. Probablemente, la razón es la que el hijo de Escobar esgrime en el documental: por más que uno trate, no es posible huir de su pasado. La única manera de dejarlo atrás es enfrentarlo, con valentía y lucidez. El lo hace, de una manera intensa y desgarrada. Pide perdón a todas las víctimas de Pablo Escobar y sus pistoleros, y sus palabras tienen un acento verídico, no truculento, y parecen expresar una voluntad de expiación adquirida en largos años de reflexión y sufrimiento. El cráter del documental es el encuentro del hijo de Pablo Escobar con los hijos de dos políticos colombianos asesinados por los sicarios del jefe del cartel de Medellín: el ministro Rodrigo Lara Bonilla y el candidato presidencial Luis Carlos Galán. Sebastián Marroquín les escribió primero, pidiéndoles perdón, y esas víctimas, a quienes la muerte violenta de sus padres destrozó la vida, se lo concedieron y aceptaron reunirse con él. Eriza la espalda el instante en que se reúnen y conversan. Hay una tensión que corta el
de Lara Bonilla y de Galán de veras lo siente. Ellos lo entienden así y por eso su respuesta es no menos auténtica. Aunque Pecados de mi padre no es un documental específico sobre el narcotráfico, éste es el ámbito sin el cual nada de lo que refiere hubiera pasado, la razón última de esa orgía de dinero, violencia y crueldad que sacudió entonces a Colombia y ahora sacude a México y está echando sus tentáculos por toda América latina. Y una de las conclusiones que naturalmente transpira del trabajo de Entel es la ilusión de querer combatir aquel flagelo con jueces, policías, calabozos, prohibiciones y sentencias. Hay demasiado dinero en juego, un mercado tan ferozmente grande para las drogas que éstas, de manera inevitable, serán producidas, distribuidas y comercializadas, mientras haya consumidores que las reclamen y estén dispuestos a pagarlas. La represión no tendrá otro efecto que causar más víctimas inocentes y aumentar los precios de la mercancía prohibida, lo que significa que quienes mueven los hilos del negocio de la droga ganarán más, y tendrán mejores armas para matar y más dinero para sobornar y corromper, de modo que la violencia continuará y las instituciones y los gobiernos irán siendo progresivamente corroídos por ese ácido hasta que las democracias se vacíen de contenido y sólo quede de ellas un embeleco falaz Porque lo cierto es que el narcotráfico dejó ya de ser hace tiempo un asunto policial. Ahora, por las proporciones que ha alcanzado, las sumas vertiginosas de dinero que maneja, el poder social y político que de ello se deriva, ha pasado a ser un problema esencial del que depende la supervivencia o el desplome de los regímenes democráticos de América latina. © LA NACION
China también se inquieta EMILIO J. CARDENAS PARA LA NACION
PEKIN LEGUE a China con alguna preocupación. La bolsa de Shanghai estaba en el nivel más bajo de los últimos ocho meses. Y alguna razón debía haber para que ese fuera el humor de los inversores en un país notable que ha crecido ininterrumpidamente al 10% anual por espacio de tres décadas, y que, además, creció el primer trimestre de este mismo año el 11,9%, como consecuencia de un fuerte aumento anticíclico del financiamiento público disponible. En 2009, fue nada menos que del 32%, y se volcó fundamentalmente hacia la construcción. Así se logró el objetivo de reactivar la economía a pesar de la contracción provocada por la crisis mundial del 2008. No sorprende, entonces, que el turismo chino esté en aumento. Unos 500 millones de chinos viajaron al exterior el año pasado, lo que evidencia un salto cualitativo notable en el nivel de vida. Esa cifra crecerá unos 60 millones este año. La cuenta corriente del turismo ha comenzado a ser deficitaria por primera vez en la historia china reciente. El saldo de la balanza comercial china ha vuelto a ser ajustadamente positivo en el mes de abril, después del llamativo déficit mensual de marzo, el primero en seis años. En China, la inversión anual total es de nada menos que el 41% del PBI. Cada día comienzan a operar unas 300 nuevas fábricas. Un 35% de ellas es de propiedad de inversores extranjeros. El consumo doméstico tiene un enorme potencial para crecer, pese a la significativa capacidad de ahorro de los chinos, que supera el 40% de sus ingresos y a que las desigualdades de ingresos comienzan ya a ser evidentes. Los ingresos del 10% más rico de los chinos es 23 veces más alto que el del 10% de menores ingresos. Los de los más altos ejecutivos de las empresas estatales son 128 veces mayores que los de todos los chinos en promedio. En parte, esto es así como consecuencia de una corrupción endémica y generalizada que el gobierno trata de combatir sin éxito. Se habla de unos 703 billones de dólares “negros” que circulan en la economía. Las cifras oficiales indican que el precio de la propiedad inmueble urbana creció fuertemente el año pasado, un 12,8%. En algunas ciudades
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el salto fue aún mayor: del 64,3% en Haikou, del 58,2% en Sanya y del 26,1% en Wenzhou. Por esto, el gobierno chino puso en marcha, el 16 de abril pasado, un paquete de medidas para tratar de contener el alza de los precios, producto de la especulación inmobiliaria. Entre ellas, aumentar fuertemente el componente de contado exigido en las compras de las segundas viviendas, llevándolo al 50% del precio; restringir las ventas preconstrucción, no financiar las terceras viviendas y elevar los requisitos de reserva a los bancos para estas operaciones, por tercera vez en el año, llevándolo al 17%, de manera de disminuir la liquidez de las instituciones financieras. Además, ha ordenado a los entes estatales de todos los niveles retirarse del mercado de los desarrollos inmobiliarios.
El gobierno chino puso en marcha un paquete de medidas para tratar de contener el alza de precios y la especulación Como consecuencia de todo esto, los precios parecen haber comenzado a caer, pero es aún demasiado temprano para saber si la corrección ha sido o no suficiente. El índice de precios al consumidor chino trepó al 2,8% en abril. Esto es un preocupante salto del 0,4%, en sólo un mes. Los precios de los alimentos, impulsados por los de las verduras, crecieron un 5,9% anualizados. El índice de precios mayoristas, por su parte, creció un 6,8% en abril. El salto mensual fue, en este caso, del 0,9%. Los analistas privados chinos sostienen que estos guarismos pueden ser algo inferiores a los que ellos manejan. Nada dramático, pero inferiores. Si esto no cambia, el Banco Central deberá aumentar las tasas de interés, que hoy son claramente negativas. Para muchos, esto ocurrirá indefectiblemente antes de fin de año, lo que enfriará la economía y moderará el ritmo de crecimiento, con sus obvias consecuencias, externas e internas. China, que este año ha sufrido una fuerte sequía en el oeste y sur del país, subsidia fuer-
temente a sus productores agropecuarios. Es un país proteccionista en ese sector, como lo son la Unión Europea, EE.UU. y Japón. Cada año destina un importe del orden de los 16,9 billones de dólares para esos subsidios. Buena parte de ellos se destinan a la producción de arroz, algodón y maíz. Pese a esto, el ingreso per cápita en el sector rural es de menos de un tercio del que corresponde al sector urbano, lo que está expulsando población del agro y generando un fuerte éxodo hacia las ciudades, que probablemente sea ya la migración interna más importante de la historia. La producción cerealera china, cabe señalar, ha crecido constantemente durante seis años consecutivos; superó los 500 millones de toneladas en los tres últimos ejercicios. De 2003 a 2007, las exportaciones agrícolas chinas crecieron al sólido ritmo del 14,3% anual, por lo que superó el crecimiento de la demanda mundial de alimentos, que en ese período aumentó, año tras año, un 13,6%. Por esto, China es ya el quinto exportador mundial de alimentos. Los productos de su agro conforman nada menos que el 24,3% de las exportaciones totales del país. Esto debería ser una alerta para el futuro de las exportaciones agropecuarias argentinas, que ciertamente nos debería impulsar a no descansar y tratar de aumentar nuestra productividad constantemente. China tiene, queda visto, dos cuestiones inmediatas por resolver en el plano de la economía: evitar que explote una burbuja inmobiliaria urbana, que ha estado creciendo, y controlar la inflación, sin provocar deflación. Con un margen enorme de recursos a su disposición y con un Estado que cree tener todas las herramientas en sus manos, la tarea debería ser exitosa. Pero, pese a que el futuro no parece sombrío, el tamaño de la economía de China –que más que un país es un continente– obligará a seguir de cerca la evolución de la política que ha comenzado a desplegarse. En juego está el ritmo de crecimiento de la que hoy es la locomotora de su región y, con ésta, la del mundo. De pronto, ambas pueden, por un rato, perder tracción. © LA NACION El autor fue embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.