PASANDO PAGINA

pondrá de mala hostia ! ¡ Venga, vamos a tomar un coche de alquiler, as⎨ podremos movernos sin interferencias !" Me acerqu⌈ a la oficina de "Hertz" y le ped⎨ ...
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EL

EMBARCADERO

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....Regres a casa otra vez galvanizado por la nueva esperanza que Osvaldo haba sabido infundirme en el alma, y aunque estuviera un poco decepcionado por la experiencia anterior, debido al sue〉o - enseguida interrumpido - de participar en la construcci⌠n de una aldea turística en la costa 5

de Malindi, mi deseo por sembrar mis raíces definitivamente en Kenya, era todavía inmenso.

“ ¡ Yo sé que desde hace años sueñas con mudarte a Kenya a vivir y creo que tengo algo muy bueno entre las manos, lo cual te podría dar la posibilidad de establecerte por allá !” - Dijo Osvaldo sonriendo complacido, al brindarme algo que de seguro yo le agradecería " Durante mi viaje a Kenya tuve la ocasi⌠n de conocer gente importante de Malindi y uno de ellos resultó ser el director del " Tropical Village ", con quién charlé ampliamente, y durante la conversación tuve la ocasión de ponerlo al tanto de mi experiencia profesional, a propósito de lo cual me brind⌠ la posibilidad de venderle varias máquinas de caf, ya que las necesita para montarlas en los varios bares que tiene en su centro turístico ! “ ¡ Tú vendes y yo reparo ! ¿ Qué te parece ? ” “ ¿ ¡Que qué me parece ! ? ¡Caray, no sería mal como inicio !” - Le respond con cálido entusiasmo Para mí lo máximo era poner en Kenya una actividad comercial que operase en el área de mi sector profesional, en el cual estaba muy preparado, así que sin 6

reflexionar m〈s de tanto le respond que fijara sin falta el da de nuestra salida. Me llam⌠ dos das despus para comunicarme que ya haba reservado dos plazas en el vuelo para Kenya, la salida estaba prevista para el trece de marzo y volaríamos desde el aeropuerto “Orio al Serio” con un avi⌠n de la " Kenyan Airlines ", directo a Mombasa. Llor de felicidad al recibir la noticia, porque otra vez veía perfilarse en el horizonte la posibilidad de volver a empezar algo que - de seguro - me devolvería la sonrisa y las ganas de juntar las piezas desparramadas del rompecabezas de mi vida. Todavía llevaba en el coraz⌠n la certeza de que ponerme de nuevo en marcha era bastante sencillo, porque la positividad que siempre me haba distinguido, aún no me haba abandonado, a pesar de haber coleccionando varios fracasos en los últimos tiempos. Nunca en mi vida haba tenido un período tan largo de inoperancia y cuatro mεses sin hacer nada me parecían demasiado, as que no veía la hora de ponerme de nuevo en acci⌠n. Hubiera sido maravilloso empezar de verdad a vivir en aquel "paraíso terrenal", en donde me sentía parte de su naturaleza libre y de su viento, que sin conocer barreras acariciaba sus vastas praderas. Yo probaba una entra〉able y extra〉a sensaci⌠n de bienestar y nunca me había sentido solo a pesar de su inmensa soledad, al contrario, me había sentido como un le⌠n, nico e incomparable rey de aquella maravillosa tierra, en donde con cada respiro de su aire sentía el olor que sólo Africa emana; esta sensación era tan 7

entrañable como los atardeceres cobijados por la sombra de un “baobab”, en donde sentado a sus pies, podía admirar el planear de las aves sobre la resaca del mar, haciéndome sentir poeta inspirado y agradecido. Era como un sue〉o bellísimo, ¿ cómo no podía desear que ésta fuera la gran ocasi⌠n en la cual mi estrella volviera a brillar ? Aterrizamos a las ocho de la mañana y para no perder ni un solo minuto de nuestro primer día, tratamos de salir del aeropuerto antεs de los dem〈s, corriendo hacia el control de pasaportes. Una vez fuera, nos dirigimos a la camioneta de “Francorosso Internacional Viajes”, aparcada en la espera de sus clientes, y me acerqu al chofer para pedirle un pasaje extraordinario, visto que llevaba nuestra misma direcci⌠n, pero el intento fue inútil, recibimos un seco ¡no! por respuesta. " ¡ Est〈 bien, no ser〈 este peque〉o percance el que me pondrá de mala hostia ! ¡ Venga, vamos a tomar un coche de alquiler, as podremos movernos sin interferencias !" Me acerqu a la oficina de "Hertz" y le ped al empleado un "Suzuki" todo terreno, pero si mi ingls no era perfecto, el del sonriente y amabilísimo empleado de Hertz, era aún peor, se limitaba a: " ¡ Yes Sir ! Okay Sir ! No problem Sir !"

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Conclu el trato por seiscientos dólarεs por semana y sabiendo que el gasto sería totalmente de mi cuenta, ya que mi compa〉ero de viaje jamás tendría el detalle de dividir los gastos, simplemente porque siempre acostumbraba a hacerse el portugus con todos. Nos dirigimos al aparcamiento de Hertz para tomar posesi⌠n del Suzuki, pero el nico coche que estaba a nuestra disposici⌠n era un achatarrado Nissan, nada parecido a lo que habamos pedido. Ante mi reclamo, y siempre alternando sonrisas a la frase " No problem Sir ", el empleado me diο la direcci⌠n de la oficina central la cual tena su ubicaci⌠n en el centro de Mombasa, pero ¿ qué poda hacer ?... Todavía no haba conducido con el volante a la izquierda y tampoco saba ubicarme en Mombasa, pero si hubiésemos aguardado en el aeropuerto a que nos llevaran nuestro todo terreno, hubiéramos perdido toda la ma〉ana, as que tuvimos que aceptar la opci⌠n ofrecida por el hombre de Hertz. Encontramos bastantes contratiempos antes de poder cambiar nuestro medio de transporte y seguir a destino, pero todo pasaría, al igual que este nuevo desafío. Descubrir de nuevo Mombasa, y esta vez manejando por la izquierda, era un verdadero reto, el tráfico era caótico y desordenado en medio de una gran cantidad de extra〉os y variados medios de locomoci⌠n, lo cual me distraía y me confundía acerca de la direcci⌠n a tomar, obligándome a cruzar por donde no quería y a transitar por el mismo barrio varias veces. Mientras aguardaba al lado de una acera de la avenida 9

Yomo Kenyatta, debido a la luz roja de un semáforo, repentinamente capturó mi atención una escena escalofriante que se desarrollaba al lado de una monta〉a de desperdicios, la cual me hizo pasar un trago amargo. Junto a los perros que escarbaban en medio de la basura vi a un hombre, quien gruñendo más fuerte que sus contendientes, les indicaba de renunciar al triste bocado, que a juzgar por el aire maloliente e irrespirable y debido al tórrido calor de la mañana, estaría en avanzado estado de descomposici⌠n. Tan pronto como logr salir del centro de la ciudad me dirigí rumbo a " Fort Jesús " para pararnos a fotografiar los nicos vestigios restantes del período colonial Portugués, pero al llegar all, tuvimos la agradable sorpresa de encontrarnos con un grupo de francεσes quienes realizaban un servicio fotográfico a unas maravillosas modelos, as que nos quedamos m〈s de una hora para ver como se desenvolvía aquella placentera tarea. Finalmente dejamos Mombasa y fue cuando pude empezar a relajarme y a conducir de manera m〈s desenvuelta, disfrutando de la vista interesante de aquel folklórico paisaje. Los ciento diez kilómetros que dividían Mombasa de Malindi se podían recorrer en dos horas, si se tenía la suerte de no tener que esperar el ferry que conecta la carretera en un sitio llamado " Kilifi Creek "; los ferrys eran sólo dos, uno iba y el otro vενα, pero entre uno y el otro había casi siempre una espera de media hora, as que cuando esto sucedía, la gente aprovechaba para hacer compras o simplemente curiosear entre las varias mesitas de los vendedores, quienes exponían toda clase de mercancía y 10