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os murales como parte del paisaje urbano Distintos protagonistas del arte callejero en Argentina comparten su visión acerca del mensaje y la función que tienen las obras para la comunidad, sus características en relación a las de otros lugares, y cómo se plasman las ideas en espacios cada vez más poblados.
Hay quienes los miran desde arriba del tren o al pasar con el auto, y hay quienes los marcan en el mapa, toman la cámara de fotos y los salen a buscar por los barrios. Quieren verlos de cerca, sentir el olor a pintura y la textura con sus manos. En los últimos años, Argentina se ha convertido en una de las capitales del arte urbano, ya sea a modo decorativo, con mensaje social o político, y hasta como una nueva forma de publicidad. Criticados o estimulados, son una expresión social y de acercamiento del arte a la gente. Santiago y Pedro Panichelli Márquez son hermanos. Los dos han estudiado, dan clases de dibujo y pintura y hace muchos años que dejan sus huellas en el paisaje de la provincia de Buenos Aires como Grupo Presente. Al momento de esta conversación, están trabajando en una enorme pared de un supermercado en el barrio de Carapachay con la intención de contar en imágenes la historia del lugar. “Nos pidieron que el trabajo refleje el barrio y a su gente a modo de homenaje. De acuerdo a eso, elegimos algunos elementos puntuales como
los inmigrantes, el tren de Carapachay, la Torre Independencia -también conocida como torre Ader- y una imagen más actual de la plaza Sarmiento, y armamos una composición a la cual le hicimos una variante de color más vibrante que vincule un poco todos esos elementos”, explican sobre las figuras que van apareciendo sobre el fondo blanco. Una obra de este tamaño lleva varios días y elementos como andamios y cuadrículas, que se suman a los pinceles, guantes, la paleta que guarda registro de cada color que van formando, y la música que acompaña siempre. Santiago y Pedro son prolijos, no son los típicos pintores que ostentan la ropa manchada y la cara salpicada como heridas de guerra. No hace falta. A la hora de empezar a planear un mural, una de las primeras cuestiones a tener en cuenta es el formato de la pared a pintar ya que, en relación a las dimensiones, pensarán una idea que se amolde lo mejor posible al lugar. “Las temáticas que trabajamos están íntimamente ligadas a nuestras experiencias -tanto
Foto: Grupo Presente
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Foto: Raúl Orosco
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individuales como grupales-, charlas y diálogos. Es un poco la idea de cómo percibimos la vida y qué interpretamos de ella. A raíz de eso, a veces en el momento menos esperado, aparecen las imágenes que grafican alguna situación particular”, cuentan los jóvenes artistas que suelen terminar sus obras con una frase inspiradora que puede ser tanto de Mahtma Ghandi como de Atahualpa Yupanqui, siempre que quien pase caminando pueda detenerse a reflexionar. “La función propiamente dicha está en cada persona que lo ve. Si le aporta o no le aporta algo o, mejor dicho, si le genera o no le genera algo. Para nosotros, lo más interesante en relación a pintar en la calle es que no
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hay intermediarios entre la pintura y la gente. El mensaje es inmediato, fresco y natural. No tiene que pasar por Internet, por museos ni por nadie. El intercambio que se da es fluido y además la gente va viendo en el día a día el proceso. Eso hace que ellos se vayan apropiando de la obra y la valoren al ir viendo todo el trabajo que requiere el pintar. Desmitifica al “artista bohemio” y se ve como el oficio que es, valorando el estudio que requiere la disciplina”, sostienen. En ese sentido, la respuesta de los vecinos es más que alentadora, tanto durante el proceso como cuando el trabajo está terminado. “Generalmente tenemos una hermosa recepción y repercusión por parte de la gente. Es algo único que se da mientras uno trabaja. El entusiasmo de los comentarios alentadores y halagadores nos sorprende día a día. Se la subestima mucho a la gente cuando se sacan conclusiones por ellos. Hay más personas sensibles a las manifestaciones artísticas de lo que uno cree. Con lo cual, se comprueba el poder del arte”, aseguran. Y al ver sus trabajos, es difícil que a alguien le puedan molestar. Todos transmiten paz, calma y tranquilidad a través de detalles como miradas profundas, manos gastadas de tanto trabajar, cielos de infinitos tonos de azul y la naturaleza en alguna de sus formas como planta, agua o pájaro. Los murales pintados por Grupo Presente se pueden ir a visitar personalmente -la mayoría está en el barrio de Vicente Lópezo se pueden ver por Internet en sus redes sociales. Debajo de las imágenes publicadas, los autores agregan la ubicación del trabajo para que quienes estén interesados puedan salir a la calle y encontrarlos.
Desde Mar del Plata, Raúl Orosco coordina el Movimiento Internacional de Muralistas Ítalo Grassi. Esta agrupación tiene su origen en 1971 en el Movimiento Nacional de Muralistas de Argentina, que tuvo a Ítalo Grassi como presidente y que hace una década coordina Orosco con la idea de afianzar la red de delegados en todas las provincias. En cada encuentro, se fueron sumando artistas extranjeros que querían pertenecer y se fue construyendo una red internacional que hoy tiene 140 delegaciones en cinco continentes. Así fue como el encuentro de 2011 en Cosquín se transformó en internacional. “Los encuentros son acordados con municipios, gobiernos provinciales o nacionales, universidades, escuelas e instituciones intermedias, que buscan los recursos solicitados sin tener injerencia en lo artístico. Dentro del país se cubre alojamiento, comida, materiales y pasaje a los artistas que van rotando en el listado acorde a su participación. Y la temática es definida entre la institución y el movimiento”, cuenta Orosco sobre los encuentros que este año ya han pasado por Formosa, Santiago del Estero, Jujuy y Salta; y que continuarán con su edición internacional en Candelaria, provincia de Misiones, donde participarán artistas de 17 países. Estos encuentros duran varios días y permiten un rico intercambio de experiencias entre los artistas de distintas culturas, orígenes y estilos, que comparten sus ideas, enseñan y aprenden técnicas de los demás, al tiempo que descubren un lugar nuevo con sus propias tradiciones e historias para contar. Si se trata de identificar las características de los murales argentinos en comparación con los de otros lugares como Europa, Norteamérica o México -al que Orosco define como invadido culturalmente desde Estados Unidos por el hip hop, el marplatense asegura que el muralismo local apunta a la defensa de las raíces: “Es bien figurativo en su conjunto y expresionismo, salvo casos puntuales y dejando claro que no toda pintura que está en una pared es muralismo; en todo caso arte mural. Por eso hay que hacer la salvedad que los principios del muralismo son monumental, figurativo, lectura simple, mensaje social. Lo que no entra en estos parámetros
puede ser arte mural pero no muralismo, ese ismo que surge con la revolución mexicana”, explica. En cuanto a las distintas funciones que puede tener una obra, Orosco insiste en que arte urbano, grafiti y muralismo no son lo mismo. “La conmemoración tiene que ver con la historia, contar una realidad. La política es demandar sobre la realidad actual y futura, y la educativa habla sobre el mensaje y genera conciencia en el pueblo. Las decorativas no involucran al muralismo”, sostiene sobre la definición. Las calles muestran que hay tantos estilos de arte urbano como artistas, y que cada obra debe entenderse en su contexto, más allá de que será interpretada de distintas maneras según su espectador, que es quien terminará por completar su sentido. Y si bien en Argentina hay cada vez más cantidad y variedad de murales, resulta interesante ver qué pasa en otros países y qué opinan los artistas extranjeros sobre nuestros muros.
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Interés General Foto: BA Street Art
Foto: BA Street Art
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Oriundo de Oxford, Inglaterra, Matt Fox-Tucker fundó en 2009 Buenos Aires Street Art, la primera página web dedicada al arte callejero en Argentina. Se instaló en el país y se dedicó a monitorear todo movimiento y a conocer a sus protagonistas para publicar enseguida que había alerta de mural nuevo, adónde estaba ubicado y quién lo estaba haciendo. Organizó proyectos en diferentes países como Estados Unidos, Canadá, Malasia, Tailandia, Bélgica y Reino Unido, y llevó a artistas argentinos a exposiciones internacionales. Además, publicó el libro “Textura Dos: Buenos Aires Street Art” y realiza tours de arte urbano por los barrios más elegidos por los artistas. “Podés encontrar street art y graffiti en muchos barrios: Palermo, Colegiales, Barracas y La Boca, por sus festivales de arte urbano. En Coghlan y Villa Urquiza organizamos más de 50 murales con artistas internacionales y locales en colaboración con vecinos y propietarios. La idea fue crear un verdadero distrito de arte urbano. Hay buenos murales también en Villa
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Crespo y Belgrano”, asegura. En mayo de 2017, Buenos Aires Street Art participó en la organización de una obra de 700 m2 pintada por el artista belga Spear y la argentina Leticia Bonetti en Saldías, cerca de Recoleta, durante 18 días. Esta obra muestra un enorme retrato de una mujer que trabaja en una cooperativa de reciclaje, una nena de dos años del barrio y un pájaro nativo de Bélgica. "La idea del mensaje es cuidar el medio ambiente y poner en relieve el valioso trabaja que hacen mujeres como Ana María Sánchez”, dice Matt sobre esta referente para la comunidad. La niña pintada, que juega con un producto reciclado, es hija y nieta de dos trabajadores del Depósito Saldías y protagonista ahora de esta escena tierna y colorida -donde antes había un paredón gris- que según los vecinos le cambió la cara al lugar. “Los propietarios son bastante receptivos en relación a la idea de pintar un mural en su pared, casa o edificio. Entonces hay más intervenciones artísticas en las calles porteñas que en
muchas otras ciudades. Muchos propietarios prefieren tener algo colorido y artístico en la pared de su casa que frases y nombres de equipos de fútbol. También en los últimos años se convirtió en una manera de combatir el vandalismo”, destaca Matt, al tiempo que señala que en comparación con otras ciudades, en Buenos Aires hay menos control y regulaciones cuando se trata de pintar en la calle. Entre sus favoritos está el mural que hizo el australiano Fintan Magee en Palermo: “Conocí a Fintan en Londres en 2013 y al año siguiente viajó a Buenos Aires. El mural está plasmado en la fachada de una casa vieja y abandonada y muestra a un hombre llevando una casita en su espalda. Tiene que ver con la falta de viviendas de bajo costo en el mundo. Me encanta cómo queda con la arquitectura y la textura. Otro que me gusta mucho es de la italiana Alice Pasquini con dos bailarines en Coghlan. La propietaria dio permiso para pintar su pared pero llevó mucho tiempo en buscar un artista con un estilo que
quedara lindo con esa pared y su forma. Afortunadamente, Alice nos contactó diciendo que iba a visitar Buenos Aires y le encantó la idea de intervenir esa pared”, recuerda. Ante tanta heterogeneidad, es difícil identificar un patrón común y casi imposible generalizar en cómo es el arte urbano argentino. Matt concluye que cada artista tiene su estilo o forma de expresarse, ya sea a través de animales, retratos o formas geométricas. “En el último año vi más artistas pintando temáticas relacionadas con el medio ambiente, el reciclaje y cuidado del planeta. Para mí, las paredes en cierta manera reflejan la sociedad. Hay muchas categorías que dan valor a una obra: la técnica, originalidad, contexto, composición de colores, textura o la relación con la arquitectura”, asegura. Por ahora, el movimiento es aún bastante emergente. Quedará ver en las décadas siguientes cómo va evolucionando o transformándose al ritmo de las preocupaciones e inquietudes que los artistas deseen transmitir públicamente.
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