Turismo
Domingo 9 de octubre de 2011
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LA NACION/Página 11
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Por Mónica Medan
Italia
Algo se mueve en Tandil
Oda a Venecia tender un poco con un mínimo de siete días de estada. Si no se dispone de ese tiempo es mejor dejarla para un próximo viaje. He visto pasajeros exhaustos tratando de ver el puente del Rialto y la Piazza San Marcos en medio día. Entre estos dos lugares atestados se produce un corredor humano, como una masa uniforme de turistas, que se mueve al unísono sin entender por qué se habla tanto de esa ciudad. Si además de este espectáculo multitudinario llueve, nunca volverán a Venecia. Me alojé en el Dorsoduro a 2 cuadras del Záttere y a una del puente de la Accademia, un lugar tranquilo como ninguno, con restaurantes para la noche y costas en el gran canal, que sería como nuestra Av. 9 de Julio. Allí, al costado del agua se puede comprar una pizza y almorzar mirando el gran espectáculo veneciano. Esta zona está cerquísima de los vaporettos. Con pases de una semana se viaja las veces que se quiera por todas las islas, incluido Burano y Murano, la Bienal –si la hay–, la Giudecca y al Lido. O se puede ir a San Marcos al Quadri o al Forián a escuchar un tango de Piazzolla y tomar una cerveza o un café a la hora de menos gente, quizás a la noche, y al mercado y al Rialto a primera hora de la mañana, para mirar cómo ven-
den y compran las primeras frutas y pescados. Los venecianos se están escapando por lo caro que es vivir. Antes pensaba que por esta razón Venecia era como una ciudad muerta, pero en este viaje aprendí algo: Venecia no está muerta, los habitantes para siempre son otros: chinos, japoneses, españoles, franceses, argentinos... Somos todos. Si las ciudades no cambiaran estarían muertas, y Venecia está viva, porque año a año se la ve cambiada. Por todo esto venero a Venecia y además porque estar allí es un poco como estar en casa. ¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 3000 caracteres con espacios)
Compañeros de ruta
Trato de hacer coincidir mis viajes a Europa con días calurosos y con la Bienal de Arte de Venecia por varias razones. Entre ellas, porque me gusta el calor, voy liviana de equipaje y además estoy un mes menos en el invierno de Buenos Aires. Me gusta recorrer la bienal y el Arsenale, mi lugar preferido. Será porque me crié entre los barcos que me conmueven esos espacios enormes donde los venecianos construían o reparaban sus naves; la gran diferencia es que el agua es salada y mi río es dulce. Venecia es una orilla continua. La visité este año por cuarta vez y no deja de sorprenderme nunca. Llegar al Véneto emociona hasta las lágrimas. Si llegamos en avión, la Alilaguna nos transporta hasta cerca del hotel navegando por esa enorme masa de agua salada que es la gran laguna, mientras vemos arribar y partir aviones a lo lejos. Esta vez llegué en tren. Cuando salí de la estación vi que la gente seguía caminando como si nada; yo me quedé allí parada, estática, muda, sin creer lo que veía. Venecia emerge a pocos metros con su gran canal y sus vaporettos, y la gente sigue con su ritmo, casi sin mirar. Pensé: todos tendrían que estar parados, venerándola. La región del Véneto se llega a en-
Australia Soy una señora viajera frecuente que desea contactarse con otra señora mayor de 55 para compartir un crucero por Australia de Princess. Salida 28 noviembre. Escribir a:
[email protected]
Dos recomendados más a los tradicionales de Tandil. Les recomiendo la mejor pizza de Tandil, Pizzería Bamboo (Chacabuco y Avellaneda). Una pizza finita, crocante y el queso sabroso, bien derretido. Es lo más. Y para los amantes de los caballos, el señor de los caballos está en Tandil y se llama Gabril Barletta. Conoce cada uno de sus caballos como si
fueran sus hijos, cada planta y cada piedra. Después de una tarde increíble termina con un fogón, guitarra y mate. Espero que lo disfruten. tatiana_hasen
Ceniza tours Bien por al que se le ocurrió. Los chinos dicen que crisis es igual a oportunidad y así queda demostrado, es una excelente ocasión
¡NO SE P I E R DA N !
para ver algo único, pero ojo, no se abusen con los precios. La gente que va dice que nada cambia en ese aspecto. En cuanto a la seguridad de los tours hay choferes muy expertos en la zona. En especial, en su mayoría viejos zorros de las rutas patagónicas con años al volante y expertos en toda clase de terrenos. osoviajero
Por Mónica Ansede
Barrancas, la sorpresa jujeña Partimos para pasar tres noches en Purmamarca, Jujuy, conocer la zona y alojarnos en el Manantial del Silencio. Despertar en silencio, excelente como comienzo del primer día. Ver el amanecer y los cerros comenzando a iluminarse. Los verdes de la primavera que asomaban con timidez bajo un cielo azul límpido. Partimos con Fernando al volante y tomamos la ruta 52; pasamos por el punto más alto, la cuesta del Lipán, según nos explicaron casi a 4170 m sobre el nivel del mar. Muchos consejos para prevenir los mareos; el mejor fue mascar coca. La idea era pasar unas horas por las Salinas Grandes, zona blanca por la sal que se expande por 12.000 hectáreas. Luego seguimos por un camino pedregoso y muy serruchado, parecía que nuestros huesos se sacudían como en una licuadora; casi una hora para llegar a Barrancas. Llegamos a este pueblo donde divisamos la iglesia Blanca Nieve y sus dos campanarios, la placita, casas bajas de barro con pequeñas ventanas –algunas en madera de cardo, con alféizares de piedra–, un desta-
camento policial, la escuela y poco movimiento en sus calles. En escena aparece Martín, el guía del pueblo acompañado de Gustavo, un niño de 9 años, ojos almendrados, un sombrero alado de jean azul, carita redonda, los cachetes colorados y dientes superblancos. Qué deleite mirar a este niño que podría ser un pastorcito de cuento, y el modelo de la escultura
que estaba en la plaza.Nos colmó de amor a todos. Arte rupestre, historias de sus antepasados que habitaron esas tierras, cerros de color rojo/bordó que bajan hacia un río en forma vertical de un lado, y por el otro, cerros con figuras irregulares por la erosión de los vientos ofrecen un panorama imponente.