No tengo ningún sentimiento de vergüenza

5 sept. 2009 - que la condenó el egoísmo feroz y extra- vagante de cada uno de ellos. De todos los Lugones. Pero sobre todo de su madre, Pirí (1925-1979), ...
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TRÁGICA SAGA ARGENTINA El libro de Tabita Peralta Lugones busca aclarar un pasado de horror para librarse de él

“No tengo ningún sentimiento de vergüenza” Tabita Peralta Lugones, bisnieta de Leopoldo Lugones, habla de su novela Retrato de familia, donde narra todo lo que nunca se dijo sobre las historias de suicidios, torturas, violaciones, incesto y drogas de los descendientes del escritor

LEONARDO ANTONIADIS

POR LUISA CORRADINI Corresponsal en París

A

pesar de lo que consta en el registro civil de Buenos Aires, Tabita Peralta Lugones nació el 1° de septiembre de 2009, hace cuatro días: a los 60 años, con cinco hijos, varios nietos y cuatro décadas de matrimonio con el mismo hombre. Nació con la aparición de su primer libro, Retrato de familia, una autobiografía publicada esta semana en Argentina por Emecé. Esa falsa novela de 198 páginas es mucho más que el exorcismo de una terrible historia familiar, más que la “versión personal” de esa cadena espeluznante de suicidios, violencias y violaciones que marcó a su estirpe desde que su bisabuelo, el poeta Leopoldo Lugones, se suicidó el 18 de febrero de 1938. Aunque Tabita no lo admita, ese libro es una forma de existir “al fin”, de escapar al peso omnipresente y asfixiante de todos esos personajes monstruosos, apilados unos sobre otros, coaligados en la memoria, que le robaron la infancia y la adolescencia, la abandonaron, la ignoraron, la obligaron a partir, a exiliarse, a tratar de olvidar, a buscar excusas y pretextos, y a luchar hasta quedar sin aliento para arrancarse del cono de sombra al que la condenó el egoísmo feroz y extravagante de cada uno de ellos. De todos los Lugones. Pero sobre todo de su madre, Pirí (1925-1979), musa del mundo cultural y literario del Buenos Aires de los años 60, cautiva de un pasado que tampoco a ella le dio tregua. Desenfrenada, caótica e inestable, terminó torturada y asesinada por los militares

20 | adn | Sábado 5 de septiembre de 2009

cuando estaba por ser abuela por segunda vez, sin haber visto a su hija durante más de diez años, ni conocer a sus nietos, pero únicamente preocupada por la desaparición de su último compañero. –¿Este libro es un exorcismo? –Más que un exorcismo es una forma de tratar de comprender. De poner orden en todo lo que se ha dicho de mi familia y, sobre todo, de contar lo que nunca se contó. Comencé este libro hace años. Lo escribí en francés, probablemente para tomar distancia. Lo traduje al español. La primera estructura era mucho más des-

“Al colegio, por ejemplo, íbamos cuando queríamos o íbamos cuando se nos daba la gana. Yo siempre tenía 23 faltas y media. Me echaban de los colegios”

ordenada. Después comprendí que nadie entendería nada y decidí hacerlo como está: en forma de pieza de teatro. –Más que un libro sobre los Lugones, a primera vista se diría que es un libro sobre tu madre. –Es un libro sobre mi madre. Naturalmente, la historia de Pirí me marcó mucho más que la del resto de mi familia. Pero, en el fondo, también es un diálogo conmigo misma. Hay una parte de mí que no podía ponerse a escribir hasta que no me sacara esta historia de encima. –¿Y lo conseguiste? –Me la sacaré definitivamente con el

próximo libro, que estoy terminando. Después dejaré la familia al borde del camino para siempre. Pero este libro tenía que escribirlo. Retrato de familia es en realidad dos libros en uno. En el primero, Tabita trata de hablar de ella, quizás, por primera vez. Lo hace en forma desordenada, como los manotazos de un ahogado, como la inspiración desesperada de quien saca la cabeza del agua después de siglos de inmersión. “Esta mujer tiene un miedo profundo y enraizado porque a cualquier cosa en el mundo prefiere la lucidez. […] A pesar de todo, a veces me encuentro sola. Por Dios, ¿hasta cuándo tendré que buscar”, afirma la protagonista. El segundo libro es el relato cronológico, feroz y seguramente incompleto de las abominaciones familiares. Desfilan así el suicidio de su bisabuelo Leopoldo, que a los 64 años tomó un vaso de whisky con arsénico en una habitación de la posada El Tropezón, en el Tigre; el suicidio de su abuelo Leopoldo Lugones hijo, “Polo” (1897-1971), descrito en la novela como corrupto, pederasta, violador y sádico, conocido por haber introducido la picana eléctrica en Argentina e inventado otros instrumentos inmundos de tortura; el suicidio de su hermano Alejandro, destruido por las drogas y la desesperanza, que se colgó de un árbol en el mismo lugar que su bisabuelo, cuando tenía sólo 20 años; la escalofriante sangre fría de su bisabuela materna Margarita del Ponte, suerte de Marquise de Châtelet porteña, que después haberse llevado a su lecho al joven neurólogo tucumano Marcos Victoria, lo obligó a casarse en segundas nupcias

con su propia hija, Carmen Aguirre, la madre de Pirí. Pero sobre todo se describe en ese segundo libro el descenso a los infiernos de Pirí Lugones, violada, según lo relata la narradora, por su padrastro, el muy respetado doctor Marcos Victoria, que se introdujo una noche en su cuarto cuando ella tenía 12 años y prácticamente nunca más volvió a salir hasta que ella se casó. Pirí y su complejo de renga, secuela de una enfermedad infantil. Pirí y su inteligencia. Pirí y sus amigos. Pirí y su encanto. Pirí y sus trompas atadas. Pirí y sus amantes. Pirí, el centro del mundo. Pirí y su ciego egoísmo… –¿No le tenés rencor? –Para nada. La quise muchísimo. Siempre digo que todo lo que sé hacer, se lo debo a ella. Y no sé por qué digo esto, ya que me fui de Argentina a los 20 años y en los 20 años siguientes sólo volví una vez. Pero Pirí fue una madre ejemplar hasta que se separó y tuvo que comenzar a trabajar para darnos de comer a mí y a mis dos hermanos. –Sin embargo, al leerte, da la sensación de que toda esa historia es tan pesada que, para poder contarla, vas abriendo ventanitas y cerrándolas, antes de llegar al final de cada episodio. Hasta vos misma te lo decís en el libro. Hay una voz que en un momento te arenga: “Pero, ¿por qué no seguís con la historia?”. –Es probable. Y también intento contar mi viaje. Y la culpa. –¿Culpa de qué? –De no haber sabido. De no haberme dado cuenta de que la habían secuestrado. De que la estaban torturando. Tal