¡No respires que te puedes asfixiar!

El pueblo grita de regocijo ante la llegada de las industrias a Puerto Rico por la creación de empleos y el impacto económico positivo que estas representan a ...
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Fabiola  Torres  Cintrón   Asfixiarse   5  de  diciembre  de  2014   Página  1          

¡No  respires  que  te  puedes  asfixiar!     El pueblo grita de regocijo ante la llegada de las industrias a Puerto Rico por la creación de empleos y el impacto económico positivo que estas representan a la Isla sin saber que el precio que estamos destinado a pagar esta manchado con sangre. Vivimos indiferentes mientras nos envenenamos y ni siquiera nos damos cuenta hasta que nos levantamos un día enfermos con la explosión de mil condiciones y padecimientos. Pero, el peor padecimiento es la ignorancia. ¡Pecamos por ignorancia!. Nos preocupamos por los impuestos del Gobierno y la falta de empleo, o la alta incidencia de crímenes que no dejan de tener importancia, pero, nos olvidamos del asesino silencioso que invade nuestro cuerpo y lo destruye de manera irremediable. La salud del pueblo es primordial aunque a veces no parece. La incidencia de cáncer y otras enfermedades crónicas como el asma se han convertido en “saqueadores ” que asechan de manera alarmante el bienestar humano.

Fabiola  Torres  Cintrón   Asfixiarse   5  de  diciembre  de  2014   Página  2           Muchos de los procesos químicos que realizan las fabricas incineradoras, las farmacéuticas, las industrias de carbón, entre otro tipo de industrias, son grandes fuentes cancerigenas que por negligencia no solo del Gobierno sino también de las agencias reguladoras que permiten que esas emisiones salgan al medio ambiente intoxicando el aire que respiramos. “¡Que negocio!. “Le damos limosnas para que sobrevivan mientras los envenenamos y nosotros nos enriquecemos”, este es el pensar de los mandatarios corruptos de estas compañías multimillonarias que ven a los puertorriqueños como “perfectos conejillos de indias”. Son pocos los valientes que alzan la voz en protesta de estos abusos que enriquecen a unos y empobrecen físicamente a otros. Los trabajadores de están industrias y sus familias son las primeras victimas. Buscando honrada e inocentemente el pan de cada día para ellos y su familia, se llevan en su ropa, en sus zapatos, en sus manos el “veneno de cada día”. Estamos acostumbrados a esperar que pasen las cosas para luego actuar y tomar medidas. No podemos seguir esperando a que Puerto Rico se llene de “industrias mortíferas” sin al menos levantarnos en pie de lucha firme y defender nuestra salud. Ya es hora de detener esta cadena mortal es la responsabilidad de todos.