4 | ADN CULTURA | Viernes 5 de septiembre de 2014
Nicanor Parra: ”Quiero llegar hasta los 116” Crónica de un encuentro. El Premio Cervantes chileno, hermano mayor de Violeta Parra y rival poético de Pablo Neruda, cumple cien años. Retrato de un poeta que hizo de la ironía y de la falta de solemnidad un estilo que sigue influyendo a las nuevas generaciones de escritores Joaquín Sánchez Mariño | para la nacion Señoras y señores Ésta es nuestra última palabra. –Nuestra primera y última palabra– Los poetas bajaron del Olimpo.
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icen que Nicanor Parra está loco, que su revuelo se volvió arbitrario y que ya sólo juega con las personas. Dicen que renunció a todo: a las mujeres, al buen vino, a la conversación acalorada de la sobremesa. Dicen incluso que está muerto, aunque más bien se lo preguntan: “¿ese cabro sigue vivo?” Dicen, por ejemplo, que sólo recibe a quien tiene ganas y que últimamente no tiene ganas de ver a nadie; que es capaz de saludarte y desaparecer (“Voy y vuelvo”) o echarte a los empujones si se le dice algo inadecuado. Dicen, sobre todo, que es imposible encontrarlo una tarde cualquiera. Por eso no puedo creer estar atravesando este pequeño bosque que antecede a su casa del barrio de La Reina, en Santiago de Chile, haber cruzado esas pocas palabras con su hijo y que éste, de pura piedad, me dejara entrar a saludar a su padre. No puedo creer haber viajado hasta Las Cruces y que no estuviera, y que Rosita, su cuidadora, me develara que el poeta estaba haciendo trámites en la capital. No puedo creerlo pero avanzo y lo veo, ahí, al fondo de un patio, atrás de un marco sin puerta, rodeado de dos chiquitos que confunde entre nietos y bisnietos. Parra me pregunta de dónde soy, se pone de pie de un salto y dice: “Buenos Aires… qué bonito Buenos Aires”. Después habla de la Feria del Libro, de Macedonio Fernández, de su prolija prédica del taoísmo y de su aversión a los periodistas. “¿Ya no se publican libros de literatura? Hoy todos los libros son de Kirchner. Kirchner, Kirchner… Debe ser un tipo interesante. Antes en la Feria del Libro de Buenos Aires se hablaba de Borges, de Macedonio Fernández…”. Y advierte que no da entrevistas, que eso que estamos teniendo no es una, es sólo un encuentro. Le hablo de “El hombre imaginario”, uno de mis poemas favoritos. “¿Conoces mi obra? ¡Qué bien! La mayor parte de los periodistas que vienen nunca me han leído”, dice, y después recita: “Y en las noches de luna imaginaJoaquín Sánchez Mariño es periodista y escritor. Publicó La novela de algún otro y una compilación de poesía.
ria/ sueña con la mujer imaginaria”, poema fabuloso dedicado a una amante fugaz que terminó en el suicidio, piso ocho y un golpazo, aunque la muerte nada tuvo que ver con él, fue muchos años después. Le cuento las muchas y variopintas versiones que he encontrado al decir su nombre en la calle. Y se ríe. “Hay que mirar el día –expone de pronto–. Hay que mirar las aves. Lo dice el Tao: primero la magia, después la realidad.” Don Nica me pide que anote su teléfono de Las Cruces: “Es que los chistes se me ocurren después”, aclara. Era el año 2010, Don Nica tenía –apenas– 96 años, y sus obras completas (editadas en España por Galaxia Gutenberg), todavía no tenían el cariz de imprescindibles que sí tenían, por ejemplo, las mismas ediciones de Neruda. Además, aún no había recibido el Premio Cervantes (se lo entregarían en 2011), y ni él tenía la certeza de que fuera a vivir cien años. ßßß Nicanor Parra es el poeta de habla hispana vivo más importante del planeta, pero por algún extraño motivo su mito es un secreto a voces que relampaguea cada vez que alcanza una edad redonda y luego se desvanece. Para sus 90, por caso, en Chile se hizo una gran muestra en la Casa de la Moneda, pero después, nada. “Por mí no se preocupen. Estoy mejor que cuando estaba bien. Descansen en paz”, propuso en algún momento como uno de sus posibles epitafios. No hizo falta hacerle caso. De entonces a hoy, su salud sigue inquebrantable. Su postura antientrevistas, más todavía. Poco a poco, se va volviendo imposible visitarlo. Sin embargo, ahora sí, en la antesala de sus cien años, acá estamos otra vez. Nada indica que vaya a recibirme nuevamente, pero buscarlo es parte del poema. Toco la puerta de su casa, esta vez en Las Cruces. El poeta tiene 99 años. Primero la magia, después la realidad. ßßß Para nuestros mayores La poesía fue un objeto de lujo Pero para nosotros Es un artículo de primera necesidad: No podemos vivir sin poesía.
Nicanor Segundo Parra Sandoval nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico.
“A menudo, Nicanor se larga a hablar y juega con el entusiasmo del otro. ‘¿No grabaste nada? Qué pena que te lo perdiste’” “El poeta está acostado en el sillón. Un ventanal enorme se extiende frente a él, y bajo la luz pálida del invierno se escucha sonar el Pacífico”
Hijo de un padre cantor, vivió deambulando por el territorio chileno hasta la adolescencia. Se hizo poeta, matemático y físico, y ejerció la docencia durante años. Hermano mayor de Violeta Parra, su familia fue enteramente una familia de artistas, y muchas veces dijo que la antipoesía la inventó gracias a la manera de ver el mundo de su padre. Lo primero que publicó fue Cancionero sin nombre (1935), pero fue en 1954 cuando encontró el rumbo, tras publicar Poemas y antipoemas y sentarse en la vereda opuesta a la de Pablo Neruda, con quien tuvo una amistad a medio camino. “Yo no quiero ser el mejor poeta de Chile. Me alcanza con ser el más grande de Isla Negra”, solía bromear Nicanor cuando vivía justamente en Isla Negra, pueblo emblema de Pablo Neruda. Los chistes siempre fueron de ida y vuelta. El escritor Jorge Edwards cuenta que una vez le dijo a Neruda: “Inteligente Parra, ¿ah?”. A lo que el poeta respondió: “Sí, pero se le nota”. Y luego, para completar el truco, Edwards contó eso mismo a Nicanor y agregó: “Inteligente Neruda, ¿ah?”. Y Parra: “Sí, pero no se le nota”. Hoy su fama es indiscutida. Defendido fervientemente por Roberto Bolaño, Parra ocupa el lugar del último gran poeta. El autor de Los detectives salvajes escribió: “El que sea valiente que siga a Parra”. En la misma corriente se suma la palabra de Ricardo Piglia: “Los artefactos de Parra son a la literatura en lengua española lo que la obra de Duchamp ha sido para el arte contemporáneo. [...] una simple alusión cálida de Parra a lo que cualquiera de nosotros ha escrito es lo máximo a lo que puede aspirar hoy un escritor en América Latina”. También se pueden recordar los dichos de Rodolfo Fogwill: Creo que Neruda es un poeta esterilizante. Si uno se queda pegado a Parra, te puedes transformar en un gran poeta. Si uno se queda pegado a Huidobro, puede ser un gran poeta y llamarse Borges. Pero si uno se queda pegado en Neruda, no queda nada. Termina como Víctor Heredia, o como los malos cubanos.
Nicanor, que sabe de su creciente inmortalidad, devuelve las paredes: dijo más de una vez que debe su reconocimiento a Bolaño y que Piglia es un “súper Borges”. Porque no da entrevistas, pero que habla, habla.