Natalie Rangel SP 323 La Enfermedad Modernista 9 mayo 2014
A lo largo de toda la historia, mujeres han ganado progresivamente más
derechos y libertades en países occidentales. Sin embargo, la perspectiva de mujeres nunca cambió. Mujeres son percibido a hombres como objetos para seco o como el objeto de deseo o amor. En la obra literaria español modernista, Niebla, mujeres son presentes, pero corrompen al protagonista masculino como una enfermedad.
En el fin del siglo XIX y los principios del siglo XX, España era en un periodo
de crisis. España sufrió la pérdida de sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas en el año 1898. España entró en guerra contra los Estados Unidos y perdió la batalla naval. Por las guerras civiles del país, España quedó debilitado económicamente y divido socialmente, aunque no tuvo parte en la primera Guerra Mundial. El imperio de España falleció en el momento que los imperios de Bretaña y Francia empezó colonizando y creciendo. Los intelectuales del tiempo escribieron sobre sus observaciones y preocupaciones del país en crisis. De esta época, vino el movimiento literario, modernismo, que en España le llamaba a las autores el “Generación del 98”. Como el romanticismo, el modernismo también describía la pasión, faltaba de razón y rechazaba el orden social. El modernismo utilizaba temas como el “noctambulismo [y los sueños], alcoholismo, drogadicción, erotismo y ocultismo” (Barrero Pérez, 4). En modernismo, las mujeres eran vistos como “símbolo[s] de [las] aspiraciones idealistas” (Barrero Pérez, 4) de los autores del periodo. Este significa que las mujeres todavía eran percibidos como objetos y no eran tan presentes como los hombres.
En el principio del siglo XX, la perspectiva de mujeres era que las mujeres no
podían ser más que madres y esposas. Concepción Arenal, una pionera que defendía
derechos para mujeres, dijo que mujeres podían ser mucho más que solo madres y esposas, pero que esos posiciones eran importantes. En España, mujeres eran subordinadas a los hombres por “discriminatory legislation based on the 1870 Penal Code, the 1885 Commerce Code, and the 1889 Civil Code” (“Spanish Women’s History”, 1). Mujeres eran penalizados por desobedecer a sus esposos y eran penalizados en una manera peor que si hombres cometieron el mismo crimen. Los estereotipos de la mujer eran “home angels, diligent mother, and the sweet wife” (“Spanish Women’s History”, 1) para que las mujeres comportaban en una manera estricta. Las sufragistas luchaban para derechas sociales y igualdad política. En la Segunda Republica de España, mujeres obtuvieron la derecha de votar y estaba escrita en la segunda constitución republica.
En Niebla, el personaje Eugenia tiene un efecto que corrompe el estado
mental, emocional y físico del protagonista Augusto. Eugenia representa la parte de la cabeza en Augusto porque le hace pensar muchísimo sobre cosas existenciales. En el principio de la novela, Augusto se enamora de Eugenia a verla caminando por la calle. En ese momento, Eugenia demuestra su presencia y Augusto empieza a cortejar a ella. “¡Oh, Eugenia, mi Eugenia, has de ser mía…lucharemos y venceré. Tengo el secreto de al victoria” (Unamuno, 21). En una conversación con su amigo Víctor, Augusto le dijo que se ha enamorado con Eugenia, pero en este momento Augusto no conocía a Eugenia más que verla una vez. Caminando, Augusto empieza a pensar sobre su enamoramiento para Eugenia, perdiéndose en una niebla de pensamientos y convencerse que “el conocimiento viene después” (Unamuno, 23) de enamorarse. De aquí, es claro el principio de la corrupción del estado mental y
emocional de Augusto por la presencia de Eugenia. Vemos que la mujer representa un objeto de deseo para Augusto. En la literatura modernista español, “la mujer modernista es...[un] objeto valioso en el museo creado por el hombre para mantenerla bajo control” (Pérez Abreu, 7). Cuando Augusto está recordando de Eugenia, solo sabe de su cuerpo y se enamora de ella solo por verla como un objeto. También, solo recuerda de los ojos de Eugenia sin conocerla. Los hombres solo admiran “la fragmentación…en que la mujer podía ser acogida” (Pérez Abreu, 7). Cuando Augusto aprende más sobre Eugenia, ella demuestra su intensidad y fuerza, causando más ruina en los estados físicos, emocionales y mentales en Augusto. Augusto se pregunta como conquistar a su amor Eugenia y descubre que ella tiene que pagar una hipoteca. En este parte de la conquista, vemos que la idea de la sistema patriarcal convierte a “la mujer dominada, sumisa y subalterna al padre o esposo” (Pérez Abreu, 3). Augusto, en “un acto heroico” (Unamuno, 49) pagó para la hipoteca de Eugenia en un “gran sacrificio” (Unamuno, 49). Aunque Augusto quería hacer esto para Eugenia, Eugenia convierte en una “devorada de la energía masculina y del dinero del hombre” (Pérez Abreu, 3). Eugenia, cuando descubre del pago de su hipoteca, parece “bien enferma ella misma” (Pérez Abreu, 2) porque ella grita a Augusto y rechaza su “acto heroico”. Luego, Augusto pide la mano de Eugenia y él y Eugenia deciden casarse y planean el matrimonio. Entretanto, Augusto sufre episodios de locura en la presencia y con pensamientos de Eugenia. Augusto dice, “Eres tú, que me traes y me llevas y me haces dar vueltas como un argadillo; eres tú, que me vuelves loco;…eres tú, que haces que yo no sea yo” (Unamuno, 80). Augusto explica a Eugenia que sus actos hace que él se vuelve loco y afecta su estado mental
y emocional. Augusto compone versos de un canción para Eugenia, acompañada con el piano, unos días antes del matrimonio entre los dos. Ese día, Eugenia estaba comportando en una manera inusualmente reservada para ella, porque casi siempre demuestra sus emociones. Tres días antes de la boda, Eugenia escribió una carta a Augusto, diciendo que iba a vivir con Mauricio, su novio durante casi toda la novela, por su generosa bondad, dejando Augusto sin nada. Augusto decide suicidarse, empezando el deterioro del estado físico en Augusto. Augusto, cuando vuelve de visitar al autor de la novela cuestionando su existencia y el suicido, demanda a Liduvina, su criada, para prepararle comida, diciendo a Liduvina, “[No estoy] muerto, aunque me moriré muy pronto, ni tampoco vivo” (Unamuno, 123). Esa noche, de engordarse con tanta comida, Augusto se quedó muerto por la confusión y depresión que Eugenia causó en él. “En la literatura modernista se unen las imágenes de la mujer frívola, tentadora y devoradora de hombres” (Pérez Abreu, 3). Vemos aquí que Eugenia no sólo corrompía los estados mentales y emocionales de Augusto por sus acciones, pero últimamente, sus acciones resultaba en la destrucción físico de Augusto.
Otra personaje que corrompe al estado mental, emocional y físico de Augusto
es la muchacha del planchado, Rosario. Cuando Augusto ya está involucrado con Eugenia, nota la hermosura de Rosario. Augusto pregunta a ella a acercarse a él y dice “…hasta ahora no me había dado cuento de que fueses tan guapa como eres” (Unamuno, 50). Rosario representa el corazón de Augusto, porque él ama el cuerpo y la hermosura de Rosario. La primera vez que Rosario entra en la habitación, Augusto abraza a Rosario cerca de su cuerpo, calmándola cuando ella se lloró. Es
aparente que Augusto está notando la belleza de está chica joven como un objeto. En este caso, Rosario tiene más poder, porque “la mujer tiene entonces una ventaja otorgada por su sexo: esté o no esté dispuesta para los placeres sexuales siempre está en condiciones de consumar el acto y de prestarse ventajosamente a los transportes amorosos del hombre” (Pérez Abreu, 3). Vemos que en la primera escena con Rosario y Augusto, Rosario está destruyendo el estado emocional y físico de Augusto. Augusto ya está cortejando a Eugenia pero no va bien y quiere abrazar a otra mujer, cuestionando si está verdaderamente enamorado con la primera y preguntando a la otra si ella quiere para él. Poco después que Augusto pagó la hipoteca de Eugenia y ella le rechazaba, piensa en la psicológica femenina y otra vez queda sólo con Rosario otra vez en su cuarto. En un momento de locura, Augusto decide hacer un experimento con Rosario. Augusto demandaba a ella a sentar sobre sus piernas y “apretaba a Rosario contra su pecho anhelante y le cubría la cara de besos” (Unamuno, 98). Luego, Augusto le coge a Rosario por su cuello para besarla más. Rosario, que pensaba que los actos de Augusto eran burlas en el principio, con este acto pensaba que Augusto era completamente loco. Vemos que el corazón de Augusto está aplastado por la locura que sentía con Rosario. Rosario corrompía su estado mental con la locura del experimento de Augusto, su estado emocional con la pregunta de amor, y su estado físico en los momentos de intimidad.
La otra personaje femenina que corrompe al estado mental, emocional, y
físico de Augusto es la criada Liduvina. Liduvina representa la facultad del estomago en Augusto, cocinando para Augusto cada día. Liduvina está presente durante todo la novela, pero no tiene tanta importancia hasta el momento que Augusto se
enamora con ella. En los principios partes de la novela, Liduvina está presentado como una figura maternal, y da consejas a Augusto cuando tiene problemas. Cuando la relación empieza sobre Augusto y Eugenia, Augusto pregunta a Liduvina como alguien conoce a un hombre que está enamorado. Liduvina dice, “se conoce en que hace y dice muchas tonterías. Cuando un hombre se enamora de veras, se chala, vamos a decir, por una mujer, ya no es un hombre…es…es…una cosa, un animalito…una hace de él lo que quiere” (Unamuno, 45). Con sus consejos, plantea en la mente de Augusto que los hombres vuelven locos cuando se enamoran, presagiando la locura en la mente de Augusto cuando se enamora con Eugenia y Rosario. Después de hablar con su amigo Víctor sobre el nuevo hijo que tuvo él, Augusto se realiza que está enamorado con Liduvina. Augusto piensa “¡Me parece que sin darme cuenta de ello me voy enamorado…hasta de Liduvina! Ella, a pesar de sus cincuenta años, aún está de buen ver…¡Vamos que esto es una locura!” (Unamuno, 90). Sin saber, Liduvina cuida a Augusto tanto que en la mente borrosa de Augusto, confunde a él y sus sentimientos sobre las otras mujeres, y Augusto se enamora con la tercera mujer en su vida. “El hombre es victima nuevamente de la mujer: su adorada que lo atormenta con deseos y su madre que lo abruma con sus caricias” (Pérez Abreu, 5). En el caso de Augusto, Liduvina parece como un objeto de deseo que debilita al hombre y también lo abruma por su cuidado, asegurándose de que su hijo será feliz. En el final de la novela, Augusto decide que quiere suicidarse por su situación con Eugenia y eso le hace a Liduvina ser preocupada por Augusto. Liduvina conseja que Augusto come y se acuesta para que se siente mejor. Augusto demanda, “Liduvina, tráeme queso y pastas…y fruta…” (Unamuno, 124). Augusto
sabe que va a entrar al proceso de morir, y quiere satisfacer el “apetito furioso” (Unamuno, 174) de su cuerpo antes de morir. Con la demanda de comida, Liduvina tiene que obedecer a lo que Augusto dice. Luego por la noche, Augusto se muere por tanta comida y la depresión que sufría. Por su presencia maternal y amorosa, Liduvina corrompe a los estados mentales, emocionales, y físicos de Augusto durante la novela.
Cuando se muere Augusto, los médicos examinan a él y hablan con Domingo
y Liduvina, los criados de la casa que están casados. Los médicos piensan que Augusto sufrió un ataque de corazón, Domingo piensa que sufrió mucho por comer tanto antes de acostarse y Liduvina piensa que era de su cabeza, de la locura de no saber que hizo. Las predicciones de los que examinan a Augusto representan las formas que las mujeres en Niebla ha corrompido a Augusto, llevándolo a su muerte, siendo mujeres de la literatura modernista español. Las mujeres principales de Niebla llevan a la desaparición del estado mental, emocional, y físico de la protagonista Augusto.
Obras Citadas Barrero Pérez, Óscar. "El Modernismo Literario Español." Revista Liceus. (2002): 1-‐9. Web. 8 abril. 2014. Johnson, Roberta . Gender and Nation in the Spanish Modernist Novel. 1st ed. Nashville: Vanderbilt University Press, 2003. Print. Kirkpatrick, Susan. Mujer, modernismo y vanguardia en España (1898-‐1931). 1st ed. Madrid: Fuenlabrada, 2003. Print. Pérez Abreu, Catalina. "La Mujer Como Enfermedad y Muerte en el Proyecto Modernista." . Universidad de Notre Dame, n.d. Web. 8 abril 2014. . Poska, Allyson. Women and Authority in Early Modern Spain: The Peasants of Galicia. New York: Oxford University Press, 2005. Print. "The Evolution of European Women Through the Centuries: Spanish Women's History in the 20th Century." Comenius Project 2006-‐2007. Comenius Project, n.d. Web. 8 abril 2014. The Generation of 98, . "History of Spanish Literature." The Generation of 98. donQuijote, n.d. Web. 8 abril 2014. .