Mujer, mujer, mujer, si puedes tú con un economista académico hablar...

25 ene. 2015 - que van desfilando distintos acto- res famosos (como Steve Buscemi) a los que todo el tiempo se los acusa de misóginos, ante cualquier frase.
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economía | 3

| Domingo 25 De enero De 2015

página tres

la semana que pasó

Martes

Nuevo incentivo a las petroleras

El Gobierno acordó con el sector petrolero y los gobernadores un incentivo de dos a tres dólares por barril para las empresas que mantengan la producción, la inversión y el empleo, a pesar de la caída del precio internacional del petróleo. El objetivo es bajar los costos de producción que estaban basados en un precio del crudo mucho mayor

ÁLTER ECO Sebastián Campanario PARA LA NACIoN

Mujer, mujer, mujer, si puedes tú con un economista académico hablar... u

n hombre viaja con su hijo en auto por la ruta. ocurre un accidente y el padre muere. Cuando el chico llega al hospital, quien lo opera dice: “No puedo hacerlo, es mi hijo”. ¿Qué pasó? El truco funciona mejor contado en inglés, idioma en el cual “the surgeon” (cirujano o cirujana) se usa en forma indistinta para varón o mujer. El hecho de que más de la mitad de las personas enfrentadas a este dilema tarden en darse cuenta de que quien iba a operar al niño era su madre habla de lo fuertes que son los estereotipos mentales: para la mayor parte de las personas el que opera debe ser, con toda seguridad, un hombre. Por eso la historia se usa en los Estados Unidos para medir prejuicios de género muy arraigados, aun en gente que se dice abierta en este sentido. Por distintos motivos, el debate sobre la discriminación resurgió en las últimas semanas, con nuevos estudios y discusiones que lo revitalizaron. A nivel más masivo, la selección de los candidatos para ganar el oscar de la Academia de Hollywood llevó a titulares sobre la premiación del cine “menos diversa de la historia”, con preeminencia de “varones blancos” en las categorías de actor y actor de reparto, y de hombres en las de director y guionista. Algo que no sorprende cuando se atiende a la demografía de la Academia, compuesta por un 94% de blancos y por un 77% de hombres. En este ámbito, la brecha salarial también está a la orden del día: la estrella Charlize Theron protestó porque Sony le pagaba 10 millones de dólares menos que a su par masculino en una película, y lo mismo sucedió (con una brecha menor) entre Jennifer Lawrence y Amy Adams con relación a Chistian Bale, Bradley Cooper y Jeremy Renner en la película Escándalo americano. La división de cine de Sony está codirigida por una mujer y un hombre. El varón gana un millón de dólares al año más que su par por hacer el mismo trabajo. ¿Qué sucede entre los economistas? En este sector la polémica se reavivó con otra selección, en este caso de la revista inglesa The Economist, que días atrás dio a conocer la lista de los 25 economistas más influyentes del planeta y no incluyó a ninguna mujer. Ni siquiera a Janet Yellen, la titular de la Reserva Federal. De acuerdo con un reciente es-

eStuDioS eCoNómiCoS universidad de belgrano

expectativas 2015

Los ciudadanos tienen expectativas negativas en relación con su medio ambiente económico, político y social para 2015. El sondeo realizado por el centro de opinión pública de la Universidad de Belgrano (UB) muestra que un porcentaje cercano al 40% de los encuestados cree que este año la economía del país empeorará. Por el contrario, solamente un 17% espera que

¿Cómo estará la economía argentina en 2015? En porcentaje

37%

Peor

22%

Igual

17%

Mejor

24%

NS/NR

Fuente: Universidad de Belgrano

El sketch de la librería feminista Women & Women First tudio de las economistas Donna Ginther y Shulamit Kahn, y de los psicólogos Stephen Ceci y Wendy Williams, el “sexismo” es mucho más fuerte entre los economistas que en otras profesiones. Lo que hicieron los autores fue medir la relación entre la productividad académica (publicación de investigaciones en revistas especializadas) y ascensos laborales. En todas las ramas revisadas, el vínculo fue fuerte. Pero resultó mucho menos robusto en economía: allí a las mujeres no se las reconoce de igual manera que a los hombres. El trabajo también muestra una brecha salarial mayor por género en el mundo de los economistas que en otros campos académicos. De acuerdo con The Wage Foundation, el gap de ingresos promedio en el mundo es del 30%, con algunas profesiones, como la de los sociólogos, más igualitarias, con “sólo” un 8% de diferencia. ¿Qué sucede en la Argentina? Melisa Girard, economista de la UBA, sostiene: “No creo que el ambiente de economistas sea más o menos machista que el de otras actividades históricamente masculinizadas. Sin embargo, el carácter específico de la actividad, que en muchos casos está vinculada al ejercicio del control de determinados espacios de poder tanto en el sector público como en el privado, hace que se refuerce aún más la idea de que la economía «es asunto de hombres». Por lo tanto, las mujeres economistas tenemos como

haya una mejoría económica. A su vez, predomina una expectativa alcista con relación al precio del dólar durante 2015. El 37% cree que el valor del billete estadounidense subirá, mientras que solamente el 16% espera que baje. Ante la consulta sobre si el Gobierno acordará finalmente con los holdouts, un 51% contestó que no lo sabía. Por otra parte, más del 30% de los encuestados cree que el desempleo aumentará, mientras que sólo 18% cree que disminuirá. Un 25% considera que se mantendrá igual. La tendencia de expectativas pesimista iniciada en 2012 se repite este año. Sin embargo, por primera vez, aparece la preocupación por la pérdida de puestos de trabajo. La expectativa negativa se mantiene también para la inflación. El 44% cree que la suba sostenida de precios será mayor durante 2015. Solamente un 10% cree que será menor que la del año pasado. En cambio, en 2013, los optimistas que creían que durante 2014 el ritmo de la inflación descendería eran un 25%.

principal obstáculo el enfrentarnos a esa noción, que atraviesa a toda la sociedad (incluso a nosotras mismas), y ponerla en cuestión”. Según Girard, “la mayor discriminación se siente en cómo se efectúa la asignación de tareas y en las menores posibilidades de acceso a puestos jerárquicos”. Más allá de los indicadores de salarios y de productividad laboral que muestran diferencias enormes, existe toda una serie de “microdiscriminaciones”, más sutiles, imposibles de cuantificar pero que, cuando se suman, son igualmente costosas para las economistas, plantea Mercedes D’Alessandro, doctora en Economía de la UBA. “Todas las notas que uno lee por estos días sobre el tema parecen decir: «Vamos, chicas, no sean tímidas, levanten la voz…», y cuando lo hacés te dicen que sos una mujer temperamental. Tenemos que fijarnos mucho más cómo nos vestimos que los hombres, para que no nos acusen de trepadoras. Sigue habiendo mucho machismo en la sociedad, hubo algunos avances en los papeles, pero no en nuestras cabezas”, dice D’Alessandro. “¿Cuán grande es el sexismo en la economía? La coautora de este artículo permanece anónima por este tema”, se titula un ensayo publicado días atrás online (las notas en Internet permiten estos titulares mucho más largos que el papel), firmado por el profesor de la Universidad de Michigan Miles Kimball y por una coautora que no

se da a conocer porque cree que ello puede conllevar riesgos para su carrera profesional. La nota señala varias de las “microdiscriminaciones” a las que apuntaba D’Alessandro: las economistas deben preocuparse por definir el exacto largo de la falda indicado para asistir a las entrevistas del mercado de trabajo (que se describió la semana pasada en esta columna, y que este año se realizó en la ciudad de Boston). Los comentarios misóginos sobre su aspecto o su vestimenta hacen furor en el sitio de chismes econjobrumors. com. Y un reciente trabajo de la Universidad de Carolina del Norte demostró que las evaluaciones de los alumnos tienden a ser mucho más contemplativas para los profesores que para las profesoras. Aunque sea a nivel inconsciente, el prejuicio de género sigue muy activo. El artículo de Kimball y la coautora anónima abunda en anécdotas de economistas que, en reuniones de pares, son confundidas por “esposas” de los académicos; y en las aulas, por secretarias o asistentes. “Una de las principales razones que hay para comportarse bien con otra persona es el miedo a que ese individuo luego se enoje o tome revancha. Con las mujeres, esta contrapartida se desdibuja, porque pierden estatus si se las identifica como harpías o temperamentales”, marcan. Con respecto al salario, una de las fuentes de aumento de sueldo principales –sino la más común– para académicos es la “amenaza” de mudarse a otra universidad que les ofrece un cargo mejor. Conseguir una suba salarial o una mejora en el puesto depende de la credibilidad de ese riesgo. Y resulta, según Kimball y Cía., más creíble un varón que dice que se mudará con toda su familia a otra ciudad que una mujer que debe convencer a su esposo de hacerlo. “De todas formas, es un tema delicado porque poner foco en estas microagresiones en exceso lleva a clisés y exageraciones”, marca D’Alessandro. La economista, al respecto, cita un sketch muy divertido de la serie Portlandia, de una librería feminista, Women & Women First, en la que una pareja de ficción maneja un local por el que van desfilando distintos actores famosos (como Steve Buscemi) a los que todo el tiempo se los acusa de misóginos, ante cualquier frase o mínimo gesto.ß [email protected]

Jueves

Derrumbe de la balanza comercial

Según los datos del Indec, publicados en el informe de Intercambio Comercial Argentino (ICA), el saldo comercial de 2014 fue de 6686 millones de dólares, con una caída del 16,5% respecto de 2013. El derrumbe del saldo comercial de 2014 alcanzó el nivel de 2001. Además, el intercambio comercial tuvo el mayor retroceso desde la crisis de 2009

Economía real

Crece la oferta de residencias para la tercera edad El costo mensual varía entre $ 8000 y $ 50.000, según el servicio elegido Como si hubieran vuelto al colegio, los ancianos que viven en la residencia Sophia cumplen los horarios y participan de las actividades programadas por la institución. Desayunan, tienen una clase de gimnasia, almuerzan, descansan, hacen musicoterapia y cenan. Siempre a la misma hora. Las conversaciones también se repiten. Elsa, Úrsula, Emilia y Catalina cuentan cuántos hijos tuvo cada una, mientras esperan, ya sentadas en su mesa, que las jóvenes asistentes vestidas de uniforme blanco les sirvan la comida. “Úrsula no perdió el tiempo. Tuvo cinco hijos varones en seis años. En cambio, nosotras solo tenemos uno cada una”, bromea Elsa. “Los tiempos de ahora, no son como los de antes. La gente ya no tiene tantos hijos”, aclara Úrsula, consciente del paso del tiempo. Es que, según el Censo 2010, la población menor a 15 años disminuyó y, a la vez, la de mayores de 65 años creció. Esto ubica a la Argentina entre los países más envejecidos de la región, con una proporción de 10,2 % de población adulta mayor en 2010. El último censo refleja que hay un 0,3% más de personas mayores que en 2001. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la proporción de adultos mayores alcanza un 16,4%, siendo donde hay mayor envejecimiento de la población en todo el país. La tendencia reflejada en el Censo explica por qué aumentó la demanda de las residencias geriátricas en el último tiempo. Sólo en la ciudad de Buenos Aires, hay 592 residencias geriátricas con un total de 22.470 camas habilitadas, según surge del Registro de Establecimientos Residenciales para Personas Mayores. Los portales de Internet que se dedican a asesorar a los mayores y sus familias sobre la residencia que mejor se adapta a sus necesidades y posibilidades lo confirman. Según sus datos, la mayoría de las residencias geriátricas están al 95% de su capacidad. El crecimiento habitacional permitió la expansión y la diversidad de la oferta. La ley 661 de la ciudad de Buenos Aires, que regula la actividad, establece distintas categorías, según las características y estado de salud de los ancianos y, a su vez, dispone, de acuerdo con la clasificación establecida, las prestaciones que deben ofrecer a sus residentes. Sin embargo y, a pesar de la regulación, existe una oferta variada. Los precios de las residencias geriátricas privadas pueden ir desde

los $ 8000 hasta los $ 50.000 por mes, según los servicios y actividades ofrecidas, atención requerida por el adulto mayor y la ubicación. El valor por mes también cambia si la habitación es de uso exclusivo o la comparten. Según la obra social y el plan, solo los ancianos que tienen un certificado de discapacidad pueden exigir el reintegro del costo del servicio de internación geriátrica. “La diferencia en el precio depende de la cantidad de personal por cada anciano. Las residencias más baratas ofrecen solamente el personal que exige la ley y menos actividades diarias”, explica Marcela, que tiene a su madre viviendo desde hace tres años en un geriátrico. Existe una opción más económica. El PAMI tiene residencias geriátricas propias y convenio con privadas, pero sus camas están reservadas exclusivamente para quienes no cuenten con recursos para solventarlo. El servicio es gratuito para los afiliados, salvo por un porcentaje de la jubilación que les retiene la residencia. A su vez, existen hogares de ancianos que sobreviven de donaciones y un porcentaje de la jubilación de los adultos mayores, sin ninguna colaboración estatal. En general, se trata de hogares parroquiales que, por falta de recursos, son muy estrictos en la admisión, porque al contar con un personal limitado no aceptan a quienes por su salud requieran más atención. La alternativa más exclusiva, que destaca lo idílico, moderno y novedoso del complejo y no se autodenomina “geriátrico”, sino “senior resort”, ofrece a las personas mayores un departamento con todas las comodidades, pero también atenciones sanitarias. Esta opción es, sin lugar a dudas, la más costosa, porque implica la compra de un departamento dentro del complejo y el pago mensual de las expensas que sostienen los mayores servicios y actividades para la tercera edad. La experiencia, importada de Florida, Estados Unidos, de crear edificios y urbanizaciones para uso exclusivo de la tercera edad, tiene su caso pionero en Nordelta, donde ya se construyeron edificios que aún no se estrenaron. La gran diferencia con las residencias tradicionales es que no hay que adaptarse a ninguna disciplina horaria. En la medida que el desarrollo poblacional mantenga esta tendencia, la oferta seguirá aumentando. Cada vez habrá más opciones y servicios para la tercera edad.ß Kathrin Ecke