Me Perdonó, ¿por qué me siento castigado todavía? Artículo escrito por: Roger Oliver Usado con permiso Un ejemplo: Con tu grupo de oración compartiste en confianza algo íntimo sobre una amiga que no estaba, para poder “orar mejor” por ella. Tu amiga lo descubrió – el viento sopla, el agua corre, el chisme es repetido. Estaba bastante molesta contigo. Confesaste. Tu amiga te perdonó y te trata súper bien pero la amistad ha cambiado. Parece que hay desconfianza entre ustedes. Todavía te sientes castigada. ¿No es cierto que perdonar es olvidarse de la ofensa? No siempre es sabio. Imagina que aceptas un ride de un amigo que maneja peligrosamente. Al llegar a tu destino el compañero te pide perdón. Lo perdonas pero, ¿es sabio aceptar un aventón del él en el futuro? Probablemente no. Después de sufrir el daño del chisme, ¿vas a sentir confianza con esa persona? Probablemente no. Te sientes castigada todavía porque es un tipo de castigo, algo que sufrimos como consecuencia del pecado. Porque un pecado traiga consecuencias no implica que no sea perdonado. Preguntas, ¿Cómo puede ser castigo mientras mi amiga no me castiga sino me trata bien? Porque el pecado mismo trae consecuencias aparte de lo que el ofendido puede hacer o no. El pecado mismo trae dos tipos de sufrimiento o consecuencias: 1. La culpabilidad por haber hecho algo malo y 2. Las consecuencias, el daño a otros y a ti misma. El perdón borra la culpabilidad pero la restauración del daño requiere algo diferente. Un ejemplo. Supon que quemas la casa de tu vecino, luego pides perdón y el vecino te perdona. El vecino se ha olvidado del pecado pero ¿qué de su casa? Tienes que reconstruirla o darle la tuya. ¿Por qué no arregla Dios todo al instante? ¿Qué puedo hacer para restaurar la confianza? Buenas preguntas que vamos a contestar en el próximo artículo. Mientras, pide la gracia de Dios para ayudarte a aceptar las consecuencias. Adaptado de, Ask Me Anything 2, por J. Budziszewski. ObreroFiel.com- Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.