MAURICIO SANCHEZ. SE VISTE DE PAYASO PARA SACAR ...

a hacer un safari de fotos, nos arremangamos y trabajamos en serio, pero dando todo, sin importarnos muchas veces los riesgos. Venimos con donaciones que ...
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MAURICIO SANCHEZ. SE VISTE DE PAYASO PARA SACAR SONRISAS A NIÑOS HUERFANOS “Hay que ser muy duro para no quebrarse en algún momento” La vida en Congo vale poco, la situación es inestable pero los uruguayos intentan llevarle parte de su solidaridad a lugares como orfanatos y hospitales. Para ello hasta sirve ser payaso por un rato… Francisco Connio (De su viaje a Rep. Democrática del Congo) El contingente militar uruguayo en Congo, entre sus múltiples tareas, tiene la de apoyar de diversas maneras a diferentes lugares, entre ellos hospitales y orfanatos. La guerrilla golpea duro y determina que muchos padres y madres, caigan bajo las balas dejando miles de niños desamparados. En Goma concretamente, funciona el Orfanato Tulizeni con más de 50 niños y con ellos, algunas adolescentes madres violadas. Allí frecuentemente el contingente uruguayo presta ayuda y entre sus actividades está la de divertir, llevarle una pequeña sonrisa a esos niños, que se transforma en definitiva en un enorme tesoro en esa vida de incertidumbre futura para ellos. El sargento Mauricio Sánchez, integrante del Estado Mayor en Relaciones Publicas y Asuntos Civiles del Batallón Uruguay IV en Congo y perteneciente en nuestro país al Batallón de Infantería VIII de Paysandú, deja el traje militar y se viste de payaso y se pinta la cara, simplemente para sacarle una sonrisa a estos niños. Esta es su octava misión, estuvo en 2002 en Congo, en Haití 2004, 2006, 2008, 2009, 2011, 2013 y ahora en Congo nuevamente, pero está seguro que no será su última misión, ya que está dispuesto a venirse nuevamente dentro de un año. Una misión que lo marcó Dice que para un militar uruguayo, salir de misión “es una oportunidad única que nos brinda el Ejercito”, pero en su caso personal reconoce que esta misión, por diferentes circunstancias es la mejor de todas al punto que “para mí vida hay un antes y un después de esta misión en Congo, sin importar lo que vendrá en el futuro”. Indicó que “trabajar en Relaciones Publicas y Asuntos Civiles ha sido un cambio en mi vida, me ha posibilitado conocer una realidad más profunda de lo que es Congo y de lo que fundamentalmente se vive en estos lugares, Orfanatos, Hospitales, que nosotros solemos recorrer”. En todo este tiempo, dice “nos hemos sentido motivados al trabajo y uno se da cuenta recorriendo estos lugares, conviviendo con los congoleños el

amor que le brindan a los uruguayos. No me quedan dudas que estamos despegados de otros contingentes, por nuestra manera de ser, de sentir y de expresar nuestra solidaridad” precisó. Sánchez es claro cuando afirma sin titubeos que “nosotros acá no venimos a hacer un safari de fotos, nos arremangamos y trabajamos en serio, pero dando todo, sin importarnos muchas veces los riesgos. Venimos con donaciones que manda la gente de Uruguay, que nosotros decimos que mas que donaciones son esperanzas para esta gente que tanto necesita”. “Pintarnos la cara para alegrarlos nos da placer” Pero aclara -y lo vimos en nuestro viaje reciente- que “nosotros no solo repartimos las donaciones, le ponemos los zapatitos en el pie, los vestimos, le tendemos la cama, le hacemos limpieza, andamos en los colegios arreglando bancos, pizarrones, repartiendo tizas, en los hospitales ayudando en lo que se pueda, arreglando camas. Hemos dado clases de español, de dibujo y hemos puesto nuestro granito de arena para que estos niños en este caso, aunque también mayores y adultos, para que esto sea un poco mejor, para que tengan un mejor pasar. Y esto de pintarnos la cara para nosotros es un placer, lo hacemos muy gustosos”. Para Sánchez el entorno en el Congo “lleva a que uno se sensibilice. Estos niños nos llegan al corazón y no es un discurso para la prensa sino que realmente lo sentimos de esa manera. Estos niños nos ven y necesitan tanto amor, tanto cariño que no solo basta con entregarles comida, agua, limpieza, sino que esperan un mimo, una caricia, un beso. Con eso que a veces nosotros no tenemos en cuenta, ellos son felices” Y el militar agrega que “cuando uno entra en un campo de refugiados, de desplazados, se da cuenta la realidad que está viviendo este país. La injusticia, la falta de derechos, la parte social de la ciudad de Goma pero del Congo todo, hace que uno se humanice, porque nosotros los uruguayos, somos un poco especiales para estos temas y tenemos la idiosincrasia de ser muy solidarios. Y acá se multiplican esas sensaciones y la verdad, hay que ser muy duro para no quebrarse en algún momento” subraya. Sensaciones diferentes a cada momento El sargento a lo largo de otras misiones ha cumplido diferentes funciones, “correaje, fusiles, cascos, operaciones, campo, planificación, secundando a jefes de sección, comandantes de compañía por supuesto, pero en esta misión especialmente me tocó este lugar, esta función.

Sabía que si acá uno pone lo mejor de sí, seguramente tenga estas sensaciones que nos embargan cada vez que venimos a estos lugares” sostiene. Sin embargo dice que esto que se vive en estos momentos, la reciprocidad que hay con los uruguayos particularmente es porque hubo un trabajo anterior de otros militares compatriotas. “Esto es un gran trabajo anterior de otros compañeros que pasaron antes. La verdad, se ha hecho un excelente trabajo y nosotros lo que hemos intentando es tratar de estar a la altura de lo que hicieron antes y para ello como decimos habitualmente hay que poner toda la carne en el asador”. Dice que si uno quiere venir de misión “y en lo particular que llevo tantas puede parecer que uno sea un mercenario, pero en realidad no venimos por la plata al menos en mi caso. Esta es una oportunidad de poder venir a ayudar, a dar algo porque uno estando acá, se llena de solidaridad y es el mejor trabajo del mundo”. La familia, “sostén importante siempre” Seguramente al regreso al país (ya está en Uruguay) y por la manera de pensar de Sánchez, y con tantas misiones encima, el tema familiar lo tiene que manejar de una manera muy particular. “Sé que tengo el sostén necesario en mi esposa, María José que me ha bancado todo, y en mi hijo Santiago que ya tiene 25 años. La verdad que ellos entienden perfectamente mi manera de pensar. En cuanto a lo demás, debemos entender que los que vivimos en Uruguay, somos realmente afortunados. Por ejemplo allá abrimos una canilla y tenemos agua potable, pero esta gente tiene que caminar kilómetros para cargar un bidón en la cabeza con un poco de agua. Es más y para que nos hagamos una idea, en muchos lugares en el Congo el hecho de ir a buscar agua potable, se corre riesgo de vida”. Sánchez es terminante cuando sostiene que “vivir en este país no es fácil; pero para que tengan una idea, acá en Goma, que es una ciudad fronteriza, la gente más afortunada, trabaja por un dólar diario que apenas le da para comer. No hay un sistema público de educación, tampoco para la salud y ni hablar de otro soporte social como tenemos nosotros por ejemplo. Acá no existe nada de ayuda del Estado y en el Congo interior, la situación empeora y la vida de la gente esta librada al azar. O sea que en una palabra, si sos pobre acá estás a la deriva, en las manos de Dios sinceramente”. Finalmente dice que ha tenido tantas misiones que podría decirse que esta “endurecido”, pero “realmente hay que estar en el Congo para saber lo que se siente. Cuando uno sale a la calle en operaciones, lo que atina es dale un beso al crucifijo y pedir por la familia, porque acá cada día es una incógnita” indicó.