Mario Siede

desde las organizaciones de la sociedad civil 1. Mario Siede 2. Introducción. La experiencia de trabajar en el campo de las políticas sociales, y en particular,.
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La Importancia de la Visión Cómo construimos un marco para pensar el futuro desde las organizaciones de la sociedad civil 1 Mario Siede

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Introducción La experiencia de trabajar en el campo de las políticas sociales, y en particular, en intervenciones que planteaban el trabajo conjunto de estado y sociedad civil, me ha llevado a conocer las realidades de varias de las provincias argentinas. Ello me permitió identificar y conocer los aspectos comunes así como también sus características particulares, en relación a sus procesos de desarrollo institucional, político y económico así como también con referencia a la construcción y dinámica de la organización social. Y siempre me llamó la atención el hecho de que las provincias del Región Central, todas con una fuerte densidad de lazos comunitarios basados en las colectividades de inmigrantes y en una experiencia cooperativa muy importante, no desarrollaran un conjunto numeroso y sólido de organizaciones de la sociedad civil, al menos en términos relativos -principalmente los casos de Entre Ríos y Santa Fe, y en menor medida, Córdoba-. Podríamos decir que la organización, consolidación y fortalecimiento de la sociedad civil en la Región Central requiere aún de mayores y mejores desarrollos. Es por ello que se hace necesario reflexionar sobre la visión del sector, sobre las posibilidades y estrategias para construir una visión desde la cual hacer que esta sociedad civil pueda afrontar los retos que la sociedad en general y el sector en particular están teniendo en estos últimos años. Y esto es aún más imprescindible si pensamos que esto sucede en una región con grandes aglomerados urbanos en los que no faltan cuestiones sociales o causas justas a ser enarboladas por una sociedad civil organizada. 1

Texto publicado como Material de Lectura de la V Jornada del Sector Social del Centro del País por la Fundación Compromiso, Noviembre de 2.005, Paran. 2 Master en Sociología de la Universidad Federal de Río Grande do Sul. Porto Alegre. Brasil. Abogado de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe. Argentina. Consultor en políticas y programas sociales para Organismos Internacionales, ONG y Ministerios Nacionales. Ha desempeñado funciones en diseño y gestión de programas sociales: Programa de Ingreso para el Desarrollo Humano, SIEMPRO, Programa Trabajar III. Especialidades: planificación estratégica, gestión asociada, evaluación y seguimiento de proyectos sociales, financiamiento y cooperación técnica internacional. Se ha desempeñado como docente en distintas instituciones Maestría en Salud Pública – UBA, Maestría en Políticas Sociales FLACSO, Universidad Nacionales de Entre Ríos, Misiones, Mar del Plata, Córdoba. Actualmente es consultor de organizaciones no gubernamentales.

¿Desde donde trabajaremos la visión? La visión es un momento metodológico dentro de un proceso de planificación estratégica, definiendo la planificación como aquel proceso de permanente configuración de acciones en el presente y para el futuro, en el que necesariamente tenemos que considerar a los otros sujetos o actores que forman parte de la situación que se desea transformar o cambiar. Acciones y relaciones con otros que le dan sentido y significado a lo que hacemos, en fin, a nuestras vidas. Sucede que en nuestro país, en nuestro estado y en nuestra sociedad civil, la falta de prácticas habituales de planificación nos hace pensar que cuando hablamos de estos temas son cuestiones extrañas, puramente técnicas, herramientas de gestión que estarían alejadas de las realidades cotidianas, de nuestras prácticas del día a día. Tan alejadas nos parecen esas herramientas que cuando pensamos que las precisamos les dedicamos uno o dos días de capacitación para conocerlas y escucharlas, pero luego volvemos a nuestras organizaciones y seguimos haciendo las cosas de una forma muy semejante, sino exactamente igual, que antes de tomar esa capacitación y de adquirir esos conocimientos nuevos. Muchas veces pensamos que, otros, más organizados, u organizaciones más grandes, seguramente sí aplican estas herramientas. Sin embargo, hay que tener claro que lo que sucede en un contexto tan complejo como las sociedades modernas no está librado al azar. Diferentes y poderosos actores sociales públicos y privados sí planifican y sí consideran a los otros en sus planes. Entonces vemos que el estado - pero sobre todo los gobiernos - aún de forma poco abierta y poco democrática, planifican, imaginan y ejecutan programas de todo tipo que influyen y cambian la vida de la gente, transforman las cuestiones más materiales concretas y transforman también humores y estados de ánimo. Por su lado, las empresas también planifican, arman alianzas, definen qué se produce, qué se compra, qué se consume, cómo se considera a los clientes y consumidores. De esta forma, sucede que cuando nosotros, desde nuestros espacios concretos como organizaciones de la sociedad civil, no desarrollamos prácticas de planificación estratégica, no discutimos nuestros planes con otros, no formalizamos, sistematizamos y precisamos nuestras acciones y nuestros resultados, en realidad, estamos dejando que otros nos planifiquen. Decimos que, si nosotros no planificamos, por omisión, estamos siendo planificados por otros. A algunos eso les parece bien y hasta razonable, y delegan en otro el destino y el campo de posibilidades de sus acciones. Pero para quienes pensamos que planificar es indispensable para el desarrollo y ampliación de nuestros grados de libertad en una sociedad que coloca más límites que posibilidades, este tema es de crucial importancia. Se trata nada más y nada menos que de correr, de ampliar, los límites que tenemos para hacer lo que queremos hacer,

se trata de ensanchar nuestro campo de acción y de intervención, se trata de hacer absolutamente vital e indispensable todo el tiempo de nuestras vidas en el que trabajamos desde y con las organizaciones de la sociedad civil.

Herramientas de planificación y prácticas cotidianas Ahora bien, ¿cómo se construye eso, cómo se introducen esas prácticas en el quehacer de la organización? Evidentemente es un proceso, que como tal, precisa un espacio y un tiempo dentro de la organización y pensar unas formas de ir desplegando de manera consistente y permanente, los conceptos, las herramientas y las acciones que vayan realizando esa construcción. Se requiere pensar que resulta necesario transformar la forma que tenemos de hacer las cosas desde las organizaciones, para encausar las voluntades de la mejor forma posible. Como ustedes saben, ese proceso de armar una herramienta que nos sirva para conducir nuestras acciones, para orientarnos en las complejas relaciones en las que nos involucramos, para llegar al lugar adonde queremos llegar y lograr nuestros objetivos, podemos recorrer una cierta secuencia para pensar qué hacer en el presente para lograr lo que queremos en el futuro, pero no hay recetas sino ciertas formas de organizarnos. Una forma no secuencial ni rígida de pensar lo que hacemos y cómo lo hacemos, es la que dice que debemos partir de conocer la situación actual de la realidad en la que queremos actuar y en esa realidad, investigar las causas de aquellas cosas o hechos que nos parecen más graves, que más nos ofenden o que nos indignan, esas cosas que serán los problemas que nos movilizan y que queremos resolver. Nos preguntamos qué pasa?, quiénes están involucrados?, cuales son? los principales problemas que queremos enfrentar. Este es el denominado campo analítico, que nos habla de las representaciones intelectuales elaboradas por las fuerzas o actores sociales que planifican, desde las cuales conocen y comprenden lo que está sucediendo. Un segundo campo – campo proyectivo - expresa y explicita los deseos y valores que los actores proyectan al construir la estructura propositiva del proceso de planificación. Aquí surge un doble significado del verbo proyectar: como proyección de una imagen y como diseño de un proyecto. Este campo nos interesa particularmente ya que incluye la Visión. El tercero -campo constructivo- identifica los movimientos -tácticas y estrategias- tendientes a poner el objetivo al alcance, es decir, movimientos que buscan hacer posible los resultados esperados. Aunque puede suponerse que el carácter estratégico se concentra aquí, lo cierto es que todos los momentos son de naturaleza estratégica y se realimentan recíprocamente. Estos momentos, aunque a veces no parezca, se explicitan en cada una de las acciones o tareas que realizamos.

Cuando analizamos, cuando proyectamos y cuando nos preguntamos por el cómo lo hacemos desde nuestra subjetividad. Ahora bien, en qué tiempo y espacio se desarrolla y expresa todo ese contenido de subjetividad que nosotros como actores desplegamos en la acción: fundamentalmente en nuestras prácticas cotidianas, en las formas que encontramos de lidiar con aquellos que hacemos y que queremos transformar. Sólo que la mayoría de las veces, esas formas cotidianas no son sistemáticamente pensadas, no son objeto de lectura crítica, de reflexión, sólo nos damos cuenta que vamos por el camino errado cuando estamos con pocas posibilidades de volver y retomar. Sucede que eso que llamamos prácticas cotidianas, es lo que hacemos nosotros en nuestro presente, en nuestro día a día, en nuestra experiencia vital, y es esa experiencia vital la que nos hace ser lo que somos, quienes somos y para que estamos aquí, qué hacemos. Es en esas prácticas cotidianas que se expresan los ingredientes de nuestra subjetividad: los lugares desde donde decimos y hacemos, nuestros posicionamientos, nuestros valores e ideas – sin importar mucho el grado de sistematización de ellas - nuestra intencionalidad, un hacia adonde queremos que las cosas sucedan y allí volcamos todo nuestro bagaje experiencial, todo lo que aprendimos, todo lo que nos trasmitieron, nuestras historias, nuestros líderes, nuestras instituciones, nuestras familias. Las prácticas cotidianas son las que nos van formando y nos hacen que construyamos la vida en sociedad, esas prácticas cotidianas son las formas y los momentos en los que conectamos nuestro presente con nuestro pasado y, obviamente, con nuestro futuro. Es decir, que allí se expresa y se articula de “donde vengo y adonde voy”, desde lo que estoy haciendo ahora, se juega en nuestro espacio de acción cotidiano todo lo que fui y todo lo que quiero ser, como sujeto, como actor social, como organización social. Obsérvese entonces, que los procesos de planificación estratégica que trabajamos en las organizaciones suponen una fuerte incidencia en nuestras propias vidas, en las formas de pensar y de hacer, diríamos en nuestra “praxis”, una práctica permanentemente pensada, criticada, un aprendizaje social e individual. Sucede que para que todo el bagaje de nuestra subjetividad se direccione de forma efectiva y contundente hacia lo que queremos como resultados, y para que nuestras prácticas cotidianas tengan un significado histórico que le dé sentido a nuestro futuro, precisamos tener una visión. Es importante tener visiones, pero tan importante como eso es identificarla y explicitarla social, organizacional y comunicacionalmente. Pero ¿donde está la visión en esta forma de organizar el pensamiento? Sin dudas que está en el momento proyectivo, valorativo. La visión es una idea en movimiento, una imagen del futuro deseado, una visión compartida por el grupo o fuerza social, los actores que se deciden a encarar la construcción de

un recorrido que quiere cambiar el sentido y el significado de qué es y cómo se ha venido realizando una actividad o una acción. Esa visión se encuentra presente en cada uno de los actores, en cada persona y en cada organización. El recurso metodológico de la identificación de la visión posibilita darle fuerza homogeneizante y direccionalidad a las acciones que se expresan en actividades, proyectos, estrategias de alianzas y construcción colectiva de objetivos. La identificación de una visión no es una etapa en el proceso de planificación sino un momento necesario para que se puedan expresar todos los valores y anhelos de la fuerza social que se encuentra por delante con un desafío

Identificación de la Visión La identificación de la visión es un momento de naturaleza proyectiva que se caracteriza por movilizar valores, deseos y compromisos, que son consolidados en situaciones-objetivo en diferentes horizontes de tiempo con una fuerte característica comunicacional. Contribuye a cohesionar los programas y proyectos institucionales y proporciona direccionalidad y sentido a las acciones. Veamos ahora algunos de los elementos de esta definición: •

La naturaleza proyectiva de la visión. Supone que los actores (actuales y presentes aquí y ahora) trabajan sobre las imágenes de futuro, se buscan y se ven de otra forma en un tiempo por venir.



El futuro cumple una función política, organizacional y psicológica muy relevante, pues, en tanto se instala en el presente como representación del porvenir, se transforma en objeto de debate, de acuerdo, de negociación y de construcción colectiva. Orienta el sentido de la acción en el tiempo.



Esa noción de futuro la podemos expresar a través de una idea que parece contradictoria pero que tiene fuerza convocante y desafiante, nos referimos al concepto de utopía concreta. Concepto de fuerte contenido referencial y que operativamente se usa para señalar todas aquellas expectativas de logro y resultados para las cuales, por más difíciles o inaccesibles que parezcan, existe alguna trayectoria posible para alcanzarlas.



Movilización de conocimientos, valores, deseos y compromisos de los actores. En la identificación de la visión se ponen en juego todo lo que somos nuestra razón, nuestro corazón, nuestras experiencias, deseos y expectativas. Las historias individuales, los espacios y las organizaciones asociativas, nuestros logros y nuestros dolores se conjugan en una clara fuerza que tiende hacia delante.



La visión provee de direccionalidad a la acción y, antes o después, a la capacidad analítica y programática del actor social, grupo o fuerza social

que la explícita. Opera como un dispositivo de conformación de pertenencia por el sentido compartido de las acciones que se piensan, diseñan, formulan, implementan, evalúan. •

Las situaciones – objetivo intermedias son resultados parciales a ser alcanzados como condición para acercarse a la utopía concreta. Las situaciones objetivo se definen para diferentes horizontes de tiempo, suponen una serie de hitos o eventos articulados entre sí, altamente deseados o valorados. Son logros intermedios a ser alcanzados, en consecuencia, no se define como una intención de acción, sino como resultado parcial que se desea alcanzar dentro de una situación.



La idea de trayectoria ideal refiere a la secuencia de acciones y hechos que podrían escalonar el paso de la situación actual, a través de las situaciones - objetivo intermedias en dirección al logro de la visión. Construimos trayectoria ideal como si fuéramos viajeros en el tiempo que conectan el presente con el futuro deseado.



Se llama ideal por que esta trayectoria, al iniciarse como camino concreto de acción, encontrará distintos factores y actores (favorables o desfavorables) que se interponen en nuestro accionar.



Entonces, el valor de trazar trayectorias ideales reside en que, en los espacios sociales de intervención, se constituye en un elemento de referencia fundamental para evaluar, actores aliados y oponentes y el costo y la oportunidad de diferentes tácticas y estrategias, siendo en consecuencia, un elemento central para la toma de decisiones.



El contraste entre trayectoria ideal y trayectoria real sirve para advertir, medir y corregir los grados de desvío que se presentan en la implementación concreta de cualquier programa y proyecto.



La visión es esencialmente comunicable. Esto es, se puede expresar y explicitar claramente y se puede compartir con otros actores que seguramente se sumarán, se aliarán, o quizá se opongan o permanezcan indiferentes delante de la propuesta y las acciones que se pretenden implementar. La característica de la comunicabilidad de la visión le da la virtud de amalgamar, cohesionar al grupo o fuerza que la identifica y comunica.

¿Cómo operacionalizamos la visión? Operacionalmente la visión es producto de un proceso de pensamiento, de reflexión, de discusión y diálogo que se expresa en un producto comunicable, pero este proceso tiene la virtud de generar una dinámica y una fuerza movilizadora e integradora muchas veces más importante que el propio producto final. Como se puede ver en el siguiente cuadro:

En términos operativos Qué es una visión? Es una descripción de un futuro deseable, realista, creíble, atractiva y comunicable, que puede ser tan amplio como una frase, una imagen o un sueño o tan preciso como una meta o las instrucciones para cumplir una meta.

Actividades para construir una visión legítima

Otros resultados del proceso de construcción de la visión Aporta otras formas de Formular la visión Discutirla pensar el futuro Refuerza la participación Comunicarla Modificarla y la cooperación Mantenerla actualizada Favorece la comunicación Volver a considerarla y la construcción de cada vez que se suma un confianza nuevo actor Promueve el liderazgo y Reconsiderarla a la luz de la sinergia de los actores aprendizajes y / grupos involucados experiencias (logros y fracasos) en el plano programático y operativo

Importancia de la visión en la organización social •

El valor político de este momento radica en que la gente no se va a movilizar por un objetivo, por más deseable que sea, si no cree al mismo tiempo que tiene posibilidad de alcanzarlo. Esta creencia podría instalarse espontáneamente o como consecuencia de una explicación, de una argumentación o de una demostración.



Esta relación entre lo deseable y lo posible se puede reforzar con la analogía de un barrilete, que uno puede remontar aprovechando el viento y llevarlo lo más elevado, cuanto más alto mejor, sin embargo, lo importante es que no se corte el hilo. Es el hilo de posibilidad que conecta el futuro con el presente, que aquí asociamos con lo posible, con que la gente crea o no, que esa visión puede ser lograda.



Es importante comprender que la relación entre el actor social y la visión es de mutua retroalimentación. Por definición, el actor social es quien identifica y establece una determinada visión. Sin embargo, también es cierto que una visión común y aceptada fija compromisos que "constituyen" al actor como tal, puesto que un objetivo común es un elemento básico de cohesión para un grupo, un equipo o un actor social colectivo. Pero también, la dificultad en encontrar una visión común puede expresar la resistencia de un conjunto de personas a constituirse como actor social.



Articulación de planificación estratégica y trabajo en el día a día. Los conceptos de visión y de situaciones-objetivo con diferentes horizontes de plazo articulados estrechamente al conocimiento de la realidad, recuperan la planificación como una herramienta para la toma de decisiones del día a día. Esto no es sinónimo de coyuntura, ya que hoy se pueden estar tomando decisiones que tendrán impacto en el corto, el mediano o el largo plazo.

A modo de final abierto Este recorrido por aspectos conceptuales y metodológicos de la visión pretende ofrecer elementos que nos permitan pensar de una forma más concreta y productiva el papel de las organizaciones de la sociedad civil en por lo menos tres aspectos claramente relacionales. •

La construcción de lo que deberían ser los roles de la sociedad civil organizada en la Argentina actual. Esta construcción podría ser el resultado de debates, luchas y consensos acerca de la visión del sector como tal. Este proceso debería abrir, democratizar y transparentar el mundo de las organizaciones de la sociedad civil. Probablemente la idea de calidad institucional y de gestión sea orientadora en este sentido. Podría decirse que, una organización que tiene visión es la que imagina un escenario y lucha para construirlo, no la que corre a adaptarse a los escenarios actuales.



La identificación de una visión en las organizaciones trae necesariamente un posicionamiento frente al largo plazo. Pensar el largo plazo y instalar esa idea, refuerza y esclarece el compromiso y las obligaciones frente a la gente con la cual y para la cual trabajamos.



Los dos procesos relacionales anteriores vinculados con la visión de las organizaciones nos permitirían adentrarnos en las relaciones con el Estado y con el sector de las empresas, en la discusión de visiones y de espacios y horizontes para el despliegue de la asociatividad, la solidaridad, la responsabilidad, la transparencia, la democracia, la justicia social y la equidad, como elementos para pensar un proyecto de sociedad, de país.

Bibliografía Rovere, Mario, 1993. Planificación estratégica de recursos humanos en salud. Capítulo IV – Construyendo metodologías abiertas. Serie Desarrollo de Recursos Humanos Nº 96. OPS.

SIEMPRO. 1998. Módulo II : Planificación estratégica de políticas y programas sociales. Curso Semipresencial de Política y Gerencia Social. Unidad 2. Buenos Aires. Argentina. Mintzberg, Henry, 1999. El safari de la estrategia. Capítulo 5. La escuela empresarial. Granica. Buenos Aires Marisela Vásquez, Tomás Palacios, Sara L. España. 1995. Manual para formular la visión de un municipio. Caracas, Venezuela