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Los Trueba en la ciudad, entre el cine y la música

la novela gráfica por la que aca- ban de premiarlo. Está retrasa- do y decide tomar un taxi, para ganar tiempo. A partir de allí, quedará prisionero de un taxis-.
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espectáculos | 5

| Domingo 21 De abril De 2013

bafici | último día

Venturini, señora punk

Sensible y profunda

Road movie urbana

Beatriz Portinari, un documental soBre aurora Venturini (argentina/ 2013). dirección: Agustina Massa, Fer-

HaBi, la extranjera (argentina/2013). dirección: María

BomBa. dirección: Sergio Bizzio.

Florencia Álvarez. duración: 92 mi-

argentina.

nutos. competencia argentina. Hoy,

llage Caballito

nando Krapp. duración: 76 minutos.

a las 19.50, en el Village Recoleta.

Hoy, a las 20.40, Village Caballito 4.

¿

Jonás Trueba vino a presentar Los ilusos, su segunda película

Los Trueba en la ciudad, entre el cine y la música Fernando Trueba vino al MICA y su hijo Jonás llegó para el Bafici Gabriel Plaza LA nACIon

Se podría decir que Fernando Trueba hace cine como si estuviera ejecutando una partitura de jazz, con la elegancia, la pausa y las improvisaciones de Bebo Valdés, mientras que su hijo Jonás Trueba filma con la frescura, la austeridad y el riff cancionero del grupo The Wave Pictures. “Pienso los discos como si fueran películas”, asegura el padre. “Pienso las películas como si fueran discos”, redobla la apuesta el hijo. Con una semana de diferencia, los Trueba –Fernando (1951) y Jonás (1981), padre e hijo– aterrizaron en Buenos Aires, pero a pesar de no cruzarse parecen conectados. El realizador español de Belle Époque (1993) vino a brindar una conferencia en el MICA, con la serenidad de haber despedido a un amigo como el pianista cubano Bebo Valdés, fallecido hace casi un mes. “Con Bebo se produjo algo muy especial. Fue a raíz de ese flechazo entre ambos que lo hemos pasado tan bien y hemos hecho un montón de cosas juntos: viajes, películas, discos y horas en estudio. Eso es un tesoro de mi vida, que recordaré hasta el momento de mi muerte. ¡Qué bien que lo hemos pasado!”, lo recuerda el director. Su heredero, que llegó unos días después para presentar Los ilusos en el Bafici (hoy, a las 22.40, Village Caballito 7), tiene ganas de recorrer la ciudad, ir a ver conciertos y perderse en los bares. Algo bastante parecido al pulso de su segunda película rodada en blanco y negro, que sigue a sus amigos por las calles de Madrid, en una obra que reboza frescura y autenticidad. Filmada de forma independiente, en los ratos libres y con un guión que se construyó sobre la marcha, la película retrata el pulso generacional de los

Fernando Trueba

efe

treintañeros a la deriva. “Todas las películas surgen de una crisis personal no en el sentido trágico, sino en la posibilidad de crecimiento. Con Los ilusos quería volver a algo más simple y amateur, con menos equipo, menos tiempo y llegando a las cosas sobre la marcha. Los ilusos habla de abrirte a lo que vendrá. Así estoy yo en este momento”, se define Jonás Trueba. Hay una red de citas francesas, formas de filmar y vínculos familiares que hilvanan la estética de los Trueba. Jonás trabajó con su tío David en La buena vida (1996) y después su padre lo invitó a realizar el guión de El baile de la victoria (2009) por el que fue nominado a los premios Goya. Será por eso que en agradecimiento a la escuela familiar Los ilusos está dedicada a su padre y a las conexiones que existen entre ellos: “Esta película dialoga mucho con el primer cine que hacía mi padre y del que a veces medio se avergüenza. Mi favorita es su segunda película, Mientras el

gcba

cuerpo aguante. Pensé varias veces en esa película mientras hacía Los ilusos”. Su padre, a su vez, le dedicó su último trabajo, El artista y la modelo (2012), a Máximo, su hermano mayor, que era escultor. “Siempre he presumido de ser un poquito reaccionario al mercado y de estar a favor del arte de dominar un oficio. Me gusta el pintor que pinta, el escultor que esculpe, el músico que toca, el artista que trabaja en la soledad de su taller con sus manos, trabajando con sensaciones, volúmenes e imágenes”, se define. El cineasta, que está preparando un nuevo guión con la secuela de los personajes de La niña de tus ojos (1998), siempre se sintió más cerca de los oficios artesanales que de la industria, aunque tenga un oscar en su haber. “Escribo de manera libre los guiones y después busco la manera de hacerlos. He intentado imitar el camino modesto y artesanal de Woody Allen o Truffaut.” Una semana después, como si hubiera leído su pensamiento a la distancia, su hijo parece contestarle mientras toma una cerveza: “Las generaciones de cineastas como las de mi padre, o los del cincuenta y sesenta, eran pintores o escritores frustrados. Pero los cineastas de mi generación somos músicos frustrados”. Los dos tienen una voracidad musical. A partir de proyectos como Calle 54 y Lágrimas negras (un fenómeno en todo el mundo), Fernando Trueba se transformó en un productor musical y cinematográfico que fundió sus pasiones. Mientras que en su dos películas Jonás se apoyó en las músicas de nacho Vegas, Battiato, Aroah y El Hijo, para darle contundencia generacional a su obra. Con días de diferencia les hago la misma pregunta a los dos Trueba. ¿Cómo es la relación de la música con su cine?. Jonás: –La música siempre forma parte de mi proceso creativo. Cuando pienso una película me gusta crear una lista con un corpus musical de diez a cincuenta temas que estoy oyendo una y otra vez, y que me ayudan a encontrar el tono, el sentimiento y las sensaciones que me gustaría que la película tenga. Fernando: –Siempre tuve interés por la música, pero el momento de explosión fue con Calle 54. A partir de ahí, descubrí que entre película y película irte al estudio y hacer un disco te lava la cabeza por dentro. Es como una renovación mental y artística, para después volver fresco a la película siguiente.ß

Cómo se abarca en un documental 91 años de vida de un personaje tan interesante, misterioso y curioso como la autora Aurora Venturini? Muy dificultosamente. Al menos según el trabajo realizado por Agustina Massa y Fernando Krapp. Un proceso complicado por la reticencia de su objeto de estudio a ser definido por sus recuerdos o por sus amistades con Eva Perón y con Jean-Paul Sartre. Tal vez la mejor definición sea la de la periodista Mariana Enríquez, que asegura que Aurora es punk. Y así aparece, rebelde, áspera, por momentos amable y por otros empeñada en que la dejen en paz tanto los cineastas como sus muchos amigos/admiradores que conocen su vida tal vez mejor que ella misma. La acertada decisión de utilizar una narradora, Rosario Bléfari, para contar las vicisitudes del rodaje no compensa todo lo que el film no llega a contar.ß Natalia Trzenko

C

on la excusa de cumplir el encargo de su madre de entregar unas artesanías, una joven provinciana se va de la casa familiar y se instala en Buenos Aires. Una modesta pensión y un empleo por unos pocos pesos son el comienzo del camino que decide explorar la chica, quien al sentirse atraída por el islam, adopta un nuevo nombre (se hace llamar Habi), así como distintas prácticas y costumbres de esa religión. Todo va más o menos bien hasta que un encantador chico libanés sacude el corazón de Habi, cuya empeñosa construcción de una nueva identidad se desmorona rápidamente. Martina Juncadella compone formidablemente a esta veinteañera en busca de su identidad, en esta sensible y profunda ópera prima de María Florencia Álvarez, una bienvenida incorporación al cine de alto vuelo.ß Julia

Montesoro

duración:

U

75 minutos. competencia Hoy, a las 18.05, en el Vi-

n veinteañero santafecino llega por primera vez a la Capital, para presentar en la Feria del Libro la novela gráfica por la que acaban de premiarlo. Está retrasado y decide tomar un taxi, para ganar tiempo. A partir de allí, quedará prisionero de un taxista que lleva el coche cargado de explosivos y se muestra decidido a usarlos para volar todo en mil pedazos. En su segundo film como director después de Animalada (2000), el escritor y cineasta Sergio Bizzio se mete con su cámara dentro del auto, y en ese pequeño mundo concentra la mayor parte del relato, logrando momentos de gran intensidad, apoyado en gestos, miradas y diálogos precisos. Tan precisos como el trabajo actoral de Jorge Marrale (el chofer al borde de la explosión) y el joven Alan Daicz, el desprevenido pasajero de esta road movie urbana.ß Julia Montesoro