Los Olvidados Berta González Sugasaga
Diseño original de la cubierta:
Primera edición: abril 2012
©Berta González Sugasaga, 2012 http://bgsugasaga.blogspot.com ISBN: 978-84-615-8206-8
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Un libro con alma,
Para recrear el espíritu,
Y remover la conciencia.
“Para los que buscan vivir su libertad en el respeto, sean o no olvidados.”
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He mostrado mi sangre, y me la compran, Preparación, saber, piel por dinero,
A cambio te subastan o te escombran, Y parece, al hablar, que yo exagero. Idiomas, empatía, y aún destreza,
Medicina, historia, leyes con certeza,
Un ingeniero a precio, ujier-limpieza, Para paliar el hambre en la pobreza. Pura necesidad, tragas o vuelas, Si todavía tienes horizonte,
Tragar es, cual mortal, llevar secuelas,
En cambio, alzar el vuelo es consecuente. Se ha conseguido inaugurar el miedo, Es pura selección, hemos triunfado,
Aunque pensadlo bien, el preparado, Adopta su postura en otro lado.
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No se acabó la mofa, el intrusismo, Falso pudor, huyó la sutileza,
La tónica moral, o escepticismo,
Que aquí, todo mortal se despendeja. Partiendo del abuso como enseña,
Queremos sublimar hasta el meado,
Con esta vacuidad, quién piensa o sueña,
Quizás cuando hagas compra en el mercado. Se vive, al ser valiente u ocurrente, O tal vez, susurrando a Prometeo,
Dónde ganar dinero, y ser decente, Y no abrir la cartilla al trapicheo.
Río revuelto, agrupando a la manada,
Como trabajar no agota, dos por el precio de uno es lo inminente, Mil veces agachando la cabeza, sudándote la frente, Y en esa laxitud, la espera o nada.
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A quién le toca hoy subir al podio, Brillante su carrera en el engaño,
Los máscaras, sembrados en el odio,
Muy lerdos son aún, igual que antaño. Un esqueleto muestra su fachada,
Es la pared de la desazón y el musgo,
A quién le sirve la virtud tan descarnada, Se agotan mis razones mientras hurgo.
Si nunca has arrastrado una influencia, Será tu ingenuidad como un tesoro,
Tal vez, podrá valerle a tu existencia, En un mundo elitista sin decoro. Qué te lacera más, el sinsentido,
O la palabra hueca en la promesa,
El tiempo que transcurre, y no ha valido, O nada está prohibido, y nunca cesa.
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Hojas marchitas, rosal al descubierto, Cien años de gestión y estercolero,
Podemos abreviar, ¿A qué yo espero, En una sociedad como desierto? Inteligencias de perfil ambiguo,
Demostrabilidad, cero más cero,
Desesperados por bailarle el agua, A todo lo que atisbe de talento.
Poder, en unas glorias trasnochadas, Con ese imperativo al desenfreno, Inventando posturas camufladas,
Que luego, a la sazón, las sabe el pueblo. Tertulias amorosas del contento,
Caiga quien caiga, sin dignidad yo vivo, Si me dejan, aún mando, y aún prosigo,
Se muere España, y yo, cuánto lo siento.
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He mantenido el sello de nobleza,
Desde esta cúpula, me siento irreductible, Cerebro y corazón, hoy es plausible, Haremos que genere gran riqueza.
Cuarta generación en lo infecundo,
Son mil batallas, y ya, cuánto nos queda, La calderilla, para ofrecerle al mundo, Partiéndonos los lomos en la veda.
Qué puedes ofrecerme hoy, de tu hazaña, Si amándote, agonizo bella España,
Para vivir, qué tengo en mis empeños,
¡Por qué pagas tan mal, talento y sueños! No sé, si por pensarlo en este instante,
La muerte es para muchos, lo de menos, Los débiles, se han hecho tan pequeños, Tan sólo un alma humana cree y late.
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Voy a fingir quizás, que aquí no pasa,
Que salvo en el vestir son delincuentes, Que son expertos en ocios atrayentes, En un mundo virtual de escala rasa.
¿Quieres que muestre el llanto, así al desnudo, Y se me olvide la patada en la cabeza?,
¿Ejerzo el conductismo, o me hago mudo, Administrando al doble la pobreza? Cabalgata de mandos invisibles,
De lujos desmedidos, de misterio,
Con rostros que suplican ser visibles,
Más que un país de paso, es un imperio. Suena que ya nos toca hacer la caja, Ahora se llama así por el reverso, Irrefrenable tentación malverso,
Es la inflación, que a veces sube y baja.
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El poeta sabe lo que dice, pero,
Si los demás no saben lo que dice, Es que no dice nada.
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