LOS MENSAJES OCULTOS QUE DAMOS A NUESTROS ... - ObreroFiel

“Los niños buenos no se portan así”, “Has sido una niñita mala”. “Dios no está contento cuando te portas de esa manera”, “Los ángeles están llorando ahora ...
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LOS MENSAJES OCULTOS QUE DAMOS A NUESTROS HIJOS Por Ellyn Davis Usado con permiso El mensaje oculto de la vergüenza Las seis formas comunes de la vergüenza son: 1. La injuria “¡Tú, niño malcriado!”, “¡Te estás portando como un escuincle consentido!” “¡Mocoso egoísta!” “¡Escuincle llorón!”, “¡Malo!” 2. Moralización. “Los niños buenos no se portan así”, “Has sido una niñita mala”. “Dios no está contento cuando te portas de esa manera”, “Los ángeles están llorando ahora mismo por lo que haz hecho”. 3. Expectativas basadas en la edad. “¡Ya crece!” “¡Deja de portarte como un bebé!” “Los niños grandes no lloran”, “Ya tienes 10 años, ya deberías poder hacerlo”. 4. Expectativas basadas en el género. “¡Sé valiente y pórtate como hombrecito!” “¡No seas maricón!” “¡Deja de ser tan emocional!” “No seas una niña tan tonta”. 5. Expectativas basadas en la competencia. “¡No tienes remedio!” “Nunca serás bueno para nada”, “Ya deberías poder hacer estas matemáticas por ti mismo”, “Ya debías haberlo sabido”, “A cualquier idiota se le hubiera ocurrido”. 6. Comparaciones. “¿Por qué no puedes ser más como tal o cual?” “Ningún otro niño está portándose como tú”. “Tú no eres tan ______ como tu hermana (hermano)”. Sería un ejercicio de ayuda, el sentarnos y escribir qué mensajes están detrás de estas formas comunes de avergonzar. Recuerden que los niños no pueden separar la realidad de la fantasía hasta alrededor de los 7 años, y no comprenden las ideas abstractas hasta cerca de los 12 años de edad. También recuerden que cuando utilizamos frases como “Los niños buenos no se portan así,” éstas proceden de todo un sistema de ideales que los adultos entendemos, pero que es posible que nuestro hijo no. Así que el usar cualquiera de estas formas para avergonzar a un niño pequeño, es casi una garantía de que serás totalmente malinterpretado. Veamos algunos de los mensajes en las diferentes formas de vergüenza. Primero, la injuria. El mensaje es que tú eres malo, tú no deberías ser de la manera que lo eres, tú no estás bien. La moralización transmite un mensaje aún más profundo de que el niño ha decepcionado a sus padres. El moralizar comunica que el niño de alguna manera le ha fallado a Dios. Esto es un mensaje aplastante para ser manejado por un niño, porque si él o ella no pueden acudir a un padre y tampoco a Dios, ¿a quién más puede ir? Creo que esta es una razón por la que muchos cristianos ven a Dios como punitivo. Las expectativas basadas en la edad son injustas, porque menosprecian al niño por su nivel de competencia, demandando una acción o comportamiento que no es apropiado a la edad. Los padres

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hacen esto todo el tiempo, al regañar a un bebé por llorar, o por esperar que un niño de tres años sea capaz de sentarse quieto por largos períodos de tiempo. Las expectativas basadas en la edad muestran una completa insensibilidad al nivel de desarrollo del niño. Las expectativas basadas en el género y la competencia crean la misma demanda confusa en el niño como las expectativas basadas en la edad y llevan el mensaje oculto de que él o ella es un fracaso por no ser capaces de vivir al nivel de alguna clase de rol de su género o un nivel de logros que tal vez ni siquiera el niño comprenda. Finalmente, las comparaciones son la muerte para las relaciones, porque éstas aíslan y separan y crean un sentido de competencia. Así que los mensajes básicos que comunica la vergüenza son: (1) debes ser diferente de lo que eres para ser amado y aceptado (o aún tolerado); (2) tu valor será definido por lo que hagas o no por lo que otros quieran (particularmente la gente con alguna clase de posición de autoridad); (3) estarás aislado, a menos que te conformes a las ideas de otras personas sobre lo que es bueno y malo para ti, correcto o incorrecto para ti; y (4) lo que TÚ quieras, pienses, y sientas no importa. La vergüenza y el falso ser Thomas Merton, el famoso teólogo dijo, “Cada uno de nosotros es ensombrecido por una persona ilusoria; es el falso ser.” Quizá el aspecto más demandante de la vergüenza es que anima a la creación de un “falso ser.” Después de todo, si lo que eres realmente no se siente bien, o amado o valuado o que pertenezcas, entonces tiene sentido el esconder lo que eres verdaderamente y presentar la impresión de ser alguien diferente. Creamos la “imagen” de una persona amable que pensamos agradará a otros. Hay una historia sobre una pequeña niña cuyos padres se pasaban regañándola por pararse en la banca de la iglesia. Finalmente ella se sentó, pero dijo, “Puede que exteriormente esté sentada, pero interiormente estoy de pie.” Esto es lo que hacemos, creamos un falso ser que “se sienta” en el exterior, mientras que el real, el ser interno está aún “de pie” por dentro. Brennan Manning llama a este falso ser “el impostor.” Los impostores están preocupados con la aceptación y aprobación porque cuando niños no se sintieron amados. El impostor se vuelve adepto a presentar una apariencia exterior aceptable y mira a las cosas exteriores – amigos, logros, riqueza, reconocimiento, estatus – para probar su valor y proveerse a sí mismo con un sentido de significado personal. Cuando somos impostores, tememos ser lo que en realidad somos. Stephen Pressfield expresa este dilema muy bien en The War of Art (La guerra del arte): “La mayoría de nosotros tenemos dos vidas. La vida que vivimos, y la no vivida vida dentro de nosotros. Entre las dos está la resistencia. La resistencia se alimenta de temor. Experimentamos la resistencia como temor. ¿Pero temor de qué? “Temor de las consecuencias de seguir nuestro corazón. Temor a la bancarrota, temor a la pobreza, temor a la insolvencia. Temor a ser humillados cuando tratamos de hacerlo por nosotros mismos, y de humillación cuando cedemos y regresamos arrastrándonos donde empezamos. Miedo a ser egoístas, a ser malas esposas o esposos desleales; miedo a fallar en mantener a nuestras familias, de sacrificar sus sueños por los nuestros. Miedo a traicionar a nuestra raza, nuestros hogares. Miedo al fracaso, miedo a

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ser ridiculizados. Miedo a desperdiciar la educación, la capacitación, la preparación por la que aquellos que amamos se han sacrificado tanto, por lo que nosotros hemos trabajado tanto. Miedo a ser lanzados al vacío, a ser grandemente lastimados allá afuera; miedo a pasar algún punto sin retorno, más allá de lo que ya no podamos retractarnos, que no podamos regresar, que no podamos rescindir, pero que debemos vivir con esta elección hecha por el resto de nuestras vida. Miedo a la locura. Miedo a la enfermedad. Miedo a la muerte. “Estos son temores serios. Pero no son temores reales. No el miedo máximo, la madre de todos los miedos que está tan cerca de nosotros que aún cuando lo digamos no lo creemos. “El miedo a que tengamos éxito. Que podamos acceder a los poderes que secretamente sabemos que poseemos. Que podemos convertirnos en la persona que sentimos que realmente somos en nuestro corazón. “Este es el prospecto más terrorífico que un ser humano pueda enfrentar, porque lo expulsa fuera (él imagina) de todas las inclusiones tribales por las que su psique se angustia. Las “conexiones” de nuestro psique Me he dado cuenta de que todos nosotros tenemos lo que Stephen Covey y otros llaman un “mapa de la realidad.” Este mapa (o serie de mapas) procede de nuestra crianza, nuestro temperamento, y nuestras experiencias; así como nuestros “mapas” generacionales y culturales, ingresan a nuestras vidas, por a la manera en que son las cosas y la manera en que deberían ser. Los mapas son importantes porque nos ayudan a navegar por la vida y le dan un sentido. No son solo “reglas”, sino toda una manera de ver y vivir la vida basada en las percepciones internas de quienes somos y cómo deberían ser las cosas. Pero nuestro mapa de la realidad es solo un mapa. Nunca puede ser totalmente preciso, es solo una manera de mirar la vida que nos permite crear un sentido de orden en nuestras vidas. Como dice Tevye en “Fiddler on the Roof” (“El violinista en el tejado”) hablando de las tradiciones, nuestros mapas nos dejan saber quienes somos y lo que se espera de nosotros. Tendemos a ignorar, que por ser humanos y vivir en un mundo caído, nuestros mapas están garantizados de tener distorsiones o imprecisiones. De hecho, nuestros mapas pueden ser una total decepción. El falso ser crea un mapa que está distorsionado y es engañoso, porque se basa en ocultar lo que somos en realidad. Las cinco declaraciones cruciales He aconsejado a mucha, mucha gente, y he recibido mucha consejería yo mismo. Cada una de las personas con quienes he trabajado, incluyéndome, estuvo tentada a alcanzar lo que creo son los cinco estados del corazón del ser. Los cinco estados del corazón son: (1) Estando Aquí. Esto puede ser descrito como un sentido de estar totalmente presente, de “llenura” y “plenitud.” Es un estado de simplemente ser capaz de disfrutar el momento presente. Me asombra cuánto de mi vida ni siquiera lo vivo, porque o estoy viviendo en el pasado o en lo siguiente que va a suceder y me pierdo del único tiempo que puedo verdaderamente vivir – AHORA. Muchos de nosotros

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hemos estado inclinados a creer que no merecemos estar aquí, así que nunca “estamos” totalmente “aquí”. Dejamos que nuestros falsos seres estén aquí en nuestro lugar. (2) Paz Interior. Esta es una profunda “calma” interna que da la sensación de que todo va a estar bien. Esto también es expresado como una seguridad interior de que todo será atendido y de que estoy a salvo. (3) Amor. Es un estado de conciencia de que soy completamente, totalmente rodeado, e incondicionalmente amado tal como soy. (4) Estar bien. Esta es una sensación de valía intrínseca y valor como persona, no por alguna cosa que pudiera hacer o algún atributo que pueda tener, sino solo por ser “yo” – una sensación de que importo, y porque yo importo, lo que pienso, siento y quiero también importa. (5) Unidad. Este es un estado en el que es como si las fronteras personales se disolvieran y ya no estuviéramos separados del universo ni unos de otros. Es una sensación de pertenencia, de ser parte de las cosas. C.S. Lewis lo llama “ser bienvenido al corazón de las cosas.” Más allá de nuestra fachada, muchos de nosotros estamos solos y nos sentimos aislados, careciendo de una profunda conexión emocional de la vida y de otros. La vergüenza hace imposible lograr cualquiera de estos estados del corazón, porque la vergüenza comunica que tú no eres amado, no estás bien, no perteneces, y no serás cuidado. La vergüenza también destruye tu habilidad de estar totalmente presente, porque, puesto que vives principalmente de un falso ser, “tú” no eres quien está aquí, solo está aquí tu falso ser. Así que ¿qué hacemos? Primero, que nos aseguremos de que nunca, nunca, nunca vayamos a crear un ambiente donde nuestros niños tengan que desarrollar “falsos” seres para recibir nuestro amor y aprobación. Esta es una orden muy alta, porque la mayoría de nosotros estamos viviendo, al menos parcialmente, de nuestros falsos seres que creamos porque nuestros padres nos avergonzaron al hacernos creer que nuestros seres reales no eran “lo suficiente.” Puede que hayamos vivido en temor y escondiendo lo que somos en realidad la mayor parte de nuestras vidas, pero no queremos que nuestros hijos tengan que esconder lo que piensan, o sienten, o quieren. Segundo, que nos aseguremos de que nuestros hijos sepan que son amados, “defectos y todo” y que, no importa lo que hagan, jamás dejaremos de amarlos o retirarles nuestro amor. Esto también es una orden muy alta, porque casi todos nosotros nunca hemos conocido el amor y la aceptación real y ni siquiera nos amamos a nosotros mismos. Eso es lo que hace la vergüenza – crea el auto-odio y el auto-rechazo. Finalmente, reexaminemos nuestro mapa y busquemos reglas y regulaciones que han sido programadas en nosotros por otros. Muchas de las cosas que requerimos de nuestros hijos, no vienen de ninguna otra fuente que el hecho de que nuestra familia o cultura creyó que eran ciertas. Quizá no lo son – es solo que esas son expectativas que han sido “implantadas en nuestro psique” por quienes nos criaron. Si no sabes de lo que estoy hablando, un ejemplo de una creencia que fue “implantada” en el psique de la generación de mis padres fue que el hombre que tuviera el pelo largo era rebelde, irresponsable, extraño, sospechoso y aún peligroso. En ese entonces era un escándalo. Ahora toda clase de hombres en la sociedad tienen pelo largo y son considerados como innovadores. Al final, sucedió que el que los hombres tuvieran el cabello largo no necesariamente significaba algo acerca de lo que ellos fueran.

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¿Podría ser que algunas de las reglas de tu familia son tan sin sentido como la “regla” de que hay algo malo con los hombres que tienen el cabello largo? Así que deja de sobre-imponer tu “plantilla” de bueno y malo y correcto y equivocado sobre tus hijos (y sobre ti mismo) y comienza a amarlos y aceptarlos (y a ti mismo) por lo que son.

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