Universidad Nacional de Tucumán Facultad de Filosofía y Letras Especialización en Comunicación para el Desarrollo Tucumán. Argentina
35. LOS LIMITES DE NUESTRA ACTIVIDAD Con excesiva frecuencia hay quienes nos preguntan: ¿Cómo y cuanto ha cambiado la situación de los campesinos después de un curso audiovisual?. Creemos que la pregunta no se nos debe hacer a nosotros ya que en cierta medida, la respuesta no depende solamente de nuestra actividad, sino de un complejo de factores cuyo manejo y responsabilidad no nos competen. Como comentario marginal tendríamos que añadir, a cualquier análisis posible, que la pregunta adolece de una ingenuidad urbana realmente conmovedora. ¿Es que alguien, con un mínimo de experiencia de trabajo con campesinos puede pretender que el dictado de un curso por muy audiovisual y pedagógico que sea, de un solo curso, puede modificar prácticas productivas, o hábitos culturales (alimenticios, productivos, etc.) consolidados y arraigados a través de generaciones? ¿Es que hay un desconocimiento tan grande de las conductas campesinas? ¿No se sabe que un campesino no acepta fácilmente propuestas innovadoras, por muy convincentes que sean y aunque estén expuestas en su propio lenguaje y a su nivel, sin antes someterla a una cuidadosa serie de pruebas que demuestren su validez para su práctica productiva y vivencial concretas? ¿Es que hay alguien que se atreva a afirmar que todas las propuestas que hasta ahora se han llevado al campesino han sido manifiesta y totalmente favorables para su economía?. Vayamos por partes. Nosotros podemos analizar, y lo hemos hecho, el proceso de enseñanzaaprendizaje con medios audiovisuales. Y los resultados han sido satisfactorios. Lo prueba el hecho de que todos los días estamos recibiendo solicitudes de grupos campesinos, de cooperativas, de comunidades, para usar nuestros cursos. Pero, además y quizá sobre todo están dispuestos a financiar el proceso pedagógico. Pero para poder medir lo que denominamos valor de uso de los cursos, o lo que algunos denominan impacto (denominación tomada de la jerga comercial, en la cual, además, el interlocutor es el "blanco" u "objetivo"), necesitaríamos garantizar, al menos un mínimo nivel de continuidad y persistencia del proceso pedagógico. Y en los pocos casos en que pudimos hacerlo, este valor de uso es el más elevado. Pero seamos claros: de nada sirve el mejor proceso pedagógico, audiovisual o no, si el proceso no está acompañado y es complementario de otras medidas. El aumento de producción y/o productividad de una determinada cosecha, como resultado de un proceso de capacitación, puede verse totalmente invalidada por una política de precios, o un proceso de intermediación, que no favorece al productor.
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Un curso puede llegar a explicar a los campesinos y llegar a convencerlos de los beneficios de uso de fertilizantes; pero de poco servirá el proceso pedagógico si falta un sistema de distribución oportuna de los mismos y un precio razonable, no sólo por su rentabilidad, sino porque el nivel económico del campesino es muy bajo. Si, como es frecuente en nuestras zonas rurales, debido a los bajos niveles de organización y la escasa infraestructura disponible de acopio y conservación de los productos, el aumento de producción conduce -casi inevitablemente- a una baja en los precios que recibe el campesino, ¿cómo podemos esperar que la producción aumente como consecuencia de un único proceso de capacitación?. De todos los factores que pueden confluir, y deben confluir, para que se genere un proceso de autodesarrollo rural (decisión política, crédito accesible, tecnología adecuada, política de precios de insumos y productos, etc.) la capacitación es el elemento imprescindible aunque no suficiente. Sin capacitación los demás elementos verán muy reducida su eficacia, y algunos serán malversados o malvendidos, pero la capacitación por sí sola y sin los demás componentes, no pueden generar automáticamente el desarrollo rural. Hay un solo ámbito en el cual, sí, el solo proceso de capacitación bien realizado, y para nosotros esta capacitación debe ser audiovisual por razones de masividad, analfabetismo, multilingüismo, dispersión, inaccesibilidad, etc., puede arrojar resultados positivos sin la concurrencia de los otros factores: el campo de los hábitos culturales. Los programas pedagógicos audiovisuales referidos a la mejora de vivienda, la salud, la nutrición, la higiene ambiental han dado resultados positivos sin más elementos coadyuvantes. Pero no podemos engañarnos y tomar el rábano por las hojas. La misma mejora hubiera podido lograrse, aunque en un plazo mucho más largo, si los niveles de acumulación de los grupos campesinos hubieran sido elevados como consecuencia de la aplicación de los otros factores de política. La capacitación puede apoyar el desarrollo rural, la transferencia de paquetes tecnológicos, la modificación de hábitos culturales; o puede acelerar en muy alto grado estos procesos, pero no puede reemplazar los factores básicos de carácter económico de los cuales depende, en última instancia, la posibilidad de un desarrollo rural.
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