Los bistrós y los delis apuestan a crecer, pero sin perder su ...

mundo del vino y de la gastronomía gourmet. “En los últimos ... materia de gastronomía y vinos, con una gran trayectoria .... China y Corea del Sur. En realidad,.
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SÁBADO

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| Sábado 15 de junio de 2013

| Sábado 15 de junio de 2013

Sexualidad

¿Por qué el sexo de las series es tan poco sexy?

Aunque en Homeland, House of Cards y The Americans hay escenas explícitas, el erotismo y el deseo parecen haber quedado muy lejos Genia Bellafante THE NEW YORK TIMES

Ángeles Benito Silva almuerza con amigos en la nueva sucursal de Crespín, en Vicente López; Graciela y Ernesto meriendan en el Jolie de Los Incas y Tronador

Gastronomía

Los bistrós y los delis apuestan a crecer, pero sin perder su espíritu original

Celebrados por el trato íntimo con el cliente, se replican en un doble movimiento: aunque se adaptan a cada barrio, mantienen su esencia Rodolfo Reich PARA LA nACIOn

Crecer. De eso, en definitiva, se trata todo esto. De cambiar la escala y convertir un restaurante en un emprendimiento empresarial. Un objetivo que se debe obtener sin perder el espíritu original, aquello que logró marcar el rumbo del éxito y que permitió soñar con dar un paso más. Estamos hablando de un nuevo fenómeno que se observa en la escena gastronómica contemporánea: la aparición de sucursales de locales pequeños y barriales, lugares que nacieron en la más absoluta soledad, pero que, en los últimos tiempos, lograron replicarse. Y en la mayoría de los casos, apuestan por volver a hacerlo. Es verdad, siempre hubo algunos restaurantes con exitosas sucursales en la ciudad. Desde El Mirasol hasta novecento, por citar dos estilos distintos. Pero no fueron la norma, sino la excepción. A lo largo de las décadas pasadas, el signo último del triunfo gastronómico se traducía en restaurantes cada vez más grandes, salones repletos, inauguración de entrepisos, mesas pegadas unas a las otras... Era la victoria del bodegón, de la cantina. Está claro: se vivía otra época, otra comida, y otro era el comensal. Hoy en día, son realmente muy pocos los emprendedores que se animan a inaugurar restaurantes de grandes su-

perficies, con cien cubiertos o más. Los vientos de la moda y de la coyuntura económica soplan más bien hacia otro lado. Así, surgieron y surgen los bistrós, los delis, los pequeños lugares que exhiben personalidad y un trato íntimo con el cliente y con el vecino. Es la llegada del “modelo palermitano”, que se extendió por la ciudad, pero más allá del barrio. Como ejemplo de este panorama, vale la pena hacer un breve repaso de las nuevas aperturas que se vieron en los últimos cinco meses, un racconto que incluye nombres como Le Pain Quotidien, Le Blé, Farinelli, Jolie, Dashi, La Cabrera, La Dorita, nucha y Café Crespín, en una lista que seguirá creciendo (los rumores hablan de próximas aperturas de The Temple Bar y de Malvón, entre otros). Desde la consultora de marketing Moebius, especializada en desarrollar proyectos y marcas en el mundo de los alimentos, bebidas y gastronomía, su director Martín Blanco explica este fenómeno bajo una mirada de escalas. “Hasta hace algunos años, un restaurante dejaba una rentabilidad operativa del 20 al 25%. Hoy, con mucha suerte, se encuentra entre el 10 y 15%. Y la gran mayoría opera en rentabilidades cercanas al 5% o menos... Por eso hoy, entender “la escala óptima” es entender que seré rentable cuando pueda prorratear los costos fijos (remuneración esperada del dueño,

gastos de construcción marcaria, o economías de escala en la provisión de productos estratégicos) en varios locales. Además, si se acertó en el diseño de un “concepto” atractivo y rentable, a nivel de un monolocal, es un total desperdicio no clonarlo”, afirma. Modelo para armar no existen recetas absolutas que indiquen el modo de abrir sucursales. De un lado del espectro, se encuentran los gigantes de la industria del duplicado, las mayores franquicias mundiales, con estrictos manuales de procedimientos, léase Starbucks, ya con más de 60 locales en la Argentina. Del otro lado, existen decenas de modos posibles. Desde Dashi, que con su flamante sucursal en Palacio Alcorta marcó no sólo los cambios societarios que tuvo, sino además un perfil de cliente bien distinto, hasta La Cabrera, que abrió su tercer local en menos de cien metros lineales. Desde nucha, que continúa su imparable expansión, hasta Le Blé, con local nuevo abierto hace apenas dos semanas en Belgrano. Tres buenos ejemplos del fenómeno son Jolie, Farinelli y Café Crespin, lugares que nacieron modestos, y que –al menos en el corto plazo– prefieren evitar la palabra franquicia, ya que sienten que implicaría un cambio en la calidad de lo ofrecido. Los tres apuestan a adaptarse a los nuevos entornos, en una dicotomía

que reconocen siempre compleja: por un lado, ser flexibles a las necesidades de cada barrio; por el otro, mantener la esencia de cada lugar. Fabián Vendramini es uno de los socios de Jolie, el pequeño restaurante de la calle Conde, sobre la plaza junto a la estación de tren de Belgrano R, que en diciembre inauguró nuevo local en la esquina de Av. de los Incas y Estomba. “Quisimos mantener la idea de barrio, de ser un lugar para los vecinos. Además, buscamos un lugar cercano al local original; eso nos facilita la logística y nos asegura un cliente parecido, que ya sabemos que le gusta nuestra propuesta. Usualmente de 25 a 55 años, que usa el lugar para distenderse o trabajar, para su almuerzo o cena diarios.” Distinto es el caso de Café Crespín, que se fue hasta Vicente López para abrir su nuevo segundo hogar. “Abrir una sucursal fue casi un hecho natural. Conocimos a Tomás, nuestro socio, vecino de Vicente López, una zona que forma un vértice perfecto entre Belgrano, núñez y San Isidro. Y sí, siempre hay que adaptarse, ser flexible, pero sin caer nunca en cambiar el estilo o vender algún producto que no nos guste”, cuenta Soledad napal, una de las fundadoras de este exitoso café y restaurante nacido en el seno de Villa Crespo. La mayoría de estos locales no nacieron con la idea de duplicarse. Son en un principio la expresión de sus dueños, lugares hechos a pulmón, cada uno con sus particularidades y detalles. Recién cuando sobrevino el éxito, comenzó la idea de abrir el juego. Un ejemplo: cuando Marina Bissone abrió Farinelli en la calle Bulnes, no imaginó una segunda sucursal. Hoy su marca es reconocida, el local se llena en horarios pico, y no sólo sumó un socio (Francisco Castagno) y un nuevo local (en Arroyo 900), sino que ya está buscando más ubicaciones donde continuar con el crecimiento. “El local en Arroyo fue un gran desafío, nos gustaba la zona, conocíamos gente con oficinas por acá, pero sentíamos a su vez que se trataba de un barrio muy tradicional, que precisaba algo más joven,

fotos de gustavo bosco

con otro tipo de oferta. Buscamos adaptarnos: por ejemplo, en el nuevo local los clientes piden en la mesa, y no desde la barra, como en Palermo. Ya nos sentíamos transgresores, no queríamos exigir tanto.” El gran ganador de esta tendencia es, en esencia, el comensal. Estos pequeños lugares tienen en general

mayor capacidad de adaptarse a las necesidades de cada barrio y de cada arquitectura. En lugar de imponer un modelo, suelen respetar las lógicas de cada zona, y permiten así conocer sus ya probados y exitosos aromas y sabores, sin tener que cruzar la ciudad para encontrarlos. Bienvenidos sean.ß

NUEVA YORK.–A veces uno se pregunta si los relatos televisivos de formato largo –las series– no serán el agente de unión más poderoso de las parejas de mediana edad contemporáneas: nuestro equivalente actual del golf, el bridge o el intercambio de parejas. Todo aquel que alguna vez se haya despertado sabiendo que lo espera un día de trabajo, llamadas telefónicas, trámites y una heladera a medias vacía, seguramente reconocerá esa sensación de expectativa casi erótica que despierta saber que esa noche podrá ver varios episodios consecutivos de Homeland. La televisión ha cobrado una dimensión tan prominente en la vida íntima de la pareja que sin duda los votos matrimoniales de la actualidad podrían incluir una frase como: “Además de amarte hasta el fin de los tiempos, me comprometo solemnemente a nunca abandonar por la mitad una aclamada serie del cable”.

Placeres

Una celebración para los amantes del vino Ayer concluyó en el Palacio Paz la 20° edición de Cousine & Vins, donde se dio cita la mejor expresión gourmet del país Sebastián A. Ríos LA nACIOn

Una celebración del vino. Ese fue, una vez más, el espíritu de la edición 2013 de la expo Cuisine&Vins que se realizó esta semana en el Palacio Paz, y en la que los más de 10.000 asistentes pudieron también disfrutar de algunos de los mejores espumantes, bebidas espirituosas y delikatessen locales. “Más allá de una feria de vino. es una fiesta”, dijo a la nacion Diego Banfi, director de la revista Cuisine&Vins, organizadora del evento. “Uno ve cómo está decorado el lugar y cómo están cuidados muchos detalles que en otras ferias más masivas o de otro estilo no se cuidan, y que aquí sí porque buscamos agasajar a la persona que nos viene a visitar, buscamos que se sienta cómoda.” Recorrer los distintos salones del Palacio Paz –apodados para el evento con nombres sugerentes como BonVivant, Deli, Malbec, Malbec II o Altas Cepas, entre otros–, en los que se desarrolló la 20° edición de la expo, implica un stop obligado en cada uno de los stands de las más de 300 empresas que allí expusieron sus productos. Basta citar por ejemplo a las bodegas Altos Las Hormigas, Familia

Zuccardi, Patritti, Tamarí, Viniterra y Rosell Boher, o firmas del rubro gastronómico como Ilolay, Freddo, Paru Inca Sushi & Grill, Oliovita, Cervezas Patagónicas o Cervezas del Mundo. “La expo Cuisine & Vins es una de las más lindas de la industria. Por el nivel que tiene y también por el lugar, el palacio es precioso. Además, la gente de Cuisine & Vins tiene un gusto exquisito por el trato de las marcas, y creo que todas las bodegas nos sentimos cómodas y podemos aquí expresarnos de la mejor forma”, opinó Andrea García Bianchi, brand manager de vinos tranquilos & espumantes de Casa Bianchi, que presentó en la feria su chardonnay de alta gama María Carmen 2010. “De hecho, veo un montón de bodegas nuevas que en otras exposiciones no están o que en ediciones anteriores no estaban. En un contexto en el que cada vez son menos las ferias que se hacen y en donde participan todas las bodegas, veo que la mayoría apuesta por esta feria”, agregó Andrea, cuarta generación de la familia de bodegueros. Para Fratelli Branca, por su parte, la expo fue la excusa perfecta para presentar no sólo su ya conocido portfolio de bebidas, sino un nuevo repertorio de tragos elaborados a partir de las mismas, como el Borg-

Luciana Valenzuela (25), asidua visitante de la expo de vinos hetti Sweet Cream, el Orange Bitter o el Hanky Panky Punt E Mes (el cronista recomienda el Ítalo Argentino, elaborado con dos medidas de Brancamenta, dos de Punt E Mes y una de Hesperidina, completando el trago en un vaso alto con cinco medidas de gaseosa pomelo y, por supuesto, hielo). De lo que no hay dudas es que en la

propuesta de la expo Cuisine & Vins quedó clara el interés por atraer a un público más joven al fascinante mundo del vino y de la gastronomía gourmet. “En los últimos años estamos tratando de llegar más al público joven –confirmó Diego Banfi–. Quien conoce de vinos puede venir a la expo, por supuesto, pero la persona que se

gustavo bosco

está iniciando en el mundo del vino y quiere aprovechar el poder degustar varios productos distintos en mismo lugar, puede en la Cuisine&Vins encontrar la oportunidad de probar cosas que seguramente ni sabía que existían.” “La revista que lleva el nombre de la expo es la de mayor renombre en materia de gastronomía y vinos, con

una gran trayectoria, inspirando y educando a nuevas generaciones de lectores y esto es lo que se ve en la Expo –comentó Marcela Rémoli, head de Marketing de HSBC, sponsor del evento–. Está en linea con nuestra estrategia de brindarles a los clientes la mejor propuesta de valor. Para eso pusimos en marcha un programa de Experiencias Premier, que consiste en ofrecerles la oportunidad de vivir experiencias exclusivas entre las que la gastronomía cumple un papel muy importante. Hoy, apostamos al desafío de vivir buenos momentos.” Un lugar, todo lo nuevo “Buenos vinos, buena comida, es eso por lo que vengo. Vengo a la expo desde 2008 y es un evento que no me quiero perder”, aseguró Luciana Valenzuela, de 25 años, sommelier. “Hace cuatro años que soy socia de la revista Cuisine&Vins, y desde entonces vengo siempre a la expo y a las degustaciones que hace la revista. Buscos alguna marca de vino que no conozca, alguna nueva bodega que todavía no está en el mercado, cosas nuevas”, comentó por su parte Melina Domínguez, de 25 años. Para Germán Ruberto, profesional gastronómico, de 35 años, “la feria es una buena oportunidad para conocer vinos nuevos, bodegas boutique; hay muchas que no se conocen, y este es el mejor lugar para encontrarlas”. En definitiva, concluyó Diego Banfi, “esta expo es la posibilidad de que la gente descubra cosas nuevas, lo que no deja de ser una fiesta”ß

La buena televisión –que merece ser considerada un arte– está entre nosotros desde hace más de una década, y empezó con el auge de HBO y Los Soprano, cuando Hollywood estaba dejando de hacer películas enfocadas en las complejidades de la vida adulta, para volcarse al entretenimiento infantil. No es de extrañar que un medio abocado a entretener a los adultos dedique tanta atención al sexo. Según un estudio de la Fundación Familia Kaiser realizado hace ocho años, el tema del sexo nunca había estado tan presente como entonces en la televisión. Si esos mismos investigadores prendieran hoy la tele, encontrarían cantidades de cuerpos sudorosos manteniendo sexo explícito, pero lo más asombrosos es que la mayoría de las veces, ese modo actual de representar el sexo es muy poco sexy y está divorciado de cualquier verdadera sensación de erotismo y de deseo. Los espectadores, acostados en sus camas y necesitados de diversión, son traicionados.

ideas y personas Julieta Sopeña

Una doble cita con el arte y voyeurismo

J

ueves por la noche. Una cita con el arte y por partida doble me esperaba en el Centro Cultural Borges. Los techos barrocos de las Galerías Pacífico y una sutil música de fondo daban la bienvenida a los muchísimos invitados de Diego Alexandre y Estefanía d’Esperies para el opening de su muestra “Reflectados”. Amigos íntimos, según se definen los artistas, son dos jóvenes de un carisma contundente. Lo que tiene uno, no lo tiene el otro. Alexandre es dueño de una simpatía arrolladora. D’Esperies, de una elegancia más callada. Se embarcaron en esta travesía juntos porque confiesan estar locos. Su obra consta de una serie de fotografías a diferentes celebridades, impresas de manera tal que varas de espejos las atraviesan verticalmente, logrando un juego interesante entre la imagen del personaje fotografiado y la del espectador. Fito Páez, Mike Amigorena, Esmeralda Mitre con Darío Lopérfido, Marta Minujín, Sofía Gala, Julieta Cardinali y el di-

señador Manuel Lamarca, entre otros, pusieron su cuerpo. Cada uno aparece en una actitud que lo define, apelando unos a la ironía, otros a la seducción y hasta la provocación. Por ejemplo, Mitre y Lopérfido sostienen un busto de Bartolomé Mitre; Amigorena fuma un habano con mirada cómpli-

Diego Alexandre y Estefanía D’Esperies son dos jóvenes de un carisma contundente ce, y Minujín aparece rodeada de pinceladas multicolores, detrás de sus anteojos de sol, inconfundible marca registrada. “Nosotros no nos definimos como artistas pop, aunque sin duda esta muestra sí lo es. Empezando por quienes la componen, personajes de la cultura popular que uno está acostumbrado a ver en la televisión o en las revistas”, explicó Alexandre. A la pregunta de

En vez de diversión, lo que reciben es sexo utilitario: el producto final de una especie de retorcido arribismo. ¿Es éste el sexo que nos merecemos? Tal vez sí, en estos tiempos de obsesión por el equilibrio entre trabajo y familia, una obsesión que deja poco margen cultural para pensar en formas de intercambio humano más placenteras. En la serie política de Netflix House of Cards, por ejemplo, el vengativo congresista de edad madura Frank Underwood, interpretado por Kevin Spacey, le practica sexo oral a una joven con ropa interior de encaje negro que está tendida sobre la cama de un departamento roñoso. No es que el acto en sí cause impresión –aunque por cierto logre nuestra atención– sino el hecho de que la mujer recibe los servicios de su amante mientras habla por teléfono con su padre para desearle feliz Día del Padre. La situación nos hace sentir más incómodos que tener que dar el pésame en un velatorio. En House of Cards, Underwood está casado con la hermosa directora de una agencia de protección ambiental sin fines de lucro. Su relación se ha forjado a partir de la ambición compartida, y su intimidad se restringe al cigarrillo que comparten tarde a la noche en su casa de Washington. Cuando un matrimonio no es más que un acuerdo, se supone que un amorío extramatrimonial debería ser para pasar un buen momento. Pero los encuentros de Underwood con la traicioneramente ambiciosa periodista no le sirven sólo como válvula de escape, sino que son orquestados con un propósito profesional específico: él le proporciona información interna que abona sus ambiciones políticas y ella abre las piernas como una manera de sacar ventaja de su informante. El intercambio de sexo por información también abona gran parte de la trama de The Americans, del canal FX. La serie gira en torno a un par de espías soviéticos que han sido reunidos por la KGB para hacerse pasar por una pareja cualquiera de los suburbios a principios de la década de 1980. Keru Russell y Matthew Rhys, que interpretan a Philip y Elizabeth Jennings, se amoldan a diversas identidades y tienen sexo con los más variados vestuarios y personajes, todo en pos de una victoria soviética en la Guerra Fría. En uno de los episodios, Elizabeth, vestida con una blusa de seda y lencería de callejera, se abre paso hasta la habitación de hotel de un hombre que posee información que la KGB necesita. Al hombre se le escapa sin querer un dato importante, después de un intercambio sexual seguido de un latigazo que Elizabeth recibe en su espalda. Esa sumisión sadomasoquista es un sacrificio que Elizabeth hace muy a pesar de ella, y el costo de

por qué los eligieron, la respuesta fue sencilla: “Porque son nuestros amigos”, contestaron al unísono. Entre los invitados dijo presente el non plus ultra de la city. En primer lugar, los retratados (con algunas excepciones, como Fito, quien prometió tocar al cierre de la muestra, a mediados de julio). Luego, señores con mayúsculas: Raúl Peralta Ramos, Jorge Tarditti y Pablo Sanchez Elía. Y también los treintañeros: los hermanos Campos (María, Aixa y Enrique), Paula Reca, Francis Btesh y Juana Schindler. Todos vestían con personalidad y compromiso. La sala, de paredes grises, terminó colmada y calurosa. Pero eso sí, divertidísima. A las 21 me desplacé hasta el teatro Gran Rex. Una multitud esperaba allí ansiosamente la aparición del pianista de jazz norteamericano Brad Mehldau (probablemente hoy uno de los mejores pianistas del mundo, si no el mejor) y su trío. Como me lo imaginaba, en este caso el público era entrenado y fanático. Como siempre, el jazz transita entre el entendimiento del observador medio y el agudo intelecto del experto. El aplauso descansó en profunda admiración. Cinco bises tuvo que hacer Mehldau, quien, con sus manos gastadas de tocar, agradecía, algo sorprendido, con una reverencia detrás de la otra. Camino de regreso a casa pensaba en la definición del arte pop, en su sentido más literal: ¿cuán popular es la destreza de un dotado y cuánto lo es el voyeurismo del público?ß

En Homeland, Brody y Carrie, constantemente vigilados, no pueden dar rienda suelta a su deseo

El sexo está atravesado por el intercambio de información en The Americans su misión queda a la vista más tarde por las marcas en su espalda. Al igual que The Americans, Homeland pertenece a un género que no puede depender realmente de las referencias a la honestidad sexual. La química entre Carrie Mathison, una agente de la CIA psicológicamente perturbada, y Nicholas Brody, un ex francotirador de los marines y prisionero de guerra, es por cierto palpable y está supeditada a la interrogantes sobre la verdadera identidad de Brody y a su posibles vinculaciones ideológicas con el terrorismo. Dato aparte: las series del cable están tan plagadas de identidades ocultas que uno ya ni sabe con quién se acuesta: el inconsistente Don Draper o el inconsistente Dick Whitman, de Mad Men, el asesino serial justiciero Dexter que seduce a alguien o el justiciero Dexter que está dispuesta a mandar a esa persona a la cárcel, o algo peor. Volviendo al tema: los sentimientos de Carrie y Brody parecen ser genuinos, pero de todos modos el sexo entre ellos no se ve como una pura expresión de su voracidad

emocional. En la temporada pasada, cuando tienen sexo entusiasta y a los gritos sobre la cómoda de un hotel alojamiento, la motivación subyacente era la necesidad de Carrie de que Brody volviera a su trabajo encubierto dentro del gobierno. Cualquier cosquilleo de deseo que la audiencia haya podido experimentar se desvanece cuando la imagen se traslada de pronto a una habitación llena de agentes que los escucha a distancia. Entre ellos, al borde de la náusea, está Saul, el antiguo mentor y figura paternal de Carrie. El voyerismo sexual se ha convertido en un tema en sí mismo dentro de las series del cable, pero incluso en eso nos defraudan. Basada en las investigaciones de William Masters y Virginia Johnson de la década de 1950, el inminente estreno en Showtime de la serie Masters of Sex, nos ofrece el sexo en toda su gloria clínica. El episodio piloto nos muestra a Michael Sheen, que interpreta a Masters, espiando por el ojo de una cerradura, y nosotros tenemos una panorámica del desangelado

acto sexual entre una prostituta y su poco atractivo cliente. Los accesorios de Masters son un anotador y un cronómetro que utiliza para medir cuánto tarda cada uno en llegar al orgasmo. En su casa, en su propia vida, el sexo también es un trabajo: su esposa tiene problemas para concebir, por más que Masters sea un especialista en fertilidad: sexo procreativo en la era del fetiche de la procreación. Son este tipo de cosas las que nos provocan una subversiva nostalgia de la época en que películas como Atracción Fatal y 9 semanas y media pusieron de moda el sexo salvaje y el deseo sin tapujos. Hace muchos años, vi La bella y el campeón y mi memoria retiene el excitante uso que Susan Sarandon y Kevin Costner hicieron el uno del otro en el contexto de una comedia sobre las ligas menores de béisbol. Las escenas de sexo eran tanto más explícitas que cualquiera de las que pueden verse hoy... En realidad, la película parecía tan de otra época que casi resulta futurista. Sí, chicos. Alguna vez, el sexo fue divertido.ß

Salidas

Café para un “amo y señor” Mozas vestidas como mucamas en el maid café del Jardín Japonés Todas las mozas vestidas elegantemente de mucamas atienden a los clientes como verdaderos amos y señores. Hoy, en el Jardín Japonés, se celebra el día del maid café, un moderno sistema de servicio de cafetería japonesa estrechamente relacionado con el anime. En Japón, el primer maid café se inauguró en Tokio, hace trece años, y la iniciativa fue de un grupo de japoneses que querían aprovechar el gran interés de la juventud por el anime, representantes de la cultura otaku. En un verdadero maid café, las camareras interpretan el papel de “mucama”, y por eso tratan a sus clientes como si fueran los señores y señoras de una casa del siglo XIX. Además del servicio de cafetería, que funcionará de 12 a 18, los clientes que hoy visiten el maid café porteño, también podrán asistir a un show de stand up, a cargo del actor Agustín Bordel, sobre la cultura gamer, otaku y cosplay. Habrá tres funciones durante la tarde, a las 13, 14.30 y 17. Qué se puede encontrar Al entrar al café, las mucamas dan la bienvenida al cliente con la frase: “Bienvenido, mi amo o mi ama”. Además, dependiendo del tipo de consumición, la moza deberá

Como mucamas del siglo XIX, más modernas y aggiornadas realizar diferentes actividades en presencia del cliente. Si se pide una omelette, por ejemplo, ella dibujará un conejito o un corazón sobre el plato con salsa ketchup u otro aderezo. Si pide un postre, el dibujo será con chocolate. Si la orden es una taza de té, la “mucama” preguntará a su amo cuántos terrones de azúcar debe agregar a la taza. Según cuentan los organizadores del Jardín Japonés, esta moda tuvo tanto éxito que se extendió por otros países asiáticos como Taiwan, China y Corea del Sur. En realidad,

los maid café son una variante de los cosplay café, cafeterías temáticas donde las camareras van vistiendo un cosplay, es decir, disfraces alusivos a un manga, anime, película, libro, cómic o videojuego. En Japón, los clientes de un maid café deben respetar normas que no deben quebrarse bajo ningún concepto: no se pedirá el teléfono a las maids, tampoco el correo electrónico, ni habrá contacto corporal con ellas. De más está decir que en Buenos Aires se mantienen vigentes.ß