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el escenario
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| Martes 9 de septieMbre de 2014 aÑos: tiene Michael Hooper, el capitán de Australia, una edad insólita para un líder de un seleccionado muy importante. El ala de 1,85 metros y 103 kilos debutó en el conjunto en junio de 2012 y ya acumula 34 partidos, otra cifra asombrosa.
Primer ensayo en suelo australiano GOLD COAST, Australia (De un enviado especial).– Los martes son los días más exigentes en la preparación semanal de los Pumas, que en la madrugada argentina emprendían su primer entrenamiento en territorio australiano para el choque con los Wallabies, pautado para las 7.05 de Buenos Aires del próximo sábado. Vale recordar que el segunda línea Tomás Lavanini no podrá actuar por haber sido suspendido por una semana. La alineación será difundida mañana; mientras, poco después del cierre de esta edición, Australia anunciaba la suya.
Julian Savea escapa rumbo al try de los All Blacks; los Pumas tienen mucho por aprender de sus rivales
Llega el momento de hilar fino Los Pumas alcanzaron un nivel en el que los detalles definen los partidos; la precisión, la absorción de la presión y la lectura de juego ganan importancia frente a las potencias
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Xavier Prieto Astigarraga ENVIADO ESPECIAL
OLD COAST, Australia.– Otro desafío: los Wallabies. Otro país: Australia. Otra ciudad: Gold Coast, que al igual que la neozelandesa Napier muestra reminiscencias de Miami, pero en este caso de la parte moderna, no de la art decó. En esta ciudad de culto para los deportes marítimos, simbolizada en su barrio Surfers Paradise, los Pumas afrontarán este sábado la cuarta fecha del Rugby Championship, un torneo en el que aún no sale el sol de los resultados para ellos, pero en el que la capa de nubes da la impresión de afinarse, de dejar pasar más luz, una resolana. Los cumulus nimbus de la paliza (13-73) sufrida a manos de Sudáfrica el año pasado parecen lejanos para los próximos tiempos; hoy es momento de ajustar, de pulir, de dar
fina terminación al producto que se quiere hacer competir mano a mano con la mejor mercadería extranjera. Los indicios sugieren que la Argentina ha llegado a un nivel de juego, a un piso de rendimiento, que le permite sufrir relativamente poco en la defensa a pesar de volcarse ahora más al ataque. Y cuando se estrecha la diferencia respecto a los grandes, cuando el escalón es más corto, los factores que deciden un resultado son más pequeños. Si no hay un dominio amplio de un equipo al otro, pues lo definitorio es el detalle. Cuando un conjunto entrega la iniciativa y se pasa el partido tackleando y pateando lejos y/o afuera la pelota, usualmente tarde o temprano el cántaro rompe la fuente. Pero cuando ese equipo procura la posesión, cuando los ataques son de un lado y del otro, su éxito depende de una ejecución bien hecha. Que en esta categoría puede implicar centímetros en cuanto a espacio y décimas de segundo en cuanto a tiempo. Hacer las cosas en el momento justo y en el lugar exacto.
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“Detalles. Ser preciso en una patada en un momento clave; si conviene que salga la pelota, hacer que no quede adentro. Que en un ruck en vez de haber dos jugadores, haya tres para que sea más sólido, y que no falte uno porque pensó que se pasaba... En el line, levantar al compañero lo justo, ni un centímetro más o menos... Salir de los momentos de presión con todo precisamente preparado: que cada uno cubra su lugar, que el 9 la pase bien... Detalles. Son lo que marca la diferencia en este nivel, los que dan el salto de calidad. Clave para ganar los partidos que están palo y palo”, graficó con claridad Marcos Ayerza, lúcido en el análisis a pesar de su fresca desazón por el 9-28 a manos de los All Blacks en Napier. Sólo en el segundo tiempo de ese encuentro la Argentina se vio superada nítidamente. Pero a lo largo de las tres fechas ya cumplidas, recibió varios tries bien evitables: el de Sudáfrica en Pretoria y los últimos dos de Nueva Zelanda por haber dejado demasiada distancia entre compañeros (problema de concentración y/o comunicación); el de los All Blacks en el cierre de la primera etapa por una falla de manejo con los pies en un scrum para los Pumas; el de Bryan Habana en Salta para los Springboks, aprovechando una imperfección de dominio de balón con las manos y corriendo media cancha hasta el in-goal. Fueron más las conquistas ajenas por defecto de la Argentina que por virtud propia, la que sí hubo en el formidable primer try neozelandés en Napier, una exhibición de velocidad, sorpresa, precisión y juego colectivo. Si a los hombres de negro, que de por sí son máquinas de rugby, se les facilita tres tries –sobre cuatro que marcaron–, todo esfuerzo en ataque se vuelve insuficiente. “Fallamos en detalles muy finos y tuvimos lagunas de concentración”, observó Ramiro Herrera.
Toro Ayerza se explayó: “Son errores de concentración y de madurez en equipo, que en este nivel cuestan. Hay momentos en que hay que bajar la cabeza, ser frío, poner afuera la pelota, controlar el juego, y otros en que hay que poner ritmo, volumen de juego, que es lo que queremos hacer. Graham Henry [neozelandés ex colaborador del seleccionado albiceleste] nos decía: «Para los All Blacks eligen a aquéllos que no sólo son los mejores en destrezas, sino que además en cada momento del partido toman la mejor decisión, los que son ‘clínicos’». Esas decisiones son lo que diferencia a un jugador muy bueno y uno de elite. Entender cada momento, cada faceta, cuándo faltó un jugador en tal formación, por ejemplo. Porque si se mira el juego en general, se pierde los detalles, y nosotros, los jugadores, sabemos en qué detalles hemos fallado individualmente. Ésas son las cosas que, sumadas, hacen que perdamos”. Por supuesto que para ser clínico, es decir, para decidir pronto y ejecutar quirúrgicamente, hay parte de talento innato y parte de habilidad incorporada. Se puede mejorar la reacción ante la presión, la rapidez mental, la lectura del juego, la justeza en la acción. Aunque, por otro lado, desde hace tiempo se viene hablando de sostener la concentración durante los 85 minutos de juego y sigue habiendo flaquezas de atención. ¿Es eso entrenable? “Es entrenable. Con mucho análisis. ¿Cómo se crece en este nivel? Así: cuando uno se da cuenta de que un error le costó un partido, al siguiente no lo comete. A veces da el tiempo como para aprender como equipo; a veces no alcanzan los años, las competencias. Este equipo está en la etapa de aprender a jugar en este nivel, contra los mejores. Creo que respecto a 2012 hay muchos pasos adelante. Estamos por buen camino, pero siempre nos falta medio para el peso”, concluyó Ayerza. Nueva chance dentro de cuatro días, en Australia. Otro examen para ver si la Argentina asimila las lecciones que recibe a los golpes. Es tiempo de más. De que los Pumas, sin perder la ferocidad de sus rugidos, incorporen la precisión del zarpazo rápido y sagaz. ß