Lección intergeneracional

8 oct. 2017 - □En la residencia de La Milagrosa de Alberic son conscientes de la importancia que tiene la comuni- cación entre generaciones, por.
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DOMINGO, 8 DE OCTUBRE DE 2017 35

Levante EL MERCANTIL VALENCIANO

La Ribera

«Una experiencia que te cambia la vida para siempre»

Alberic. Los ancianos juegan y aprenden con los alumnos de La Milagrosa. Intercambian conocimientos y, al mismo tiempo, se fortalecen entre ellos. La lucha contra la soledad superada por la vitalidad de los niños del centro educativo. Una dinámica a la que tanto mayores como pequeños esperan semanalmente con los brazos abiertos.

Lección intergeneracional

Un colegio y una residencia ponen en marcha una iniciativa pionera para fomentar la comunicación entre mayores y pequeños  Los ancianos y los niños comparten tiempo y se ayudan mutuamente

VICENTE TAFANER ALBERIC

nEn la residencia de La Milagrosa de Alberic son conscientes de la importancia que tiene la comunicación entre generaciones, por ello, realizan una actividad semanal en la que los alumnos del centro educativo y los ancianos de la residencia viven, disfrutan y comparten una experiencia que fortalece a personas tan dispares. Realizan cuatro talleres: estimulación cognitiva, nuevas tecnologías, educación física y cuentacuentos. Asimismo, durante la etapa escolar, ambos comparten actividades como el festival de navidad, las fallas o la graduación. «La mejor prueba del éxito reside en que cuando los estudiantes terminan su etapa en la escuela para seguir su formación en la ESO, se marchan con nostalgia por el vínculo que han creado», asegura Juan Gutié-

rrez, director del colegio. Los niños llegan curiosos al centro. Tocan las manos arrugadas de

los ancianos, observan pasmados las sillas de ruedas y los andadores, pintan para ellos, ríen con sus his-

torias, con sus cantos, con sus cuentos. Los mayores, por su parte, dibujan una sonrisa gigantesca en sus rostros. ¿Qué les dicen los unos a los otros? La interacción permite a los ancianos transmitir todo aquel afecto que reclaman de su entorno, sus ingentes conocimientos sobre la vida y sus inagotables experiencias. Los pequeños, por su parte, crecen y aprenden en un entorno de respeto y admiración, no solo entre ellos, sino también ante los mayores, olvida-

 Para los residentes, poder recibir una vez a la semana a los niños, supone un estímulo. Andrés Cervelló y Teresa Sotos coinciden en que el programa debería continuar. «Estamos viviendo una segunda juventud. Nos sentimos muy queridos», confirman. Esta actividad se une al currículum de la residencia, un espacio donde el buen trato a las personas se impone por encima de todo. La prueba: aforo completo y con solicitudes por atender. VICENTE TAFANER ALBERIC

dos y relegados a un papel demasiado lejano al de años anteriores. A través de la dinámica se percibe la mágica combinación entre la enseñanza de valores, como la paciencia y la solidaridad, por parte de los que ya están al final de camino y poseen el don de los recuerdos, y el regalo de la energía y la curiosidad permanente de los que apenas han empezado a recorrerlo y parecen poseedores de todas las preguntas. Andrés Cervelló y Teresa Sotos son dos de los «privilegiados» de esta actividad. A sus  y  años respectivamente, han sabido convertir su enfermedad en un hecho pasajero gracias a la atención recibida en el centro y a través del proyecto ‘Viviendo, conviviendo’. «Cada vez que me ven por la calle me hacen mucho caso y eso ya significa mucho para mí. Me hacen vivir de nuevo y me dan fuerzas para seguir», asegura Cervelló emocionado. «Yo me lo paso muy bien. Ahora están más avispados que antes y eso nos permite aprender mutuamente. Se les coge cariño», afirma Teresa. Muchos de ellos comparten limitaciones. Unos por falta de conocimiento, otros por envejecimiento del cuerpo, pero esas limitaciones parecen menos al compartirlas. Al interactuar con los menores, los recuerdos arrollan y llenan de emoción a los ancianos. «El proyecto sirve para educar en una sociedad falta de valores. Queremos que esta relación entre abuelos y niños se vuelva a ver como algo normal. Poder ver la cara de los mayores y los pequeños cuando están juntos es algo impagable. Es una experiencia fantástica», sentencia Paloma Jorques, la directora de la residencia.