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enfoques
| Domingo 19 De octubre De 2014
planetario
“Hecho en casa”, la marca de calidad de la gastronomía francesa nathalie kantt
PARA LA NACIoN
PARÍS.– País gastronómico por excelencia, Francia es paradójicamente también el segundo consumidor de pizzas congeladas en el mundo, después de Estados Unidos. Y, a contracorriente de la tendencia mundial, la cadena de hamburguesas Mc Donald’s está en constante crecimiento. Por falta de tiempo o de medios, muchos franceses optan por la comida industrializada. Algo parecido sucede en los restaurantes: para disminuir los gastos y simplificar el trabajo, son varios los que ofrecen platos ya preparados que sólo recalientan y que presentan como naturales y cocinados en el momento. Después de varias horas de investi-
gaciones televisivas sobre este tema (con cámaras ocultas en las cocinas), un grupo de 15 chefs reputados –entre ellos, Alain Ducasse y Joël Robuchon– lanzaron en abril la idea de crear una marca para distinguir los restaurantes de calidad de aquellos que no elaboran sus platos con productos frescos. Según ellos, sólo un cuarto de los 150.000 restaurantes franceses estaría del lado de “los buenos”. Si bien ya no es obligatorio, los diputados franceses votaron que la etiqueta “hecho en casa” (fait maison) aparezca en el menú de los restaurantes. Así, los consumidores saben qué les espera cuando empujan la puerta de un local. Para congelados, ya tienen su propia cocina. ß
En Perú, ni la sospecha ni la cárcel restan apoyo a los candidatos hernán cappiello
LA NACIoN
LIMA.– Lima y algunas regiones de Perú parecen víctimas de su propio destino. La capital acaba de protagonizar un recambio de alcalde al estilo “roban pero hacen”. Luis Castañeda, de derecha –que ocupó el cargo entre 2003 y 2010–, se postuló a pesar de las denuncias de corrupción, obtuvo más del 50% de los votos y desplazó a la alcaldesa Susana Villarán, que buscaba la reelección tras haber llegado al poder con un discurso de centroizquierda y el voto de las clases medias progresistas. A poco de andar en su gestión, Villarán se encontró con que no era tan fácil cumplir con sus promesas. Se enfrentó con los vendedores ambu-
lantes, donde late el corazón de la economía informal latinoamericana, y con la empresa del Metrobus, y no logró evitar una suba del pasaje. También con el 50% de los votos se impuso en octubre Gregorio Santos como presidente regional de Cajamarca. Santos hizo su carrera enfrentado al poder económico de la minería de la empresa Yanacocha. Sus militantes festejaron el triunfo en la plaza con gritos de alegría, pero sin el candidato. Su ausencia es fácil de explicar: está preso cumpliendo una pena de 14 meses de prisión preventiva en la cárcel de Piedras Gordas por asociación ilícita, cohecho y colusión agravada. Las autoridades nacionales ya advirtieron que, al menos por ahora, no recuperará la libertad. ß
La 2 punto de vista
Una vuelta de campana para pasar el crepúsculo Pablo Mendelevich —PARA LA NACIÓN—
¿P
or qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?” A ratos pareciera que Cristina Kirchner se toma en serio a Groucho Marx, autor de la frase. Los preparativos de la Presidenta para la posteridad son extraños. No el plan de la Cámpora de ocupar en el último año nuevas posiciones en el Estado, la conquista final de fiscalías a falta de juzgados, las licitaciones apuradas para los empresarios amigos o la confección de listas legislativas con criterio de aguerrida fortaleza opositora, entre otras “valijas” que ya se preparan. No se trata de una estrategia de la retirada, sino del prestigio cosechado. De la cuenta final, que debería ser tan fundamental como rotunda si fuera verdad que los santacruceños llegaron a la Casa Rosada, como todavía repiten, para cambiar 200 años de historia. Pero en el crepúsculo, como se sabe, el kirchnerismo desarrolló una rara tendencia a invertir sus propios planteos. Del extremo de su entusiasta eternidad saltó a la idea de una continuidad enigmática, sin sucesor a la vista, ningún delfín ni método ni contorno preciso (por lo menos hasta ahora) para postular una opción electoral extramatrimonial. El kirchnerismo no sólo convirtió los superávits gemelos de ayer en déficit, el crecimiento de la economía en recesión, la estabilidad en inflación, el dólar único y previsible en sonoro desbarajuste, el “desendeudamiento” en una deuda potencial que nadie se atreve a calcular y el estatismo nacionalista en dirigismo cincuentista. De los juicios a los militares pasó a defender a capa y espada el pasado turbio de un general de inteligencia encumbrado como imprescindible. De execrar mañana, tarde y noche al año 2001 tuvo que pasar a reprimir alzamientos policiales y saqueos para conmemorar el último aniversario de la democracia bailando al compás de una decena de muertos. De hacer propio el reclamo de la comunidad judía por el esclarecimiento de los atentados pasó al absurdo de querer ejecutar una asociación estrafalaria con el país acusado. Donde se mire hay una vuelta de campana, como si alguien hubiera cambiado de noche, a hurtadillas, los polos del circuito maestro. Aquellos pueblos originarios tan endiosados acabaron ahora planchados –casi como el genocida Colón, al que noqueó la Presidenta– en el nuevo Código Civil. Código cuya huracanada imposición, de paso, se tragó el derecho humano de acceso al agua (se ve que la especialidad kirchnerista son los derechos nuevos, como las bodas gays, y el del agua está muy remanido). Faltaba la cereza de la torta y llegó esta semana. El Gobierno amagó con estropear su primera bandera inmaculada, la de la abolición de la Corte automática de Menem, no porque quiera reponer la Corte de Nazareno, sino para colorear la actual, hacerla propia mediante la ocupación de las vacantes biológicas y jubilatorias que el azar acumuló o, quién sabe, diciendo que una Corte de cinco (diseño K) ahora calza demasiado estrecha y tira de sisa. El tema de la composición del máximo tribunal, musicalizado con nuevas presiones al juez Fayt para que deje su silla de una vez, confirmó que Marx es doctrina, si bien necesita un retoque. “Éstos son mis principios –quedaría su frase más famosa–, y si a usted no le gustan tengo exactamente los opuestos.” ß
g Los frágiles sistemas globales Por Héctor M. Guyot | Foto Reuters / Mohamed Azakir bekaa, LÍbano, 16 de ocTubre de 2014. No parece el mejor lugar para publicitar una película. No se adivina un cine cerca. En rigor, nada más lejos del mundo del espectáculo que esa aldea de refugiados ubicada en el norte del Líbano, cerca de la frontera. ¿De dónde habrá sacado el póster la familia siria que, a falta de algo mejor, lo aprovechó para cubrir uno de los lados de su tienda? Se trata de un film del año pasado, World War Z, protagonizado por Brad Pitt y Meirelle Enos (sí, la impenetrable y tenaz detective de la serie The Killing), otra de esas superproducciones en las que Hollywood ensaya distintas variantes del apocalipsis. En este caso, la muerte viaja en un virus que se expande
huMor
por el mundo sin que nadie sepa cómo y que convierte en zombi a quien lo contrae. De modo que la foto de algún modo alude a dos de los males que hoy castigan al mundo: la guerra y el ébola. No es una exageración. La película se basó en una novela de Max Brooks, que para narrar una pandemia investigó la propagación del sida y del SARS. Los medios ahora le preguntan a Brooks si el ébola es acaso la encarnación de la pesadilla que fraguó su imaginación. En una nota de opinión publicada el jueves en el sitio de la agencia Reuters, el escritor rechaza el traje de profeta y responde que no. Pero tampoco nos tranquiliza. Tras su investigación, dice, intentó ilustrar
con su historia “los frágiles sistemas globales que protegen a nuestras especies del abismo”. Los chicos que miran desde la puerta de la tienda seguro no saben de qué va la película, y menos todavía que un mal intangible llamado ébola ha despertado un miedo global. Para los chicos de la foto, la imagen que decora la pared exterior de su tienda remitirá, seguramente, a algo más próximo y concreto. Porque ellos, como la familia del póster, ya han protagonizado su propio escape, su propio éxodo, que debieron emprender con su propia familia para dejar atrás el peligro, dejando atrás también, al mismo tiempo, todo lo que era suyo.ß
vidas prestadas
Las Fokkens, memoria de otros tiempos en la zona roja Hinde Pomeraniec —PARA LA NACIoN—
adam Zyglis/ estados unidos –Al menos estamos empezando a recibirlos...
John darkow/ estados unidos Demasiadas razones para temer en la próxima celebración de Halloween. –¿De veras necesitamos de un día para asustarnos?
S
on literalmente dos gotas de agua. ojos celeste clarito, cabello blanco, cuerpos robustos pero ágiles y la misma gracia para moverse y sonreír. Se visten igual y el rojo aparece entre sus colores favoritos, siempre. Martine y Louise Fokkens son gemelas y se las conoce como “las prostitutas más viejas de Amsterdam”. Subidas a sus tacos altos unas doce horas por día, durante más de 50 años ejercieron en la conocida zona roja de la ciudad. Con 71 años, una de ellas todavía se encierra en el cubículo, de tanto en tanto, porque “la pensión estatal no alcanza”, como dicen en Meet the Fokkens, un documental que las tuvo como protagonistas. “Este negocio nos enseñó que hay que llevarse bien con todos”, cuenta Louise. Alguna vez hicieron cuentas: si combinan sus experiencias, son 100 años durante los que se acostaron con 355.000 hombres. Un numerito. Louise se retiró a los 70; aunque argumenta que la artritis ya le impedía otorgar ciertos placeres, la verdadera razón fue la falta de clientes. Martine aún ejerce, son 50 euros por veinte minutos de trabajo, y
todavía hay clientes leales o amantes fetichistas que celebran tener sexo con una anciana ardiente. Las Fokkens se iniciaron en la prostitución inducidas por maridos vagos y miserables. A una de ellas, a fin de presionarla, el hombre le quitó los cuatro hijos y los mandó fuera de la ciudad, para que los criara otra familia. Hace rato que las chicas se divorciaron y de aquellos matrimonios sólo quedan hijos y nietos con los que juegan a parecerse a cualquier abuela del mundo. Ni Martine ni Louise se sienten cómodas entre quienes hoy ejercen el oficio. “La mafia de Europa del Este cambió todo, ya no hay sentido de comunidad”, dice Louise. “En nuestra época, nos poníamos detrás de la ventana con nuestras mejores ropas. Hoy ya no son holandesas las que están ahí, son inmigrantes. Y están desnudas.” Ya en 1997, un artículo de Le Monde Diplomatique aseguraba que en Holanda el 80% de las prostitutas eran extranjeras. Una cifra oficial de 1999 reduce un poco el cálculo y dice que dos tercios de quienes ejercen el oficio llegaron de otros países. Los clientes tampoco son holandeses en Amsterdam (ni marineros, como cantaba Jacques Brel), sino turistas. La regulación de la práctica en 2000 fue una manera de permitir al Estado
monitorear la actividad para evitar la explotación, el abuso de menores y la trata –Holanda es uno de los principales destinos de los traficantes de mujeres–, ya que aunque la prostitución allí es legal desde 1830, recién con la regulación comenzaron a exigir licencia municipal y el pago de impuestos. Estas decisiones no mejoraron la vida de las prostitutas, aseguran las gemelas, quienes sostienen que ahora se trabaja sólo para pagar los impuestos. Las gemelas viven en un departamento de dos ambientes en Ijmuiden, en la zona oeste de Amsterdam, acompañadas de tres chihuahuas, y asisten regularmente a la clínica de salud mental de la comunidad judía: hay más de un trauma que enfrentan a diario. Nacieron en 1943 y el nazismo fue una marca en su familia. Son judías por parte de su madre, quien hasta su muerte pensó que podían llegar a buscarla para llevarla a un campo de concentración. Por estos días concedieron una entrevista al diario israelí Haaretz, donde hablaron de todo. Ahí contaron que aunque se reconciliaron con su origen judío en la vejez, aún les da pudor ir al templo. Y que, cuando lo hacen, se ubican lejos, bien lejos del rabino. ß Twitter @hindelita