La vida es aprender

Nuestros rasgos no son solamente una herencia genética. La arruga que tenemos ahí, al lado izquierdo de la boca, nos salió' cuando descubrimos que hay algunas cosas en la vida que siempre nos harán reír sin posibilidad alguna de descansar. Esa arruga posiblemente se asomó' la primera vez que nos fumamos un ...
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La vida es aprender. Cuando se deja de aprender la piel se arruga, el corazón empieza a latir sin vigor, al oído se le escapan cosas y la mirada se hace débil. Cuando la curiosidad hacia el mundo nos abandona, cuando la capacidad de criticar y admirar deja de pertenecernos, cuando todo nos da igual porque no sabemos pedir perdón ni pretender que nos lo pidan, habrá que coger un espejo de esos bueno, y no me refiero a ese de Ikea, pequeño, ondulado, que todos tenemos o hemos tenido una vez en casa y que, además que ser barato, solo sirve para vernos más delgaditos! Habrá que observarnos bien. Nuestros rasgos no son solamente una herencia genética. La arruga que tenemos ahí, al lado izquierdo de la boca, nos salió’ cuando descubrimos que hay algunas cosas en la vida que siempre nos harán reír sin posibilidad alguna de descansar. Esa arruga posiblemente se asomó’ la primera vez que nos fumamos un porrito y nuestro compi nos miraba como se hubiese llegado la Virgen María, o antes, cuando nuestro padre nos regaló un perro grande, a pesar de nuestro piso pequeño. Un perro que luego no supimos cuidar y que en menos de dos semanas estaba en una casa con jardín, bajo consejo indirecto de un amigo de un amigo de un amigo que “el si quería a los animales”! Esa mirada que hemos entrenado muchas veces, que hemos maquillado, que hemos disfrazado con ojeras negras, que hemos cargado de lágrimas y llenado de estrellas, nos pide atención. Nuestros ojos negros nadaron en ojos de otros colores, entendieron cosas que el oído no pudo captar, pusieron barreras a pesar que estuviesen abiertos como ventanas en verano. Se apagaron, se quedaron con los cables destrozados, y luego se encendieron otra vez, atreves de una chispa inesperada, un contacto potente, una energía que llego’ quien sabe de dónde! Esos lunares pueden ser juntados con algo de creatividad y formar el mapa de nuestros viajes, la inclinación de nuestras orejas nos puede contar como estiramos el oído para escuchar mejor lo que queremos escuchar, esa chepa en el diente nos cuenta las veces que nos callamos, apretando la mandíbula, y como no nos hizo bien! Si después de mirarnos al espejo no somos capaces de reconocernos en nuestras propias facetas, de ver un camino que empiezo hace mucho y que todavía tiene para desplegarse, no estamos simplemente más viejos, estamos caducando!