La Parábola del Mango Por Marcos Robinson Recientemente estuvimos de visita en Nayarit, México, pasamos por cantidad de lomas cubiertas con palos de mango. Nunca había visto tantos. Se extendían hasta el horizonte, llenos de flores, señal de que habrá una gran cosecha. Pero para tener la cosecha ciertas cosas tienen que suceder. Alguien tuvo que sembrar los árboles y cuidarlos durante años. Tuvo que combatir plagas, sequías y mala hierba. Tuvo que poner horquetas debajo de las ramas para sostener el peso de la fruta. Por último, tuvo que buscar obreros para recoger la cosecha. Me dijeron que vienen, de Chiapas y Oaxaca. No será fácil, porque muchos se encuentran sembrados en lomas o a la par con arroyos profundos. ¿Cómo le harán? Incluido en el crecimiento cristiano está el proceso de sembrar y cosechar en la vida de otros. No somos salvos para crecer solos, sino para estar en comunión con otros, muchos de los cuales ni son cristianos todavía. En las vidas de muchos, aun falta sembrar la semilla de la palabra seguido por el proceso de ayudar al nuevo creyente hacia la madurez. Recuerdo el pasaje de 2 Timoteo 2:2 donde Pablo asignó a Timoteo el trabajo de encargar el evangelio a otros: Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Todos los que conocemos a Jesucristo, estamos llamados a crecer en fe y producir fruto. Esto es parte del crecimiento del cristiano. El que no alcanza a otros no está creciendo en una manera normal y saludable. El fruto consiste en compartir el evangelio con otros que puedan entrenar a otros. O sea, discipular a otros hasta que sean capaces de ser discipuladores también. 2 Timoteo 2:3-6 nos recuerda de las reglas para poder producir este fruto: Dios nos llama a ser soldados para él. vs. 3-4 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. La tarea es dura, pero alcanzable. Requiere sacrificios. El sacrificio es seguir las órdenes de nuestro Dios en lugar de hacer lo que nos complace o lo que nos sale más fácil. El soldado se aparta del mundo para seguir las órdenes de su jefe. 2 Co 2:15 dice y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Hay que seguir las reglas que Dios pone. v. 5 Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. Si queremos discipular a otros, hay que seguir las reglas que Dios pone. ¿Cuáles reglas? Las de la Biblia. Evitemos caer en el error de confiar en métodos y habilidades personales en lugar del poder de la Palabra para cambiar vidas. Evitemos la
manipulación espiritual que es tan común en algunas iglesias. Evitemos la presión y el legalismo. Siempre recordemos que la Biblia por sí sola cambia vidas. Hay que trabajar duro. v. 6 El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero. Aunque Dios es el que traerá el fruto, ha escogido usarnos a nosotros, aun con nuestras limitaciones y debilidades. ¿Y la cosecha? Recordemos las palabras de Jesús a sus discípulos en Juan 4:35-36 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. La gente de Nayarit tendrá que esperar varios meses para cosechar sus mangos, pero Jesús nos dice que hay otra cosecha ya lista. Multitudes de nuestros vecinos necesitan recibir a Cristo y crecer como cristianos. Algunos de nosotros seremos sembradores, otros los que siegan, pero todos gozaremos juntos. En resumen: Crecimiento cristiano no es solo crecer en conocimiento bíblico; también incluye el trabajo de la gran comisión, hacer discípulos capaces de entrenar a otros.
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Marcos Robinson www.nuevavidaencristo.org