LA LIBERTAD DEL PERDÓN Por Marilyn Casteel Usado con permiso

Hace muchos años Dios me ayudó a perdonar a mi papá. Mi papá era muy exigente, no muy amoroso hacia mí y pocas veces me mostraba amor incondicional. También era alcohólico. Sufrí por causa de sus fallas. Después de cumplir más que treinta años, me di cuenta que podría ofrecerle el don del perdón. Le escribí una carta (vivíamos muy lejos de mis papás), hablándole de mi amor más que de mi perdón por sus fallas hacia mí. Nunca escuché nada de él acerca de la carta o del asunto. Pero, al dar el perdón ¡me libró! Me sentía libre, sin rencor, ligera. Después del fallecimiento de mi papá, encontré mi carta entre sus papeles importantes. Él la había guardado, había subrayado mis palabras de perdón. Yo creo que Dios usó ese tiempo en la vida de mi papá, para añadir a su crecimiento espiritual también. Hasta lo vi cambiando durante sus últimos años de su vida. Me costaba mucho perdonarlo...al otro lado, no me costaba nada. Ese perdón la pude dar solamente por el poder del Espíritu y es un perdón inmerecido (aun cuando no lo merecía). Hace muchos años Dios me ayudó a perdonar a mi papá y este perdón que dí fue importante para mi papá – pero, ¡cambió mi vida también! Inténtalo, pidiendo a Dios que te dé fuerzas, y vas a experimentar libertad verdadera. En Juan 8 Jesús dice: “Conocerás la verdad y la verdad te hará libre.”

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